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El cine desde una mirada feminista

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El cine es otro espacio más donde las mujeres han sido históricamente invisibilizadas. Por ello, desde hace tres años la Asociación Casa de las Mujeres de Donostia organiza una Muestra de Cine Feminista, para mostrar la interesante mirada de mujeres de diferentes partes del mundo. En esta tercera edición las protagonistas serán las realizadoras francesas Agnes Varda y Claire Denis.

Una de las organizadoras del ciclo Juana Aranguren apunta que durante los pocos años de recorrido ha asistido “cada vez más gente”. Así, este año han contado con la colaboración de Donostia Kultura, lo que les ha permitido hacer un ciclo “más ambicioso”. Esta muestra comenzó con el ciclo de Delphine Seyrig (1932-1990), una de las figuras teatrales y cinematográficas de su tiempo, de quien mucha gente desconoce su faceta como directora. El segundo año el ciclo estuvo dedicado a Margarethe von Trotta (1942), referente que aúna feminismo y política en el movimiento Nuevo cine alemán.

En esta tercera edición de la Muestra de Cine Feminista estará dedicada, por un lado, a Agnes Varda (1928), pionera del cine feminista, fotógrafa, cinematógrafa y artista audiovisual. Se le conoce como la abuela de Nouvelle Vague (nueva ola) francesa, el movimiento cinematográfico más importante en Europa en la segunda mitad del siglo XX. Así, se proyectará el 12 de noviembre en la Casa de Cultura de Lugaritz el corto de cine-panfleto ‘Réponse de femmes: Notre corps, notre sexe’ (Respuesta de mujeres: nuestro cuerpo, nuestro sexo) y la película fundacional de la Nouvelle Vague ‘Cleo de 5 a 7’. El 13 de noviembre se proyectará también en Lugaritz ‘Las playas de Agnes’ y después habrá un coloquio moderado por Carmen Urruela (Grupo Feminista Simone de Beauvoir).

Por otro lado, habrá otro ciclo dedicado a Claire Denis (1948), feminista fundamental en el cine europeo actual. Debutó como directora de cine centrada en la crítica al colonialismo francés en África y reconcilió la lírica del cine francés con aspectos duros de la Francia contemporánea. Se proyectará el 10 de noviembre en el Teatro Principal su película ‘Una mujer en África-White material’ en la que ofrece una mirada llena de profundidad del África postcolonial. Así, el 11 de noviembre, también en el Principal, se proyectará ‘35 tragos de ron’, en la que se cuenta la vida cotidiana, relaciones y sentimientos de un grupo de personajes.

La miembro de la asociación Nagore Iturrioz ha destacado que este es un proyecto muy ilusionante porque en una ciudad como Donostia en la que el cine despierta tanto interés, creen que “va siendo hora de que también haya un lugar para el cine feminista”. Por ello, han apostado por hacer esta muestra y esperan que en el futuro el cine de las mujeres y feminista “ocupe un lugar junto con los demás ciclos y proyectos de cine que hay en esta ciudad”.


Agnès "Primera" Varda, la cineasta pionera por naturaleza

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"Me llamaban la abuela de la Nouvelle Vague, pero ahora digo que soy su dinosaurio". La cineasta belga Agnès Varda demostraba mantener intacto su sentido del humor a sus 89 años al recibir el Premio Donostia en el pasado Festival de San Sebastián. No ha sido el único tributo que ha recibido este año.

En marzo, la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood le concedió el Oscar honorífico, convirtiéndose así en la primera directora en hacerse con el prestigioso galardón. Subió a recibirlo bailando, y se metió a todos en el bolsillo cuando confesó que "soy un poco tímida, pero me encanta escuchar todas estas lindas palabras sobre mí". 

También ha estado en el festival de Cannes, donde presentó fuera de competición su documental Caras y lugares, que esta semana llega por fin a nuestras salas. En este mismo certamen, pero tres años antes, se alzó con la Palma de Oro honorífica, de nuevo convirtiéndose en la primera mujer en hacerlo. Hasta entonces, solamente la habían recibido Woody Allen en 2002, Clint Eastwood en 2009 y Bernardo Bertolucci en 2011.

Rompiendo techos de cristal desde la década de los 50

Bien podría haberse apellidado "Pionera" la cineasta y fotógrafa belga, pues también lo fue de la nouvelle vague y del cine feminista. Muchos identificarán en seguida a François Truffaut, Jean-Luc Godard o Claude Chabrol como los grandes referentes del movimiento francés de finales de los 50. Pero antes de que ellos filmaran Los 400 golpes (1959), Al final de la escapada (1960) o El bello Sergio (1958), Agnès Varda ya había rodado en 1954 su ópera prima La Pointre Courte, auténtica precursora estilística del movimiento.

En ella se combinan el retrato puramente neorrealista de la zona del suroeste de Francia con la triste historia de una pareja que debe decidir si seguir o no juntos.

La directora, hija de padre griego y madre francesa, había estudiado Historia del Arte en la École du Louvre antes de conseguir trabajo como fotógrafa oficial del Teatro Nacional Popular. Claramente interesada en la fotografía, no dio el salto al cine hasta que pasó unos días grabando la pequeña ciudad pesquera de Séte en el barrio La Pointe Courte, que coincide con el título de su debut.

Allí recogió imágenes para un amigo con una enfermedad terminal que no podía visitar por sí solo la zona. Fue entonces cuando decidió que debía y podía hacer una película. La primera de una trayectoria de más de seis décadas.

Entre ficción y documentales

Agnès Varda comenzó a hacer cine en una época y en un movimiento en el que la representación femenina quedaba prácticamente relegada a la de ser la musa del director. Además de ser precursora del cine feminista, también lo fue en la apertura de la dirección cinematográfica a las mujeres: "Les sugerí que estudiasen cine. Les dije, salid de las cocinas, de vuestras casas, haceos con las herramientas para hacer películas".

Su filmografía la habitan películas de ficción, documentales y numerosos cortos. Los relatos sobre la vida de personas cotidianas caracterizan su obra, al tiempo que adquieren valor y magnetismo por su habilidosa puesta en escena y su dominio del pulso narrativo.

Así lo demostró igualmente en su segunda película, Cléo de 5 á 7 (1961). Con ella se ganó el reconocimiento internacional y fue nominada a la Palma de Oro en Cannes. En sus dos siguientes cintas La felicidad (1965) y Las criaturas (1966) pareció contagiarse del espíritu optimista del Mayo del 68.

En su posterior documental Daguerréotypes, de 1975, recogió el transitar de la calle Daguerre, en París, donde ha vivido durante décadas. Sus habitantes, pequeños comerciantes y artesanos sirven como reflejo de la vida en Francia en este homenaje a la cotidianidad de las ciudades.

Lo personal es político

La cineasta ha sido prolífica en la realización de cortometrajes. En 1975 presentó el filme Respuestas de mujeres: nuestro cuerpo, nuestro sexo. Ese año fue designado como el Año de la Mujer por la ONU. Para celebrarlo, el canal francés Antenne 2 invitó a siete cineastas a realizar cortometrajes de siete minutos en los que se respondiera a la pregunta: ¿qué es ser mujer? Agnès Varda fue una de ellas.

En su pieza, son ellas quienes toman la palabra mirando a cámara, contestando, entre otra afirmaciones: "Ser mujer es vivir en el cuerpo de una mujer. Nuestra forma y características físicas son parte de nuestra estructura corporal, no puntos aislados que resaltan nuestra sexualidad como objeto de goce masculino. Ser mujer también es tener una cabeza de una mujer".

Los siete minutos de discurso abordan las preocupaciones de las mujeres de entonces, con sus cuestionamientos sobre sus cuerpos, sexualidad, maternidad o deseo. Y, paradojicamente, se corresponden con las de hoy. Reclama en su final: "si la mujer se reinventa, entonces el amor tendrá que ser reinventado".

La directora situó su siguiente película Una canta y la otra no (1976) en el mismo contexto feminista, que estaba en auge en Francia. En ella se cuenta la relación entre dos amigas en los años que transcurren desde 1962 a 1979.

Otra de sus obras más destacadas es Sin techo ni ley, de 1985, con la que se alzó con el León de Oro del Festival de Venecia. En forma de flashback, se muestran los últimos días de la vida de una vagabunda.

El también cineasta Jacques Demy, fue su esposo desde 1962 hasta que, en 1990, falleció por sida. La directora le rindió homenaje en las películas Jacquot de Nantes (1991), en la que relató su infancia y su amor por el teatro y el cine; Les Demoiselles ont eu 25 ans (1993) y L'Universe de Jacques Demy (1995).

La última ha sido considerada como el mejor homenaje posible al director, ya que de las decenas de tributos que llevaron a cabo otros admiradores, nadie consiguió retratar su figura de forma tan fiel como Varda. En él combina los mejores momentos de la carrera del artista con testimonios de actores que trabajaron a sus órdenes.

La curiosidad no tiene edad

El documental Los espigadores y la espigadora recoge a un amplio grupo de personas que recuperan la tradición de espigar y con los que ella misma se compara a la hora de recolectar imágenes. Podría pensarse que, en un mundo industrializado, nadie se agacha entre los campos a recoger los frutos de una cosecha, pero la película demuestra lo contrario.

Hay entre los recolectores gitanos que por necesidad toman objetos desechados. Igualmente en las grandes ciudades persisten aquellos que buscan entre la basura lo que podría convertirse en su comida del día. Los que recolectan recuerdos tienen también cabida en el documental. Dos años después, en 2002, recuperó a los mismos protagonistas para ver cómo había cambiado sus vidas desde entonces.

Finalmente, en 2008, abrió sus puertas de forma definitiva con otro documental, Las playas de Agnès. Un relato autobiográfico en el que reconstruye su pasado al tiempo que camina por las playas de Francia. Mediante el humor, invita al espectador a compartir sus grandes emociones, ansiedades y desgracias de toda una vida.

Caras y lugares, su última captura de vida

El documental Caras y lugares ha sido su última píldora de vida recogida en forma de cine. Esta vez, junto al icónico muralista y fotógrafo JR. El segundo visitó a la directora en su domicilio de la calle Daguerre y, fruto del encuentro, decidieron que debían trabajar juntos. El filme es el resultado del viaje por la Francia rural en el que nació una tierna amistad.

A bordo de una furgoneta mágica que imprime fotografías de gran formato, veteranía y juventud se unen para retratar la vida de trabajadores, granjeros y aldeanos. Una película-experiencia en la que las mujeres están muy presentes, y en la que la propia cámara y, por ende el espectador, establece su propia relación con los sujetos a los que filman. Un collage con el que fueron nominados al Oscar al mejor documental, que terminó llevándose Ícaro.

Sin embargo, la directora no pudo acudir a Los Ángeles a posar en la foto de familia con el resto de nominados. Fruto de su gran sentido del humor, decidió enviar retratos suyos a tamaño natural. Meryl Streep, Greta Gerwig o Guillermo del Toro fueron algunos de los artistas que se sumaron al guiño humorístico y posaron con ellos.

Pionera de la nouvelle vague, del cine feminista, de la Palma de Oro y el Oscar Honorífico. Dada la vitalidad, energía, ternura y curiosidad de Agnès Varda parece lógico plantearse que, a sus 89 años, aún le queda tiempo para ser la primera en lograr un nuevo hito. De momento, habrá que conformarse con disfrutar con su última muestra de carisma y de amor por el cine en Caras y lugares.

Mujeres en el arte, de la oscuridad a la injusticia

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Un informe de MAV, la asociación de mujeres en las artes visuales, fundada hace unos ocho años, explica como en el periodo 1999-2009 solo un 9,4% de artistas españolas han expuesto en alguna de las 22 instituciones oficiales más representativas. El total de mujeres expuesto, contando las extranjeras, fue del 20,5%. Se trata de una situación anómala que hunde sus raíces en la historia.

En realidad, solo puede empezarse a hablar de equiparación desde que a finales del siglo XIX (1876 en España) las Escuelas, Academias o Facultades de Bellas Artes abrieron sus puertas a las mujeres. Equiparación en un sentido legal, entiéndase. La antigua ideología dominante siguió y sigue presente, aunque en progresiva retirada. En un estudio llamado La estudiante de Bellas Artes y la generización masculina del artista creativo publicado en el 2010 en México, el profesor de la Complutense Miguel Figueroa–Saavedra, presentaba datos disponibles hasta ese momento (tampoco es que haya muchos) y opiniones significativas.

Uno de los gráficos muestra la evolución de la presencia de mujeres en la facultad de BBAA entre 1915 y 2005. En 1915, se matricularon un 7% de mujeres y un 93% de hombres. El salto se daría en la década del 1955 a 1965 con cifras ya superiores al 30%. Pero el gran vuelco se produjo entre 1975 y 1985, cuando por primera vez las alumnas superaron a los alumnos, con el 61% en ese último año. En el 2005 el porcentaje de mujeres era del 68%.

Así pues, ¿evoluciona todo a satisfacción? No tanto. Hasta 1985 no hubo una sola profesora en BBAA. En el 2005, después de tres décadas de paridad o superioridad porcentual de las mujeres, solo había un 33% de profesoras en la facultad. Y aunque no existe el detalle, sabemos por otros informes sobre la universidad que el número de catedráticas o jefas de departamento es aún menor y apenas llega al 20%. Cabe pensar que hoy en día estas cifras de BBAA se habrán equilibrado algo, pero las incluidas en el informe muestran que ha habido un cambio. Y también que este es desesperadamente lento.

Otro de los hechos cruciales es la escasa presencia de mujeres en las colecciones de los museos. Y no solo eso, sino su exhibición en las exposiciones permanentes de esas colecciones es todavía menor, aunque no cuantificada al detalle. Por ejemplo, de las 18 compras realizadas en ARCO por el Reina Sofía, solo una había sido realizada por una mujer, la alemana Anna Oppermann (1940-1993). Igual es que han de imponerse cuotas, ya que no se actúa con justicia.

Una ocultación fruto del prejuicio

Si hablamos de arte clásico, las dificultades en la formación y, durante la larga época gremial, de establecer un taller por parte de las mujeres, son factores que impiden una presencia igualitaria, pero no es menos cierto que aquellas que lograron superar esas dificultades lo consiguieron porque su habilidad era superior a la media.

La evolución de Artemisia Gentisleschi (1593-1656), que en los últimos treinta años ha pasado de simple epígona de Caravaggio con una historia personal truculenta, a ser considerada hoy una de las grandes representantes del barroco, a la altura de Hals, Velázquez o Vermeer, resulta de lo más significativa. Los cuadros ya estaban ahí, simplemente no se miraban. Pero hay muchas más artistas cuya obra no es básicamente mejor ni peor que la de colegas masculinos que sí están expuestos. Existe una ocultación, posiblemente ni siquiera consciente, sino simple fruto del prejuicio recibido.

Porque los prejuicios han surgido incluso siendo bien intencionados. Walter Gropius, fundador de la Bauhaus, les decía en 1919 a sus alumnas femeninas: “Ninguna diferencia entre el bello sexo y el sexo fuerte. Absoluta igualdad de derechos pero también de obligaciones. Ninguna consideración con las damas, en el trabajo solo hay trabajadores. Combatiré duramente la dedicación exclusiva a pinturas de salón lindas”. Gropius no era ningún reaccionario y posiblemente tuviera razón en que buena parte de la producción de mujeres artistas a finales del XIX y principios del XX era obras “lindas”. Pero seguramente estaba equivocando el mensaje porque era poco probable que las alumnas de la Bauhaus tuvieran el menor interés en la lindeza. Como luego demostraron Marianne Brandt o Lilly Reich.

Sin embargo, son sus frases sobre que la mujer será juzgada como el hombre lo que indica algo más profundo. Juzgar significa también medir. ¿Y por qué el hombre ha de ser la medida de la mujer artista? No hay razón alguna, pero durante mucho tiempo se dijo y se escribió que cuando una mujer era una gran artista es que pintaba o esculpía como un hombre.

El caso de la escultora alemana Milly Steger (1881-1948) es paradigmático. Steger hizo suya la idea de que su arte era masculino y la llevó al limite de vestirse como hombre. Esta anécdota puede tener lecturas positivas y otras no tanto, pero deja claro que tradicionalmente lo masculino ha sido tomado más en serio.

Soledad Sevilla (1944), una de las grandes artistas españolas de su generación explicaba en 1998:

"Las galerías te dejaban al margen, había un rechazo y una desconfianza. Y también influía nuestra propia mentalidad. A fuerza de represión yo había llegado a asumir que era lógico que a mí me rechazaran y a los hombres no. Me parecía normal ser de segunda clase por ser mujer. El ambiente en que vivíamos era tan machista que ni siquiera permitía que nos diéramos cuenta".

Esto ha cambiado, pero no tanto. Apenas un 25% de lo expuesto en el último ARCO estaba realizado por mujeres. Porcentaje que no variaba en las 17 galerías regentadas por mujeres.

Mientras las mujeres mantengan su lucha y los hombres vayan haciéndose más conscientes, la simple demografía hace pensar que la situación puede equilibrarse. Queda uno de los grandes problemas que ha sufrido el arte de mujeres, las cuales, incluso siendo reconocidas, nunca aparecen en las enciclopedias como líderes de ningún movimiento.

Las mujeres, o bien eran presuntas seguidoras de estilos establecidos por hombres o se estilizaban en apariciones tan peculiares como para no poder crear escuela. Aquí viene a la mente una Georgia O’Keeffe (1887-1986), por ejemplo. Es lo mismo que considerar el expresionismo abstracto americano como algo movido exclusivamente por los pintores, como si no existiera la muy influyente Helen Frankenthaler (1928-2011), casi segura inventora del soak painting (pintar con oleos muy diluidos en lienzos in preparar, que absorben el color, mas que soportarlo).

Mujeres que crearon escuela

Un género como la performance fue completamente redefinido en los setenta por una generación de mujeres como Adrian Piper, Lidia Montano, Ligia Clark, Barbara Smith, Joan Jonas, Laurie Anderson, Valie Export, Marina Abramovich o Rebecca Horn. Si uno piensa en pintura geométrica y óptica no puede prescindir de Bridget Riley (1931) como principal protagonista . Hoy resulta bastante evidente el papel innovador de artistas que surgieron en los ochenta como Jenny Holzer, Barbara Kruger o Cindy Sherman. Simples botones de muestra.

Sin embargo, todo lo anterior apenas tiene que ver con la justa aspiración de ganarse la vida con su profesión. Según la encuesta La Actividad Económica de los/las Artistas en España. Estudio y análisis, realizada por Marta Pérez Ibañez e Isidro López-Aparicio, el 85% de los 1.100 artistas españoles/as entrevistados, de los que un 83% han expuesto en galerías durante los dos últimos años, no viven de ese trabajo y han de recurrir a otros o a una sucesión de becas que tampoco les garantizan el sustento.

Con ese brutal porcentaje, las diferencias entre hombres y mujeres, aunque desfavorables a estas últimas, son casi anecdóticas: todos y todas están hundidos/as en la misma miseria. Es posible que la estructura profesional tradicional, aquella donde las mujeres reclaman una situación justa, en realidad ya no exista. Y también es perfectamente posible que sea la actual dinámica de lucha de las mujeres artistas (junto a comisarias, profesoras y criticas) la que pueda reorientar la práctica del arte en el siglo XXI.

Según dicen las cifras de estudiantes, cuando las mujeres luchan por el arte lo hacen por su propio futuro. Un futuro más allá de unas estructuras que ya solo administran la pobreza de la mayoría.

Las violencias machistas que se te escapan en los cuadros del Museo del Prado

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"Somos facilitadoras", así se definen a sí mismas las integrantes del proyecto cultural y educativo Herstóricas que, desde hace un año, organiza talleres, paseos y visitas para visibilizar y valorar la aportación de las mujeres a lo largo de la historia.

Así, antes de comenzar el recorrido de hora y media por el Museo del Prado con el título Violencias machistas en el Prado, nuestra 'facilitadora' advierte que el paseo tendrá el debate como protagonista, al permitir interiorizar mejor la información que, además, se mezclará inevitablemente con las emociones de quien descubre una nueva forma, inclusiva, crítica y feminista de contemplar el arte.

La primera parada es la obra Los amantes de Teruel que Antonio Muñoz Degrain pintó en 1884. Para hablar de cada cuadro, se explica en primer lugar la concebida como historia oficial, para después releerla con una perspectiva diferente.

En este caso, sobre la descripción que reza lo siguiente: "El amor imposible de doña Isabel de Segura con el empobrecido noble don Diego Juan Martínez de Marsilla, la inútil espera de la enamorada durante cinco años del regreso de su caballero alejado en busca de fortuna, el desventurado matrimonio de la doncella con otro hombre impuesto padre y el trágico final de ambos amantes". 

Tras la explicación, se abre la conversación sobre el concepto del amor romántico, entendido como un arma de control social. A lo largo de la historia, se ha asimilado el amor como aquello por lo que la mujer debe renunciar a todo, incluso la vida, teniendo como consecuencia una absoluta pérdida de autonomía.

El conflicto abordado en esta imagen de hace más de un siglo se mantiene vigente hoy en día, especialmente en los casos de violencia machista en los que las víctimas muchas veces no saben cómo abandonar a sus maltratadores. "El matrimonio es la institución donde más violencia sistemática se sufre", comenta nuestra guía alternativa.

Sara López, Marta Casquero y Mariela Maitane son las tres responsables de Herstóricas, que nació a raíz de la amistad que forjaron en su estancia en Londres. Allí unieron su formación como delineante, historiadora y en marketing, además de su activismo feminista. Su interés por la historia de las mujeres dio paso a su necesidad de reivindicarla, hacerla visible y accesible.

En la capital inglesa comenzaron la aventura con un primer paseo llamado En busca de las Suffragettes. Con él, ampliaron las actividades sobre la lucha por el voto femenino en Inglaterra con una perspectiva más inclusiva añadiendo obreras, lesbianas o judías.

En su regreso a España decidieron continuar aquí, con actividades en Granada y en Madrid. Su primera propuesta fue En busca de las madrileñas. Espacios comunes, respondiendo al interés de saber cómo eran las mujeres que habitaban en la capital. "A las mujeres siempre se nos ha pintado una fama de enfadadas o de continua rivalidad entre nosotras, pero a lo largo de la historia hemos colaborado siempre", afirma Marta Casquero.

Con sus actividades buscan "empoderarse en un espacio público como es el Prado o las calles, que no serán nuestros si no tenemos representación", explica Sara López. Recuerda cómo, en una de sus visitas al Prado, un grupo de mujeres reconocieron sentirse muy bien por poder opinar dentro de una visita guiada, al ser habitualmente un acto unidireccional. "Queríamos romper con ciertos estereotipos históricos", expone Casquero reconociendo cómo hoy en día es imprescindible dar una visión de género.

Mujeres representadas y representándose

"Si conociésemos a más mujeres artistas, podríamos saber cómo veía la mujer la sociedad igual que la hemos visto siempre con la perspectiva masculina", aclara la facilitadora ante el cuadro de Paolo Veronés, Susana y los viejos, de 1580.

En él, dos hombres mayores, muy bien vestidos y con expresiones amables en sus rostros, observan a una mujer desnuda, a medio tapar por una tela, que se está duchando con un collar de perlas y el cabello perfectamente peinado. Podría decirse que hasta en una postura sensual e insinuadora.

En la realidad, los ancianos irrumpieron en el baño de la mujer al haber quedado sorprendidos por su belleza y ésta rechazó mantener relaciones sexuales con ellos. Ambos decidieron vengarse acusándola de adulterio.

Ahora bien, ¿representaría una mujer de igual modo una escena de acoso? Artemisia Gentileschi, la primera mujer en conseguir entrar en la Academia de Bellas Artes de Florencia, lo hizo en 1610.

En su cuadro, contra la representación de una Susana coqueta y frívola, en actitud de flirteo ante los viejos, la muestra como vulnerable y asustada, encogida tratando de alejarse de los dos ancianos que, aquí sí mostrados prácticamente encima de la mujer, acorralándola. La pintora, además de contar con un excepcional talento, sufrió en sus propias carnes una violación por parte de sus primeros maestros. La BBC incluye su relato en el proceso legal:

"Cerró con llave la habitación y después me tiró sobre la cama, inmovilizándome con una mano sobre el pecho y poniéndome una rodilla entre los muslos para que no pudiera cerrarlos y me levantó las ropas, algo que le costó muchísimo trabajo. Me puso una mano con un pañuelo en la garganta y en la boca para que no gritara (…). Yo le arañé el rostro y le tiré del pelo".

A pesar de la crudeza de su descripción, la artista tuvo que sufrir cómo su testimonio fue continuamente puesto en duda, además de ser sometida a un humillante y exhaustivo examen ginecológico. También se le aplicó la sibilla; procedimiento por el que los pulgares de la víctima se colocaban en un instrumento que los inmovilizaba, con el objetivo de aplastarlos lenta y progresivamente.

Antes de terminar el juicio, se vio obligada a concertar matrimonio con otro pintor al que ni conocía para salvaguardar su honra. Una mujer que sufrió lo indecible para probar su violación, que contó con la desaprobación pública y ante la que no se hizo justicia. ¿Demasiado actual?

Ella es uno de los ejemplos de las mujeres que, como señala López, "han utilizado el pincel o la literatura para aportar, criticar y denunciar". Según informó el Museo del Prado a El Huffington Post en marzo, de las 1.160 obras expuestas, solo seis han sido realizadas por mujeres, que pertenecen a tres únicas pintoras: Sofonisba Anguissola, Clara Peeters y la citada Artemisia Gentileschi. 

Una situación insostenible para las fundadoras de Herstóricas: "Nosotras no hablamos de que haya que quitar obras, simplemente ampliar. La historia no está completa y hace falta incluir a más mujeres artistas. Se deben integrar otras visiones".

Educando miradas críticas pero no estereotipadas

En el último cuadro de nuestro recorrido, nos detenemos ante la obra de Juan Carreño Miranda de 1680, Eugenia Martínez Vallejo, vestida. En él aparece una niña obesa con el rostro apagado. En vida, fue conocida como "la niña monstrua de los Austrias", que, en realidad, padeció el síndrome de Prader – Willi, una enfermedad genética entre cuyos síntomas se encuentran la obesidad mórbida, el hambre insaciable y un ligero estrabismo que le llevó a morir con tan sólo veinticinco años.

La imagen sirve para reflexionar sobre cómo miramos la gordura. Aquí las dimensiones de Eugenia parecen convertir su cuerpo en una cárcel de la que no puede escapar y que además le obliga a acaparar las miradas extrañas de quienes la rodean.

En un momento en el que impera la dictadura de la delgadez y la gordofobia, una obra como ésta puede causar sentimiento de repulsión, algo que no hace más que incrementar el malestar de las personas que son consideradas gordas por, como señala Marta Casquero, "no cumplir el cánon de belleza que se nos impone a las mujeres".

Por desgracia, esta mirada de rechazo se mantiene vigente en nuestros días. Ambas fundadoras de Herstóricas insisten en la importancia de la educación a la hora de enseñar desde pequeños a no condicionar la mirada por los kilos o las tallas. Ellas mismas se han escandalizado al escuchar a otras guías con visitas de niños en el museo, en concreto al describir Las tres Gracias de Rubens. 

En una ocasión, una guía preguntó a los niños qué veían diferente en el cuadro. Nadie respondió. La guía volvió a preguntar en otras dos ocasiones sin recibir respuesta, a lo que ella misma sugirió "están un poco gorditas, ¿no?".

Ante tal situación Sara López expone: "Imagínate que hay una niña que estaba pensando que el cuadro le estaba gustando, y que nunca se había planteado que ella pudiera ser considerada gorda, ya la has jodido con sólo seis años".

Casquero se topó con otro grupo en el que la palabra gorda fue pronunciada entre siete y ocho veces como sino hubiera nada más que contar de la obra pictórica. "De los cuerpos diversos se puede hablar de miles de maneras. Aprovecha y habla a los niños y las niña de la belleza que suponía. No se puede hablar a los críos de las mujeres rellenitas cuando tenemos unos problemas con los desórdenes alimenticios y las inseguridades por el físico muy graves", sentencia.

En su proyecto, cuentan también con el paseo infantil Menudas Herstóricas, tratando de aportar un punto de vista diferente visibilizando a mujeres que puedan ser una influencia positiva para este público.

Violencia de género, cultura de la violación, mansplaining, gaslighting, cosificación del cuerpo femenino, ideal de amor romántico o el foco sobre las víctimas y no sobre los maltratadores son sólo alguno de los temas que desde Herstóricas tratan en sus diferentes propuestas con las que buscan "dejar la inquietud para que querer seguir buscando información sobre ellos". Abren puertas para impulsar, difundir y promover los valores de igualdad de género real y efectiva en todos los ámbitos.

Lo analizado en los comentados cuadros del Museo del Prado es igualmente aplicable a la ingente cantidad de imágenes que nos rodean en la actualidad, ya sean anuncios de publicidad, programas de televisión, fotografías o los propios carteles de las películas.

Pongamos como ejemplo el del filme de Paolo Sorrentino La Juventud, de 2015. En él, dos hombres mayores cubiertos por el agua de una piscina por encima del pecho observan seducidos a una mujer que se muestra en primer plano de espalda, sin rostro, desnuda y descubierta hasta las nalgas.

"Directamente no se enseña ni su cara, se la trata como un objeto. Es asqueroso y una clara muestra de que se sigue reproduciendo", alarma Marta Casquero. Visto lo visto, queda mucho por hacer y mucha mirada que educar.

"No sin fotógrafas": polémica por el máster casi sin profesoras de PHotoESPAÑA

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"Y otros" rezaba el final de la lista de un total de 14 profesores, hombres, en el primer cartel de promoción que el Máster PhotoESPAÑA lanzó el pasado viernes. Ninguna mujer. El dato no pasó desapercibido y comenzaron a moverse en redes los hashtag #NoSinFotógrafas#NoSinMujeres con los que distintos usuarios expresaron sus quejas ante esta desigualdad académica.

El colectivo 7 fotógrafas criticaba  la decisión de la organización de no haber incluido a ninguna mujer en su anuncio del curso. "Denunciamos una clara falta de criterio. La fotografía no es exclusiva de hombres y son muchas las mujeres fotógrafas de referencia en este país y el mundo", pronunciaron.

La fotógrafa documental Laura Albuixech es uno de los miembros del colectivo 4F que, como proclama en su manifiesto: "Surge de la necesidad de crear vínculos dentro de la soledad que implica el acto fotográfico y tender puentes entre mujeres que a ello se dedican". En su cuenta de Twitter incidió en cómo "cualquier formación está incompleta sin las mujeres fotógrafas".

Ante la polémica desatada, la directora del programa de formación, Olivia María Rubio, no mencionada en el cartel de promoción, ha compartido un comunicado en la cuenta oficial de PHotoESPAÑA de Facebook. En él, afirma que la omisión de los nombres de las mujeres que forman parte de su profesorado se ha debido a "un error de comunicación".

En el primer punto del comunicado se anuncia que son varias las mujeres que forman parte del máster, la mayoría de ellas dando clases magistrales en la parte del máster abierta al público, y que han paliado su no inclusión en el cartel promocional con la newsletter. Cecilia Azniv Lutufyan, Claude Bussac, Donna Ferrato, Olga Afuera, Soledad Matesanz, Oliva María Rubio (ahora sí), Mar Sáez e Isabel Zambelli son las nuevas profesionales añadidas a la lista de las personas participarán en el curso.

En los dos apartados siguientes se reconoce que el porcentaje de profesores es superior al de profesoras aunque aseguran cada año se va incrementando el de mujeres buscando ofrecer una propuesta más paritaria. Según el escrito, la directora del máster ha dado forma al programa académico "con total independencia" invitando a aquellos que ha considerado adecuados para cada asignatura.

Sin embargo, llama la atención el quinto epígrafe en el que se proclama: "En ningún caso se prescindirá de ningún profesional sólo por el hecho de ser hombre". Petición que, a priori, no se pronunció en las protestas dado que no se denunciaba la presencia de hombres sino la necesidad de ampliar la lista con profesionales mujeres.

La directora del máster explica en declaraciones a eldiario.es  que el curso se estructura en dos apartados. Las clases tradicionales, divididas en módulos, que tienen un precio de 5.900 euros (en las que reconoce que sí que hay menor porcentaje de mujeres respecto a hombres) y las actividades abiertas al público como clases magistrales, seminarios y talleres, en los que defiende que prácticamente hay 50-50.

Rubio afirma que cuando se realizó este "tarjetón publicitario" pensó solo en la primera parte, la de las clases. "No me di cuenta, sinceramente. Fue un error de comunicación", asegura y añade que "toma nota" para que no se vuelva a producir este fallo en posteriores comunicaciones.

Así, el número de profesores que imparten clases en la parte de Teorías y Proyectos Artísticos del curso 2018/2019 es de 15 profesores, más la participación del colectivo artístico Leona -compuesto por Olga Afuera, Carlos Clares y Soledad Matesan-, 4 profesionales hombres invitados y una profesional mujer invitada, siendo esta la lista completa de docentes según el dossier del máster:

PROCESOS DE CREATIVIDAD (73 horas)
Profesor: Javier Riera
Taller: Alberto García-Alix

PROYECTOS EDITORIALES (54 horas)
Profesores: Horacio Fernández, Gonzalo Golpe, Rubén García-Castro y Gonzalo Hernández
Profesionales invitados: Chema Conesa y Álvaro Matías

PROPUESTAS EXPOSITIVAS (42 horas)
Profesores: Nicolás Combarro y Leona (Olga Afuera, Carlos Clares y Soledad Matesan)
Profesional invitado: José María Díaz-Maroto

PRESENTACIONES MULTIMEDIA (24 horas)
Profesor: José Bautista

COMUNICACIÓN Y MARKETING (18 horas)
Profesor: Joan Morey
Profesional invitado: Claude Bussac

PENSAR LA FOTOGRAFÍA (48 horas)
Profesores: Federico Clavarino, Fernando Castro Flórez, Gerardo Mosquera y José María Parreño

TALLERES INTERNACIONALES (30 horas)
Noe Sendas, artista (Bruselas), Michael Atavar, artista y consultor creativo
(Gran Bretaña) y Sérgio Mah, comisario y profesor (Portugal).

En la parte de las clases magistrales, abiertas al público, se anuncia la participación de Paula Anta, Lurdes R. Basolí, Ricky Dávila, Juan de Sande, Cristina Lucas, Fernando Maquieira, Ouka Leele y Miguel Trillo.

Además se detallan diferentes talleres y seminarios:

SEMINARIO
EL PROYECTO FOTOGRÁFICO CONTEMPORÁNEO
DE LA IDEA A LA MATERIALIZACIÓN
Impartido por Mar Sáez

LA 3ª IMAGEN
RELACIONES ENTRE FOTOGRAFÍA Y LITERATURA
Impartido por Sebastián Bejarano

TALLER FOTOGRÁFICO
PROCESO CREATIVO DEL PROYECTO 365
CÓMO NADAR A DIFERENTES PROFUNDIDADES Y DISFRUTAR EN TODAS ELLAS
Impartido por Eugenio Recuenco

SEMINARIO
VIDA ÚTIL DEL NARRADOR VISUAL
Impartido por Matías Costa

TALLER FOTOGRÁFICO
FOTOGRAFÍAS QUE NOS HABLAN
Impartido por Donna Ferrato

CURSO ONLINE
¿DESDE DÓNDE SE GENERA UN PROYECTO?
Impartido por Alejandro Castellote

CURSO ONLINE
¡OH! ¿Y AHORA QUIÉN PODRÁ EDITARME?
PRÁCTICAS PARA AVANZAR EN EL CAMINO DE LA EDICIÓN (Y LA AUTOSALVACIÓN)
Impartido por Cecilia Azniv Lutufyan

Esto hace un total de siete mujeres frente a ocho hombres en esta segunda parte del máster.

Si se suman los profesionales que participan en ambas partes (la parte de teoría y proyectos artísticos y la parte de actividades abiertas al público), participan un total de 28 hombres frente a 10 mujeres, más la directora del máster que anuncia en la newsletter que dará clases aunque no aparece en el dossier.

"Philip Roth casi gana el Nobel por sostener que las mujeres son un trozo de carne"

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Jessa Crispin (Kansas, 1978) habla rápido como si sujetase una ametralladora con los dientes, pero sus palabras generan un efecto más parecido al de la bomba atómica. Como ejemplo, su anterior libro Por qué no soy feminista. Un manifiesto feminista (2017), donde no dejaba títere con cabeza en un movimiento que, según ella, "ha perdido el rumbo". "Si es universal, si se puede apuntar cualquier hombre y mujer del mundo, entonces no es para mí", apunta.

Se refería a quienes tildaron a Hillary Clinton de candidata feminista solo por ser la mujer que se enfrentaba a Trump, a las que lucen camisetas de marca con consignas revolucionarias, a Beyoncé y a la creadora de Girls, Lena Dunham: "una cría blanca malcriada que no tiene ni puta idea de lo que dice". Muchos la tacharon entonces de pirómana y de lucrarse poniendo minas a su propio movimiento, pero ella se confesó más interesada en un feminismo transversal y que huya del victimismo.

Acaba de publicar El complot de las damas muertas (Alpha Decay), un cóctel literario breve y muy diferente a todo lo que había escrito hasta ahora. En él, la autora mezcla pensamientos suicidas con cuidadosos ensayos sobre grandes figuras literarias como James Joyce, Igor Stravinsky, Rebecca West o Margaret Anderson.

Un cuaderno de bitácora fascinante, escrito durante más de diez años, y en una decena de países, que aúna su amor por la lectura, por sus referentes, por el esoterismo y, como no podía ser de otra forma, por el feminismo.

Reivindica mucho la figura de las esposas en El complot de las damas muertas, como a Nora Barnacle [la mujer de James Joyce] o Isabel Arundell [la de Richard Burton]. ¿Han sido los historiadores injustos con ellas?

Claramente sí, y cada vez hay más estudios y libros sobre las amantes y esposas de estos grandes artistas porque se han dado cuenta de que merece la pena devolverlas a la luz. Son interesantes por derecho propio, no solo porque estuviesen casadas con un tío.

A mí, por alguna extraña razón, me fascinan las figuras de Cósima Wagner, la mujer del compositor alemán, y la de Alma Mahler, la esposa de Gustav Mahler. Esta última era un genio y se tiró absolutamente a todo el mundo de la escena musical y artística de la época. Era una lunática delirante y a la vez una genia y una criatura fascinante. Era lo opuesto a todo lo que imaginamos de una esposa o una musa: nada recatada o silenciosa.

Y Cósima Wagner tampoco. Era sádica, malvada, brillante y rara. Quienes la conocían a través de su marido llegaban a la conclusión de que ella era el genio de la relación, mucho más brillante que él. Exudaba inteligencia. Es interesante acordarse de estas mujeres cuando asumimos lo que "una esposa" debe ser, porque nunca pensamos en Alma Mahler o en otras "enormes zorras" que obsesionaban tanto a los hombres que las llegaban a replicar en muñecas a tamaño real - como hizo Oskar Kokoschka con Alma-.

Dice en el libro que espera encontrar a un hombre para que se convierta en su "esposa". ¿Por qué no existe la figura del hombre muso del mismo modo que existe y existirá siempre la de la musa?

Para empezar, "querer una esposa" es un deseo corrupto. Lo que se presupone a una esposa en el imaginario patriarcal es alguien que se encargue de tu mierda y que no se queje. Ha de ser casi una asistente. Y es evidente que no deberíamos desear eso en una relación romántica, sino a una igual. Pero la figura de la musa es de por sí un rol pasivo. Creo que la sociedad ha inculcado al hombre que que debe la figura principal de la pareja y a la mujer el apoyo, la compañera.

Cuando hablamos de esposas no pensamos en mujeres que fueron más grandes que la vida misma o tan vibrantes como las que te decía antes. Pensamos en algún alma en pena sentada en una mecedora y cosiendo a la espera de que su marido vuelva a casa. Y eso dice mucho de cómo asumimos que puede ser la vida de una mujer.

Pero no solo hay esposas en su libro, también grandes escritoras. ¿Cuál fue la vida que le impactó más o con la que se sintió más identificada?

Conecté a un nivel muy personal con Margaret Anderson en el sur de Francia por razones obvias. Los primeros treinta años de nuestra vida fueron bastante similares: las dos somos del Medio Oeste de Estados Unidos, empezamos nuestra carrera en Chicago y las dos tenemos los mismos problemas mentales a raíz de vivir en Chicago [risas].

Me fascina leerla y me encantaría que escribiesen una biografía completa sobre ella. Al final, es una figura imprescindible en el modernismo y la mitad de la literatura modernista que conocemos no existiría sin ella. Dicho esto, a diferencia de Anderson, no me gustó demasiado vivir en el sur de Francia, fue uno de los sitios en los que me sentí más miserable.

A raíz de esto, habla sin tapujos del suicido y la depresión durante estos viajes. ¿Qué región le resultó más terapéutica?

Creo que en Trieste, en Italia, encontré un pequeño oasis mental. Y obviamente las islas griegas, tan preciosas e idílicas. En realidad el único sitio con el que no tuve una gran relación fue con Belgrado. No me gustó nada. No salía nunca de mi habitación porque odiaba esa ciudad. Pero la verdad es que cada una me ofreció algo único o me ayudó a pensar con claridad. Todas me sirvieron de apoyo de una forma u otra, excepto Belgrado [risas].

En su manifiesto, No soy feminista, defiende un feminismo académico y alejado del oportunismo. ¿Qué o quién le llevó a pensar que se estaba haciendo ese uso del feminismo en la actualidad?

Últimamente he leído a Emma Goldman, quien me ha llegado más por sus memorias que por sus escritos políticos. Ella fue muy crítica con el feminismo de la primera ola, porque habían centrado el foco en la clase media, en la adquisición de propiedades privadas, en el matrimonio o en el derecho al voto de las mujeres blancas.

Goldman intentaba señalar que, solo porque las mujeres conservadoras obtuviesen el voto, no se iban a solucionar los problemas de las pobres, las negras o cualquiera de la clase trabajadora en Nueva York, que era una ciudad increíblemente pobre en aquella época. Que alguien como ella pensase en llevar los asuntos y derechos de las mujeres a un ala más izquierdista del movimiento, antes que obtener pedacitos de feminismo, es algo a resaltar.

Creo que al feminismo contemporáneo le pasa lo mismo. Defiende que debemos centrarnos en nuestros propios derechos y no se está integrando un pensamiento más amplio en el que la sociedad sea reformulada para todas. El feminismo ha cojeado siempre de ese pie, pero ahora se ha convertido en un flagrante y enorme problema. En mi opinión, deberíamos dirigirlo de nuevo hacia la anarquía y el socialismo, y a pensar no solo lo que es bueno para las mujeres sino para todo el mundo.

¿Cuál sería, según usted, la mayor reivindicación feminista actual que se está planteando desde el individualismo?

En Norteamérica hay enormes partes del país donde resulta imposible abortar. Si lo necesitas, tienes que conducir como mínimo cuatro horas y cuesta miles de dólares. Así que hay una enorme parte de la población femenina que no tiene acceso a unos cuidados reproductivos básicos. Y al feminismo en EEUU no le importa una mierda el derecho al aborto.

Las feministas apoyan a candidatos supuestamente pro-elección, pero estos políticos no están interesados en mejorar la situación del acceso al aborto porque la mayoría vive en la costa, donde hay acceso incluso a "abortos de lujo".

Para mí es el ejemplo más notorio de cómo el feminismo deja tirado al 80% de las mujeres de mi país. De que su retórica está centrada por completo en ese pequeño segmento de mujeres que han tenido una buena educación, que son pudientes y que viven en áreas urbanas. Yo hablo mucho del derecho al aborto porque así fue cómo me introduje en el feminismo, como consejera en un centro de planificación familiar.

Hay un ejemplo elocuente sobre esto en la segunda temporada de El cuento de la criada, que muchas feministas están rechazando por ser demasiado explícita en las violencias sobre la mujer, incluyendo el aborto. ¿Es una postura propia del feminismo de clase alta?

Es un plomazo apabullante pensar en todo lo que queda por hacer. Así que es más sencillo pensar solo en nuestros propios problemas y en otras que sufren lo mismo que nosotras. Hay que reformar muchas capas de nuestra sociedad para llegar a conseguir una igualdad real. No es algo que se pueda cambiar con un plan a diez años vista, es un trabajo de generaciones. 

Pero el primer paso para solucionar cosas como las que se muestran en El cuento de la criada, y que ocurren en la realidad, es ser capaz de mirarlas y que nos provoquen una mala sensación. Si ni siquiera estamos dispuestas a tener ese gesto, no sé a qué estamos contribuyendo al movimiento.

Es muy crítica con el feminismo mainstream, como el de Beyoncé o el de Lena Dunham. ¿No es complementario un feminismo light que llegue a más capas de la sociedad con uno académico que tenga menos alcance pero sea más crítico?

Uno de los argumentos que más escucho es que Beyoncé o una camiseta son una buena forma de introducir a la gente en el feminismo. "¿Qué hay de malo en eso?". Pero no creo que una persona que se compra una camiseta de Todos debemos ser feministas vaya a estar más comprometida con los grandes debates del movimiento. 

Es como cuando la gente decía que Harry Potter iba a ser el libro light con el que la sociedad se iba a aficionar a la literatura en condiciones, cuando en realidad Harry Potter es una basura y no condujo a eso. Tampoco creo que una canción de Beyoncé o la camiseta sean la droga de la violación, quizá sean inocuas. Pero sí que creo que ahogan el verdadero mensaje del feminismo y permiten que la gente inapropiada se lucre con ello.

Pasó lo mismo cuando se estrenó Wonder Woman, las críticas perdieron la jodida cabeza por lo feminista que era esta película. Una película sobre violencia y cuya protagonista estuvo enrolada en las Fuerzas Armadas israelíes, donde se cometen crímenes de guerra contra los palestinos. En fin. Pero esta cultura del feminismo light es tan monolítica que no acepta las críticas. Si te atreves a hacerlo, te tacharán de traidora, de cascarrabias o de opositora a la hermandad, como han hecho conmigo.

En España, el feminismo se ha popularizado generando un movimiento social y cultural nunca antes visto: ya sea con una reacción solidaria ante una violación múltiple o en el Día de la Mujer. ¿No hay que aplaudir esto?

Se esgrimió mucho ese argumento durante la Marcha de las mujeres después de las elecciones de Donald Trump en Norteamérica. De acuerdo, fue bonito, pero todavía tenemos a Donald Trump. Las marchas de las mujeres tampoco crearon una agenda coherente ni muy alentadora.

También es cierto que hay más mujeres postulándose para cargos públicos en las próximas elecciones que en toda la historia americana. Y sería genial si esas mujeres tuvieran una política feminista de verdad o al menos progresista. Porque muchas de ellas son de centro-derecha, y apoyan cosas como la superpoblación de las prisiones o las terribles políticas de inmigración de EEUU.

Entonces, ¿cuál es el resultado real? Soy pragmática. ¿Cuál es el cambio social y la consecuencia final? Hasta ahora, con todo el feminismo mainstream que existe en mi país, no he visto que el mundo haya mejorado ni un poquito. Me sigue pareciendo una espiral de codicia, egoísmo y un montón de sandeces. Así que me atrevería a asegurar que el feminismo mainstream no ha conseguido absolutamente nada. No soy cínica, pero tampoco ingenua. 

También defiende que el feminismo ha de ser incómodo. Eso inevitablemente lleva a que nos provoque contradicciones. ¿A cuáles se enfrenta usted?

Casi te diría que a nivel romántico. Estoy trabajando en un proyecto que avanza algo lento con otra escritora llamado La heterosexualidad es una maldita pesadilla, porque si existes en una sociedad patriarcal, como hacemos todos, y quieres estar enamorada, ¿cómo estructuras la relación para que sea políticamente coherente?

La simple división de la tarea doméstica es política, el matrimonio es rabiosamente político, los asuntos del sexo son política, los desequilibrios de poder, la seducción, la dominación y el consentimiento. Las mujeres han sido educadas para no mostrar sus deseos sexuales y los hombres para usar la dominación como técnica de seducción. Y es muy difícil pensar en estas cosas cuando lo único que quieres que alguien te quite los pantalones por las noches o cuando te enfrentas a un tsunami de sentimientos.

La muerte de Philip Roth ha traído de vuelta esa contradicción entre el artista y su obra. Días antes, los medios publicaban columnas sobre su misoginia, pero casi nadie se atrevió a mencionarlo en los obituarios. ¿Prescribe la parte oscura de un escritor cuando muere?

Philip Roth es un maldito problema, pero también forma parte de toda una hornada de escritores norteamericanos de posguerra. Encuentro interesante que, durante la segunda ola feminista y mientras las mujeres reclamaban su derecho a ser tratadas como seres humanos, en la literatura proliferaron los hombres que les decían: "no, sois un trozo de carne". Roth, Norman Mailer y John Updike casi ganan el Nobel de Literatura básicamente por argumentar que las mujeres no son seres humanos, sino trozos de carne.

Lo que me gustaría es que su trabajo fuese revalorizado, con una comprensión más complicada sobre quiénes fueron y qué hicieron. Porque yo pienso que esos libros son basura. Los describen como una íntima y compleja visión de la masculinidad, pero son fanfarronerías en las que se jactan de tratar a las mujeres como si fueran mierda. No es heroico describir todas las formas en las que odias a la mujer, y por supuesto no contribuye a eliminar la misoginia. Pero no somos lo suficientemente perspicaces aún para verlo.

¿Apuesta, entonces, por analizar la obra junto a su contexto antes que llamar al boicot y la censura?

Desde luego. Esta es una parte importante del debate feminista en EEUU, sobre todo desde el me too. ¿Qué hacemos con alguien que ha actuado de una forma inaceptable y dónde nos situamos entre el castigo y la rehabilitación? ¿Cuál es la respuesta proporcionada ante ciertos comportamientos? Es raro ver cómo las cosas se han ido de madre tan rápido.

Me viene a la cabeza el caso específico de un escritor llamado Junot Díaz, que da clases en el MIT. Varias mujeres le acusaron de conductas inaceptables, y seguro que en los próximos días seguirán saliendo porque es un caso bastante paradigmático. Sin embargo, el acto más grave del que ha sido acusado por el momento es de forzar un beso. Ahora la gente quiere que el MIT le despida y yo creo que es una respuesta desproporcionada, porque no es que haya acosado a una de sus estudiantes.

Si actuamos de forma desproporcionada, si la gente pierde su trabajo solo basándose en acusaciones públicas o si son despedidos por actos menores, nos encaminamos a una senda de venganza y represalias por la que no deberíamos. No creo que sea la manera de crear una sociedad más justa. 

Algunas de las acusaciones que he leído son demenciales. Como la mujer que acusó a Morgan Freeman de acoso porque estaba embarazada y él le dijo que desearía estar ahí dentro. Es raro, pero puede ser tomado de mil maneras distintas. ¿Por qué elegir el victimismo? Es un tema delicado, pero si nuestra meta es la justicia, necesitamos tener una conversación más amplia sobre qué hay que hacer con estas acusaciones.

¿Cree entonces que hay quien está haciendo un uso oportunista del me too?

Ya se ha demostrado que hay gente que ha hecho falsas acusaciones, y hay personas que se han enfrentado a consecuencias reales por ellas y otras que no. Pero creo que estamos creando una atmósfera de venganza. Vamos, si tienes un enemigo o quieres el trabajo de otro, solo tienes que decir que te ha tocado de forma inapropiada y lo tienes. Es un camino muy, muy peligroso por el que ir.

Tenemos una historia muy larga de mujeres blancas denunciando a hombres negros por violaciones, que fueron ejecutados, y que más tarde se demostró que eran falsas acusaciones. Tenemos que alejarnos de esa senda demencial. Tenemos que ser justos y perseguir una justicia real por encima de todo lo demás.

Se define como pragmática, pero al mismo tiempo no esconde su gusto por el tarot y otras artes prestidigitadoras. ¿Para qué le sirven a la hora de analizar la realidad?

El tarot para mí tiene que ver con la intuición. Si no tengo algo claro de manera consciente, el tarot es una manera de descifrarlo desde el subconsciente. De la misma manera que creo que los sueños y las coincidencias tienen un significado para mí, la espiritualidad es una parte de las cosas, de la femineidad, de la cultura, y de todos los aspectos del mundo que han sido degradados bajo el patriarcado.

Ahora hay muchos ateos, incluso esos imbéciles, cabezas huecas, racistas y pedazos de mierda de la derecha como Donald Trump. Así que, sí, estoy a favor de recuperar aspectos de la femineidad que fueron degradados. Y la espiritualidad y la intuición son definitivamente parte de ella.

Otras veces en las que el feminismo fue un "peligro mortal" para el lenguaje y no pasó nada

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Creemos que es una cuestión actual, pero los debates en torno al lenguaje inclusivo se remontan al Antiguo Testamento y al Mío Cid. Así se lo hicieron saber a Percival Manglano cuando el concejal del PP criticó con sarcasmo a Podemos por usar el lenguaje no sexista en sus intervenciones y en las redes. Efectivamente, "antes de la toma en Granada" ya se usaba el "todos y todas", aunque para Manglano fuese algo inverosímil.

Plantear este debate en nuestro país significa tocar hueso en la Real Academia. Pero no somos los únicos. La Academia Francesa respondió con dureza hace unos días ante un manual escolar redactado en lenguaje igualitario por la profesora Sophie Le Callennec. "Ante esta aberración inclusiva, la lengua francesa se encuentra, a partir de ahora, en peligro mortal", declaró el organismo

A orillas del Sena parisino, se encuentra el palacio dorado que alberga a los cuarenta académicos galos, más conocidos como los inmortales. Como ocurre en la española, los miembros de la Académie Française se nombran entre ellos y en la actualidad la forman 29 hombres y cinco mujeres, con seis puestos vacantes. Aunque se han posicionado siempre en contra de estas modificaciones por "inducir a un lenguaje desunido y dispar en su expresión, lo que crea una confusión que raya en la ilegibilidad", el Gobierno no les da la razón.

En 2015, el Consejo Superior para la Igualdad publicó una "guía de comunicación pública sin estereotipos de sexo", en la que se basó Le Callennec para redactar el volumen de la discordia. El Gobierno recomendaba citar siempre los dos géneros, ordenados alfabéticamente, y feminizar los sustantivos que se refirieran a oficios y cargos públicos.

La prensa conservadora y algunos filósofos e intelectuales clamaron al cielo por ese "galimatías" que proponen las feministas francesas. Pero no es la primera vez que se acusa al lenguaje inclusivo de atentar contra las normas gramaticales, defendidas por los académicos como si fuesen edictos divinos más que una guía orientativa.

Ese "peligro mortal" ha acechado desde hace décadas a cualquiera que haya sugerido una forma menos machista, racista u homófoba de expresarse. Ejemplos no faltan, y las reacciones ante los cuatro siguientes son solo una muestra del largo camino que aún queda por recorrer.  

El 'macarthysmo' de Princeton 

Hace un año, de cara al nuevo curso, la prestigiosa Universidad de Princeton publicó una guía de recomendaciones que "reflejan la cultura y política inclusiva de la institución". Aunque se trataba de no usar palabras asignadas a géneros al dirigirse a un grupo mixto, la polémica se desató en las redes españolas por una columna de El Mundo que afirmaba que "algunas universidades de EEUU prohíben la palabra hombre por miedo a ofender".

Como quedó demostrado más tarde, lejos de prohibir la palabra "man", Princeton sugería la opción neutra, también en el caso de las mujeres. Por ejemplo, cambiar "policewoman" por "police officer" (agente de policía) o, cuando fuese posible, el uso de "she/he" (ella/él) por "el individuo". 

La sugerencia que partió de una universidad asociada a 41 premios Nobel y 17 Medallas Nacionales de Ciencia de Estados Unidos fue relevante, pero no pionera. En España, varios centros de estudios superiores ya habían recomendado el uso de los epícenos ("ciudadanía" en lugar de "ciudadanos") en sus dependencias y documentos. Aquella vez, el "peligro mortal" fue sustituido por "el nuevo macarthysmo disfrazado de políticamente correcto", como describió el columnista confundido.

"Female or woman"

También en Estados Unidos se generó una de las primeras polémicas en torno al lenguaje no sexista, planteada por la lingüista norteamericana Robin Lakoff. Todo comenzó con el artículo El lenguaje y el lugar de la mujer, publicado hace más de cuarenta años en la revista Signs. En él, la profesora de la Universidad de Berkeley reflexionaba sobre la inequitativa relación entre hombres y mujeres en la lengua inglesa.

Uno de los grandes debates que planteó en 1975 fue el uso peyorativo de "female" (hembra) frente a "woman" (mujer). "Female puede ser cualquier especie, pero solo un ser humano puede ser mujer", por lo que referirse a ellas con el primer término "es degradarlas sutilmente a un estado mamífero inferior, como llamar a un hombre mono", opinaba Lakoff.

Sus argumentos han sido acusados, incluso por las propias feministas, de desviar el debate, aunque según ella este uso del lenguaje sirve para normalizar otros términos ofensivos como "cow" (vaca), "viper" (víbora) o "vixen" (zorra) relacionados con animales y de un uso muy frecuente en inglés para referirse de forma despectiva a las mujeres.

Miembros y miembras de la RAE

Parecido a lo que ocurrió la semana pasada en París, en 2008, varios miembros de la Real Academia Española se apresuraron a clamar contra la incorrección del lenguaje inclusivo. La por entonces ministra de Igualdad socialista, Bibiana Aído, se atrevió a referirse en una comparecencia en el Congreso a los "miembros y las miembras", una variación femenina que no se recoge en el diccionario de la RAE y que tiene cierto uso en Latinoamérica.

Desde Jiménez Losantos, que la tildó de "analfabeta" en su programa de radio, hasta vicerrectores de la RAE que se refirieron al doble término como "una estupidez" y a Aído como "defensora esas mandangas", nadie perdió la oportunidad de despellejar esa querencia de las feministas por mancillar el lenguaje. Casi diez años más tarde, el doble término es usado por partidos políticos, empresas y recomendado por escuelas superiores, como hemos visto más arriba.

Es un tema que divide en canal a los ciudadanos y las feministas, pero en el bando contrario siempre se erige la RAE como defensora de la tradición. Ya sea a través de las definiciones ofensivas (que poco a poco han ido perfilando), como de columnas socarronas de Pérez Reverte, la posición de nuestro templo lingüístico es por norma inmovilista.

Es así como, desde hace ocho años, se mandan Golondrinas a la RAE en abril: una iniciativa llevada a cabo por voluntarios para animarles a promover un lenguaje no machista e incluso a revisar su composición "abrumadoramente" masculina.

Un Microsoft Word inclusivo

En su última actualización, el procesador de textos de Microsoft ofrece alternativas para ciertas palabras que se consideran "exclusivas, despectivas o estereotipadas". Estas novedades no solo se aplicarán en el caso de los términos separados por género, sino en otros que ya han sido considerados ofensivos como "invidente", "discapacitado" o "indio americano", para los que la compañía ofrecerá cambios como "persona con discapacidad visual", "persona con limitación funcional" o "nativo americano". 

No se trata de una imposición, sino de una categoría que se puede seleccionar como el idioma. Lo que busca Microsoft es que la estigmatización en el lenguaje sea poco a poco percibida como un error. Aunque de momento ofrecen los ejemplos en inglés, un idioma con muchas menos distinciones de género, la idea es que el editor de textos más famoso del planeta vaya perfilando sus herramientas para sumarse a la causa. 

La curiosa misoginia de la RAE

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Hasta en tres ocasiones (1889, 1892 y 1910) rechazaron en la Real Academia a Emilia Pardo Bazán esgrimiendo la simple razón de que “las señoras no pueden formar parte de este Instituto”. Antes que la escritora gallega, ya había intentado entrar a formar parte la cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda. Era 1853 y el escritor José Zorrilla fue todavía más claro en su caso: la mujer que escribe era “un error de la naturaleza”. También entonces Juan Valera predijo: "No sería esto lo peor, sino la turba de candidatos que nos saldrían luego. Tendríamos a Carolina Coronado, a la Baronesa de Wilson, a Dª Pilar Sinués y a Dª Robustiana Armiño. Y a poco que abriésemos la mano, la Academia se convertiría en aquelarre".

En los albores de la democracia (1972) la candidatura de María Moliner, autora de uno de los diccionarios más completos de la lengua española, perdía la votación frente a la del mucho menos trascendente filólogo Emilio Alarcos Llorach. En 1978, todavía fresco aquel bochorno histórico y a punto de estrenarse la Constitución, “tocaba” poner a una mujer. La primera desde que su fundación en 1714. “Convenía por el ambiente general, y además, para acabar con esta discriminación”, declaraba a El País aquellos días el académico Antonio Tovar. El director Dámaso Alonso afirmaba por su parte que “Las mujeres tienen siempre posibilidades de llegar a la Academia (…) No hay misoginia alguna -añadía- por parte de la Academia como corporación”.

Entonces se presentaron tres candidaturas para ocupar el sillón que había dejado Miguel Mihura: la de Rosa Chacel, la de Carmen Guirado y la de Carmen Conde. El mismo diario decía entonces que una de ellas rompería “con la tradicional reticencia de los académicos a compartir sus puestos con colegas femeninos”. Finalmente, fue la tercera la que se convirtió en la primera académica de la lengua en los entonces 264 años de historia (a menudo se menciona a María Isidra de Guzmán y de la Cerda pero no, ella solo fue, leyó su carta y se marchó, y por imposición de Carlos III). Lo hizo con un discurso titulado Poesía ante el tiempo y la inmortalidad: “vuestra noble decisión pone fin a una tan injusta como vetusta discriminación literaria”, comenzaba, inocentemente agradecida por el gesto.

Once en tres siglos

Poco podía imaginar Conde que el suyo era el primer apaño en una historia de desplantes (también se los hicieron a Blanca de los Ríos o a Concha Espina, y a otras que lo hubiesen merecido como Carmen Martín Gaite o Carmen Laforet) en una institución que por supuesto jamás ha dirigido una mujer. Antes de que terminase el siglo XX, y como pronosticaba Valera, llegaron dos académicas más: Elena Quiroga (1984) y Ana María Matute (1998). Luego lo harían Carmen Iglesias (2002) y Margarita Salas (2003). Con el cambio de década parece que planeó de nuevo la sensación de “ya toca”, porque en estos seis últimos años han entrado más mujeres que en los otros 300 juntos: Soledad Puértolas Villanueva (2010), Inés Fernández Ordóñez (2011), Carmen Riera Guilera (2013), Aurora Egido (2014), Clara Janés (2015) y Paz Battaner (2016), estas dos todavía electas. La última persona que ha pronunciado un discurso ha sido Félix de Azúa.

En total, la presencia femenina actual es de ocho mujeres de 44 miembros, un 18% del total. Once de casi quinientos miembros en toda la historia. Como académica honoraria nunca se ha nombrado a una mujer. Puértolas, durante una entrevista con El Mundo en el momento de su entrada, se preguntaba: "Lo que sucedió en el pasado es comprensible, pero ¿cómo se explica la apabullante inferioridad numérica de mujeres en 2010?". 

Como decimos, a partir de ella los porcentajes comenzaron a mejorar. Cuando Janés era elegida, en mayo del año pasado, se desató el revuelo mediático porque se trataba de la décima en tres siglos. Ella esquivaba el tema: "No me he planteado nunca si la RAE es machista o no. A mí lo que me preocupa es la violencia de género. Ahí es donde me duele el asunto y sobre lo que habría actuar con fuerza. Es terrible lo que está sucediendo".

Battaner sí que se pronunció algo más sobre la desigualdad de mujeres en la institución cuando se la votó el pasado diciembre: “hay que hacer esfuerzos en incorporarlas”, señalaba. “El Diccionario de María Moliner es un buen ejemplo de lo que pueden aportar las mujeres al conocimiento de la lengua; es cambiar la mirada”, señalaba Battaner. “Las cuotas desmerecen. Hay que luchar por salir de los lugares discretos, sin focos, en los que las mujeres nos albergamos y, en cambio, hacer en ellos hueco amplio a los varones. La frase de que ‘tras un gran hombre hay una mujer’ tiene que poder ser invertida; los casos en que esta frase se cumpliría son poquitos”.

Por cierto, si miramos a otras academias vecinas, el panorama no mejora demasiado. En la Académie Française, encontramos a cinco mujeres de entre sus 38 inmortales (13%). En la Rats für deutsche Rechtschreibung (Academia de la lengua germana) es algo mejor: cuentan con 11 mujeres entre sus 40 miembros (27'5%). La Academia Sueca la conforman 18 miembros, entre ellos, solo cuatro mujeres (22%). La brecha de género de este tipo de instituciones no termina en los Pirineos.

El lenguaje machista como consecuencia

La ausencia de presencia femenina en la Real Academia no es solo injusta, anacrónica e inapropiada, también tiene consecuencias. Hubo que esperar a la 23ª edición (del 2014) del Diccionario para que se eliminaran significados como "débil, endeble" asociados a “femenino”, y se admitieran términos adaptados a la realidad social, como 'presidenta'. Pero el Diccionario continúa recogiendo definiciones sexistas; sonado es el caso de la 'histeria', “más frecuente en la mujer que en el hombre”, dicen todavía, contra todo criterio médico. En su cuenta de Twitter el otro día parecían avisar de la próxima incorporación de un significado incorrecto para la falacia “hembrismo”.

La RAE, por otra parte, siempre se he mostrado reacia a promover el uso del lenguaje no sexista. Célebre fue su crítica a las guías aprobadas en 2012 por comunidades, sindicatos y universidades. Recientemente tuvieron a bien rechazar el uso del lenguaje inclusivo cada vez más frecuente en la política y la educación: “La actual tendencia al desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma masculina y femenina va contra el principio de economía del lenguaje y se funda en razones extralingüísticas (…) Así, los alumnos es la única forma correcta de referirse a un grupo mixto, aunque el número de alumnas sea superior al de alumnos varones”.

Mientras tanto, seguimos esperando el comunicado que, desde la institución encargada de darle esplendor a nuestra lengua, corrija las forma que ha elegido Félix de Azúa para referirse a la alcaldesa Ada Colau. Por algo decía el exdirector de la RAE Víctor García de la Concha que la Academia es "un clarísimo espejo de la Historia de España".


La RAE pierde los papeles en Twitter sobre el lenguaje inclusivo y le achaca "lamentables confusiones"

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Se han esgrimido todo tipo de argumentos a favor y en contra del lenguaje inclusivo, pero ninguno le había beneficiado tanto como el que ha dado una empresa aceitera para no pagar a las mujeres de su plantilla. La sociedad cordobesa se ha escudado en el término "trabajadores" que aparece en el convenio para retribuir los impagos solo a sus empleados varones, pues el texto "no habla de trabajadoras".

Mientras CCOO lleva el asunto a los tribunales, la RAE ha querido ejercer de juez en las redes sociales. Todo ha comenzado cuando una usuaria de Twitter ha apelado a la Academia por su obstinada defensa del "género neutro", enlazando a la noticia de la empresa.

"Quizá la insistencia en afirmar que el masculino genérico invisibiliza a la mujer traiga consigo estas lamentables confusiones", ha respondido el community manager, alejado del tono institucional del que suelen hacer gala en su cuenta.

"Os acabáis de marcar un "la culpa es de las madres que las visten como putas" de manual", contestaba esta misma usuaria. "¿No decíais que no existe el masculino genérico? ¿Que era género neutro?", les espetaba otra. "El masculino gramatical, al ser el término no marcado de la oposición de género, funciona en nuestro sistema, como en el de otras muchas lenguas, como término inclusivo para aludir a colectivos mixtos, o en contextos genéricos o inespecíficos", seguía rebatiendo la RAE.

El lenguaje inclusivo un tema que divide en canal a los ciudadanos, en general, y a las feministas, en particular, pero en el bando contrario siempre se erige la RAE como defensora de la tradición. Ya sea a través de las definiciones ofensivas (que poco a poco han ido perfilando) o de columnas socarronas de Pérez Reverte, la posición de nuestro templo lingüístico es por norma inmovilista.

Desde los tiempos del Mio Cid

Creemos que es una cuestión actual, pero los debates en torno al lenguaje inclusivo se remontan al Antiguo Testamento y aL Mío Cid. Así se lo hicieron saber a Percival Manglano cuando el exconcejal del PP criticó hace un año a Podemos por usar el lenguaje no sexista en sus intervenciones y en las redes. Efectivamente, "antes de la toma en Granada" ya se usaba el "todos y todas", aunque para Manglano fuese algo inverosímil.

Plantear este debate en nuestro país significa tocar hueso en la Real Academia. Pero no somos los únicos. La Academia Francesa respondió con dureza hace unos meses ante un manual escolar redactado en lenguaje igualitario por la profesora Sophie Le Callennec. "Ante esta aberración inclusiva, la lengua francesa se encuentra, a partir de ahora, en peligro mortal", declaró el organismo

Un "peligro mortal" que, según esto, también acecha a instituciones como el Ayuntamiento de Madrid, que repartió a sus funcionarios la Guía para el uso inclusivo del lenguaje, cuyo objetivo era que todos los formularios, impresos y solicitudes siguiesen pautas de lenguaje no sexista, o universidades de prestigio internacional como Princeton. 

Roles de hombres que fueron interpretados por mujeres y no pasó nada

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Aunque puede que Daniel Craig siga interpretando a James Bond en la próxima película de la franquicia, los rumores de su sucesor como 007 no han parado ni un instante. Nombres como Tom Hiddleston o Idris Elba suelen aparecer en los titulares como intérpretes adecuados para el personaje de Ian Fleming. Pero todos ellos son hombres, claro. Al menos hasta ahora.

Una campaña en internet ha empezado a reclamar una intérprete femenina para 007 y el nombre de Gillian Anderson, eterna Scully de Expediente X, parece haber convocado a los fans. Ella se muestra encantada e incluso ha bromeado sobre el tema con un tuit en el que aparece en el póster. Y, sinceramente, el cambio cuadra perfectamente.

Seguramente, muchos clamarían al cielo por el cambio de sexo de un personaje icónico clásicamente interpretado por un hombre que, finalmente, es interpretado por una mujer. Se trata de transformar imaginarios arraigados y superar constantemente prejuicios sin fundamento. Para muestra, un botón. Ahí está el reciente odio que ha despertado la nueva adaptación de Los cazafantasmas antes de estrenarse por el simple hecho de que los roles protagonistas han recaído en mujeres.

Cuando se confirmó el reparto con Kristen Wiig, Melissa McCarthy, Kate McKinnon y Leslie Jones, muchos sintieron ultrajada su memoria cinéfila. Los ataques llegaron hasta el director, Paul Feig, que afirmó públicamente estar harto de tantas opiniones venenosas vertidas antes de su estreno. "No me importa de qué talla o de qué color son las actrices, ni nada por el estilo. Sólo me preocupa si son graciosas y si la gente se lo va a pasar bien con ellas" dijo. No es, para nada, un fenómeno nuevo.

A lo largo de la historia del cine y la televisión son muchos los ejemplos de personajes que habían sido pensados para hombres, y que terminan siendo interpretados por mujeres. Entonces nadie puso el grito en el cielo porque lo esencial, en lo narrativo, no dependía del sexo del personaje sino del personaje en sí mismo. Veamos algunos.

Rosalind Russell en Luna Nueva

En el 31, en la versión de The Front Page dirigida por Lewis Milestone, el reportero Hildy Johnson fue Pat O'Brien. Posteriormente sería Jack Lemmon en la adaptación de Billy Wilder del 74. Pero en 1940, el personaje se había convertido en mujer para Howard Hawks. El mítico director escuchó a su secretaria dar la réplica a uno de los actores durante un ensayo y lo tuvo claro. El reportero podía ser reportera y, así, Rosalind Russell se hizo con el papel.

Sigourney Weaver en Alien, el octavo pasajero

Hoy nadie se imagina a la teniente Ripley siendo interpretada por un hombre. Pero lo cierto es que Ridley Scott había pensado en el personaje como un rol masculino. Sin embargo, un cambio de opinión meditado convirtió a Sigourney Weaver en mito absoluto de la ciencia-ficción contemporánea. Hoy, Ripley parece un personaje pensado y escrito para ser el alias de la actriz y lo entendemos hecho para ella.

Grace Jones en Conan: El Destructor

La cantante, modelo y actriz jamaicana Grace Jones lleva toda su vida cuestionando los estereotipos sexuales y raciales. En el 84 lo hizo con la guerrera Zula, un personaje fuerte y exótico que había sido pensado para ser interpretado por un hombre. El mismo Arnold Schwarzenegger llegó a quejarse de la agresividad con la que ella hacía de guerrera. Un año después, Jones repetiría en el papel de villana letal: la fabulosa May Day de Panorama para matar, aunque aquel papel sí fue pensado para ella.

Jodie Foster en Plan de vuelo: Desaparecida

Sobre el papel, el guión de Flightplan contaba la historia de un padre que pierde a su hija durante un vuelo de avión. Al poco, toda la tripulación hace creer al hombre que está loco y que no hay constancia de la entrada de ninguna niña en el vuelo en el que viaja. Pero el padre, que iba a ser Sean Penn, luchará contra el complot generalizado para conseguir rescatar a su hija. Su director, el alemán Robert Schwentke, decidió que en lugar de un sacrificado padre fuese una sacrificada madre y el papel fue a parar a las manos de Jodie Foster sin más revuelo.

Birgitte Hjort Sørensen en Juego de Tronos

Ahora Hjort Sørensen triunfa con la Ingrid que interpreta en Vinyl. Hace a penas un año, lo hacía con la guerrera Karsi de Juego de Tronos. Un personaje que, en un principio, había sido pensado para un hombre. El destino quiso que terminara interpretado por la actriz danesa que lo daba todo en aquel impresionante capítulo de la batalla de Casa Austera, el octavo episodio de la quinta temporada de la serie.

Lucy Liu en Elementary

La polémica del cambio de sexo de un personaje tan enraizado en el imaginario popular como el Dr. Watson, inseparable compañero de Sherlock Holmes, cayó sobre las espaldas de Lucy Liu. Cuatro años y tres temporadas después de verla en Elementary, nadie discute que Lucy Liu ha hecho completamente suyo el personaje de Conan Doyle.

Viola Davis en El juego de Ender

En la novela de Orson Scott Card el mayor Anderson es un veterano de guerra rudo y viejo. Cierto es que el clásico de la ciencia-ficción juvenil no tuvo una adaptación a su altura en el cine, pero nadie niega que Viola Davis fuera perfecta para el personaje. Gavin Hood tuvo buen ojo al encomendarle la tarea a una de las actrices más solventes del panorama estadounidense que sigue sorprendiendo como protagonista de la serie How to Get Away with Murder.

Estos son sólo algunos ejemplos. No obstante, todos nos hacen pensar que no pasaría absolutamente nada si el nuevo James Bond fuese mujer. Es absurdo pensar que con el cambio de Los cazafantasmas a Las cazafantasmas, vaya acompañado de una devaluación de su calidad. Y lo mismo pasaría con 007, por mucho que a una industria fundamentalmente patriarcal le cueste imaginarlo. Jane Bond, bromea Gillian Anderson y, ¿por qué no?

El linchamiento machista y racista contra las nuevas 'Cazafantasmas'

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Cada verano, como en un sueño de la marmota, la sequía de ideas de Hollywood atiza nuestra taquilla con las sobras y el catálogo más ligero de los estudios. Y cada verano despierta el debate del remake o reboot -un eufemismo para "el remake que me dé la gana"- entre los partidarios de rejuvenecer los grandes mitos y los seguidores más ortodoxos. En 2014 fue Jurassic World, el anterior El amanecer del planeta de los simios y este año, seguidas de una campaña bastante más agresiva, son Las Cazafantasmas

Nunca una adaptación había causado tanto revuelo desde que Gus Van Sant se propuso mejorar Psicosis plano a plano y acabó con el ego lapidado. Meterse con los clásicos universales siempre conlleva una dosis extra de riesgo, por eso Paul Feig era el indicado para plantar cara a los críticos de lenguas afiladas. "La cultura friki está llena de los mayores capullos que me he encontrado en la vida", dijo el director y experto en encajar los ganchos izquierdos. 

"Se han cargado mi infancia" ha sido la frase más repetida en redes sociales y foros desde el anuncio de esta nueva versión en octubre. Nada nuevo respecto a otros reestrenos como el de Star Wars o Las tortugas ninja, que levantaron más escepticismo que pasiones. Pero con el lanzamiento del primer tráiler comenzaron los ataques desproporcionados y una sucesión de insultos que no tuvieron que sufrir Harrison Ford ni sus otros compañeros del Episodio VII. "Estas tías feas necesitan que les echen toneladas de semen en la cara", se podía leer en los comentarios.

¿Qué diferencia esta adaptación de las anteriores? Que las cuatro encargadas de tomar el relevo de la película de 1984 son mujeres. De pronto, la comprensible consternación de los espectadores ante otro remake se convirtió en una campaña exacerbada contra las actrices Melissa McCarthy, Kristen Wiig, Leslie Jones y Kate McKinnon.

Pero los comentarios empezaron mucho antes de que se conociesen los nombres del elenco. "Me encantan las mujeres. Pero espero que, si deciden lanzarla así [en versión femenina], al menos sean graciosas; y si no lo son, con suerte estarán buenas", dijo el cazafantasmas original Ernie Hudson en una entrevista. Cuando se supo que el cuarteto ganador era en efecto pura dinamita cómica, las críticas empezaron a centrarse en el físico de las actrices y en tildar la decisión del cambio de género de panfleto feminista. 

El mal del rol establecido

La idea que subyace de todas estas comidillas es que la apariencia pesa más que la calidad. Pocos espectadores comentan si el humor es lo suficientemente fino, que las interpretaciones están bien o poco conseguidas, o si la película respeta el ritmo obligatorio de la ciencia ficción. Aunque el elemento principal de debate sea que un grupo de mujeres ha tomado las riendas de un producto masculino, esto no es un fenómeno nuevo.

A raíz de la campaña que reclamaba un relevo femenino para 007, recordamos varios roles masculinos que fueron interpretados por mujeres. Entonces nadie puso el grito en el cielo porque lo esencial, lo narrativo, no dependía del sexo sino del personaje en sí mismo. "No me importa de qué talla o de qué color son las actrices, ni nada por el estilo. Sólo me preocupa si son graciosas y si la gente se lo va a pasar bien con ellas", dijo Feig ante la primera oleada de misoginia.

Es un hecho que Los Cazafantasmas es la piedra de toque del terror cómico de los ochenta y, por tanto, un caramelo para el negocio de las franquicias de Hollywood. Su secuela en 1989, sin embargo, fue un intento fallido del que se arrepintieron incluso los propios protagonistas. "Era medianamente graciosa, pero no estaba bien ejecutada", admitiría Bill Murray años después.

El actor directamente se negó en rotundo a participar en una tercera visita del clásico, que calificó como "estrafalaria, loca e incomprensible". Si bien Murray renegó de su Peter Venkman en las dos últimas, aceptó la propuesta de cameo de Paul Feig con los ojos cerrados.

El lanzamiento del nuevo blockbuster fue tan efectivo en los medios que Sony pujó por otro remake masculino encabezado por Channing Tatum. Las respuestas a esta idea, por insostenible que fuese, no tuvieron en absoluto que ver con las de su versión femenina, pero finalmente fue desechada por su "gran irrelevancia".  En definitiva, una muestra más de que Los Cazafantasmas despertaron de su letargo hace varios años con una repercusión nula a nivel mediático.

Un elenco de victoria

El elenco de las nuevas Ghostbusters es un ataque frontal hacia varios prejuicios que imperan en la política del cine estadounidense. "Tres de las cuatro protagonistas son mayores de 40. Una es negra. McKinnon es lesbiana. Se huele la victoria", escribían desde The Guardian. Aunque representa todo un hito al otro lado del Atlántico y, desde luego, es una clara victoria para todas las mujeres que han clamado por la igualdad en  Hollywood, la respuesta no fue la esperada.

La cómica Leslie Jones fue blanco de una ráfaga de insultos machistas y racistas el pasado lunes. El movimiento estuvo orquestado en gran parte por Milo Yiannopoulos, un conocido troll de Internet que ya participó en el Gamergate y que también escribe en el portal conservador pro-Trump Breitbart.

No le salió del todo bien instigar a insultar a Jones a sus más de 335.000 seguidores: cuando la actriz reportó su conducta, Jack Dorsey, el CEO de Twitter en seguida tomó cartas en el asunto y suspendió la cuenta de Yiannopoulos. “Apenas sabe leer”, decía el troll griego, que también se refirió a ella en más de una ocasión como si fuera un hombre. Después de que Jones le bloquease, llegó a tuitear su pesar por haber sido “rechazado por otro hombre negro”.

La comunidad tuitera se movilizó en seguida en solidaridad con la cómica y lanzaron el hashtag #LoveForLeslieJ para contrarrestar la campaña de odio. Pero Jones ya había decidido abandonar Twitter tras confesar que ha recibido fotos de simios, mensajes racistas e insultos sexuales desde que anunció su participación en la película. 

"Leslie Jones es una de las mejores personas que conozco. Cualquier ataque personal contra ella es un ataque contra todos nosotros", salió en seguida a defender su director. Paul Feig ha sido el principal valedor de sus actrices durante estos meses de duras críticas, pero también ha admitido sentirse extrañado ante tales alardes de misoginia. En ese sentido, el cineasta ha asegurado que va a mantenerse siempre del lado de las mujeres, resaltando sus habilidades y respondiendo a esos "gilipollas" que no saben ver más allá de un género.

Por qué 'Ocean's 8' no ha despertado la reacción machista de 'Las Cazafantasmas'

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Los diamantes son los mejores amigos de una mujer, sobre todo si puedes trocearlos, repartirlos entre tus amigas y comprar esa Harley que llevas tanto tiempo deseando. Durante años parecía que los hombres eran los únicos capaces de quebrantar el séptimo, octavo y décimo mandamiento del señor, pero resulta que ellas también roban, dicen falsos testimonios y codician los bienes ajenos. Y, para sorpresa de algunos, lo hacen excepcionalmente bien.

Había muchas cosas que podían salir mal en Ocean's 8, la secuela femenina de una de las sagas de ladrones más carismáticas del nuevo milenio. Meterse con los clásicos conlleva una dosis extra de peligro, y si no que se lo digan a Las Cazafantasmasla brutal dilapidación que sufrieron sus intérpretes hace un par de veranos. Pero todo parece indicar que los seguidores de Steven Soderberg y sus once fantásticos no van a reaccionar con la misma violencia hacia la cuadrilla de Sandra Bullock.

En la nueva película dirigida por Gary Ross, Bullock interpreta a la convicta Deborah Ocean, la hermana pequeña del ladrón primigenio Danny Ocean, que planea robar un collar de diamantes de la fiesta más excéntrica y distinguida del planeta: la gala Met de Nueva York. Aunque toma los moldes de Ocean's 11 para ofrecer un producto calcado a nivel formal (pero con el doble de cromosomas X), el guion se desmarca de aquel cúmulo de testosterona abrazando y riéndose de "lo femenino".

El concepto de cine feminista que tienen algunos productores de Hollywood pasa por plantear una acción llevada a cabo por mujeres pero obviando toda visión de género. Esa fue la principal crítica a Wonder Woman. Poner a una superheroína impoluta en el campo de batalla a repartir mandobles sin que tropiece con un tacón o se le mueva un pelo de su sitio no parece la solución. Aún menos si el hombre sigue siendo el que conduce el arco narrativo. Pero Ocean's 8 les ha dado el poder a todos los niveles.

Hubiera sido un error garrafal situar el atraco en un banco o un casino, y limitarse a copiar la idea de las películas predecesoras. En cambio, ellas dan el golpe en un evento que derrocha glamour y donde todos los focos se posan en las mujeres, sus vestidos, sus peinados, sus marcas y sus errores de vestuario. Chismes que al día siguiente serán pasto de las revistas de moda dirigidas al público "femenino". 

Las chicas de Debbie Ocean no solo dinamitan el sistema desde dentro, sino que por el camino se mofan de cada una de sus capas. Un recurso inteligente para contentar a las espectadoras, hartas de ver a sus heroínas travestidas de hombres duros sobre la gran pantalla. Ni el humor, ni la estética ni los perfiles de los caracteres se basaban hasta ahora en mujeres, sino en machotes vestidos con sujetador y tacones.

El ejemplo perfecto de esto toma forma en el personaje de Anne Hathaway: Daphne Kluger, la actriz del momento a la que que se rifan los diseñadores y cuyas banales preocupaciones no van más allá de contar calorías y posar con el lado bueno para los paparazzis. O eso parece al principio. Ella será el objeto del asalto de Ocean, ya que lucirá sobre su estilizado cuello un Cartier valorado en 150 millones de dólares y que en su día llevó Elizabeth Taylor. Pero, ¿y si no es tan superflua como la pintan?

Ocean's 8 produce el mismo impacto que el rol de Hathaway, pero a mayor escala. Quizá sea eso lo que ha mitigado las airadas respuestas hacia ella en comparación con Las Cazafantasmas. La película de Ross plantea un escenario tan alejado de los de la saga de Soderbergh que disimula el flagrante saqueo de ideas. Cuando, para ser sinceros, la innovación aquí brilla por su ausencia. Eso sí, allá donde innova, lo hace con astucia. 

Tampoco es comparable aquel fenómeno cultural de los ochenta con esta trilogía de robos, por muchas alabanzas que recibiese -la primera-. Las Cazafantasmas pusieron la primera piedra sin saber que dos años más tarde la industria de Hollywood daría un doble tirabuzón mortal en materia de feminismo. Ahora, coger una idea copada por hombres y relanzarla con rostros femeninos es un efecto del me too; antes lo era de la sequía inaguantable de ideas. 

Pero además, las actrices de Las Cazafantasmas tuvieron que enfrentarse a un acoso sin precedentes, que las de Ocean's 8 no sufrirán, porque arriesgaron con un cásting alejado de la normativa estética de Hollywood. Melissa McCarthy, Leslie Jones y Kate McKinnon nunca han sido las chicas de portada de la industria ni lo han pretendido, pero eso les reportó todo tipo de insultos centrados en su físico que nada tenían que ver con su calidad interpretativa. Gary Ross no ha sido tan valiente.

Las ladronas de Ocean cumplen con la lógica exigencia de ser un grupo racializado, pero no ofrecen ningún tipo de profundidad. Está la hacker caribeña interpretada y desaprovechada por Rihanna, la experta en joyas india, el ama de casa que trafica con pedidos al por mayor a espaldas de su marido, la trilera asiática, la diseñadora de moda pasada de moda, Cate Blanchett interpretando a Brad Pitt y Sandra Bullock haciendo lo propio con Clooney.

Todas juntas aportan suficiente rapidez a la trama como para satisfacer la promesa básica de la cinta: un entretenimiento blando. Sin embargo, se nota que la intención nunca ha sido hacerle sombra a Ocean's 11 y por eso la consumación del robo es sumamente sencilla.

Ocean's 8 quería otra cosa: demostrar que las ladronas de guante blanco son igual de válidas para un blockbuster que cualquier grupo de hombres. Precisamente por eso, ¿no se merecían un atraco meticuloso que compitiese en la liga de Soderbergh? Quizá deberían planteárselo para la segunda. 

Rosalía lanza lo que parece un alegato contra la violencia machista y rompe internet

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Rosalía rompió Instagram y Twitter este lunes a las 00:00 con su nuevo videoclip, Pienso en tu mirá, el capítulo 3 de su disco El mal querer, pendiente de publicación. Le avalaba el éxito del anterior, Malamente, que salió a la luz el 29 de mayo y ya lleva 13 millones de reproducciones.

Hace unos días, algunos seguidores advirtieron que el nombre del primero pasó a tener el sobrenombre de Capítulo 1: Augurio, y por fin se resolvió qué pasaba. Se trata de un tema bajo el epígrafe Celos producido por ella misma y por El Guincho y con un vídeo realizado como el primero -fue grabado los mismos días de mayo en los alrededores de Barcelona- por la productora CANADA. Si el debate sobre Malamente, con el que comparte la estética poligonera, giró entorno a la apropiación cultural y el uso de la simbología gitana y taurina, en este se habla sobre todo de su significado. 

¿Qué mensaje quiere lanzar Rosalía? En una extensa entrevista en el número de julio de Rockdelux, la barcelonesa, que está a punto de cumplir 25 años, ya adelantaba que si el tema de su primer disco, Los Ángeles (2017), fue la muerte, en este lo sería la cara oscura del amor, su parte tóxica. Muchos, además de alabar la parte musical y visual, han entendido que el vídeo profundiza en los celos propios o ajenos de los que parece hablar la letra y trata de cómo salir de la violencia y dinámica machista de una relación.

El relato comienza con una flamenca de plástico balanceándose en la luna de un camión y termina con una Rosalía liberándose de la violencia y celos que se producen en su mismo interior. En la última escena, la protagonista envía whatsapps desde la parte superior del vehículo ya derribado, en medio del caos.

Antes de llegar al desenlace, Rosalía aparece de luto atrapada por la oscuridad, en un bucle en una habitación sin salida, rodeada de hombres que la apuntan con escopetas y también llena de simbología patria (llega a vestirse de bandera española en una de las últimas escenas). También se ve a camioneros físicamente fuertes e intimidantes, con la bala en el pecho.

Algunas interpretaciones, además de analizar los innumerables símbolos -como la gitana de porcelana que muestra sus hoyuelitos justo antes de la salvación-, han girado entorno a la idea del alegato feminista y lo innovador de su tratamiento.

Ni Rosalía ni los responsables de la pieza se han pronunciado todavía sobre el significado de la historia, a la que parece que le puede faltar alguna parte. La cantante y compositora se ha limitado a mostrar su ilusión y agradecimiento tanto a su equipo por haberlo hecho posible, como a los oyentes y espectadores por el buen recibimiento -a la hora de publicarse este artículo, el vídeo supera las 600.000 visualizaciones en 18 horas y su nombre ha sido trending topic durante buena parte del día-. También ha pedido a Los 40 que pinchen el tema, usando su particular estilo por escrito.

La polémica con la apropiación cultural

Rosalía, que desde la publicación de Los Ángeles está viendo cómo su éxito, fama y respeto en el sector aumentan exponencialmente, arrastra desde hace unos meses cierta polémica relacionada con la apropiación cultural que surgió sobre todo a raíz de un artículo de Noelia Cortés. "El flamenco siempre fue una revolución, una resistencia política y un lugar de colectivizar la supervivencia. Por eso hay que tener respeto por los símbolos y por los personajes ancestrales de este arte que recuerda", escribía la activista en Jenesaispop para criticar el ensalzamiento de su figura por encima de la de otras gitanas que también hacen flamenco como Alba Molina.

Éstas se acrecentaron por el primer vídeo, que aunque fue bien acogido de manera generalista, desde el activismo se le reprendió el empleo por parte de una artista paya y catalana de elementos culturales gitanos, así como la exageración del estereotipo andaluz -con el máximo exponente en el cofrade en monopatín y la escuela de toreros-. Pienso en tu mirá tiene la misma estética urbana y cañí que su predecesor, pero, sin abandonar su influencia, se aleja más del flamenco -y se acerca algo más al trap-, por lo que no ha suscitado este martes en redes tanto debate por este motivo.

Rosalía, con estudios musicales, se ha defendido en varias entrevistas, como una reciente en El Mundo: "La música no tiene nada que ver con la sangre ni con lo territorial. Nunca. He estudiado flamenco durante años, lo respeto más que nada y conozco sus orígenes. Sé que proviene de la mezcla de etnias, que es una fusión de sonido gitano, negro, hebreo, árabe, español... El flamenco no es propiedad de los gitanos. No es propiedad de nadie, de hecho. Y no pasa nada por experimentar con él. Es sano".

Después de Pienso en tu mirá hay otro enigma: si tenemos capítulo 1 y 3, ¿dónde está el 2? Lo único que se sabe relacionado con él es que noche del lunes, durante unos minutos, estuvo colgado en el canal de YouTube de la barcelonesa un vídeo con imágenes de Rosalía en formato minidocumental con ese sobrenombre. La otra incógnita es si fue un descuido, algo que sería extraño dentro de todo lo medido que parece este prelanzamiento, o parte del hype.

Novias secuestradas y otras nueve joyas de DocumentaMadrid

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DocumentaMadrid ha dado muestras de no amilanarse, sino de agigantar su condición de altavoz de otros gritos, de algunos de los más silenciosos, tal vez esos que de tanto oírlos se han obviado. En su XIV edición, el certamen madrileño con sede en el Matadero ha abordado una variedad de propuestas, entre las que seleccionamos nueve largometrajes y un cortometraje que pintan la realidad con un color más certero.

Los estigmas que aún quedan en España coparon la sección Nacional de largometrajes, mientras que la memoria de las dictaduras y la guerra sus consecuencias fueron tratadas desde las secciones Internacional y Fugas. Además, DocumentaMadrid apostó por tener documentales con protagonistas fuertes, de los que dicen los críticos que 'llenan la pantalla', pero porque su verdad es más verdad cuando se dice.

Los largometrajes que han salido vencedores en esta edición son Mzis Qalaqi (La ciudad del sol) en la categoría internacional y El remolino en la nacional, que también es una de nuestras destacadas. En cuanto a cortometrajes, Manodopera se ha hecho con el premio internacional, mientras que 25 cines/seg ha triunfado entre las propuestas nacionales. En la sección de Fugas, We make couples (Hacemos parejas) se ha impuesto en largos y Find Fix Finish (Encontrar, arreglar, acabar) en cortos.

Sin embargo, nosotros hemos hecho una selección bien distinta y desordenada de joyas pulidas a las que DocumentaMadrid ha sabido dar eco:

Grab and Run

Una chica llora. Se revuelve. Sigue llorando. Musita un lento, duro "dejadme ir". Le tiran confeti encima. Le ponen un velo. La felicitan. Le dicen "todo irá bien". Ella no ha dejado de sollozar por una herida que no sanará en los años que le restan. Grab and Run es un documental que se mete de lleno en una realidad machista, fea, absurda: el 'Ala-kachuu'.

En Kirguistán, si a una chica la secuestran, debe casarse con su secuestrador. Por tradición. Una violencia que va socavando el espíritu del espectador tanto por la estúpida práctica en sí como por la vehemencia con la que, finalmente, hombres y mujeres de allí la aceptan y, lo peor, la defienden. 

Stranger in Paradise

Tremendísimo documental de la sección Fugas. De los que dejan huella. De los que hacen pensar. Porque no da respuestas: solo deja un hilo de preguntas sobre un tema tan controvertido como la política de entrada de inmigrantes en Europa.

¿Eres de los que abogan por un Welcome Refugees sin límites? Dos cucharadas de datos contrarios. ¿Eres de los que piensan que entre ellos llegan terroristas o que te quitarán el trabajo? Solo buscan huir de la miseria que tú no podrías soportar. Un examinador tiene que dar la entrada a estos migrantes en el continente, pero solo dirá verdades como puños directos al estómago. Imprescindible. 

Donkeyote

Una road movie, claro, quijotesca, que sirve de adalid de una realidad que ya no queremos ver: los sueños de vida de quien vive lejos de donde se cumplen los sueños. Manolo (personaje patrio que parece un viejo protagonista de Sergio Leone) junto a su burro Gorrión desprende con el humor sencillo y agro que da el campo la necesidad de caminar, de seguir caminando.

A pesar de obstáculos burocráticos o piedras en la senda. Una amistad animal y visceral como catarsis de una relación que no se extingue: el hombre y la naturaleza.

El remolino

En un remotísimo pueblo de la región de Chiapas en México, El remolino, las inundaciones son el día a día. Un día a día donde dos hermanos, Pedro y Esther, luchan a dentelladas por sobrevivir. Ella es una madre trabajadora que no va a cesar en su empeño de darle a sus hijos la vida que no tuvo. Él, un 'hijo de Satanás' para su propio padre, quien no acepta que se sienta mujer, que se vista de mujer, que sea una mujer. Dos personajes fuertes que no siguen la corriente, pero tampoco piensan naufragar. 

Radio Kobanî

Radio Kobanî es un documental de los que duele ver. Cuesta. Encoge el alma y la respiración. Una joven usa su recién nacida radio para contar lo que ocurre en Kobanî, cómo los propios kurdos están batallando hasta la liberación de la ciudad contra el ISIS, mientras ella misma expira sus propios demonios: aquella amiga a la que decapitaron, relaciones familiares devastadas.

Imágenes de cuerpos calcinados y miembros desprendidos pueblan la pantalla. La guerra en directo, cámara al hombro. Comprendes la huida. Comprendes a quienes se quedan. Escenas que se quedan en la retina porque una vez visto se quema algo dentro.

El pacto de Adriana / Luz Oscura

Valdría hacer una sesión doble con estos documentales. Dos dictaduras. Dos enfoques que encajan y entrelazan con la memoria ahí, siempre ahí. Por un lado, una sobrina profundiza en la vida de su tía, su ídolo, pero lo que descubre es esperpéntico. Era miembro de la DINA, la policía secreta de Pinochet en el Chile post-Allende. Torturó y seguramente mató a presos comunistas. Cuatro años de investigación escuchando a la hermana de tu madre decir que "no hizo nada", mientras que las pruebas la sitúan en el centro del horror.  

Por otro lado, Portugal, la dictadura más larga de todo el siglo XX. Y las víctimas. Un montaje únicamente fotográfico mientras las voces en off de la familia de un preso político narran cómo fue criarse en la clandestinidad, en salas policiales, en la tortura del sueño. Ambos documentales firman sin saberlo la misma petición: olvidarlo significaría la posibilidad de repetirlo. 

Adentro / Converso

Otro programa doble para descubrir cómo en España hay estigmas aún: las cárceles y la religión. Adentro es, desde su sencillez, algo de lo que no se habla y, por lo que dijo su director, no se deja hablar: las cárceles de nuestro país desde sus mismas celdas. Pau Coll les entregó una cámara a cinco presos jóvenes de una prisión en Cataluña y ellos cuentan su verdad. No salen reformados, salen sin oportunidades, apaleados moralmente.

Por otra parte, Converso dialoga, en parte de ahí su título. David Arratibel no enjuicia a su familia, sólo muestra lo que le costó aceptar que fue el único miembro que no se convirtió al catolicismo casi de la noche a la mañana. Y toma la religión católica no como una melé adoctrinadora, sino como un punto de fuga y de equilibrio. Casi como El desencanto, pero sin los Panero y sin la poesía. Sólo Dios y cómo ha llegado para quedarse en unos e incomodar a otros.

Bola extra: Das Gestell

En este corto, un filósofo japonés y otro alemán se intercambian cartas sobre cómo la tecnología afecta al ser humano y viceversa.

Cincuenta años después, expertos y jóvenes hablan del mismo tema. Debaten. Dudan. Exponen.

Pero en pantalla sólo vemos sus cenizas, las ruinas de lo que debía haber sido la vanguardia, lo que iba a cambiar el mundo en imágenes granuladas y blanco y negro de lo que no ha variado con toda la fuerza que debería.

Das Gestell habla de un camino que creímos recorrer y no hemos sino iniciado e iniciado con mal pie. Pero aún tiempo. Aunque también peligros.

Desde desahucios hasta violencia cotidiana: 9 joyas de DocumentaMadrid sobre historias silenciadas

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El festival internacional de cine DocumentaMadrid, que se celebra en la capital española del 3 al 13 de mayo, se vuelve a convertir en una ventana de historias por las que pocos se asoman. Su 15ª edición repite con relatos que, más allá de reflejar las virtudes y miserias de sus protagonistas, también consiguen remover la conciencia de aquellos situados al otro extremo de la pantalla. Porque, aunque algunos persigan sueños y otros escapen de pesadillas, al final todos muestran su pequeño fragmento de realidad.

Si la muestra de 2017 ya abordó aspectos relacionados con la inmigración, los estigmas de España, las dictaduras o el machismo, esta nueva entrega tampoco se queda atrás. Un centenar de películas procedentes de 32 países componen una programación llena de largometrajes, cortometrajes y actividades paralelas.

La elegida para dar el pistoletazo de partida es Antígona, una cinta del mexicano Pedro González que explora la unión entre la vida y el teatro a través de un grupo de estudiantes. Sin embargo, es solo la primera de un amplio catálogo ante el cual es fácil sentirse abrumado. Por ello, y no porque sea mejor que otras opciones, hemos querido centrarnos en la sección competitiva de largometraje nacional.

Desahucios, diarios secretos, obreros precarios… Preguntamos a los nueve directores que conforman esta lista sobre el significado de sus obras y por qué deberían interesarnos. A partir de este punto, hablan ellos y ellas.

1. Ainhoa: yo no soy ésa, de Carolina Astudillo

"Cuenta la historia de Ainhoa Mata, una mujer que se suicidó en 2006, cuando tenía 34 años y que pertenecía a una familia en la que abundaban fotografías y películas familiares. En su adolescencia, Ainhoa comenzó a escribir lo que no quiso contarle a nadie en unos diarios que conservó hasta su muerte y que luego atesoró su hermano Patxi.

Es también la historia de muchas otras mujeres que utilizaron la escritura como vía de escape; de ahí las referencias a Sylvia Plath, Frida Kahlo o Anne Sexton. Creo que es importante que el público vea la película, no solo porque rescata la historia de una mujer, sino porque aborda estas temáticas, que durante décadas han sido tabú para las mujeres y que en algunos lugares lo siguen siendo. Además, puede ser leída como crónica alternativa a la historia oficial de la España de los noventa, contada a través de los diarios de vida de una mujer".

2. El señor Liberto y los pequeños placeres, de Ana Serret

"El señor Liberto y los pequeños placeres desgrana los hilos intergeneracionales que unen a las familias, partiendo del padre, enfermo de Alzheimer. Mezclando imágenes en Super 8 con momentos presentes, la película demuestra que hay otra manera de filmar a un enfermo de Alzheimer, no para constatar lo olvidado sino para defender lo vivido".

3. Escoréu, 24 d’avientu de 1937, de Ramón Lluis y Vera Robert

"Plantea una nueva reflexión sobre el significado político del paisaje y sobre cómo el cine, con su capacidad de visibilizar lo que permanecía oculto, invisible, tiene el poder de resignificar esos espacios. La película empieza con un plano general de un bosque comunal y termina con los restos humanos de un crimen político que más de ochenta años después continúa sin ser reconocido ni juzgado. Un zoom narrativo, construido desde la observación para descubrir que lo que parecía simplemente un bosque, no era otra cosa sino un cementerio ignorado. Uno más.

En tiempos de banalidad creativa y re-regresión democrática, creo que se hace más necesario que nunca la reivindicación de un cine comprometido en lo formal, cinematográficamente riguroso y, en lo político, radical en sus planteamientos. Buscando reflexiones de cierta profundidad que intenten explicar nuestro presente político, tan trágico, tan parecido a nuestro pasado político".

4. Everyone in Hawaii has a sixpack already, de Marvin Hesse

El documental retrata a un grupo de adolescentes en Canarias que viven un último verano de sueños y hormonas antes de que todo acabe: cuando cumplan los 15 años y sean expulsados de aquel paraíso.

"La película trata de la melancolía de dejar tu infancia atrás para continuar creciendo, con lo que eso implica. Momentos en los que el deseo y la identidad forman parte de ese proceso. Esta obra te devuelve al momento y el lugar en el que empezaste a convertirte en lo que eres".

5. Impulso, de Emilio Belmonte

"Impulso es una película de baile que se centra en el trabajo sobre la improvisación de la bailaora Rocío Molina y el proceso creativo de su último espectáculo hasta su estreno en el Teatro Nacional de Chaillot, en París.

Para todos nosotros, aficionados o no al flamenco, es un privilegio asomarnos a la intimidad creativa de Rocío Molina, hoy en día nuestra bailaora más internacional y una artista que ha roto con todos los esquemas en torno a los límites del flamenco".

6. La Grieta, de Irene Yagüe y Alberto García

"La Grieta muestra las virtudes y miserias de la lucha de dos mujeres al frente de sus familias que van a ser desahuciadas de la vivienda pública madrileña donde residen. Todo esto sucede en un momento de crisis aprovechada por el Ayuntamiento para vender el patrimonio público a precio de saldo a fondos internacionales y así rebajar la deuda contraída en los años de bonanza.

Recomendaría su visionado porque La Grieta prefiere respetar al espectador en vez de aleccionarle y opta por mostrar la tragedia de la pérdida de la vivienda sin caer en el melodrama. Además, nos sumerge en mundo de los quinquilleros. Pero a diferencia del cine kinki de los años 80, donde el peso siempre lo llevaban los hombres, en La Grieta las heroínas son las mujeres. Y, por último, porque todos sabemos lo que es un desahucio, pero pocos sabemos lo que pasa con las familias después de la ejecución".

7. Mes voisins, chronique d’une élection, de Joseph Gordillo

¿Qué lleva a los habitantes de un pueblo francés a votar a Marine Le Pen? "Mis vecinos son obreros precarios, y los escogí porque realmente son mis vecinos.
Abordé este proyecto con un planteamiento: las clases populares y la extrema derecha son temas delicados, pero el miedo a hacerle el juego al Frente Nacional no debería impedirnos hacer películas.

Por ello, elegí seguir un enfoque entre el diálogo y la escucha, pero sin condescendencia ni connivencia. Creo que es necesario dar la palabra a todos, incluso a aquellos cuyas ideas no compartimos. Poco a poco, he visto que el pueblo se estaba volcando hacia los partidos populistas derechistas, algo que se parece, desde el punto de vista sociológico, a lo ocurrido con el Brexit o Trump. Hablamos de países divididos en dos: los perdedores de la globalización y los ganadores, los que pueden vivir cerca de su trabajo y los demás… La brecha o la fractura social es enorme en nuestras democracias".

8. Rêve de Mousse, de Elena Molina

"Narra la aventura de un grupo de jóvenes catalanes que desean recuperar un viejo pesquero, desahuciado por las leyes europeas de pesca, y llevarlo desde Francia hasta Haití para donarlo a los pescadores haitianos. La experiencia se acaba convirtiendo en un viaje físico y personal a través del Océano Atlántico. La directora, que forma también parte de la tripulación, narra en primera persona cómo la ilusión, las buenas intenciones y las expectativas iniciales van transformándose a medida que se alejan de Europa.

Plantea una crítica sutil a ciertos proyectos de cooperación diseñados desde Europa, basándose en las reflexiones de la propia directora y sus ganas de cambiar el mundo. Creemos que esa combinación puede resultar atractiva para el público, convirtiéndose en una experiencia cinematográfica empática y sugestiva".

9. Tódalas Mulleres que coñezo, de Xiana do Teixeiro

"Habla de cómo, a través de violencias cotidianas silenciadas y de violencias extremas espectacularizadas, la calle se construye como espacio masculino de dominación del que las mujeres somos extranjeras. De cómo puedes darte cuenta de esto, como persona feminizada o masculinizada, de si tiene que importarte o no, de si debes conformarte o puedes decidir dar la espalda a los miedos en los que te han criado.

A través de la película, unas podrán acceder a un espacio de colectivización de experiencias personales de otras mujeres, sentir la fuerza de la sororidad. Y los otros, tienen la preciosa oportunidad de asomarse, quizá por primera vez, a un tipo de violencia que condiciona la vida diaria de sus hermanas, compañeras, madres, hijas; a un silencio que cava un abismo entre las vidas de ellas y ellos, algo que es imposible ignorar sin ser cómplice de un patriarcado que no beneficia absolutamente a nadie". 


Arranca el Festival de Venecia: un pequeño paso para Ryan Gosling, una brecha gigantesca para el género

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El Festival Internacional de Cine de Venecia, que este año cumple 75 años, marca cada lustro el pistoletazo de salida a la temporada de certámenes cinematográficos internacionales. La presente edición, inaugurada este miércoles, se prolongará hasta el próximo sábado ocho de septiembre con tres grandes protagonistas: la participación de Netflix, el estreno de la última y perdida película de Orson Welles y un gran suspenso en paridad.

Solamente una directora, la australiana Jennifer Kent, participa en la sección competitiva compuesta por 21 películas. 20 películas dirigidas por hombres y una sola por una mujer. Quienes sí competirán serán otros nombres -y hombres- como Damien Chazelle que, un año después de inaugurar el certamen con La La Land, repite gesta con su último filme, First Man. Ryan Gosling es su protagonista e interpreta al astronauta Neil Amstrong en sus años de preparación para convertirse en el primer ser humano en pisar la Luna.

Con polémica sobre la mesa, y con Guillermo del Toro como presidente del jurado tras alzarse el año pasado con el León de Oro por La forma del agua, repasamos los puntos a tener en cuenta sobre la presente edición de la Mostra. 

Jennifer Kent, la única superviviente

La actriz australiana decidió, tras ver Bailar en la Oscuridad (2000) de Lars Von Trier, que quería emprender su carrera como directora. Así se lo hizo ver al cineasta y fue contratada como su ayudante en el rodaje de Dogville (2003). Dos años más tarde se lanzó dirigir su primer cortometraje, Monster, que una década después llevó a la gran pantalla en su aclamado debut The Babadook

Su ópera prima se proyectó en el Festival de Sundance en 2014 y fue recibida con éxito por parte de la crítica. "Quería hablar sobre la necesidad de afrontar la oscuridad que hay en nosotros", explicó entonces sobre su debut inscrito en el género de terror.  Al certamen italiano se presenta con su segundo largometraje, The Nightingale, que cuenta la historia de una venganza ambientada en una isla de Tasmania.

Ante el anuncio de los títulos seleccionados para formar parte de la sección oficial del certamen, con la cinta de Kent como única representación femenina, en seguida recibió críticas y fue tachado de machista. La EWA, presidida por Isabel Coixet, hizo pública una carta abierta expresando su malestar criticando que la decisión por "sugerir que las películas realizadas por mujeres son de alguna forma inferiores a las hechas por hombres" y enviar implícito el mensaje de que "incluir más largometrajes de mujeres reduciría la calidad de la cita".

En el escrito, aprovecharon para aplaudir los compromisos de paridad cerrados este mismo año por los festivales de Cannes o Locarno. El certamen francés, que contó en 2018 con sólo tres mujeres compitiendo en una sección oficial compuesta por 21 largometrajes, firmó en mayo la Carta por la Paridad y Diversidad en el Cine. El texto señalaba que las muestras deberán generar estadísticas sobre el número de películas seleccionadas y ser transparentes en la lista de los miembros de los comités de selección y programadores. 

Por su parte, el presidente del certamen de Locarno Marco Solari, aprobó un manifiesto que promete garantizar la paridad y la inclusión en su programación y organigrama. El certamen, en el que premiaron el cortometraje Los que desean de la española Elena López Riera, también contó con sólo tres directoras en un total de 15 largometrajes a competición. Datos muy poco alentadores en plena era Me Too.

Netflix rumbo a los Oscar 2018

Netflix se alzó este año con su primer Oscar con el cortometraje Ícaro y parece estar buscando repetir gesta en la próxima entrega. A pesar de sus desavenencias con el Festival de Cannes, que decidió dar el carpetazo definitivo a sus estrenos, el certamen italiano optó por no cerrar sus puertas a la plataforma. Hace meses planteamos el debate en este diario sobre quién salía perdiendo realmente en esta guerra, ya que con esta decisión, el concurso francés dejaba de premiar a la mejor película del mundo, sino a aquella que acepte terminar en una sala de cine francesa.

La acogida de la Mostra al desembarco de los pesos pesados del gigante en streaming ha hecho posible que las últimas producciones de Alfonso Cuarón, los hermanos Coen y Paul Greengrass vayan a participar en su sección oficial. El cineasta mexicano regresa al festival que hace cinco años inauguró con su oscarizada Gravity. Su nueva propuesta es Roma, una cinta que ha rodado en su país natal en forma de carta de amor a las mujeres que lo criaron. Inspirándose en su propia infancia, retrata de forma realista y emotiva los conflictos domésticos y jerarquías sociales que tuvieron lugar durante la agitación política de la década de 1970.

Los hermanos Joel y Ethan Coen acuden con el western The Ballad of Buster Scruggs. En principio fue anunciado como serie de seis capítulos sobre la frontera americana que, sin embargo, ha terminado transformándose en un largometraje. El británico Greengrass, responsable de varias de las cintas de la saga de Jason Bourne, cuenta en 22 July la matanza de 77 personas en la isla noruega de Utoya en 2012.

Aun así, una de las proyecciones más esperadas es la de la última película de Orson Welles, Al otro lado del viento, que el cineasta rodó entre 1970 y 1976, y que jamás pudo terminar por problemas financieros. La cinta, protagonizada por John Huston, cuenta la historia de Jack Hannaford, un director que prepara su regreso a los grandes estudios tras un largo exilio europeo, que Welles experimentó en su propia persona. La trama gira alrededor de la fiesta de su 70 cumpleaños y la película que prepara, que será su última.

Netflix adquirió los derechos para acabar y estrenar el largometraje en marzo de 2017. Con el objetivo de rendir el mejor homenaje al responsable de títulos como Ciudadano Kane (1941) o Sed de mal (1958), la plataforma llevará la historia del director estadounidense a la gran pantalla, como recogió Indiewire

Otros títulos prometedores de la Mostra

la Mostra de Venecia acoge otros grandes estrenos que forman parte de su prometedora programación. En sección oficial, Luca Guadagnino competirá con su película posterior a la maravillosa Call me by your name, Suspiria, un remake personal del clásico de terror de Darío Argento que ha conseguido hacer llorar a Tarantino, amigo del italiano. "Es una película de terror, pero también un melodrama. El objetivo es hacer que el público asista al terror porque sea incapaz de quitar los ojos de la pantalla al estar cautivado por los personajes", explicó en una entrevista.

El húngaro László Nemes se consagró con su ópera prima El hijo de Saúl en 2015, alzándose con el Globo de Oro y el Oscar a la Mejor película de habla ni inglesa, además del Gran Premio del Jurado en Cannes. Filmó un frío y asfixiante retrato del horror del campo de concentración de Auschwitz, encerrando a su protagonista y al espectador en su formato cuadrado. Ahora regresa a la gran pantalla con Sunset (Atardecer). El thriller ambientado en el Budapest de 1913, recoge las angustias y preocupaciones de los jóvenes que quedaron encerrados en su pueblo sin poder escapar ante el inminente inicio de la I Guerra Mundial.

Y junto a ellos, Peterloo, de Mike Leigh, Vox Lux de Brady Corbert, lo nuevo de Olivier Assayas en forma de comedia Double vives o The favourite, del griego Yorgos Lanthimos. Un festival lastrado por su desconsideración ante las mujeres cineastas que habrá de remontar con amplias dosis de buen cine e historias que den muestra de la pluralidad de propuestas, aunque no todas estén representadas e imperen las producciones realizadas en Hollywood.

"Este es tu sueño. Complicado y comprometido, pero emocionante", le decía Ryan Gosling a Emma Stone en La La Land animándole a luchar por cumplir el suyo. A pesar de que se van logrando cambios, queda un largo camino que recorrer hasta que la paridad en las selección de las películas que participan en los grandes festivales internacionales aterrice en el presente.

Ni Cannes, ni Venecia, ni Berlín: el festival de cine en el que las directoras sí son mayoría está en Madrid

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Merece la pena echar un vistazo al número de películas dirigidas por mujeres inscritas en las secciones oficiales de los festivales más importantes del año. 1 de 21 en Venecia, 3 de 21 en Cannes, 4 de 24 en Berlín y 5 de 18 en San Sebastián. Desde luego, los números no son nada esperanzadores en un 2018 marcado por la irrupción del movimiento MeToo, por las numerosas denuncias contra delitos de abuso sexual y por la reivindicación en favor de los derechos de las mujeres así cómo de su injustamente devaluada valía.

Las selecciones de los certámenes citados dan muestra del largo camino que queda por recorrer. Sin embargo, aunque no cuenten con el mismo reconocimiento a nivel internacional, existen otras propuestas que tratan de dar la espalda a estas cifras y que, como el Festival de Cine Político Dirigidos por Mujeres, apuestan por otorgar visibilidad a títulos que no suelen contar con las mismas posibilidades de ser apoyados ni programados. 

El evento dirigido por Ana Laura Díaz se celebra en la Cineteca de Madrid del 18 al 23 de septiembre. Se trata de una muestra de cine comprometido, creado únicamente por mujeres, y de difícil acceso al circuito comercial. En su programación se incluyen cortos y largometrajes, de ficción y documentales, que "ayudan a reflexionar sobre las diferentes sociedades, culturas, conflictos, injusticias y desigualdades que hay en ellas; que nos acercan a esa diversidad y nos hacen comprometernos con sus realidades", describe su máxima responsable en el dossier de presentación.

Por ello, hemos realizado una selección con los trabajos más interesantes que se exhibirán durante los seis días de este festival para, de paso, reclamar su visionado más allá del certamen. Sin más, damos paso a una cartelera algo atípica. 

Arenas de silencio (Chelo Álvarez-Stehle)

La periodista internacional Chelo Álvarez-Sthele es la autora de la película encargada de inaugurar el Festival. Tras dedicar 15 años a exponer el submundo de la explotación sexual y la trata en Asia y América, la cineasta realiza esta llamada a la acción para romper las cadenas de silencio sobre la violencia sexual en todo el mundo. "Su eco está creando olas de calor", reconoce sobre los testimonios de las personas que a lo largo de su carrera, han compartido con ella sus experiencias.

En su trabajo con supervivientes de tráfico conoció a Virginia Isaias, una mujer mexicana que había sido secuestrada y forzada a prostituirse por una red de trata en Chiapas, una de las entidades federativas que integran los Estados Unidos Mexicanos. Logró escapar con su bebé de seis meses y cruzar la frontera, convirtiéndose en una gran líder contra la explotación sexual en la comunidad latina. Actualmente reside en California. Su historia le sirve a la directora para ahondar en su propia vida, llevando a cabo un viaje en paralelo de introspección, que le permite quebrar el silencio sobre el abuso sexual en su propia familia.

La grieta (Irene Yagüe, Alberto García)

El pasado mes de mayo recogimos la película de Irene Yagüe y Alberto García como una de las 9 joyas de DocumentaMadrid sobre historias silenciadas. El filme retrata las virtudes y miserias de la lucha de dos mujeres al frente de sus familias que van a ser desahuciadas de la vivienda pública madrileña donde residen. Ocurre en 2013, cuando los fondos de inversión aterrizaban en España por las gangas inmobiliarias que los gobiernos locales pusieron a la venta.

El codirector Alberto García ya había puesto el foco en el trazado urbano y su transformación en su cortometraje A ras del suelo, en el que descendió a las entrañas del barrio de Lavapiés. Por su parte, Irene Yagüe descubrió su pasión por el cine en Centroamérica, donde participó en el documental Quién dijo miedo (2010), sobre el golpe de estado en Honduras.

Las mujeres decididas (Itxaso Díaz, Higinia Garay)

"Desde 1998 el aborto está tipificado como un delito con penas de prisión de 10 años en Honduras y de entre 30 a 40 años en El Salvador". Así arranca el documental Las mujeres decididas de Itxaso Díaz e Higinia Garay. Las cineastas españolas cuentan cómo el aborto está perseguido, criminalizado y castigado en países de Centroamérica. La película da voz a diferentes organizaciones que trabajan en estos países, y que denuncian el impacto que produce en la vida de sus mujeres no tener derecho a decidir. Se les despoja del control de su cuerpo y su pensamiento.

La directora Itxaso Díaz lleva años trabajando en el desarrollo de plataformas que visibilicen el trabajo y las voces de terceros, en diferentes formatos como exposiciones, revistas y proyectos audiovisuales. Higinia Garay es ilustradora y diseñadora gráfica.

Grab and run (Roser Corella)

La película de la catalana Roser Corella fue igualmente considerada por este diario como una de las joyas del DocumentaMadrid, en su edición de 2017. El documental habla sobre la desconcertante tradición de Kirguistán, donde si una mujer es secuestrada, debe casarse con su raptor. La delirante práctica resurgió desde que el país obtuviera su independencia en 1991 y se le conoce popularmente como Ala-kachuu (atrápala y corre). 

"¿Por qué estás llorando? Ellos son ahora tu marido y familiares. Ahora vas a sentirte como en casa con nosotros", recuerda una de las víctimas sobre lo que su suegra le dijo cuando se mudó con ellos. "Debes quedarte donde fuiste secuestrada. Es tu destino", le espetaron a otra. La violencia socava el espíritu del espectador tanto por la naturaleza de la costumbre, como por la vehemencia con la que, finalmente, hombres y mujeres aceptan, y hasta defienden. El filme llega a Madrid tras haber recibido, entre otros, el Premio Especial en el Festival de Málaga y del Mar del Plata.

Alalá (Alegría)  (Remedios Malvarez)

El documental realizado por Remedios Malvárez llega avalado por las siete candidaturas que reunió en la 31 edición de los Premios Goya en 2017. La cineasta andaluza realiza un retrato social de un barrio marginal de Sevilla conocido como las Tres Mil Viviendas, a través de una escuela de flamenco para niños. El género musical se erige como herramienta de conocimiento, transformación y libertad para ellos, ya que el centro intenta traer esperanza y nuevas oportunidades a sus alumnos.

Participan en la producción de figuras internacionales del flamenco como Arcángel, Raimundo Amador, Rosario "La Tremendita,", Israel y Pastora Galván. Fue premiado en Málaga como Mejor Película de Derechos Humanos y el el de Huelva con el Premio del Jurado.

Memoria histórica y refugiados

Además de las películas comentadas, destacan otros títulos que ponen el foco en la memoria histórica y las consecuencias de las políticas de migración. Begoña Vicario es la directora del cortometraje de animación Areka. Su protagonista es Euxebe. A su padre lo mataron durante la Guerra Civil. En torno a la misma temática gira Entre Pàndols i Cavalls, de Mireia González. La cinta cuenta la historia de Roger Herédia, que perdió a su abuelo en la Batalla del Ebro y fue enterrado en una fosa común. Por ello, ha creado el Banco de ADN de desaparecidos durante la contienda, para poder identificar y relacionar sus restos con sus familiares. 

Susana Martins saca a la luz las imágenes tomadas con La cámara de la cárcel de Carabanchel, que un grupo de presos políticos consiguió introducir clandestinamente en 1972, para mostrar cómo era la vida allí. 

Hasta Alemania ha viajado Silvia Carpizo de Diego para hablar de la East Side Gallery, la galería de arte al aire libre más grande del mundo, compuesta por 102 grafitis pintados sobre el Muro de Berlín. The Neverending Wall recorre las emociones que se generan al levantar una tapia que divide y aísla a los seres humanos. Fue nominado al Goya al Mejor cortometraje de animación

Celia Hernández García se centra en Welcome to Europe en las miles de personas que se encuentran bloqueadas en los campos de refugiados ubicados en las islas griegas, desde que en marzo de 2016 entrara en vigor el acuerdo entre la Unión Europea y Turquía. Los deportados son también el centro de Un sollozo en la garganta, de Carolina de Otero, en la que cuatro supervivientes relatan cómo fue su vida en el campamento de Gurs, en Francia.

Festival de Cannes firma la Carta por la Paridad y la Diversidad en el cine

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El Festival de Cannes firmó hoy la Carta por la Paridad y la Diversidad en el cine en un acto que contó con la presencia de la ministra de Cultura francesa, Françoise Nyssen, y de representantes del movimiento "Time's Up" o de la Asociación de Mujeres Cineastas de España (CIMA).

El delegado general de Cannes, Thierry Frémaux, y los responsables de la Quincena de Realizadores, Édouard Waintrop, y la Semana de la Crítica, Charles Tesson, fueron los primeros firmantes de esta carta que se quiere extender a todos los festivales de cine y por la que se comprometen a trabajar por la igualdad de hombre y mujeres.

La carta señala que los festivales deberán generar estadísticas sobre el número de películas seleccionadas y ser transparentes en la lista de los miembros de los comités de selección y programadores para eliminar cualquier sospecha de falta de diversidad y paridad.

Además, deberán comprometerse con un calendario de transformación de los órganos rectores de los festivales para lograr la paridad perfecta dentro del mandato actual de estos organismos.

Al acto de la firma acudieron también los miembros del jurado de la competición oficial: Cate Blanchett, Ava DuVernay, Kristen Stewart, Denis Villeneuve, Lé Seydoux, Andrey Zvyagintsev, Robert Guediguian, Chen Chang y Khadja Nin, así como la comisaria europea de Sociedad Digital, Mariya Gabriel.

Además se celebró un debate con representantes de "Time's Up" Estados Unidos -Maha Dakhil-, "Time's Up" Reino Unido -Kate Kinninmont y Audrey Gagneux-, Dissenso Comune (Italia) -Jasmine Trinca y Ginevra Elkaan-, Greek Women's Wave -Memi Koupa - y CIMA -Sarah Calderón-.

Actividades que son iniciativa del colectivo francés 5050x2020, creado en marzo para vigilar la igualdad de oportunidades en el cine, que también impulsó el sábado un acto de reivindicación de la mujer en el cine realizado en la alfombra roja de Cannes y encabezado por Cate Blanchett y la veterana cineasta francesa Agnès Varda.

La firma de hoy se cerró con una intervención de la ministra francesa, que invitó al mundo del cine a "hacer su revolución" tras el escándalo por los abusos sexuales que se inició con las denuncias contra el productor Harvey Weinstein.

Lo más terrible de esos hechos es que "todo el mundo sabía" lo que ocurría, afirmó Nyssen, que agregó: "Hagamos de Weinstein una oportunidad para el cine, la oportunidad de ser la vanguardia, de ser precursores, la oportunidad de ser revolucionarios".

Además anunció una serie de medidas concretas entre las que está la creación de un fondo exclusivo para apoyar el trabajo de las jóvenes directoras del cine del mundo entero o la celebración de los Encuentros por la Igualdad del Cine, cuya primera edición será en junio en París.

"Es demencial que nos feliciten por traer a cinco mujeres, no es para estar orgullosos"

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El último Festival de Cannes dejó una imagen para el recuerdo. 82 mujeres tomaron la alfombra roja para reivindicar su "determinación y compromiso con el progreso". Así lo anunció la presidenta del jurado, Cate Blanchett, que añadió, "es el momento de que todos los escalones de nuestra industria nos sean accesibles". 

Cuatro meses después, el compromiso fehaciente se ha materializado con la firma, en el marco del Festival de San Sebastián, de la Carta por la paridad y la inclusión de las mujeres en el cine, cogiendo el relevo del certamen francés. El evento, promovido por CIMA (Asociación de Mujeres Cineastas), ha sido acogido con aplausos en la sala de prensa del Zinemaldia.

En el acto han participado la vicepresidenta del gobierno Carmen Calvo, el Ministro de Cultura José Guirao, el director del Festival José Luis Rebordinos, la presidenta de CIMA Cristina Andreu y el alcalde de San Sebastián Eneko Goia. También han acudido otras personalidades de la industria como Mariano Barroso, director de la Academia de Cine o la productora Esther García, recién reconocida con el Premio Nacional de Cinematografía

El contenido de la carta

Con la firma del documento, el Festival de San Sebastián, que está celebrando su edición número 66, asume el compromiso de compilar las estadísticas desagregadas por género para disponer de datos fiables y reales sobre la presencia de proyectos liderados por mujeres. Igualmente, a hacer pública la lista de miembros de los comités de selección y programación; y establecer un calendario de cambios en los órganos ejecutivos del festival con el fin de alcanzar la paridad en el actual período de mandato de dichos órganos. Por último, a realizar una comunicación anual sobre los progresos realizados. 

Andreu ha sido la primera en tomar la palabra, y ha remarcado la importancia de que "las mujeres podamos competir en los festivales, donde la visibilidad es muy grande". Para ello, se convierte en imprescindible que tanto las comisiones que eligen las películas como los jurados "sean paritarios, para conseguir que la presencia de realizadoras no sea algo residual".  

Por su parte, Rebordinos ha querido señalar que desde el certamen "asumimos el compromiso y la responsabilidad". Este año, su sección oficial la componen 18 títulos, de los que únicamente cinco han sido dirigidos por mujeres. "Hay gente que nos felicita por ello y es demencial, no es para estar orgullosos", ha comentado. Las alabanzas a las que se refiere se dieron después las críticas recibidas en Venecia, donde solo había una directora a competición. Las cinco realizadoras de San Sebastián parecían muchas, pero el responsable es consciente de que no, y espera que "dentro de pocos años podamos celebrar que la selección es absolutamente paritaria". 

"Hemos querido que la firma tenga la solemnidad que requiere", ha aclamado Calvo. La vicepresidenta ha colocado la igualdad como "epicentro de la democracia", que no existe si "seguimos construyendo un espacio donde más de la mitad de la población tiene menos oportunidades". Sobre el caso concreto del cine, ha expresado sin titubeos que "las mujeres solo queremos competir en igualdad de oportunidades porque sabemos que ganamos". Ha concluido su discurso sentenciando que "sin nosotras no hay democracia. Con nosotras la democracia mejora". 

Datos que hablan por sí mismos

La firma ha coincidido con la publicación del Informe CIMA 2017, que recoge la representatividad de las mujeres en el sector cinematográfico español. El documento, elaborado sobre 131 películas estrenadas el pasado año, pone en evidencia la falta de paridad, al representar las mujeres un 24% del total, frente al 76% representado por los hombres. Ellos, además, ocupan el 70% de los cargos de responsabilidad. Las áreas con más presencia masculina son efectos especiales (99%), composición musical (96%), sonido y dirección de fotografía, ambas con un 93%.

La comparativa de los datos de los informes anteriores da cuenta de que la representatividad de las mujeres ha disminuido en dos puntos porcentuales. Después de que en 2015 y 2016, se hubiera mantenido en un 26%, en 2018 se ha reducido al 24%. El porcentaje de directoras es del 12%, pero considerando sólo el género de ficción se reduce al 9%. Animación es el campo con menor presencia, con tan sólo un 10%. 

#Leoautorasoct: diez propuestas para el mes de las escritoras

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El pasado 5 de octubre se entregó el Premio Nobel de Literatura y, de nuevo, volvió a ocurrir lo habitual: ni Murakami ni una mujer se llevaron el galardón.

En esta ocasión había dos escritoras entre los ocho finalistas, Margaret Atwood y Joyce Carol Oates, pero la Academia eligió al británico Kazuo Ishiguro.

Una vez más la distancia entre géneros en la lista de premiados se alargaba. De los 110 Nobel de Literatura concedidos en la historia, solo 14 han sido para mujeres.

Cifras tan difíciles como estas dejan clara la necesidad de reivindicar la obra de las mujeres en el ámbito de la escritura y por ello surgen iniciativas como #Leoautorasoct. En 2016 un colectivo de usuarios y usuarias de Twitter decidieron dedicar el décimo mes del año a recomendar títulos de escritoras en la red social usando la mencionada etiqueta.

El proyecto coincidió en el tiempo con la instauración de El Día de las Escritoras por la Biblioteca Nacional de España, la Asociación Clásicas y Modernas y la Federación Española de Mujeres Directivas (FEDEPE). La fecha de su celebración es el lunes siguiente al 15 de octubre, festividad de Teresa de Jesús. Esta segunda edición será el día 16 y su tema principal será Mujeres, saber y poder.

Sumándonos a la iniciativas proponemos 10 propuestas de autoras a las que disfrutarás leyendo, en octubre y cuando se tercie:

Zadie Smith

Novelista, ensayista y escritora de relatos cortos, la británica es una de las voces más aclamadas de la literatura actual. El próximo mes de noviembre la editorial Salamandra publicará su novela Tiempos de Swing en España (salió a la venta en inglés el año pasado), sumando el sexto volumen de la autora a su catálogo. Multiculturalidad, crisis existenciales en la sociedad moderna, conflictos de clase y feminismo son temas recurrentes en sus escritos.

Carmen Martín Gaite

Pertenece a la generación conocida como la de los niños de la guerra (o del 50) junto a otros como Rafael Sánchez Ferlosio o Josefina Rodríguez Álvarez. Fue la primera escritora en ganar el Premio Nacional de Literatura en 1978 con su novela El cuarto de atrás y en 1988 fue galardonada con el premio Príncipe de Asturias de las Letras (una de las cinco mujeres que lo consiguieron durante las 36 ediciones del galardón ahora llamado Princesa de Asturias).

El pasado mes de septiembre, la Junta de Castilla y León digitalizó su legado que, además de sus escritos, también contiene fotografías, documentos personales y familiares, cuadernos o cubiertas de sus manuscritos. Nubosidad variable, Irse de casa o su ensayo Usos amorosos de la Postguerra española son títulos imprescindibles o, al menos, recomendables en una biblioteca bien nutrida.

Rachel Cusk

Esta canadiense afincada en Reino Unido se convirtió en famosa más por su propia persona que por su obra. Con su libro Aftermath (2001), en el que cuenta sin florituras la experiencia de su divorcio con el fotógrafo Adrian Clarke, enervó a la crítica más remilgada y con su ensayo sobre la maternidad A life's work (2001) terminó de coronarse como reina de la polémica. En España, la editorial Lumen ha publicado sus novelas Mucha suerte (2004), Arlington Park (2007), La última cena y Las variaciones Bradshaw (2010).

Libros del Asteroide se encargó el año pasado de acercar al público A contraluz, la primera entrega de la trilogía a la que sigue Tránsito, que estará disponible en las librerías el próximo 23 de octubre a través del mismo sello.

Clarice Lispector

Idolatrada en América Latina (en Argentina sus títulos forman parte de las lecturas obligatorias en el currículum escolar), la obra de la brasileña de origen ucraniano empezó a cuajar en España solo hace algunos años gracias, en parte, al empeño de la editorial Siruela en introducirla en su catálogo. Recientemente ha publicado su biografía titulada Por qué este mundo, firmada por Benjamín Moser, que ayuda a comprender la obra de Lispector a través de detalles de su persona.

Pero, sin duda, la mejor manera de adentrarse en su universo es a través de la lectura de sus trabajos. Un buen inicio puede ser a través de las páginas de Cerca del corazón salvaje (1944), su primera novela.

Mary Karr

No es fácil que Michiko Kakutani, la crítica de The New York Times más respetada y temida hasta el momento (hace unas semanas anunció su retirada), califique tu obra como "sorprendente (...), una de las memorias más deslumbrantes y emocionantes de los últimos años".

La escritora publicó The Liar's Club en 1995 y fue un exitazo de los que hacen a los editores saltar de alegría. No solo fue un best-seller en su época sino que su fama ha llegado hasta nuestros días. La editorial Errata Naturae lo publica ahora en castellano con prólogo de Lena Dunham.

Carmen de Burgos

Este año se cumple el 150º aniversario del nacimiento (según los historiadores, porque ella nunca lo dejó del todo claro) de la que está considerada como primera periodista profesional en España.

Firmó también con múltiples seudónimos, aunque con el que más se la reconoce es Colombine. Defensora obstinada de los derechos de la mujer (aunque rechazaba el término "feminista"), escribió desde libros de recetas hasta crónicas de viajes, pasando por ensayos y novelas como Puñal de claveles.

Angela Davis

Poca presentación necesita una de las activistas más relevantes de los últimos 50 años. Miembro del partido Panteras Negras, un grupo revolucionario que luchó por los derechos de la comunidad negra en EEUU, llegó a figurar dentro de la lista de "los más buscados" por el FBI en los años 60.

Su militancia en la lucha por los derechos civiles no ha cesado durante todas estas décadas y ahora la editorial Capitán Swing publica su ensayo La libertad es una batalla constante. Ferguson, Palestina y los cimientos de un movimiento. Este título se suma a la autobiografía que la misma editorial publicó en España y que ya va por su tercera edición.

June Fernández Casete

Su libro 10 ingobernables cuenta las historias de diez personas que decidieron complicarse la vida y no seguir los caminos normativos de la sociedad. El título nos brinda la oportunidad de incluirla en esta lista e invitar al lector o lectora a conocer también su trabajo periodístico como coordinadora, junto a Andrea Momoitio, de Pikara Magazine; así como en otros medios con temas relacionados con sexualidad y género.

Pénélope Bagieu

Esta ilustradora y dibujante francesa publicó su primer cómic, Josefina, en 2008. En 2011 ganó el Premio SCNF del Festival de Angulema (de nuevo, una sorpresa en la lista de galardonados, en la que no abunda la presencia femenina).

El pasado mes de abril la editorial Dibukks publicó el primer volumen de su serie Valerosas, un trabajo que presenta las historias de mujeres que se atrevieron a romper con las normas establecidas en la sociedad en la que les tocó vivir y seguir su propio camino. Este mes acaba de salir a la venta su continuación.

Diez autoras

Kate Chopin, Willa Cather, Sarah Orne Jewett, Charlotte Perkins Gilman, Sui Sin Far, Zitkala-Ša, Susan Glaspell, Harriet E. Prescott Spofford, Catharine Maria Sedgwick y Mary Austin. Estos son los nombres de las autoras de los textos que se reúnen en el libro La nueva mujer: relatos de escritoras estadounidenses del siglo XIX, que ahora publica la editorial Dos bigotes. El volumen incluye un ensayo crítico de Gloria Fortún que pone en contexto a estas escritoras que ella misma escogió para el compendio.

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