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Estibadoras y mecánicas: siete pioneras en los trabajos más masculinizados de nuestro país

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"No hay mujeres estibadoras, mecánicas, entrenadoras de fútbol o chefs", les dicen a las mujeres estibadoras, mecánicas, entrenadoras de fútbol y chefs. Es un discurso que nos hemos tragado y por el que las valientes que se atreven a destacar en una profesión de hombres son llamadas despectivamente raras avis, pero nunca pioneras o referentes.

El género femenino está en clara desventaja en lo que a búsqueda de inspiración se refiere. Hay un evidente desnivel histórico, pero también influye que aquellas referentes actuales no se consideren como tal. O que no se lo permitan.

Por eso, el documental En la brecha cumple esa doble labor de reconocimiento y de enciclopedia para las profesionales del mañana en cualquier ámbito, pero sobre todo en los más masculinizados.

La productora Barret lo estrenará el jueves 22 de febrero en la página de RTVE, pero advierten de que no se trata de un documental al uso. Es interactivo, así que no basta con sentarse frente al televisor y darle a un botón. Hay que navegar. "De esta forma, las espectadoras se convierten en creadoras, con la opción de colgar su propio testimonio en la web", cuenta a eldiario.es Claudia Reig, directora de En la brecha.

El documental parte de la experiencia en primera persona de siete mujeres que ejercen profesiones tradicionalmente masculinizadas. Laura (técnica de sonido), Yara (CEO de eSports), Yadira (mecánica), Esther, (cirujana), Raquel (chef), Patricia (entrenadora de fútbol) y Natalia (estibadora).

Según cuenta Reig, todo comenzó con esta última. "El 8 de marzo de 2017 nos acercamos al puerto de Valencia, donde las más de 300 estibadoras se estaban organizando para dar visibilizad a su trabajo. Las seguimos de cerca y nos entendimos genial. Fue de las primeras veces que noté que me trataban como interlocutora", desvela la directora.

Entre ellas estaba Natalia, "que se reveló como líder del grupo durante ese mes". Una joven que no solo había conseguido ser estibadora sin apenas referentes, sino que se estaba formando para ser la primera mujer trincadora de España.

"Es un trabajo muy físico que siempre han hecho los hombres. Tienen que subirse encima de los contenedores y quitar las barras de hierro transversales para que se puedan descargar del barco. Ella quiso hacerlo desde el principio. Es una tía que está fuerte y que adora el deporte, pero no daban ni un duro por ella, e incluso hicieron una apuesta entre los hombres del puerto. Ha dejado con la boca abierta a más de uno", explica Reig.

De Natalia surgieron las otras seis, buscando en sectores tan feminizados como la cocina –"que solo se ha prestigiado cuando los hombres lo han ocupado", y en otros espacios más modernos, como los eSports, donde "se replican de forma sorprendente los estereotipos y las tradiciones misóginas".

Agendas de superheroínas

En la brecha descubre a cada una de estas pioneras a través de sus agendas, "un objeto muy gráfico para representar la vida laboral de la mujer y su cotidianidad", como explica su ideóloga.

Un boceto muy útil para entender que la rutina de Natalia, por ejemplo, no se basa solo en la estiba, sino en sus clases de trinca, su entrenamiento de paleo o las reuniones feministas para organizar el próximo 8M. Que la de Esther va desde las guardias, los cambios de guardia y las cirugías, hasta preparar los cumpleaños de sus tres hijos o salir a correr. O que a Yadira, además de los motores y la mecánica, le apasiona la pesca del salmón.

Con esto, Reig y su equipo pretenden derribar falsos mitos y abren el debate a otros asuntos peliagudos como la maternidad o el éxito profesional. "La más joven tiene 24 y la más mayor 45, así que representan ese punto de inflexión en la carrera, cuando se define hasta dónde puedes llegar y, por desgracia se imponen algunos límites", dice Claudia en referencia a la maternidad.

"De hecho, de los siete perfiles, solo hay una madre. Todas mencionaron que habían tenido que tomar la difícil decisión de avanzar en sus carreras o de tener hijos, porque no lo veían compatible. Un hombre, normalmente, no renuncia a una cosa por la otra", denuncia.

La maternidad se ha convertido en uno de los temas centrales del debate de la libertad de la mujer, de sus dificultades al conciliar en el trabajo y del respeto por la decisión de tener hijos o no tenerlos. Todos esos supuestos no caben en siete casos, por eso En la brecha tiene una segunda parte que se basará en los testimonios de las mismas espectadoras. Toda aquella que quiera participar, puede subir vídeos de un minuto sobre la maternidad y otros seis grandes debates de la mujer en el mundo laboral.

Las siete cruces de la trabajadora

La mencionada conciliación, los micromachismos, el salario, el liderazgo, el techo de cristal, el acoso y los referentes conforman los siete grandes bloques de la web. "Seguro que nos faltan muchos, pero queríamos ayudar a romper el aislamiento y el espejismo de excepcionalidad en el que muchas mujeres se encuentran. Porque la discriminación persiste en la práctica totalidad de los ámbitos profesionales", explica Reig.

Haciendo uso de estos testimonios recopilados hasta marzo, la productora realizará un largometraje que ponga el acento en la asiduidad de estas dinámicas laborales. ¿A qué se enfrentan cada día las mujeres en su puesto de trabajo? Aunque siempre ha sido relevante, En la brecha ha tenido la fortuna de estrenarse en el año de la mujer, a las puertas del 8 de marzo y cuando el feminismo y la igualdad alcanzan por fin las cabeceras del país.

"Cuando empezamos a diseñarlo, no existía el movimiento me too ni toda esta revolución de los últimos meses. Seguro que si lo sacamos hace un año, la gente no se hubiese interesado igual”, confiesa Claudia Reig. "Ahora hay un efecto contagio de hablar, de visibilizar y de ayudar a concienciar. Creo que es un proyecto necesario y que va a tener el feedback que necesita la sociedad para cambiar un poco", asegura.

Porque, como ella misma explica, en la brecha no solo simboliza la brecha de género, la salarial, la de diferencia de trato o la del acoso sexual. "Estar en la brecha significa estar al pie del cañón, continuar en primera fila y seguir luchando por transformar el sistema".


"Las actrices mayores de 40 han sido relegadas a ser madres o abuelas del protagonista masculino"

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Anabel camina hacia nosotros por el pasillo de una mansión de aire victoriano. Pisa con fuerza segura de sí misma, rica, poderosa. Sus pasos retumban con una claridad amenazante. De pronto, uno de sus tacones se rompe y se tuerce el tobillo. Dolida, camina renqueante hasta la puerta donde recibirá al personal de servicio que le preparará la cena esa noche, a ella y a sus treinta invitados. No la volveremos a ver cojear porque no puede permitirse hacerlo. El dolor no cabe en una cena de protocolo del más alto copete. Su fachada ocultará ese pequeño secreto que lo demás no tienen por qué conocer. Es uno de muchos.

Pero esa noche entre los camareros se encuentra Chiara, una joven que sabe más de lo que aparenta. Anabel la abandonó cuando tenía ocho años. No la ha vuelto a ver desde entonces. Han pasado más de tres décadas pero cuando se reencuentre con su madre solo le pedirá una cosa: que pasen diez días juntas. Nada más.

Así empieza La enfermedad del domingo, drama que trasunta el thriller hitchcockiano y el trauma seco propio del cine del mejor Haneke. Su director la acaba de presentar en la Berlinale, siendo una de las poquísimas representantes españolas presentes en uno de los festivales más importantes del mundo. La madre del film es Susi Sánchez. La hija es Bárbara Lennie. Dirige Ramón Salazar.

Vuelve al Festival de Berlín quince años después de presentar aquí su ópera prima, Piedras. ¿Cómo se siente?

Con mucho nervio. Hoy es el estreno. Vengo con la intención de que no me pase como me pasó con Piedras, que volví de Berlín y tuve la sensación de que no había estado. Lo que quiero ahora es estar muy presente y volver teniendo en cuenta lo importante que ha sido esto. Saber que he estado aquí.

¿Qué pasó? ¿Por qué cree que tiene esa sensación de no haber estado?

Porque fue todo demasiado apabullante. Yo acababa de salir de la escuela e hice un corto llamado Hongos. De repente tuve la oportunidad de rodar un largo y ¡pum! estábamos aquí en la Berlinale. Fue demasiado abrumador. Cuando volví y puse los pies en la tierra tuve la sensación de que nada había pasado. Y no quiero que me pase de nuevo.

¿Por qué La enfermedad del domingo está en la sección Panorama? ¿Hubiera preferido competir en la Sección Oficial?

Es que en esta ocasión es la primera vez que me aparto un poco de la película como director. Es decir, he dejado que la película vaya hablando y pidiendo sus propias necesidades. Todo ha sido así en el rodaje, la postproducción, en montaje… Así que la película está donde tiene que estar y me hace muy feliz que esté en Panorama. La película está tomando su rumbo ella sola y allá donde vaya me parece bien. No me molesta que esté en una sección u otra. Estar aquí ya es importantísimo.

La enfermedad del domingo es un largometraje que tiene su propio corto precuela, llamado El domingo. ¿Qué nace antes?

En realidad todo viene de un sentimiento un poco egoísta mío que era la necesidad de trabajar con dos actrices en un drama importante. Recluirme en un sitio que me diera intimidad, como han sido los bosques, montañas y lagos que aparecen en la película... y trabajar con ellas. El germen de todo es esa voluntad de querer trabajar con pocas personas, y disfrutar dirigiéndolas.

En su anterior trabajo, 10.000 noches en ninguna parte, ya trabajó con Susi Sánchez. Ahora su Anabel es un personaje fuerte y complejo, protagonista casi absoluta de la cinta. ¿Sería posible La enfermedad del domingo con otra actriz?

Qué va. Si te soy sincero, creo que La enfermedad del domingo antes que nada fue un reto, el de escribirle un protagonista a su altura. Desde que trabajé con ella nos entendimos tan bien que decidí que quería hacerle un papel así. Independientemente de saber siquiera de qué iba a ir la historia. De ahí parte un poco todo. De querer reducir lo coral que había hecho en el resto de mis películas a solo dos actrices, y la necesidad de darle un protagonista a Susi. Con la suerte de que la he tenido a mi lado en todo el proceso de escritura.

Escribir es un trabajo muy solitario pero en este caso ha sido distinto, porque la he tenido ayudándome casi dos años. Su personaje lo creamos ambos. Cada vez que escribía algo, cada vez que hacía una biografía de personajes, quedaba con ella y lo hablábamos. Me daba el feedback y yo volvía a escribir. Y le mandaba cada nuevo tratamiento del guión. Todo eso lo he hecho con ella, que ha aportado muchísimo en la construcción de este personaje que ha sido exclusivamente escrito para ella.

Dice que ha pasado de historias corales a un drama de dos personajes. ¿Qué le empuja a abrazar el 'menos es más'? Muchos realizadores optan por reducir sus guiones a pocos personajes por cuestiones de presupuesto...

No, no. No he hecho esto motivado por un ajustado presupuesto. Ha sido una necesidad creativa. Hasta el momento había hecho historias con un reparto absolutamente coral, casi con diez actores con matices importantes, desarrollos individuales y voces propias en la historia. Pero ahora me apetecía reducir todo, contar otro tipo de historia mucho menos cargada.

El presupuesto no ha tenido nada que ver. Ha sido una cosa de experimentar un camino nuevo y sobre todo encerrarme y disfrutar de lo que es dirigir a dos actrices que prácticamente están el 90% del metraje solas en pantalla. Ha sido todo la voluntad de trabajar cierta intimidad. Es una cosa meramente egoísta como realizador.

Si Anabel se escribió para Susi Sánchez, ¿cómo dio con Bárbara Lennie para que interpretase a Chiara?

Bárbara llegó cuando la financiación ya estaba armada. Hicimos un casting con varias actrices y, a priori, Bárbara no me cuadraba para el papel. No era la Chiara adecuada porque ella es mucho más joven que el personaje, que tenía más de cuarenta. Pero no me podía resistir a verla en directo, interpretando a Chiara. A ver qué hacía.

Y claro, le di la secuencia que considero más difícil, una en la que Chiara estalla y le arroja una taza de cerámica a su madre. Ella llegó, hizo la prueba, arrasó y cuando salió de allí yo tenía clarísimo que era la Chiara que buscaba. Se me había olvidado por completo y de un plumazo, el tema de la edad y todo lo demás.

Esa escena es brutal y recorre muchas emociones en poco segundos... ¿Cómo ha sido dirigirlas?

Bárbara es una actriz con una intuición desbordante. Viendo lo que hizo en esa escena y pensé: "Si esta mujer llega a este punto, cuando ni tan siquiera hemos hablado del personaje, ¿dónde puede llegar si nos sentamos a ensayar?".

Aún así tenía cierto miedo, porque temía que no cuajaran ella y Susi. Pero resultó que estaba equivocado. Cuando habíamos hecho tres lecturas del guion vi que lo mejor para la historia era que ellas, como actrices, tampoco se conocían y eran muy diferentes. Es un poco lo que pasa en la película: son dos desconocidas, dos mujeres con un bagaje emocional totalmente opuesto. Anulé todos los ensayos e iniciamos el rodaje con ese desconocimiento la una de la otra.

También es cierto que las dirigí de forma que una sabía cosas que la otra no, manejando secretos y haciendo que fuesen conectando emocionalmente, a medida que avanzaba el rodaje. Igual que los personajes en la historia. Hasta el final, que rodamos casi cronológicamente para que llegasen al nivel de compenetración que necesitaba la historia.

Muchas de las escenas llegan a un punto emocional muy fuerte pero de repente, corta con una imagen de transición que recuerda al sonido del pase de unas diapositivas. ¿Por qué rompe así el desarrollo?

Principalmente por dos razones: porque no queríamos recrearnos en el sentimentalismo. Y por tanto, los finales de cada uno de los diez días que transcurren en a trama, queríamos que pasasen con una transición rápida hacia el siguiente momento. Queríamos que La enfermedad del domingo fuese un drama seco. Pero también porque al final la película narra eso que se ve en una escena en la que ellas dos pasan la noche viendo diapositivas juntas. Fotos del pasado. La idea era que la película fuesen diez diapositivas más en la vida de dos mujeres muy distintas.

Entre 20 centímetros y 10.000 noches en ninguna parte pasó casi ocho años sin volver a estrenar. Y ahora en dos años ha rodado dos películas. ¿Qué ha cambiado?

Creo que es una cuestión de madurez. Todo lo que me pasó desde que estrené Piedras pasó muy rápido. El arranque de mi carrera fue muy precipitado. Yo era muy joven y creo que me faltaba madurez para enfrentarme a todo aquello.

Y luego vino este parón que mencionas en el que me dediqué a hacer otras cosas: di clases de interpretación, hice guiones para otros directores… y creo que en ese impasse me dio tiempo a recolocarme. A saber qué tipo de historias quería contar y cuál era el camino que de verdad quería seguir. Tuve la suerte de producir 10.000 noches y poder decirle a la industria: "Aquí estoy otra vez". Por suerte funcionó y el resultado ha sido La enfermedad del domingo, que ha tenido un proceso de financiación mucho más rápido, sabiendo muy bien en el punto en el que quiero estar como director para contar historias.

Guillermo del Toro decía que para estrenar una película, tenía que mover cuatro guiones proyectos a la vez para que, con suerte, uno de ellos llegase a ver la luz. ¿Ha hecho lo mismo usted?

Qué va, qué va. Yo no tengo ese poder, yo tengo capacidad para mover uno intentando que la suerte me acompañe y que ese proyecto sea el que consiga financiación. Ojalá tuviera ese don, pero a mí me lleva dos años escribir un guion. Eso es lo que ha pasado con La enfermedad del domingo. La verdad es que cuando terminé el guion pensé que no iba a encontrar financiación. Tuve la sensación de que era una historia demasiado dura, con dos protagonistas femeninas de más de cuarenta años… tenía todo para no ser producida en España. Por suerte, Francisco Ramos -productor- lo leyó y me dijo: "Vamos a hacer esta película". Aún así no ha sido fácil el proceso de financiación...

¿No ha sido fácil por tener a dos mujeres protagonistas de más de cuarenta años? ¿Por qué cree que no hay más historias de este tipo?

No hay más historias de mujeres de más de cuarenta porque nos movemos mayoritariamente entre historias masculinas dirigidas por hombres. Según la industria, la mujer deja de ser atractiva para el hombre heterosexual a partir de los cuarenta. Yo veo todo lo contrario, a partir de los cuarenta las actrices están en su mejor momento vital y artístico, y son capaces de desarrollar todo un despliegue de experiencias y emociones sobre lo más interesante de la vida. A la vista está.

Por desgracia, las actrices mayores de cuarenta años han sido relegadas a ser las madres o las abuelas del protagonista masculino. Y punto. Es así. Yo creo que esta es la edad perfecta, la edad en la que los personajes femeninos tienen más cosas que contar. Para mí, pasan a ser muchísimo más interesantes como personajes dramáticos.

¿Cree que esto puede cambiar con la ola de feminismo que se vive en la cultura? ¿Las cosas van a cambiar en la industria?

Yo espero que así sea. Creo que ahora están arrancando historias con grandes personajes femeninos, o bien dirigidas por grandes directoras. Ese tipo de historias parecen estar cogiendo peso. Pero creo que contarlas es solo el principio: limitarnos a esto sería ver solamente la punta del iceberg. Creo que hay que esperar un poco para ver si todo esto realmente termina siendo efectivo. Si conseguimos una industria más igualitaria o no.

Dentro de un año habrá que poner todo lo que está pasando en una balanza y ver si ha sido efectivo. Ver si ha aumentado el porcentaje de mujeres en todos los ámbitos del cine, desde la dirección a la fotografía, pasando por más guionistas y montadoras. Por supuesto, también habrá que ver si ha aumentado el porcentaje de mujeres de más de cuarenta años que pasan a ser protagonistas de historias. Hay que contar sus historias.

Creo que, por ahora, hay que poner todavía una señal de aviso sobre este tema, para que pase el tiempo y ver si realmente todo esto ha sido efectivo. Puede que haya sido una llamada de atención que luego no se traduce a través de la industria en resultados positivos. Yo espero que sí y quiero creer que las cosas van a cambiar. Pero solo el tiempo lo dirá.

Desnúdate o nadie verá tu película

El mensaje de Leticia Dolera a los medios: "No os quedéis en el morbo, sumaos a la lucha"

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Leticia Dolera se ha convertido hoy en TT mundial gracias a una columna de opinión publicada en eldiario.es. En el artículo, la actriz catalana narraba varias experiencias de acoso y abuso sexual por parte de hombres más mayores y más poderosos que ella en la industria cinematográfica.

La sinceridad de sus palabras ha hecho que muchos se queden en los detalles en vez de reconocer la raíz del problema. Ella ha escrito en el marco de las acusaciones al productor Harvey Weinstein, que ha despertado una ola de solidaridad entre las mujeres de todo el mundo y todos los sectores. Pero su denuncia, como ha recordado en un hilo de Twitter, excede las anécdotas personas hasta alcanzar a "un sistema llamado patriarcado y que ejerce diariamente violencia contra nosotras, las mujeres".

Dolera ha lanzado un llamamiento a los medios que se han hecho eco de su historia, pidiendo que no pongan "el foco en el morbo de lo que a mí me pasó, porque no es lo importante en el artículo". Continúa agradeciendo la visibilidad a un problema social, "pero no os quedéis con la primera parte, quedaos con la segunda y sumaos a la lucha diaria".

"A las mujeres siempre se nos mantiene a raya a través de nuestra sexualidad"

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Hace apenas unos meses, las que se atrevían a hablar sin reparos de feminismo y abusos sexuales en el cine español estaban en absoluta minoría. Una de ellas era Leticia Dolera (Barcelona, 1981), ahora un referente del me too y una de las voces más potentes del panorama cinematográfico.

Pero la actriz y directora ya hablaba del machismo de nuestra industria y animaba a luchar contra él cuando muchos no querían escuchar. También nos recordaba que en España existen directores sobones y productores paternalistas cuando nos hacían creer que solo eran parte de la fauna autóctona de Hollywood.

Ahora, para dejar las cosas aún más claras, presenta Morder la manzana (Editorial Planeta). "Me decidí a escribir el libro porque leía continuamente en los titulares aquello de ni machismo ni feminismo: igualdad". Aunque algo ha cambiado, "sigue haciendo falta mucha pedagogía también entre mujeres". Por eso, Dolera hace un llamamiento a todas las Evas que fueron acusadas de destruir el paraíso con sus pecados para que se "apoderen de su vida y de su cuerpo".

Cuentas casos muy concretos de tu industria, como cuando os instan a salir en las revistas masculinas o al lidiar con el machismo de los productores. ¿Hacen falta más testimonios?

Me sentiría rara si digo que hay que hacer lo que yo hago o he hecho. Lo que hace falta es que se oigan las voces de las mujeres de cualquier ámbito, no solo del cine. Entiendo que nosotras tenemos más interés mediático, pero escuchemos también a las trabajadoras del hogar, las kellys o las cuidadoras. Necesitamos que esas mujeres tengan un altavoz mayor. 

Fuiste de las primeras en dar voz al problema del acoso en el cine español. ¿Por qué piensas que poner el foco sobre el agresor es secundario?

Es un tema muy complejo y depende mucho de cada caso. Generalizar y poner el foco en nosotras y en por qué no decimos el nombre, nos lo hace más difícil todavía.

Contar un caso de acoso, seas o no actriz, es de por sí complicado. Todavía existe el mito de la mujer mentirosa, el de "lo has exagerado", "algo habrás hecho" o "lo habré malinterpretado". 

Si transmitimos que las que dan un paso al frente lo están haciendo mal por no dar el nombre, se genera el efecto contrario. Muchas dirán, "para que me tachen de mentirosa, mejor no digo nada y me quito de problemas". 

Además en casos como el de Weisntein y Bill Cosby, había una gran cabecera y un largo proceso de investigación para dar apoyo a las víctimas. Si los medios españoles tirásemos del hilo, ¿saldría algo gordo?

Lo que he vivido, yo lo he contado. Y todo lo que me ha podido llegar son cosas que no he vivido, por lo tanto no me corresponde a mí decirlas. Desde luego, dudo que exista alguien en nuestro cine capaz de entramar un sistema como el de Weinstein con la complicidad de tantas personas. Vamos, estoy segura de que no.

Pero el acoso es un problema transversal, de todas las industrias y todas las clases sociales. Claro que en el cine hay casos, y en el teatro, y en el periodismo, y en el Parlamento Europeo. 

Ahora recibes mucha atención mediática, pero llevas defendiendo la igualdad en el cine desde la promoción de Requisitos para ser una persona normal o con tu aparición en el vídeo de Micromachismos. ¿Favorece esto el falso mito de que el feminismo está de moda?

Decir que está de moda es una manera de desprestigiar el movimiento. Aunque, si lo pensamos bien, ¿qué es estar de moda? ¿Que es un tema del que se habla, que está en la agenda social, cultural, mediática y política? Entonces, bien que el feminismo esté de moda, sin que eso conlleve vaciarlo de contenido ni de objetivos.

Soy de la opinión de que el feminismo debe formar parte del mainstream y de la cultura pop para quitarle poco a poco esa carga negativa. Para que las chicas y los chicos jóvenes no tengan miedo a declararse feministas en alto. Cuanta más gente esté comprometida con la igualdad, más gente saldrá a la calle el 8M, y más presión podremos ejercer sobre los políticos y las instituciones para que tomen medidas.

Hablando de instituciones, la Academia de Cine se comprometió a paliar la desigualdad del sector en los Goya. Aunque muchos digan que no fue una gala muy feminista, ¿lo viviste diferente desde dentro?

Bastante. Para empezar, conseguimos llevar una reivindicación por la que CIMA (la Asociación de Mujeres en el Cine) lleva diez años trabajando. Para solucionar un problema, primero hay que visibilizarlo y concienciar a la industria que forma parte de él.

El discurso de Nora Navas visibilizó la responsabilidad que tiene la cultura, en este caso el cine, a la hora de construir imaginarios que no sean patriarcales. Es decir, que perpetúen unos estereotipos de género que a la larga, como sabemos, generan violencia y muerte.

Esa responsabilidad del cine es en ocasiones rebatida con el argumento de que el arte en sí mismo no ha de ser pedagógico. ¿Qué responderías ante esto?

Cuesta mucho hacer ver esa conexión. Por supuesto que las obras deben ser libres e independientes, pero si la mayoría presenta brecha de género entre sus personajes, están perpetuando ese imaginario. Hasta que no mostremos otro tipo de relaciones entre los sexos, sanas y distintas, en cierta manera no existirán.

Hace un par de años, se tenía un ojo encima de la paridad de los guiones o de que cumpliesen el test de Bechdel. ¿Crees que esto ha quedado en un segundo plano después del me too

Es importante visibilizarlo para que no parezca que fue una mecha que estalló en EEUU, nació y murió poco después. Es algo sistémico y que se ha ocultado durante décadas. Por eso, el periodismo de investigación tendría que recopilar distintos testimonios (no solo en el cine) y demostrar el desamparo al que se enfrentan las mujeres que piensan en denunciar a un jefe.

Por otro lado, me parece interesante aprovechar esta ola para hacer una crítica cinematográfica con visión de género. Pero eso no me toca a mí, le toca a la prensa especializada.

Este año, el vídeo de Micromachismos es un ejercicio de autocrítica de algunos hombres sobre su responsabilidad en el machismo. ¿Crees que hay demasiada literatura dirigida a mujeres y poca que les interpele directamente a ellos?

Es muy importante visibilizar a hombres comprometidos con el feminismo, que usan su altavoz para declararse feministas, que reflexionan sobre sus privilegios y sobre la injusticia social por cuestión de género. Leí una vez que los hombres que quieran ser feministas, no tienen que serlo en un entorno feminista, sino en un entorno de hombres, que es adonde nosotras no llegamos. 

Precisamente porque vivimos en un patriarcado, un hombre se puede sentir más interpelado por la opinión de otro hombre. Nosotras somos "lo otro" y el hombre todavía es la representación de la autoridad moral. No me gusta, pero creo que está bien "aprovecharse" de eso. 

Libros para hombres está el de Barbijaputa, Machismo: ocho pasos para quitártelo de encima. Yo escribí el libro con la intención de despertar la conciencia de las mujeres. Hay cierto tipo de desigualdad o micromachismos que no los percibimos como tales, porque no son una agresión o una violación. Si la mitad de la población despierta, seguro que algo podemos hacer.

De hecho, está muy presente el debate sobre la huelga del 8M. La Liga de las Mujeres del Teatro dijeron que quizá muchas no se puedan permitir faltar ese día a trabajar. ¿Está demasiado presente el miedo a las represalias?

El hecho de que nos estemos haciendo esta reflexión nosotras y las mujeres del teatro, visibiliza aún más la necesidad de hacer la huelga. No puede ser que aún tengamos miedo de hacerla cuando es uno de los derechos fundamentales de la trabajadora. Es una afirmación que en sí misma es tan reveladora. Es fortísima. Yo entiendo que hay muchas mujeres que no podrán ir a la huelga, y no juzgaría nunca a las que se viesen en esa situación. 

Hay casos complicados. Por ejemplo, las trabajadoras del hogar o las cuidadoras. Lo ideal sería que las personas privilegiadas que podemos tener a alguien para que nos limpie la casa, les pagásemos ese día. Si te puedes permitir ese servicio, también te puedes permitir dejarla sin limpiar ese día o limpiarla tú.

Ese es el problema de la huelga, que pone la presión sobre las trabajadoras. Por eso creo solo funciona si, como en Finlandia, asiste el 90% de las mujeres. Tengo amigas que trabajan en series y que pararían, pero no quieren ser las únicas que lo hagan y que se les señale como las que hicieron perder a la serie miles de euros.

En tu caso, ¿la harás?

Sí, de hecho yo no voy a inaugurar la muestra Sci-Fy de Madrid, que llevo muchos años presentando, porque es el día 8. Se lo dije a los responsables del canal, que son todos hombres, y lo entendieron a la primera. Por eso también necesitamos su complicidad en el feminismo.

Me da mucha pena cuando, por parte del machismo, se vende el movimiento como un enfrentamiento de sexos, de las mujeres contra los hombres. No es para nada así.  Somos hombres y mujeres luchando por una sociedad más justa

Hay un capítulo especialmente duro en el libro en el que hablas de cuando sufriste bullying. ¿Necesitamos quitarle la etiqueta de tabú, como hizo la serie Por trece razones

Es muy necesario hacer reflexionar a nuestra sociedad sobre el bullying. En lugar de fomentar el diálogo, la empatía y la tolerancia, estamos fomentando la agresividad, la chulería, la ironía y la imagen de que "eres mejor" si humillas a la otra persona de la manera más ingeniosa.

No es solo en el cole, es en la tele, los medios, e incluso en la incapacidad de nuestra clase política para hablar y entenderse. Parece que no, pero esto actúa como un espejo de falta de tolerancia y de buen comportamiento para el resto de la sociedad. No solo transmiten que es imposible entenderse, sino que además hay que lanzarse zascas continuamente.

Además, haces una afirmación que ha resultado controvertida para algunos hombres: la mujer como doble víctima de bullying. ¿Por qué el abuso sexual no se considera parte del acoso escolar? 

Las mujeres tenemos siempre una doble historia: como ciudadana, puedes tener miedo a que te roben, a perder el trabajo o a que te atropelle un coche. Pero, además, tenemos que pagar el hecho de tener un cuerpo de mujer. Ocurre desde el colegio y es algo contra lo que no podemos luchar y que no podemos ocultar.

En el primer capítulo, hablo de las noches en las que me cambio de ropa antes de salir con mis amigas porque pienso que me van a decir algo por la calle, o que me voy a tener que volver sola y no me apetece un mal trago.

Ya sabemos que puedes ser víctima de una agresión sexual aunque vayas tapada hasta arriba, pero dentro de nosotras tenemos esa cosa de posible efecto llamada, de culpa y de que cuanto más cuerpo se nos vea, más se nos va a acosar. A las mujeres siempre se nos mantiene a raya a través de nuestra sexualidad y ha sido así desde que el mundo es mundo.

Te han recriminado estos días una declaración sobre las modelos de F1. La pregunta culpaba al feminismo de que estas mujeres se queden sin trabajo. ¿Cómo llevas esa nueva presión sobre tus opiniones feministas? 

Pienso en la importancia que tienen los periodistas para la construcción de un relato y en cómo se visibilizan los temas. Yo vivo cada entrevista como una oportunidad.  Pero he entendido con el tiempo que incluso personas que piensan como tú y tienen los ojos bien abiertos, se "empoderan" al leerte en un medio de comunicación. A mí me pasa cuando Natalie Portman dice según qué cosas. Vamos, que me empodera Natalie Portman [risas].

Respecto al mundo del motor, preponderamente masculino, tienen a chicas en paraguas y medio en bikini. Pero Dani Pedrosa, por ejemplo, lleva un montón de tiempo diciendo que él no quiere una chica en paraguas a su lado, que quiere a sus compañeras o técnicas. Creo que es el único que se ha negado. Quiere a una colega de trabajo, no a un florero.

Gerda Taro, Robert Capa y los peligros de firmar con un seudónimo masculino

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Todo empieza y acaba en Robert Capa. Incluso la canción de Alt-J titulada Taro trata mayoritariamente sobre él, aunque Gerda fuese tan Capa como Endre Friedmann.

La figura de la fototógrafa ha salido estos días a la luz gracias a una instantánea que, sin embargo, no tomó ella. Podría tratarse de la única imagen que documenta los últimos minutos de vida de Gerda Taro. En ella, la joven yace con la nariz sangrante justo después de ser atropellada por un tanque el 26 de julio de 1937, en la batalla de Brunete. O, al menos, eso dictaminaron las redes.

Cuando John Kiszely subió una fotografía a Twitter para honrar la memoria de su padre, médico de las brigadas en la Guerra Civil española, no imaginaba que estaba a punto de compartir con el mundo un momento histórico. Para corroborar la versión del británico, muchos tuiteros le pidieron que publicase también el reverso de la foto, donde se puede leer "Mrs Frank Capa, Brunete". 

"El mensaje en el reverso fue escrito por alguien desconocido, probablemente el fotógrafo, y muy probablemente en una fecha posterior. Se refiere erróneamente a "la señora Frank Capa", una confusión evidente entre Robert Capa y el director de cine Frank Capra. De hecho, para ser claros, Gerda Taro no era la mujer de Robert Capa. Nunca estuvieron casados", contesta a este diario Jane Rogoyska, autora del libro Gerda Taro: inventing Robert Capa.

Si bien el nombre es incorrecto, el apellido demuestra que ella también usaba ese seudónimo durante su trabajo en el frente. Porque Robert Capa va mucho más allá del hombre que inmortalizó, o diseñó al milímetro, la Muerte de un miliciano. Robert Capa fue bautizado y existió gracias a su ánima femenina; y esa fue Gerda Taro.

Inventando al intersexual Robert Capa

Durante la Guerra Civil, las crónicas de la época mencionaban en ocasiones a una fotoperiodista apodada "el pequeño zorro rojo". Su edad (murió con poco más de 26 años), el color de pelo, su sonada belleza y su astucia para colarse entre los hombres y conseguir la mejor foto dieron forma a este mote.

Gerda Taro llegó a España porque su temperamento, tan conocido y admirado entre las filas republicanas, no pasó desapercibido en la Alemania nazi, donde se convirtió en presa del nacionalsocialismo. 

Taro nació como Gerta Pohorylle en Stuttgart el 1 de agosto de 1910, en el seno de una familia judía de origen polaco. Durante la República del Weimar, sus padres le imbuyeron de una ideología libertaria y una tendencia al activismo que le forzaron a emigrar a París en 1933 para mantenerse alejada de la lupa del káiser.

Allí, la joven Gerta repartió el tiempo entre los cafés de Montparnasse y su trabajo de secretaria en la agencia Alliance Photo. Los primeros le brindaron una buena agenda de contactos, pero fue en esas oficinas donde descubrió su verdadera vocación.

En una de estas reuniones, Taro conoció al hombre que le acompañaría hasta el final de su vida: el húngaro de ascendencia judía Endre Friedmann. El fotógrafo tenía madera de leyenda, pero le faltaban unos remiendos a nivel de imagen y estrategia que ella le confeccionó con soltura.

Su conocimiento de la industria era lo suficientemente amplio como para saber que dos veinteañeros judíos debían reinventarse a sí mismos si querían sobrevivir en una Europa antisemita.

Ella escogió Gerda Taro por su ortografía básica, fácil de pronunciar y su sonoridad parecida a la de Greta Garbo. Para él se inventó la identidad de Robert Capa, un rico fotógrafo estadounidense, muy exitoso y recién llegado a Europa. "Era importante que Capa, al ser un pez gordo, aceptase nada menos que el triple del precio actual de su trabajo", cuenta Jane Rogoyska.

Así se forjó un mito al que Taro no solo contribuyó con la idea del nombre y de los trajes caros, sino con su propio dominio detrás de la cámara, aunque tardase muchos años más en ser reconocido.

El pequeño zorro rojo

En aquel momento, España era el lugar ideal donde forjarse una buena reputación en prensa e incluso grandes fortunas, lo que decidió a la pareja a desplazarse hasta Madrid. En su caso, y a diferencia de otros más materialistas como Hemingway y Martha Gellhorn, les movió también la injusticia social, el antifascismo y sus ideales revolucionarios. Por eso la trinchera republicana de la Guerra Civil resultó ser el mejor de los destinos.

Durante años se extendió el rumor de que Gerda Taro se quedaba en las grandes ciudades, mientras que Endre (o Robert) trabajaba como un animal en el campo de batalla. Algo que, como dice Rogoyska, está muy lejos de la realidad. "En ningún caso fotografió más a niños o a otras mujeres. Ella estuvo tan presente en los escenarios de combate y en las operaciones militares como él", reivindica la escritora.

"Taro participó en gran medida en la Guerra Civil española. Era una apasionada y estaba muy preocupada por el sufrimiento del pueblo español. Era una especie de celebrity en Madrid, muy querida por los combatientes republicanos, quienes la apodaron Little Red Fox", cuenta Rogoyska. 

Gerda Taro solo usó el seudónimo compartido al comienzo de su estancia en España, ya que su compañero era el más conocido de los dos y les interesaba para vender las fotografías. Sin embargo, pronto comenzó a firmar sus propias instantáneas como Taro.

Aún así, y como descubrió la maleta mexicana en 2008, ella tuvo tiempo suficiente para disparar cientos de negativos como Robert Capa. Ese tesoro en forma de valija incluía más de 4.000 fotografías que ayudaron, décadas más tarde, a desligar la figura de Taro de la sombra alargada de su contraparte masculina. 

"Es difícil afirmarlo, pero es bastante probable que todavía hoy haya imágenes de Gerda Taro mal atribuidas a Robert Capa (el hombre)", se aventura Rogoyska. No en vano, Capa cubrió cinco guerras más tras la desaparición de su otra mitad y cofundó la influyente agencia Magnum antes de morir en 1954.

Invisibilizada por joven, mujer y comunista

Existen muchas razones por las que Gerda Taro no es tan conocida como se merece, a pesar de la maleta mexicana. "Una de las principales es que su carrera fue muy corta. Solo tomó fotografías de forma profesional al comienzo de la Guerra Civil, en agosto de 1936, y murió justo un año más tarde", dice Jane Rogoyska.

Después de su fallecimiento, una combinación de diferentes factores conspiró para hacerla invisible: el hecho de que la Guerra Civil fuese inmediatamente seguida de la Segunda Guerra Mundial; que Franco destruyese el trabajo muchos fotógrafos del bando republicano; y que su asociación con el comunismo, al menos en Occidente, no resultase interesante.

Rogoyska no cree que esta invisibilización, por tanto, se deba solo al hecho mismo de ser mujer. También destaca que, aunque la amó incondicionalmente hasta el final de sus días, Robert Capa no facilitó la labor de atribución.

Gerda Taro no fue ninguna amateur. Captó grandes instantes "lo suficientemente cerca", e incluso murió preocupada únicamente por el estado de sus cámaras. Para su biógrafa, "no solo era una fotógrafa talentosa, sino la primera fotoperiodista de guerra que murió en plena acción. Su historia es extraordinariamente dramática pero también sigue siendo relevante hoy en día", concluye.

Taro demostró la "solvencia" a corto plazo de firmar con un seudónimo masculino, pero también el riesgo de que tu legado vital sea engullido por el de un hombre con más medios, más publicidad y, sobre todo, con mucho más tiempo. 

12 superinventoras españolas que no aparecen en los libros de texto

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Los creadores de la Historia, escrita con mayúscula y por hombres, no siempre son justos con todos sus protagonistas. Es el caso de la leonesa Ángela Ruiz Robles, que recientemente ha reconocido el Ayuntamiento de Madrid dándole su nombre a una calle. Un nombre que quizá no sea tan popular como el de Bill Gates o Steve Jobs, pero no por ello menos importante: fue la verdadera precursora del e-book en 1949.  

Para vislumbrar su figura y la de otras 89 mujeres nace el libro Supermujeres, superinventoras, lanzado por Lunwerg Editores. Con este trabajo, la ilustradora y escritora Sandra Uve pretende rendir homenaje a una serie de inventoras que transformaron la humanidad pero que, aun así, pasaron desapercibidas

A pesar del esfuerzo que supone recuperar referentes silenciadas e infravaloradas, de las que poco o nada queda en las bibliotecas, su autora consiguió un catálogo de unas 3.000 mujeres. De todas ellas, seleccionó 90 para un libro en el que le interesaban "las más importantes, como Marie Curie o Rosalind Franklin", pero también aquellas que destacan por "la forma en la que han luchado para obtener su invento".

Uve pone como ejemplo la primera persona que abre la obra, Abigail M. Fleck, una niña de ocho años que creó un sistema para calentar tiras de bacon sin ensuciar nada, algo que era motivo de disputa diaria en su familia. "Su invento no dependía de un nexo económico, ni productivo, ni de cambiar el mundo, sino de que sus papás se llevaran bien en casa", explica la escritora.

Valiéndose de dotes detectivescas y de sus acuarelas, Sandra Uve ha conseguido confeccionar un glosario con el que aspira a "cubrir muchos espacios en blanco en las escuelas" para alcanzar una educación más equitativa. Científicas, profesoras, creativas… Muchas tuvieron que lidiar con unos impedimentos legales y sociales que, incluso hoy, les impiden ser protagonistas. Precisamente por ello, conseguir información de cada una de ellas no ha sido sencillo.

Según Uve, gran parte del trabajo ha sido posible gracias a Internet, porque se ha convertido "en una gran biblioteca con muchos archivos históricos digitalizados". Pero con esto no era suficiente. También ha tenido que buscar fechas en censos, fotografías, pinturas, periódicos o incluso preguntar a los propios familiares de la inventora. "Llevo desde el 2015 consultando, contrastando, eliminando…", afirma la ilustradora.

Otras veces, el problema estaba relacionado con las patentes de mujeres registradas con seudónimos masculinos porque así lo impedían sus derechos civiles. Solo quedaban dos opciones: ocultarse bajo el apodo de un hombre o luchar contra una sociedad desigualitaria. Una lucha que, para Uve, continúa a día de hoy: "Las mujeres en la actualidad tenemos que seguir teniendo poderes para poder luchar, porque todavía quedan muchísimas cosas por las que hacerlo".

Aunque más que poderes, este es un libro habla de superpoderes. ¿Cuándo han podido hacer los inventos?, se pregunta Uve. Todavía no ha sabido encontrar una respuesta, ya que "muchas de ellas no tenían tiempo". Gran parte pertenecen a una época en la que, como matiza la ilustradora "las familias eran muy numerosas y se ocupaban de un hogar entero". A pesar de todo, sacaban huecos para "desarrollar y llevar adelante una idea capaz de cambiar el mundo".

Para reflejar cómo desconocemos brillantes creadoras, por muy nacionales que sean, hemos seleccionado los perfiles de todas las españolas presentes en Supermujeres, superinventoras. 12 figuras de las muchas que hay que recordar.

1. Ángela Ruiz Robles 

Como recalca Uve, "es la mamá del e-book". Fue la encargada de diseñar un prototipo de enciclopedia mecánica que pretendía renovar los métodos pedagógicos de la época. Mujer, trabajadora, viuda y madre de tres hijas en la Galicia de los años 50, Ángela Ruiz, según la ilustradora, era además profesora diurna y nocturna "para que las chicas que no podían estudiar tuvieran acceso a la información".







2. Candelaria Pérez 

En 1889 obtuvo una patente revolucionaria y avanzada a su tiempo: un mueble multiusos que se adecuaba a espacios pequeños. "Lo tenía todo: cama, lavabo, bidé, cocina, escritorio… Estaba todo ahí. Además, lo plegabas y te lo llevabas a otro piso", menciona Uve, quien además cree que si ahora recuperaran la patente de Candelaria "sería muy útil para todos".








3. Celia Sánchez – Ramos 

Sánchez – Ramos consiguió que la realidad superase la ciencia ficción. Aquello que hoy aparece en películas como Misión Imposible fue previamente ideado por esta zaragozana nacida en 1959. Como detalla Uve, inventó un sistema para "autentificar la identidad a través del reconocimiento por córnea", un método de seguridad biométrica que ya han adquirido oficinas, bancos, hoteles y toda clase de interesados.







4. Concepción Aleixandre Ballester 

La valenciana Concepción Aleixandre nació en 1862, un contexto histórico incompatible con algunas de sus ideas. Como doctora en ginecología, ideó un dispositivo con dos pesarios mecánicos en forma de anillo que eran flexibles y se podían amoldar para adaptarse a la vagina. Su función era similar a la que hoy cumplen las bolas chinas: fortalecer el suelo pélvico. "Caminabas con ellos y ejercitabas la musculatura vaginal. Imagínate en su época… Seguro que recibió de todo menos elogios", considera la autora de Supermujeres, superinventoras







5. Cristina Casadevall de la Cámara 

Casadevall presentó en 2002 lo que Uve considera el invento "más ecológico y sostenible" en lo que llevamos de siglo. Se trata de un material reciclado con cáscaras de frutos secos mezclada con otros elementos, todos ellos naturales. La masa compacta resultante, además de ser muy versátil, también puede ser un sustituto de la madera.








6. Elia Garci – Lara Catalá 

En 1890 diseñó un aparato para ahorrar tiempo en las tareas domésticas. Este era un dispositivo multifunción que lavaba la ropa, la aclaraba, la secaba, la planchaba y, por último, la doblaba. "Era la máquina perfecta que todos necesitamos, pero desgraciadamente nunca se comercializó", apunta la escritora.









7. Fermina Orduña 

Fermina fue una inventora del siglo XIX considerada la primera mujer en registrar una patente a su nombre. Concretamente, vaticinó el auge del eco food ahora presente en muchas ciudades vendiendo a domicilio leche recién ordeñada de distintos tipos (vaca, burra o cabra). El sistema funcionaba de forma automática: el animal subía a la máquina, era ordeñado, y la leche se servía en un tarro donde quedaba caliente.









8. Flora de Pablo Dávila 

Flora es un doctora en medicina especializada en biología molecular todavía en activo que ha dedicado su investigación al estudio de la insulina y a su precursora, la proinsulina. "Ha desarrollado varias patentes para el cáncer, para el Alzheimer, tiene una composición farmaceútica que es neuroprotectora… Es como una superdoctora que salva vidas", explica la diseñadora.








9. Margarita Salas 

Uve indica que Margarita Salas ha dado al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) una de las patentes más importantes de la historia: "Resumiéndolo, permite amplificar el ADN a partir de cantidades muy pequeñas". A la escritora le parece destacable que haya sido una mujer quien haya registrado "la patente más rentable en España" donde todavía "estamos luchando por la igualdad de sueldos":

A sus 79 años, continúa investigando en el campo de la bioquímica y la la biología molecular.





10. María del Carmen Ortiz de Arce 

Aunque conocida como sor Perboire, fue maestra y fundadora de una escuela para niños invidentes. Basándose en su experiencia, antes de fallecer en 1932, inventó un sistema llamado Sor de lectroescritura. Según Uve, "era una regleta con un punzón que permitía que los invidentes escribieran en braille", facilitando así el trazo de caracteres con relieve y detectables al tacto.








11. Pilar Mateo 

En Supermujeres, superinventoras mencionan que si Pilar Mateo fuera un personaje animado sería Campanilla. Esta científica nacida en 1959 ha creado una pintura que incorpora inhibidores para controlar la presencia de artrópodos que contagian la enfermedad de Chagas. "Ahora le ha declarado la guerra a la Malaria. Aunque ella dice que le ha declarado la guerra a todos los bichos de más de dos patas, y a algunos de dos también [risas]", bromea Sandra Uve.







12. Teresa Gonzalo 

Teresa Gonzalo creó en 2012 un gel vaginal que inhibe en un 80% el contagio del VIH para que algunas mujeres puedan protegerse sin permiso de su pareja, algo prohibido en según qué lugares. De esta manera, como indica Uve, "la mujer se lo puede poner sin consentimiento de nadie más que ella misma, que es como siempre debería ser".

El más salvaje de los Monty Phyton hace memoria

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Es el miembro más visceral de los Monty Phyton y suya es la identidad gráfica del grupo británico, uno de los más influyentes de la historia de la comedia. Esas credenciales le aseguran la posteridad, pero Terry Gilliam es además un director de cine fantástico de voz vehemente e inconfundible recogida en títulos como Los héroes del tiempo (1981), Las aventuras del barón Munchausen (1988), El rey pescador (1991), Doce monos (1995) o la ya clásica Brazil (1985), aquella distopía sobre el totalitarismo que recordamos dolorosamente todas las mañanas de camino a la oficina.

“Sé que en mi cabeza flota toda clase de mierdas raras, pero no quiero analizarlas, quiero ponerlas a trabajar”. Terry Gilliam tiene un vasto recorrido que garantiza un libro de memorias colorista e inspirador. Su experiencia, aunque vinculada al cine y la televisión, se funda sobre su vocación original de dibujante tocado por la contracultura y se ve enriquecida por una personalidad ruidosa y rebosante de sentido común que a sus 75 años le hace estar en el mundo como hay que estar, suspicaz con esta época, que él califica de demencial, en que gobierna la dichosa premisa de la “correccion política”.

Desde la autoridad de una obra satírica y humanista donde realidad y ficción tiran y aflojan cada una de un cabo de la existencia, ambas con la misma potestad, Gilliam presenta este libro de recuerdos cuyo título original, “Gilliamesque”, ha sido sustituido en su edición española por un estrafalario Gilliamismos donde el sufijo cobra perfumes de movimiento, tendencia o patente.

Cámara en ristre

Gilliamismos, recién publicado por Malpaso Ediciones, es un somero recorrido por el lado creativo de la vida donde el autor detalla su incorporación profesional a esa parte, se muestra estupefacto, agradecido o airado por el transcurso de las cosas y detalla los accidentes de un terreno de naturaleza agreste donde arte e industria se mantienen en liza.

Aunque contiene pequeñas pullas, algunas inmensas (si no hubiera sido miembro de esa Iglesia de la Ciencia Cristiana que le prohibía ir al hospital, Jim Henson “todavía estaría entre nosotros”), Gilliam no rinde cuentas ni se detiene en pormenores, algo que su velocidad vital no le permite. Tampoco presta la mínima atención a proyectos nonatos de los que al aficionado le gustaría oír hablar (no hay mención, por ejemplo, a su temprana idea de adaptar al cine Watchmen, que desechó cuando Alan Moore le hizo entender que no era necesaria y que además era imposible). Sólo parará atención en aquellos trabajos frustrados que han cuajado en documentos de fuerza o ensayos sobre la creación como Perdidos en La Mancha, el testimonio acerca de su eterna quimera de llevar a la pantalla El Quijote.

A cambio, desgrana el litigio que mantuvo para respetar la integridad de Brazil como oportuna alegoría en aquel momento fatal que marca el fin de la era industrial e inaugura el fundamentalismo del libre mercado que promueven Thatcher y Reagan, recuerda tragedias como la muerte repentina de Heath Ledger a mitad del rodaje de El imaginario del doctor Parnassus (2009) o apunta, a colación de su desatendida Tideland (2005), que siempre creyó que su niño interior era una niña.

En términos empresariales asegura que “solo hay otro lugar como Hollywood en Estados Unidos: Washington”, y en esa declaración mata dos pájaros de un tiro y recuerda que su primera incursión en solitario tras la cámara, La bestia del reino (1977), se quiso hacer una película antiamericana “no de una forma política, sino simplemente contraria a la lente deformadora de Hollywood bajo la que yo había crecido”.

Gilliam sacará los colores a la izquierda que hoy se disculpa por todo e incluso por nada cuando se remonte al auténtico despegue cinematográfico de los Python, La vida de Brian (Terry Jones, 1979), película producida por el mayor fan del grupo, el beatle George Harrison, que logró la condena de católicos, protestantes y judíos: “Hay que esforzarse mucho para que todos esos tíos se pongan de acuerdo. Nosotros lo conseguimos ofendiéndolos por igual. (...) Aquello fue de puta madre. El islam no existía en tiempos de Jesús: en caso contrario también habría participado. (…) Era maravilloso ser acusado de blasfemia porque eso significaba que habíamos conseguido irritar a la gente adecuada”.

Fuck the USA

Cabe recordar que Gilliam nació en Missouri, aunque abandonó el país a mitad de los años 60 (“muy liberado de no tener que sentirme culpable de la destrucción que Estados Unidos provocaba en el planeta”) y en 2006 renunció a la nacionalidad estadounidense. En la universidad de aquel país ingresó como “un muchacho tremendamente motivado y lleno de ambiciones” y salió cuatro años después como “un inútil completamente perdido”. Antes, las influencias culturales más importantes de su infancia habían sido la radio, que considera su primer estimulante a la hora de generar imágenes, el trabajo de cómicos como Ernie Kovacs en su embocadura hacia la comedia surrealista y los cuentos de los hermanos Grimm, Walt Disney o la Biblia, que aun siendo laico considera un libro fundamental: las generaciones que han crecido sin estudiarla han salido perdiendo, asegura.

Por encima de todos esos referentes se sitúa la revista Mad, desde su ideólogo Harvey Kurtzman a los dibujos de Jack Davis pasando por los chistes de Will Elder o las mujeres que salían de la plumilla de Wally Wood, una tropa de la que pasará a formar parte cuando Kurtzman le contrate como colaborador de Help!, donde confeccionó multitud de fotonovelas que alentaron su interés por el cine y en cuyas páginas se convocaron artistas como Woody Allen, un emergente John Cleese o el mismísimo Robert Crumb, con quien nuestro hombre caminaría la urbe para tomar apuntes de la alienación reinante.

Pero ni siquiera la explosión contracultural lograría acallar la llamada de la vieja Europa, que a sus ojos tenía mucho más que ofrecerle que aquel continente de emprendedores que ya se había recorrido resistiéndose al LSD, poniendo voces en el Freak Out! y el Absolutely Free de Frank Zappa o viendo faenar en México al Cordobés, con quien todo el mundo le encontraba un enorme parecido.

Así que, siendo veinteañero y para eludir la posibilidad de Vietnam, viajó a salto de mata (“entonces nadie tenía el miedo que la gente tiene ahora”) empapándose de sentido estético en Estambul, reponiéndose en Alicante de un accidente de moto (en España descubrió que te daban dinero por donar sangre) y sacrificando el vehículo en las colinas de Barcelona para seguidamente huir de la Guardia Civil hacia París. Allí René Goscinny, padre de Astérix y por entonces editor, le cedió un par de páginas para dibujar chistes en la legendaria revista Pilote.

Y ahora algo completamente diferente

Embriagado por el floreciente swinging London y con el cine del gran Richard Lester como gasolina, Gilliam sentó campamento en aquella ciudad que en términos de urbanismo le parecía de escala mucho más humana que la abrumadora Nueva York. Londres “no llegaba a ser una caricatura de sí misma, pero sí participaba de una jerarquía social de una simplicidad medieval y continuaba siendo lo bastante estirada como para seguir siendo interesante. (...) Aún quedaban muchos muros que derribar y mucha gente de la que burlarse”.

Allí se movió primero por la prensa local y guiado por John Cleese aterrizo en la televisión, donde vendió sus primeras piezas a un subversivo programa infantil protagonizado por tres jóvenes cómicos: Michael Palin, Terry Jones y Eric Idle. Estaba a punto de nacer el grupo que revolucionaría la comedia europea.

Su situación en los Monty Python la definirá a partir de la observación externa de lo que era la comedia británica, cuya clave estaría en que “los humoristas no se permitían el lujo de cargarse el statu quo porque entonces se hubieran quedado sin nada de qué burlarse. (…) Yo era menos conservador que ellos. Aunque eran subversivos, su forma de socavar el sistema era típicamente británica, taimada y pasivo agresiva, mucho más suave que el ataque frontal norteamericano al que yo estaba acostumbrado. A mí, en mi delirio mesiánico, no me importaba en absoluto cargarme todo de un día para otro”.

Su mayor y única ventaja sobre el grupo, fundado en la precisión de la palabra, radicó en esa furia: “Comparado con ellos, yo era una especie de fuerza de la naturaleza, una criatura a la que el lenguaje todavía no había castrado”.

Héroe de su tiempo

“Detesto a la gente que cree que la realidad muestra la verdad: si en mis películas salen tantos teatros es en parte como advertencia: quizá no sea necesariamente real, pero puede que sí sea más veraz.”

En Gilliamismos, un libro de formato grande, ilustrado y juguetón como no podía ser de otra manera, el artista se asoma a esa realidad de la que el mundo occidental ha decidido aislarse amparado en lo que él llama las palabras malditas, “salud y seguridad”, y vierte perlas cada tres páginas: “Que una película o un videojuego contengan muchos tiroteos no convierte automáticamente a nadie en asesino en serie, del mismo modo que en los años 50 los niños no se hicieron automáticamente comunistas por leer cómics, aunque debo decir que sí tuvieron ese efecto en mí”.

La escritura le lleva a reflexionar sobre las cualidades de su obra: “Me encantan las alfombras hechas a mano, hay algo en el proceso de tejer que me resulta fascinante y la tradición islámica de dejar algún error intencionado en ellas porque sólo Dios hace cosas perfectas resuena especialmente en mí. Sin duda he intentado ser fiel a ese principio en mi trabajo”.

Su fundación artística la emplaza, como manda la tradición, en la niñez: “Es muy frustrante, siempre he querido tener cicatrices vitales pero no las tengo. Esa es probablemente la razón de que me haya metido en el cine, para adquirir unas heridas más profundas, tanto emocionales como espirituales, que una infancia asombrosamente feliz me negó tan cruelmente”. Y preguntado por el éxito reconoce que sí, que es una sensación estupenda, “pero no quiero engancharme, no quiero necesitarla”.

Gilliam, que subtitula su libro Memorias prepóstumas y en él se cuida muy mucho de no caer en solemnidades, cuenta que tiene encargado que le entierren en un ataúd de cartón y le planten un roble en el pecho. Es el broche que resume a un hombre, todavía en activo, que en su obra se ha caracterizado por la exaltación de la vida y que en su vida, por otra parte indistinguible de su obra, se ha conducido por un principio que todo artista debería tatuarse en la frente: “Si la gente va por un lado, mi instinto me dicta ir por el opuesto”. Conviene escucharle.


La actriz Ellen Barkin: "Nunca te quedes a solas con Terry Gilliam en un ascensor"

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El director, actor y legendario miembro de los Monty Phyton ha despertado duras reacciones a sus comentarios sobre el movimiento me too. Terry Gilliam declaró el pasado viernes en una entrevista con AFP que la iniciativa contra el abuso sexual en Hollywood se ha convertido en una "turba".

"Es como cuando la mafia toma el control, llevan sus antorchas y van a incendiar el castillo de Frankenstein. Es una locura cómo se están simplificando las cosas", dijo el cineasta. Además, Gilliam se lanzó a opinar sobre las mujeres que, según él, usaron a Harvey Weinstein para impulsar sus carreras.

"La gente tiene miedo de decir cosas, incluso de pensarlas. Es un mundo de víctimas. Creo que algunas personas sacaron mucho beneficio de su encuentro con Harvey y otras no. Esas sabían lo que hacían. Estamos hablando de gente adulta, con mucha ambición", añadió.

El ex-Monty Phyton también describió a Weinstein como un "monstruo" y aseguró que aún quedan muchos hombres en la industria como él. Sin embargo, dijo también que si el productor se encontraba en medio de esta campaña de desprestigio era por "gilipollas". "Harvey abrió la puerta a algunas personas para tener una noche con él, ese es el precio y tú pagas".

Sus palabras fueron condenadas rápidamente por diversas personalidades del cine norteamericano. La más dura con el director fue la actriz Ellen Barkin, secundaria del filme Miedo y asco en Las Vegas. "Mi consejo es que no te quedes nunca a solas con Terry Gilliam en un ascensor", escribió en su cuenta de Twitter.

Cuando un usuario de la red social le requirió más precisión sobre sus acusaciones, la actriz se limitó a contestar que "cuando vas conduciendo y ves una señal de stop, ¿necesitas más información para pisar el freno?".

Tan pronto como Variety se hizo eco de la entrevista, ella les respondió diciendo que le "había dado la vuelta el estómago". "Es el último hombre que debería reprender a un movimiento que quiere proteger a las mujeres de los abusadores", lanzó velada.

Por su parte, Judd Apatow, director de comedias como Trainwreck y Virgen a los 40, tildó los comentarios de Gilliam de "idiotas y peligrosos".

"No estuvo en esas habitaciones. No puede saber lo agresivo, violento y aterrador que fue [Weinstein]. ¿Quién es él para decir que se trataba de algún tipo de acuerdo? Debería estar avergonzado de sí mismo", escribió Apatow.

Mientras la industria se revuelve por sus declaraciones, Terry Gilliam se prepara para estrenar su proyecto maldito, El hombre que mató a Don Quijote.  Una película malograda ocho veces y que ha tardado 18 años en ver la luz. Protagonizada ahora por Adam Driver, Jonathan Pryce, Oscar Jaenada y Olga Kurylenko, su llegada a las salas está prevista para este año. 

"Marcos Ana es la referencia inevitable para entender lo que fue la represión franquista"

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"Rendir un homenaje a Marcos es sentirnos vivos, es sentirle vivo", ha dicho el actor Carlos Olalla este martes en la sala Mirador. Como escribió Isaac Rosa el día después de su muerte, hace justo un año, "muchos buscarán en Google quién fue el tal Marcos Ana, pese a sus muchos reconocimientos recientes". Él luchó en vida contra su propio olvido, pero ahora es el turno de quienes llenaron el "corazón de estrellas" gracias a su poesía.

El evento, capitaneado por el actor Juan Diego Botto, ha contado con la participación de varios intérpretes, políticos y músicos que han recordado la figura del escritor con anécdotas y la lectura de varios fragmentos. "En un país que ha vivido lo que el nuestro, no hay muro más alto que el silencio ni prisión más cruel que el olvido", añadió Olalla.

Fernando Macarro Castillo, rebautizado como Marcos Ana por la unión del nombre de su padre y de su madre, fue el preso que más años pasó recluido en una cárcel franquista: un total de 23 entre la de Porlier, Ocaña y Burgos. En 1939 fue detenido en Alicante por el bando franquista y condenado a muerte acusado de asesinato. Le despojaron de la libertad tan joven (con 19 años), que tuvo que aprender qué era el amor, la tierra y los árboles bien pasada la cuarentena, cuando fue liberado por la recién fundada Amnistía Internacional.

"La cárcel fue mi universidad", le confesó a la periodista Olga Rodríguez en una de sus últimas entrevistas. Gran parte de sus poemas nacieron entre las paredes de un centro penitenciario, mientras aguardaba esas condenas de muerte que, por suerte, nunca llegaron y mataba el rato entre las torturas y las palizas que le propinaban los guardias franquistas.

Sus versos lograron traspasar los barrotes de la cárcel y se convirtieron en un símbolo de la lucha contra la dictadura. Uno de ellos, titulado Decidme cómo es un árbol, dio nombre a sus memorias, cuyos derechos adquirió Pedro Almodóvar. En la misma línea caminaba Mi corazón es patio, que habla de la soledad, de la prisión, del aislamiento y de la represión. De cómo, tras tanto tiempo entre rejas, había olvidado la vida.

¡Hace ya tantos siglos
que nací emparedado,
que me olvidé del mundo,
de cómo canta el árbol,
de la pasión que enciende
el amor en los labios,
de si hay puertas sin llaves
y otras manos sin clavos!

"Si Primo Levi es la referencia inevitable en Europa para comprender lo que fue el nazismo y el fascismo, Marcos Ana es sin duda la referencia inevitable para entender lo que fue la represión franquista en este país", ha recordado Botto. A diferencia del resto de los invitados, el actor no escogió un verso del poeta, sino las palabras de dolor que brotaron al enterarse de su muerte.

"Ana no es solo patrimonio de la izquierda, debería serlo de todo el país. Al salir de la cárcel se paseó por todo el mundo para que nadie olvidara que en España aún había presos políticos, que en Europa Occidental había una dictadura cruel que aplastaba las ansias de libertad de un pueblo entero", ha releído el protagonista de Martín Hache.

Recordaba que, pese a ser el preso político que más años sufrió el odio del dictador, nunca albergó odio ni rencor. Porque "mi única venganza es conseguir que triunfen nuestras ideas de paz y justicia social, que además serían buenas hasta para nuestros verdugos", escribía el poeta madrileño.

Jazmín Beirak, portavoz de Cultura de Podemos en la Asamblea de Madrid, eligió Hogar herido para recordar "el contexto de política de reconciliación nacional que impulsó el Partido Comunista en 1956" y que pretendía "superar la fractura que había provocado la Guerra Civil". Álvaro Aguilera, del PCM, recogió "su antorcha" para que "el socialismo algún día sea el que rija nuestros destinos, porque la libertad y la democracia plenas sean reales". Y así, tantos otros.

También la periodista Paz Sufrategui recordó el relato de su primer amor. Una prostituta de Madrid llamada Isabel con la que tuvo su primera experiencia fuera de la cárcel a los 42 años. Marcos Ana lo relató con extremo respeto hacia la mujer que le dio "una lección de humanidad, ternura y comprensión inesperadas". Después de aquello, se resignó a no verla más, pero invirtió las 500 pesetas del servicio en flores.

Me es muy difícil describir ahora cómo pasé aquel momento, pero lo cierto es que cuando me quedé a solas con aquella mujer hubiera deseado que me tragase la tierra. No sabía cómo comportarme.

Porque así era Marcos Ana: "un poeta, un luchador, un comunista, pero sobre todo era un hombre bueno", ha recalcado Juan Diego Botto. Un hombre al que no se le secaron las lágrimas en su reclusión, como le dijo a Pablo Neruda cuando sollozaban en los campos de Mathausen. Es un memorial sin revanchismo para librar a su país de la ignorancia, "sobre todo respecto a los antifascistas, y más con los comunistas".

Por eso se paseó por el 15M, las marchas de la dignidad o las manifestaciones contra el TTIP hasta el último momento. "Nunca abandonó la calle, la lucha, la revolución". Charló con los jóvenes que se cruzaban por su camino y sin reparos, abrió la puerta de su casa, exenta de llaves y cerraduras para no emular esas cárceles que tantas horas le habían robado. "Porque él sabía lo absurdo que es perder el tiempo, en la política y en la vida", ha dicho Botto.

En este momento de desmemoria colectiva, en el que sobran obituarios y faltan homenajes, es importante recordar la figura del "activista de la vida" un año después de su muerte. Y cuando se cumplan dos, tres, diez, y veinte. Citando de nuevo el texto de Rosa, "cuenten a todo el mundo quién es Marcos Ana, porque vamos a necesitar mucha gente para mantener viva toda la memoria que llevaba encima".

Joan Brossa, la poesía aplicada a todas las cosas

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En la exposición Poesía Joan Brossa (1919-1998), abierta en el MACBA de Barcelona hasta el 25 de febrero, una de las últimas salas está dedicada a tres compañeros del poeta catalán de orden visual o directamente antipoético: el escocés Ian Hamilton Finlay, el belga Marcel Mariën y el chileno Nicanor Parra, que falleció hace pocos días a la edad de 103 años.

Comenzar casi por el final haciendo referencia a una aparición colateral en la exposición, no es que parezca raro, seguramente lo es. Pero la muestra, además de recordar al artista difunto, también permite entender a qué género pertenecía Joan Brossa: poetas raros, al margen de las corrientes incluso aunque ocasionalmente navegaran en ellas, artistas casi imposibles de clasificar y que, a pesar de ello, han cosechado tanto el mayor reconocimiento como el más despectivo ninguneo.  Gente que despierta pasiones aunque nunca ofrecieran un blanco fijo: ni para el abrazo ni para el golpe.

La personalidad y la vida de Brossa quedaron bastante bien resumidas en un Imprescindibles que RTVE emitió en mayo del 2016. Esta exposición del MACBA, se ha creado a partir del enorme legado que el mismo Brossa donó al museo, 50.000 piezas de todos los tipos, aunque sobre todo manuscritos.

En realidad, si se sigue el modus operandi del mismo Brossa, cuyo trabajo parecía discurrir en un eterno presente donde todo material anterior podía ser retomado para el fin que fuera, podría decirse que su verdadera obra es todo ese archivo, dispuesto para ser leído en infinitas formas.

Pero claro, no es viable exponer semejante cantidad de material en bruto para que cada cual lo recomponga a su manera, de manera que el trabajo de los comisarios Teresa Grandas y Pedro G. Romero ha consistido en generar un orden momentáneo y útil, que por mucho que una figura sea elusiva, termina dejando trazas con las que poder confeccionar una biografía. Ese es el hilo conductor de Poesía Brossa.

Primeros pasos hacia el surrealismo

Joan Brossa nació en 1919 en el barrio barcelonés de San Gervasi, de donde también eran el poeta Joan Maragall i Gorina y poco antes de Brossa, en 1908, la escritora Mercé Rodoreda. A Joan le tiraba más la actividad de su padre, grabador, pero este murió siendo él un niño y tuvo que vivir con la familia de su madre, muy conservadora.

De todas formas, yaun sabiendo que repudiaba el colegio y que disponía de la amplia biblioteca de su padre, la historia de Brossa tomó muy pronto el brutal giro que sufriría la de tantos españoles al ser movilizado con 18 años. El comienzo de su carrera literaria comienza en plena guerra, cuando publica un primer texto (en castellano, aunque normalmente usaba el catalán) para la publicación Combate, de la 30 División del ejército republicano. Y ahí es donde da comienzo la exposición.

La verdad es que tampoco pasó mucho tiempo en el frente, porque le hirieron en un ojo y pasó lo que quedaba de guerra en un hospital militar. Eso sí, al finalizar la misma aún le tocó hacer la mili en Salamanca, ya con Franco.

No se sabe si bajo los efectos de las vigilias de las guardias, Brossa comenzó su trayectoria personal escribiendo poemas hipnagógicos, un término que describe un género de música desde mediados de los 2000. Trata de la creación en ese estado entre el sueño y la vigilia que genera momentos entre psicodélicos y muy lúcidos, en general poco adecuados para la prosa, pero útiles precisamente en la música o la poesía.

Posiblemente sin saberlo aún con certeza, esa técnica estaba acercando a Brossa hacia el surrealismo. El surrealismo fue un movimiento interdisciplinar y Brossa idearía unos poemas visuales escritos ya en 1941. Es decir, su evolución en los años 80 hacia poemas-objeto por los que generalmente se le conoce, estaba indicada en sus mismos comienzos.

Brossa fue uno de los fundadores en 1948 de la revista Dau al set junto a otros nombres que luego marcarían la nueva cultura catalana, como Antoni Tàpies, Joan Ponç, Modest Cuixart, Arnau Puig o Joan Josep Tharrats. Pocos años antes, en 1944, iniciaría otra de sus líneas de trabajo, textos teatrales o lo que él llamaba poesía escénica.

Todo en una línea entre dadaísta y surreal que también está en una exposición muy densa en documentos (800 piezas), pero que gracias al mismo carácter visual de muchos de esos textos, porque su contenido suele sorprender o porque remiten a hechos conocidos, logran saltar de las vitrinas. También se proyectan vídeos sobre aspectos concretos de su personalidad o su trabajo.

Algo que tuvo Brossa y se comprueba aquí, es una gran capacidad para relacionarse con todo tipo de creadores, no solo mediante testimonios sino también a través de múltiples colaboraciones artísticas. Relaciones que no se limitaban a una escena determinada, la barcelonesa. Por ejemplo, fue uno de los principales contactos entre la abstracción de Madrid a través de Antonio Saura y Manuel Millares y también se relacionó con el escultor vasco Eduardo Chillida.

De todas formas, a comienzos de los años 50 hubo una presencia muy fundamental en la cultura catalana: el cónsul de Brasil en Barcelona, João Cabral de Melo Neto. Además de diplomático de carrera, está considerado hoy como uno de los más importantes poetas en portugués del siglo XX.

Cuando llegó al consulado, João Cabral de Melo estaba aún en la primera treintena, pero el hecho de tener las ideas muy claras y pertenecer a una familia con bastantes recursos le situó en pleno centro de esa escena barcelonesa. Uno de sus aportaciones fue lo que podría llamarse un surrealismo popular, idea que Brossa adoptó y que le valió críticas por su presunto realismo.

Un artista, diferentes periodos

La exposición va recorriendo periodos en los que aparecen libros realizados junto a diferentes pintores, como Tàpies o Federic Amat. También hay cine, como varios filmes junto a Pere Portabella, un hombre un poco a la Cabral de Melo, de familia pudiente y comprometido artística y políticamente.

Como Portabella, Brossa perteneció al PSUC y apoyaba a CCOO aún la clandestinidad, manifestándose con claridad contra algunos de los crímenes y abusos más notorios de la dictadura. Claridad relativa, porque Brossa no se dejaba tentar mucho por el panfleto directo. Con todo y con eso, su obra se publicó un poco a trompicones hasta que a la muerte de Franco normalizó la situación. De hecho, fue también cuando comenzó a recibir reconocimientos oficiales que antes hubieran sido imposibles. Como tantos otros artistas de su generación, hay que decirlo.

Pero es que su reconocimiento llegó también de una nueva oleada de artistas, por lo general de orden conceptual que, de forma casi paralela a la Nueva Figuración madrileña, trataban de buscar nuevos caminos más allá de la pintura más o menos expresiva. Esto puede parecer paradójico teniendo en cuenta su estrecha relación con el Dau al set o El Paso, pero es que lo más interesante en Brossa no es su adscripción a uno u otro movimiento, sino casi más su capacidad para no dejarse limitar por ninguno de ellos.

En los 80 llegó una profusión de objetos visuales que acabaron por hacerle popular (dentro de un orden) con exposiciones de gran porte y cada vez más frecuentes hasta su fallecimiento en 1998. Es la etapa más conocida y está muy bien, con la reconstrucción casi completa de tres de las más importantes exposiciones de la época en Múnich, Barcelona y Madrid.

En la muestra se tratan temas recurrentes en su trabajo, que van de su admiración por el transformista Fregoli o el striptease a los juegos de manos. Brossa no era un situacionista como Mariën, ni un reclusivo como Hamilton Finlay ni un punk como Parra. Pero, bajo una capa de aparente discreción, tenía un poco de todos.

Las herederas poéticas de Alejandra Pizarnik

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Un 29 de abril de hace 80 años nació en Buenos Aires una niña con apellido y acento rusos. Creció en el barrio de Avellaneda y, cuando empezó a hablar, reveló un leve tartamudeo. Con los años, se le sumó un trastorno límite de la personalidad que la conduciría al suicidio en 1972. La muerte trágica de Alejandra Pizarnik a los 36 años vistió su poesía rupturista de leyenda negra. Acabó convirtiéndose en una de las voces más influyentes de la era contemporánea.

“En los últimos años parece que su nombre se ha manoseado un poco. Todas queremos ser como ella, escribir como ella. Con el tiempo yo he encontrado otros referentes, aunque sigue siendo mi cabecera”. Lo dice María Sotomayor, poeta y propietaria de la editorial Harpo Libros. “Fue el primer poso de poesía femenina que leí, cuando hace quince años me regalaron una primera edición de El infierno musical. Yo ya escribía antes de leerla a ella, pero fue descubrirla y comprender que con palabras puedes transmitir dolor y desfogarte”.

'La paciencia de los árboles', de María Sotomayor

Menciona otros nombres entre sus referentes como Sylvia Plath, María Negroni y españolas “que hay que reivindicar” como Amalia Bautista o María Zambrano. “Al fin y al cabo no somos las únicas ni las primeras que estamos escribiendo y tenemos que tener un hilo conductor, hay que leer a las personas que venían antes que nosotros para saber que no somos los únicos, que luego vendrán más”.

Confiesa que a nivel personal “hace cuatro años que sólo leo poesía femenina”, y aunque en su editorial publica tanto a mujeres como a hombres, “estoy más volcada en visibilizar a las mujeres”. “Es supercurioso porque a mi parecer escriben muchas más mujeres que hombres, y por el número de publicaciones parece lo contrario. A mí me llegan muchos manuscritos, ahora tengo 11 títulos y sólo dos son de chicos".

“Yo también voy a buscar mujeres cuando quiero publicar un libro. Estamos muy descompensados en eso, pero no en nivel de escritura y de calidad. Pero interesa más publicar a hombres, seguimos viviendo en ese mundo machista y patriarcal y ellos generan más masas”, continua. Entre los 15 libros de poesía más vendidos en la FNAC sólo hay ahora mismo dos escritos por mujeres: Mujer Océano de Vanesa Martín y Las noches son para los artistas de María Cabañas.

Cómo sacar la poesía de los libros

Para Ana Llurba, compatriota de Pizarnik, la poeta maldita también fue un referente adolescente. “Aunque lo sigue siendo, es una poesía joven, su tradición tan metafísica la vinculo a otra etapa de mi vida”, comenta. En su último libro, Este es el momento exacto en que el tiempo empieza a correr, ha querido justamente "poner en duda la poesía joven. Aurora Venturini ganó un concurso de nueva literatura con 85 años. Yo bromeo con que lo mío es parecido, gané el premio de Poesía Joven pasados los treinta”.

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En su poemario, cada una de las piezas va precedida de un epígrafe en el que dialoga con escritoras y poetas. Por un motivo: “Me interesan mucho los escritores que son buenos lectores, antes que escritora me considero lectora”.

Para otra poeta, Miriam Reyes, Pizarnik era “un monstruo”. Su último libro, Haz lo que te digo, es una obra experimental construida a partir de la mezcla de estrofas aleatorias programadas. “Una manera de perder el control sobre la propia escritura”. La autora, que a sus 41 años recalca que “ya hay poetas que escriben muy bien y que podrían ser hijas mías”, asegura que ve el panorama del género muy rico “a nivel creativo. A nivel de difusión y de recepción, no es un buen momento”. Las listas hablan: entre los quince libros más vendidos de la FNAC, ninguno es de poesía.

“Lo ves en las librerías, en el espacio que ocupan los libros de poesía, que es mínimo. Lo ves en las presentaciones de libros. En recitales. No hay mucho público, o el público está formado por gente que también escribe. Y eso es un problema. Igual que no todo el mundo que va a un concierto es músico, o en una obra de teatro no todos son actores, la poesía tendría que llegar a todo el mundo. Algo hay que hacer”, prosigue.

¿Y qué se podría hacer? “Yo, a nivel personal, intento llevarla a otros escenarios, utilizar otros formatos. Hacer recitales con vídeo y música; entrar en otros escenarios, en teatros, en festivales. Llevar a otros contextos, a donde no esperas encontrar poesía y cuando la encuentras la recibes bien. Iniciativas de lecturas en la calle, en el transporte público, en los institutos, la educación es muy importante. Sacarla del libro. Sacarla a pasear”.

"Siempre ha habido poetas, pero han estado muy ocultas, ninguneadas e invisibilizadas"

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Elvira Sastre (Segovia, 1992) habla deprisa y con frases cortas. Como si lo tuviera todo bastante claro. También se expresa con la misma naturalidad con la que lo hace en sus poemas, que tienen numerosos seguidores en las redes sociales y que ya han sido publicados en editoriales como Visor. Es una poesía abierta en canal en la que se nota la influencia de poetas de la experiencia como Luis García Montero o Benjamín Prado.

Sastre forma parte de la nueva generación de poetas, pero es una voz propia y muy independiente, como confiesa en esta entrevista en la que, además de poesía, habla de feminismo, de la libertad de expresión y de la capacidad para decir que no. Para abril saldrá el que será su sexto poemario, Aquella orilla nuestra, con ilustraciones de Emba. Con ella celebramos el Día Internacional de la Poesía que se celebra este 21 de marzo. 

Naciste en 1992. ¿Te consideras una millenial?

Estoy un poco fuera de onda porque aunque tenga 25 años soy un poco 'viejoven' en el interior. Soy millennial por lo que he leído en algún artículo, pero no soy de clasificarme en nada.

Ni siquiera has visto la última edición de Operación Triunfo.

Sí, eso sí, claro, pero eso no ha sido sólo una cosa de los millennials. No lo he visto de una manera fanática, porque ya lo fui de OT1, pero sí lo he seguido de vez en cuando.

Te lo preguntaba porque son chicos y chicas de tu generación y se ha puesto de relevancia una serie de valores y comportamientos que quizá no se habían visto tanto en la televisión, desde una apertura mayor hacia diferentes orientaciones  sexuales y una concienciación hacia temas sociales. Y me parecía que esto también está en tu poesía y en la de otros poetas de tu edad.

Sí, es que yo creo que tenemos una conciencia diferente. Internet nos ha permitido tener un acceso a la información… que es bueno siempre y cuando sepas lo que estás leyendo. Eso nos hace en general una sociedad más avanzada. Creo que estamos más acostumbrados a saber y a preguntarnos las cosas.

¿Qué poetas más mayores que tú te hacen preguntarte cosas?

Benjamín Prado para mí es una figura clave tanto a nivel personal como profesional. Yo le leía cuando era más jovencita y fue el que me hizo decir, yo quiero escribir porque esto me gusta.  He leído también mucha poesía de la experiencia, a Luis García Montero, Raquel Lanseros. Y después di el salto a poetas de América Latina como Ida Vilariño, Pizarnik… He descubierto a Gloria Fuertes…

¿Cómo conoces a Chus Visor, que ahora es tu editor?

Lo conocí personalmente en un encuentro de poesía en México.

Te lo pregunto porque ha sido un editor muy importante en los últimos años, pero recientemente ha sido criticado por no incluir a mujeres en su catálogo y también por participar en premios literarios que han sido concedidos más a hombres que a mujeres.

Yo estoy totalmente en desacuerdo con todas esas afirmaciones. Los intereses de quienes las hagan no sé cuáles son. En el tema de los premios yo he sido jurado en varios con él y no he visto ninguna cosa rara. Todo estaba en orden. Y si hay algo raro yo no lo he visto. En cuanto al tema de las mujeres ahí estoy yo sin ir más lejos. A mí Chus me dio una oportunidad, me abrió las puertas y me cuida muchísimo. Y yo creo que con todo esto no se puede poner a Chus en duda. No hay más que ver su catálogo, Ha dado pie a muchas poetas de América Latina y de España. Me parecen críticas muy injustas.

Por otro lado, sí que han aparecido nuevas poetas en el escenario. En tu generación hay otros nombres como Loreto Sesma, Irene X, Sara Bueno….

Sí, haber ahora no, porque siempre las ha habido, lo que pasa es que han estado muy ocultas, ninguneadas e invisibilizadas. Por ejemplo, Fernán Caballero era una mujer y hay muchas historias de hombres artistas de todos los ámbitos que luego se ha descubierto que el trabajo lo hacía su mujer. Ahora afortunadamente lo que hay es más visibilidad porque estamos cambiando un poco las cosas y se nos ha abierto más la puerta.

¿Influye esta mayor presencia de mujeres en la poesía? Cuando las he leído me ha parecido ver otros temas como la apertura en la sexualidad de las chicas que quizá no estaba antes.

Sí, ahora hay menos miedo y menos censura. Se escribe de las cosas de forma mucho más natural. Yo por lo menos lo hago así.

Pese a formar parte de esta nueva generación, tu voz parece muy independiente.

Sí, siempre he sido un poco así. Esto tampoco es algo que me esperaba y no he querido correr y he dicho que no a cosas. Procuro cuidar mucho todo lo que hago en cuanto a la poesía.

No es nada fácil decir que no. ¿A qué has dicho que no?

No, no lo es. Te hacen ofertas suculentas y te prometen cosas que en el momento pueden ser estupendas pero tienes que pensar en lo que estás haciendo y sobre todo lo que quieres hacer. Creo que ya tengo un sexto sentido para este tipo de cosas.

Tu último poemario publicado se titula La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida. Cuánto sufrimiento para tener 25 años.

Sí, es que fue fruto de una ruptura no muy esperada y al final es un libro muy conceptual de poemas escritos en muy poco tiempo, que en el momento me salvaron, pero también es que condensan toda la parte mala, triste y rabiosa.

¿De dónde salen tus poemas?

Depende de un momento. Hace poco me pilló en la sala de espera del médico. En cuanto llegué a casa me puse a escribir porque lo necesitaba. Son momentos, detalles o sensaciones que me vienen a la cabeza y que necesito sacarlas.

Tienes muchísimos seguidores en las redes sociales, has conseguido premios, publicas en Visor ¿Cómo se evita que a una no se le suba la fama a la cabeza?

He tenido mucha suerte porque importa mucho tu entorno y la educación que te han dado tus padres. Y me han dado una de tener los pies en la tierra. Mi padre es mi mayor crítico. No me doran la píldora, y mis amistades igual. Yo necesito muy pocos amigos, pero los que lo sean que sean de verdad. No he tenido un momento de que se me haya ido la olla, pero si he tenido el amago me lo han frenado.

Y políticamente, ¿te han intentado arrastrar partidos, instituciones?

No, no en términos políticos. Por ejemplo, cuando Luis García Montero hizo la campaña por Izquierda Unida en Madrid le apoyé, pero le apoyé más a su persona que al partido. También he colaborado con alguna frase para Podemos y hace poco cedí los derechos de un poema para una campaña a favor de la adopción que ha hecho en Baleares el PSOE. No ha sido tanto ser la cara de un partido, que no lo sería nunca, sino que son actos que a mí me interesan en lo personal y que creo que son buenos.

La verdad es que cuando me piden cosas que están fuera de la literatura no les suelo prestar mucha atención. Es cierto que luego en las redes sociales, como cualquiera, sí he compartido mis ideas políticas sin ningún problema porque ante todo creo en la libertad de expresión.

¿Y cómo ves la libertad de expresión en estos momentos?

Yo tengo algún poema social y son los que más disfruto cuando leo. Recuerdo cuando querían aprobar la Ley Mordaza y el hecho de que yo estuviera hablando de eso en voz alta me hacía sentir bien. Ahora parece que se pueden decir cosas pero sólo desde un lado y no desde el otro y eso no es democracia, estaríamos hablando de otra cosa. De todas maneras, creo que han sido casos puntuales, que a todos les ha pillado de nuevas Internet  y que habrá una regulación democrática. Al menos es lo que a mí me gustaría.

Te voy a dar una opinión reciente de Mario Vargas Llosa: “El feminismo es hoy el más resuelto enemigo de la literatura”. ¿Qué te parece?

Son unas declaraciones súper desafortunadas. Pero creo que es muy importante diferenciar al autor de la obra. A mí me ha dado mucho respeto conocer a la gente que admiro porque luego cada uno es como es. De Cernuda dicen también que era un misógino, pero si yo eso no lo veo reflejado en su poesía me da igual, entre comillas. Me tienen que gustar sus libros, no él.

También creo que se está cayendo en muchos errores como el de una obra a la que cambiaron el final porque en él el hombre mataba a la mujer. Eso me parece absurdo porque la literatura es un reflejo de la sociedad y si empezamos a cambiarlo todo y a edulcorarlo, cuando pasen siglos y se estudien las obras de ahora va a parecer que era todo igualdad y todo maravilloso, y no es cierto. Cambiar las obras es algo peligroso porque las obras son eso, las obras.

Marisol, la obrera de la cultura que vendió sus premios franquistas para ayudar al comunismo

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Resulta difícil escribir sobre Marisol (Málaga, 1948), el nombre artístico de Pepa Flores, sin caer en el formato propio de las revistas del corazón. Al fin y al cabo, la niña prodigio del cine de la época franquista atrajo al público tanto por su trabajo como por su vida personal. Protagonizó cientos de portadas desde su debut hasta su retirada de la vida pública con 37 años, decisión que también generó montones de titulares y programas especiales.

Lo fácil es encontrar un motivo para recuperar su figura. Sin ir más lejos, la efeméride de su 70 cumpleaños este 2018, aunque es mucho más interesante su aparición en el disco que el sello Ace Records! publicó el pasado enero.

Se trata del recopilatorio Beat Girls Español! 1960s She-Pop From Spain, que lleva como subtítulo: "El lado femenino del pop español, incluídos algunos ejemplos del Sonido Torrelaguna" (característico de los arreglos de las canciones del sello Hispavox, situado en la calle Torrelaguna, en la época de Rafael Trabucchelli como director. Es decir, lo ye-yé).

En el volumen aparecen artistas como Concha Velasco, Rocío Dúrcal, Sonia (con una histórica versión en castellano del Get Out Of My Cloud de The Rolling Stones) y, por supuesto, Marisol.

Sus dos canciones poco tienen que ver con la niña rubia de Ha llegado un ángel y mucho con la artista adulta que llegó a ser: la archifamosa Corazón Contento y una versión desenfrenada de La Tarara, que interpreta en su película Las cuatro bodas de Marisol. La escena en la que la representa poco tiene que envidiar al mejor Tarantino.

Instrumento del franquismo

Es el primer filme -el sexto de su filmografía- en el que se escucha su singular voz ronca y su imagen empieza a corresponderse con la de la joven de 20 años que es. Los esfuerzos de Manuel Goyanes, el productor que la llevó al estrellato, por mantener en la infancia a aquella mina de ojos azules que tanto dinero había generado ya no servían.

Fue la penúltima película de su etapa adolescente. En 1968 protagonizó junto al torero Palomo Linares, Solos los dos y se convirtió en 'mujer' a ojos del público. De paso, en el mismo año se casó con Carlos Goyanes, hijo del productor (que décadas después caería en la redada de la Operación Nécora) y con el que había convivido desde niña. Su 'hermano' se convirtió en su marido, un cambio de roles un tanto truculento pero rentable. La boda se convirtió en uno de los eventos más sonados del momento, con hordas de fans en la entrada de la iglesia y cientos de hojas de papel couché con ella vestida de blanco.

La actriz representaba en aquel momento el papel de esposa feliz que acataba y difundía los valores del régimen con alegría. Según su biografía autorizada (T&B editores, 2008), firmada por Javier Aguilar y Miguel Losada, Marisol llegó a declarar ante la prensa: "No sé si seguiré trabajando después de la boda porque pienso que la responsabilidad económica del hogar ha de recaer sobre el hombre. Si Carlos me manda que deje el cine, estoy dispuesta a hacerlo aunque preferiría seguir con mi carrera". Dos años después se separaron y el matrimonio se anuló en 1973 por 'inmadurez de ambos'.

La prehistoria del #Metoo

Poco había de verdad en todo aquello. Muchos años antes de que estallara el caso de Harvey Weinstein, Pepa Flores ya había hablado públicamente de los abusos que había sufrido desde que empezó en el mundo del cine siendo una niña. La periodista Pilar Eyre recuperó hace poco las declaraciones de la artista hizo a la revista Interviú hace décadas y que no levantaron ningún movimiento parecido al #MeToo. "A los ocho años no era la niña angelical que todo el mundo creía… ya estaba más sacudida que una estera", por ejemplo.

Esa misma revista llegó a vender un millón de ejemplares con una portada que ya ha pasado a la posteridad: el desnudo de Marisol. La niña rubia del franquismo convertida en icono sexual al posar sin ropa para el fotógrafo César Lucas. Fue en 1976 y la publicación llevaba en su interior un artículo titulado "Marisol: el bello camino hacia la democracia". Se libraron del secuestro por los pelos, aunque el fotógrafo tuvo problemas con la justicia hasta 1981, cuando le absolvieron de los cargos por atentado a la moral y escándalo público.

El verdadero problema es que la protagonista del retrato nunca dio el consentimiento para su publicación. Aquellas fotos se tomaron en 1970, por encargo de Carlos Goyanes "parece ser que con el fin de que las viera el director italiano Bernardo Bertolucci, con los ojos puestos en que Marisol trabajara con él y con el actor Alain Delon en una película. La sesión fotográfica había costando 90.000 pesetas", aseguran Aguilar y Losada en su libro.

Pepa Flores nunca denunció ni a Lucas ni a la revista, pese a que habían vuelto a utilizar su cuerpo sin su aprobación. La imagen ha sido una de las más lucrativas de la publicación. En 1991 recuperaron la portada con motivo de su 15 aniversario y fue la última que llegó al quiosco antes del cierre de la revista el pasado mes de enero.

Activismo paralelo

Curiosamente, la biografía de Pepa Flores guarda similitudes en algunos momentos con la de Jane Fonda aunque, de entrada, pueda parecer improbable. La norteamericana también tuvo que hacer esfuerzos para librarse del dichoso cartel de ‘mito erótico’ que le colgaron después de protagonizar Barbarella (Roger Vadim, 1968) vestida con el mítico bikini diseñado por Paco Rabanne.

A ambas les costó que las tomasen en serio profesionalmente pero también supieron sacarle partido a aquellos prejuicios. Fonda ganó mucho dinero con sus famosísimos vídeos de Aerobic Jane Fonda’s Workout que ‘ayudaban’ a las mujeres del mundo a conseguir un cuerpo como el suyo (y lucir así su propio bikini). Lo que no sabían sus seguidoras es que el dinero recaudado iba destinado a apoyar a las causas políticas en las que participaba.

Por su parte Marisol vendió los premios de oro que le habían otorgado en las fiestas del Caudillo en La Granja cuando aún era un instrumento perfecto de la dictadura, para apoyar a la izquierda española de la época. Se había implicado en el comunismo en la época en la que empezó su relación con Antonio Gades y, como personajes públicos, lideraron muchas de las protestas de la última época del franquismo y de la democracia. Gades y ella se casaron en Cuba en 1982 con Fidel Castro como padrino.

Llegaron a llamarla ‘La niña de Moscú’, estuvo afiliada al Partido Comunista y al Partido Comunista de los Pueblos de España y ella misma se declaró: "Una obrera de la cultura. Me fusilarán antes que traicionar a mi clase".

Cumplió con su palabra y en 1985 protagonizó su última película Caso Cerrado, dirigida por Juan Caño. Fue la segunda en la que salió acreditada como Pepa Flores, después de Carmen (Carlos Saura, 1983). Poco tiempo después desapareció de la vida pública y se mudó a Málaga, el sitio de dónde venía. Viajó por todo el mundo, conoció a gente como Audrey Hepburn, Ann- Magret o Harpo Marx, compartió pantalla con Mel Ferrer y Jean Seberg y trabajó bajo las órdenes de Juan Antonio Bardem y Mario Camus, pero se hubiese cambiado por cualquiera de los que soñaban su vida desde sus casas.

Todos los escándalos de acoso sexual destapados tras el caso Weinstein

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Harvey Weinstein

El diario The New York Times destapó a principios de octubre el largo historial de delitos sexuales de Harvey Weinstein, el productor de El Señor de los Anillos o Pulp Fiction, entre muchas otras películas. Casi todo Hollywood sabía de la conducta sexual del magnate y a la primera acusación le siguieron muchas otras de las actrices Angelina Jolie, Gwyneth Paltrow, Emma Thompson, Romola Garai, Rose McGowan, entre otras. En definitiva, una larga lista de intérpretes que decidieron unir fuerzas para destapar al corrompido empresario.

La Academia de Hollywood terminó expulsándolo. Después se supo que un "ejército de espías" lo ayudó a extender su red de influencia. Los temores de Woody Allen, quien dijo que comenzaba una "caza de brujas" con el caso Weinstein, se habían confirmado. Fueron muchos los que opinaron, tanto a su favor como en su contra; y algunos como el director Quentin Tarantino reconocieron que tendrían que haber hecho algo en su momento.

Roy Price

El director de Amazon Studios, Roy Price, fue acusado pocos días después de conocerse el caso Weinstein por la productora Isa Dick Hackett, quien desveló que le había denunciado tras un incidente ocurrido en 2015. Sin embargo, el directivo acosaba a la mujer repetidamente en numerosas situaciones, diciéndole cosas como "te va a encantar mi polla" o "sexo anal".

Presuntamente, Price le hizo numerosas proposiciones sexuales a la productora mientras viajaban en un taxi después de una jornada de promoción en la Comic-con de San Diego. Ella siempre rechazó cualquier tipo de contacto con él. Después de lo sucedido, Dick informó a Amazon, que no les dejó coincidir más veces en eventos. Price ha optado por dimitir de la empresa.

James Toback

El caso Weinstein espoleó a víctimas y medios para denunciar casos similares de acoso en Hollywood. El periódico Los Angeles Times publicaba que el director de cine James Toback abordó y se insinuó a unas 40 mujeres en los años 80. Él lo ha negado todo y dice, si ocurrió, "fue durante cinco minutos y no lo recuerdo".

Los encuentros se remontan a la década de los 80, y en muchos de ellos, Toback intenta masturbarse delante de sus víctimas, les toca sin su consentimiento o les presiona para desnudarse, abusando de su poder.

Terry Richardson

El que muchos medios ya han apodado como "el Harvey Weinstein" de la moda, fue recientemente despedido de Condé Nast Traveler, el grupo editorial que publica las revistas GQ, Vogue, Glamour, Vanity Fair y Wired, entre otras. Richardson acumula varias denuncias por explotar sexualmente a sus modelos, algo que él ha negado siempre.

La española Minerva Portillo ha sido la última modelo en denunciar los abusos que el fotógrafo cometió sobre ella en el año 2004, cuando tenía 20 años.

Kevin Spacey

A finales de octubre le tocó dar la cara a Kevin Spacey tras las acusaciones de Anthony Trapp. El actor dijo que Spacey le había acosado sexualmente en su casa al término de una fiesta, mientras este estaba borracho. Por aquel entonces, el protagonista de American Beauty tenía 26 años y Trapp, 14. “Si me comporté como él describe le debo mi más sincera disculpa”, ha dicho Spacey a modo de justificación.

No es la única acusación que pesa sobre Spacey. Un hijo del actor Richard Dreyfuss también asegura que el actor le manoseó cuando tenía 18 años, así como una expresentadora estadounidense dijo que su hijo, también de 18 años, había sufrido un episodio similar en un bar hace tiempo. A ello se suman varias denuncias de los trabajadores de House of cards, la serie que protagonizaba Spacey y de la que ha sido despedido. Además, el director Ridley Scott ha borrado, a un mes del estreno, todas las escenas de su última película en las que aparecía el de Nueva Jersey.

La polémica con el actor también se expande más allá del mundo audiovisual. El teatro londinense Old Vic, que dirigió Spacey entre 2004 y 2015, habilitó un correo para quejas confidenciales. El primero en denunciarlo fue el actor Roberto Cavazos, quien confesó que tanto él como otros compañeros fueron víctimas de acoso. Pero no fue el único. La propia institución registró 20 testimonios contra los comportamientos sexuales inadecuados del intérprete producidos cuando este era director del centro. >

Dustin Hoffman

El actor fue acusado, a principios de noviembre, de haber acosado sexualmente a una becaria de 17 años en 1985. La denuncia la publicó la propia mujer en el Hollywood Reporter, y en ella detalla cómo el actor, que ahora tiene 80 años, la manoseó en el rodaje de Muerte de un viajante y habló con ella de temas sexuales. "Fue un depredador, yo era una niña y eso fue acoso sexual", dice la hoy escritora Anna Graham Hunter.

Hoffman negó la versión de Hunter a través de un comunicado, donde explica que tiene "el mayor de los respetos por las mujeres" y asegura sentirse "horrible por que cualquier cosa que haya podido hacer la haya puesto en una situación incómoda. Lo lamento. No refleja quien soy".

Brett Ratner

También a principios de noviembre el productor Brett Ratner, vinculado a la saga de Wonder Woman, fue señalado por seis mujeres, que le acusan de haber tenido comportamientos inapropiados con ellas e incluso de haberlas violado. 

La actriz Natasha Henstridge le acusa de haberle obligado a practicarle sexo oral. Olivia Munn dice que en una ocasión, Ratner se masturbó delante de ella, aunque en el 2011 ella señaló que se había acostado con él varias veces. Luego lo desmintió. El productor intentó acostarse, además, con Katharine Towne y Eri Sasaki cuando apenas tenían 20 años.

Ed Westwick

La actriz Kristina Cohen asegura que Ed Westwick, de la serie Gossip Girl, la violó en una fiesta en casa de él hace tres años. "Le pedí que parara pero él era más fuerte", dice la actriz, que cuenta que decidió no denunciar porque estaba pasando una mala época familiar, ya que su madre se moría de cáncer.

Por su parte, Westwick contestó poco tiempo después a través de Twitter negando la versión de Cohen: "No conozco a esta mujer. Nunca me he forzado a mi de ninguna manera, ni a ninguna mujer. De veras que nunca he cometido una violación".

Louis C.K.

The New York Times publicó hace escasos días, apoyándose en los testimonios de varias víctimas, que el cómico y guionista Louis C.K. había tenido una "conducta sexual indebida" con, al menos, cinco mujeres. Varias veces se masturbó en presencia de ellas, a distancia (en medio de una conversación telefónica) o les pidió que le miraran mientras lo hacía.

Louis C.K. ha pedido perdón por ello. Dice que, en la época en la que lo hacía "pensaba que era correcto". También asegura que ejerció "un poder de forma irresponsable" sobre las chicas y que está "arrepentido" de sus acciones.

Jeffrey Tambor

Se trata de el protagonista de la Transparent. La semana pasada, la exasistente de Tambor aseguraba haber estado sometida a los manoseos y los comentarios lascivos del actor, que incluso la llegó a amenazar. Él rechazó tajantemente esa versión y declaró estar "afligido y consternado por las acusaciones". La acusación de presunto abuso sexual salpicó a Amazon Studios solo tres semanas después de que su director, Roy Price, tuviera que dimitir por un caso similar. 

Matthew Weiner

A la lista habría que sumar al creador del universo misógino y machista reflejado en la serie Mad MenMatthew Weiner también fue acusado por la guionista Kate Gordon, quien explicaba que durante una noche de trabajo, Weiner le pidió que se desnudara. Ella rechazó hacerlo y su contrato no fue renovado en 2010, un año después de que ocurriera el episodio. Weiner, mientras tanto, dice que "no recuerda haber hecho ese comentario ni es el tipo de frase que diría a un compañero de trabajo".

Steven Seagal

Una de las últimas famosas en denunciar un presunto abuso sexual ha sido Portia de Rossi. La actriz dijo en Twitter que en la última audición para conseguir un papel en una película de Seagal, este la sentó en una silla "mientras se desabrochaba los pantalones de cuero". De Rossi salió corriendo y, tras hablar con su representante, este le dijo: "bueno, es que no sabía si era tu tipo". Otra actriz, Julianna Margulies, protagonista de la serie The good wife, también relató una experiencia similar hace varios días en un programa radiofónico estadounidense.

Andrew Kreisberg

El productor de las series de DC Comics para el canal The CW, Andrew Kreisberg, fue expulsado de Warner Bros hace pocos días al ser acusado por varias compañeras de trabajo de haber mantenido una conducta sexual inapropiada, de acoso sexual y de contactos físicos indeseados.

En total, 15 mujeres y 4 hombres aseguran que el productor de series como Arrow, The Flash, Supergirl y Legends of tomorrow hacía que las mujeres se sintieran "evaluadas por su físico" al hacer constantes comentarios sobre la apariencia de los demás, su ropa o si eran o no atractivos. 

Kreisberg, por su parte, se ha defendido diciendo que "he hecho comentarios respecto a la apariencia de mujeres y su ropa desde mi posición como productor ejecutivo, pero no estaban sexualizados. Como mucha gente, he dado a alguien un abrazo sin intención sexual, o un beso en la mejilla".

Mark Schwahn

El creador de la serie One tree hill ha sido acusado por varios miembros de su equipo de acoso sexual. Algunas actrices y parte del equipo técnico y artístico de la ficción han mostrado su apoyo a Audrey Wauchope, que fue la primera en denunciar los abusos de Schwahn y a la que este martes se le han unido 18 mujeres, todas ellas extrabajadoras del guionista de la serie.

Wauchope denunció de forma anónima a Schwahn el pasado sábado. Según ella, el cineasta mostró en una ocasión fotos de una actriz desnuda sin su consentimiento y con la cual estaba manteniendo relaciones sexuales. La actriz explica también que, a través de otra compañera guionista, Schwahn intentó convencerla para que se casara con él.

Jeremy Piven

El actor encargado de interpretar a Ari Gold en El séquito, producida por HBO, también fue señalado por acoso sexual. La encargada de denunciarlo ha sido Ariane Bellamar, conocida por participar en el programa televisivo Beverly Hills Nannies. Según la modelo, Jeremy Piven se sobrepasó con ella en dos ocasiones: durante el rodaje de la serie y en un evento en la Mansión Playboy. "¿Te acuerdas de cuando me agarraste los pechos sin mi consentimiento?", publicó en su cuenta personal de Twitter.

John Lasseter

Está considerado un genio y el cerebro detrás de la mayoría de superproducciones de Pixar que luego fueron un éxito en taquilla. John Lasseter anunció que renuncia a su puesto ante el temor de ser denunciado por abusos. Es una baja temporal, ya que de momento, el creador de las sagas Toy Story y Cars se tomará una excedencia de seis meses. También es considerado el padre de Bichos y Coco.

"No importa cómo de inofensiva fuera mi actuación: todo el mundo tiene el derecho a establecer sus propios límites y que se respeten", dijo. Un trabajador de Pixar aseguró que Lasseter era conocido en el mundo de la animación por "tocar, besar y hacer comentarios sobre atributos físicos", y el Hollywood Reporter preparaba una información detallando presuntos abusos cometidos por el directivo. Es por eso que Lasseter confía en que el periodo sabático le ayude a volver y ser el líder que su personal se merece.

Nick Carter

El exmiembro de una de las bandas de moda de los adolescentes allá por finales de los 90, los Backstreet Boys, ha sido acusado de violación por la actriz Melissa Shurman. El episodio se habría producido en el 2002, cuando él tenía 22 años y ella 18.

Cuenta Shurman que el cantante la llamó a través de sus representantes, mostrando "interés romántico" en ella. Un día, Carter invitó a la actriz a pasar un día en su casa con un amigo suyo, para lo que Shurman se trajo a otra amiga. En un momento dado, la actriz y el cantante se besaron. Ella le dijo que no quería ir más lejos por convicciones religiosas y que pretendía llegar virgen al matrimonio. Según cuenta Shurman, Carter la llevó a su cama y allí la violó mientras le repetía "podría ser tu esposo". El exmiembro de los Backstreet Boys no ha hecho declaraciones todavía.


El año 2017 será recordado (entre otras cosas) por una palabra: feminismo

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Las marchas feministas contra la presidencia de Donald Trump, las declaraciones machistas de una de las asesoras principales del presidente, el estreno en la HBO de 'El cuento de la criada' o el levantamiento mundial contra el productor Harvey Weinstein. Aunque el mérito real lo tiene el feminismo como movimiento, han sido estos momentos clave los que han convertido a la palabra 'feminismo' en el término más buscado del año 2017 en EEUU, según el diccionario Merriam-Webster.

Cada año, el diccionario más prestigioso de EEUU corona a la palabra con más búsquedas con respecto al año anterior. Y, aunque las consultas que se tienen en cuenta son las que se realizan en territorio estadounidense, lo cierto es que los hechos que han aupado al vocablo hasta la primera posición han tenido repercusión mundial.

Tal y como explica el editor del glosario estadounidense, Peter Solowski, "la palabra feminismo tuvo varios picos de búsquedas que se corresponden con hechos mediáticos que sucedieron durante todo el año". A lo que se refiere Solowski con "la palabra estaba en el aire" es a que durante los últimos 12 meses se han producido movilizaciones, protestas e incluso estrenos televisivos que han provocado que los estadounidenses hayan buscado un 70% de veces más la palabra feminismo que el año anterior.

El 8 de noviembre del año pasado, Donald Trump se convirtió (para asombro casi mundial) en el 45º presidente de EEUU. Hillary Clinton había perdido la oportunidad de ser la primera mujer en la historia en llegar al Despacho Oval y, para disgusto del feminismo, un multimillonario que alardeaba de "agarrar coños" se convertía en el nuevo presidente.

Desde principios de noviembre y hasta el 21 de enero de 2017, mujeres y hombres de todos los rincones de EEUU se organizaron para llegar a Washington y hacer ruido el día en el que Donald Trump tomó posesión del cargo. Fue la movilización más multitudinaria en esa ciudad desde las protestas contra la Guerra de Vietnam. La palabra feminismo comenzaba así su carrera hasta el primer puesto del Merriam-Webster.

Kellyanne Conway es otra de las artífices del éxito de la palabra. Aunque es posible que la conozcas por ser una de las responsables de la campaña de Trump y una de sus principales defensoras en programas de televisión, y por acuñar la expresión 'alternative facts' ('hechos alternativos'), Conway también dijo en Maryland que no se consideraba feminista "en el sentido clásico" de la palabra.

"Para mí es muy difícil denominarme feminista en un sentido clásico porque parece que es muy contrario a lo masculino y, ciertamente, muy proaborto y no soy ni contraria a los hombres ni favorable al aborto", explicó durante un acto en febrero que tenía una crítica implícita a las marchas feministas que se habían celebrado en Washington. "Así que, hay un feminismo individual, si lo quieres ver así, que toma sus propias decisiones. Me veo a mí misma como un producto de mis decisiones y no como una víctima de mis circunstancias", concluyó.

El poder de la tele y el cine

La palabra no solo ha tenido una presencia casi constante dentro del debate político, también se ha hecho fuerte dentro del debate social de la mano de dos estrenos mundiales: 'El cuento de la criada' y 'Wonder Woman'.

"Vosotras serviréis a los líderes y a sus estériles mujeres. Llevaréis dentro a sus hijos", la distopía basada en el cuento de Margaret Atwood se estrenó en abril en HBO. La serie, además de acercar al espectador a un mundo en el que la humanidad tiene serios problemas para reproducirse, también hace una crítica mordaz al trato que reciben las mujeres.

Con 'Wonder Woman' también hubo un incremento de búsquedas en el mes de mayo. En este caso, más que tratarse de una trama feminista, lo que hizo que la palabra feminismo resonase fue que su protagonista es una mujer, algo que hasta fechas recientes no solía ser habitual en las películas de superhéroes.

El caso Weinstein y la campaña de Twitter #MeToo, en la que mujeres de todo el mundo han denunciado casos de ataques machistas, han provocado que se hable de feminismo y que se busque información en internet.

Las decenas de denuncias que acorralan al productor han dado la vuelta al mundo y han destapado muchos otros casos de acoso sexual en todo tipo de entornos. A principios de este mes de noviembre, el ministro de Defensa británico Michael Fallon dimitió por las sospechas de conducta sexual inapropiado. Tocó la rodilla de una periodista en 2002. No pudo prometer a la primera ministra de que no hubo más incidentes de ese tipo.

En Francia, las denuncias por acoso sexual han aumentado un tercio frente al mismo periodo del año pasado y el repunte se produjo tras conocerse el 'caso Weinstein' y después de las campañas #MeToo y #BalanceTonPorc (delata a tu cerdo).

Las acusaciones contra peces gordos del mundo del cine no es un asunto que afecta en exclusiva a la factoría de Hollywood. Actrices españolas, francesas o indias han hecho públicos ataques, sobornos a cambio de papeles y, en definitiva, la falta de protección de las mujeres ante el poder de algunos directores, productores o guionistas. "Ahora entiendo por qué en los viejos tiempos las actrices llevaban a sus madres a los rodajes", lamentaba la actriz india de 29 años Swara Bhaskar.

Cuando el periodismo cambia el mundo: cómo un Pulitzer ha marcado para siempre el movimiento feminista

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El jurado de los Pulitzer argumentaba el galardón al servicio público para Jodi Kantor, Megan Twohey y Ronan Farrow por destapar el 'caso Weinstein' con que su trabajo había servido de "estímulo" para la sociedad. Esa breve descripción del fallo resume un efecto dominó: tras las investigaciones publicadas en The New York Times y The New Yorker, un goteo de testimonios de décadas de abusos (hasta 80, de Rose McGowan a Salma Hayek o Eva Green) hizo caer en desgracia a Harvey Weinstein, el magnate de Hollywood.

Por los mismos motivos fueron detrás de él muchos otros famosos y poderosos. Finalmente, miles de mujeres muy lejos de Los Ángeles rompieron su silencio en torno al movimiento #metoo, #amítambién o cualquiera de sus variantes –con su correspondiente catarsis, el pasado 8 de marzo–.

Para la escritora Elvira Lindo, este "es un caso que ocurre una vez cada mucho tiempo". "Todo el que se dedica a escribir siempre se pregunta si lo que hace cambia algo, qué importancia tiene. En este caso algo se transforma, obviamente, de manera radical, pero es un ejemplo para que podamos aspirar a que nuestra propia presencia cambie las cosas, a que tengamos una vocación crítica, de servicio público", explica a eldiario.es.

"El hecho de que un periódico de referencia como es The New York Times destapara un caso tan correoso es más difícil para las periodistas de lo que podemos pensar desde España. Sobre todo porque Weinstein es una persona con mucho poder y con vínculos con el Partido Demócrata". La también escritora y periodista Lucía Lijtmaer apunta que cuando el NYT se congratuló de la exclusiva, Sharon Waxman salió a explicar que cuando trabajaba en el diario en 2004 le pararon un reportaje sobre el magnate. "La cultura puede que haya cambiado, pero el periodismo-marca no", valora.

Anna Pacheco espera no ser "demasiado" optimista, pero sí cree que "algo ha cambiado para siempre". Para la reportera de PlayGround, lo valioso de este germen fue haber introducido un tema en agenda "que lo dinamita todo". "Durante meses hemos leído escándalos en la vida política, en empresas grandes, en startups, en el cine, en redacciones, en la gastronomía. En absolutamente todos los ámbitos". Una sucesión de hechos que ha marcado la conversación real y virtual con "consecuencias políticas y sociales”.

Pero el caldo de cultivo estaba ahí. La abogada e investigadora en Derechos Humanos Violeta Assiego, recuerda que 2017 venía precedido, en EEUU, por el escándalo de Bill Cosby, la Women’s March y las declaraciones y agresiones conocidas de Trump: "Quien hace que ese reportaje se convierta en viral son las mujeres que al leerlo tienen el valor y la valentía de decir ‘a mí también".

"Este reportaje, sin la fuerza del movimiento feminista, no hubiese sido posible; pero a su vez, el movimiento, sin este reportaje, no hubiese hecho llegar tan lejos las denuncias que se vienen haciendo desde hace años". Para Assiego la investigación  tiene mérito porque constituye una función de servicio público "que con el tiempo se había ocultado un poco".

La cuarta ola

La politóloga Mariam Martínez Bascuñán escribió en marzo en El País una columna llamada La cuarta ola. "Hay un momento en el que todo explota, como ocurrió en la Primavera Árabe. Lo que veo aquí es la importancia de destapar una práctica que no es anecdótica sino sistémica, que implica la punta del iceberg".

Bascuñán ha investigado el origen de la viralización del #metoo, un lema que aunque impulsó el famoso tuit de Alyssa Milano a raíz del reportaje del NYT, ya se veía en sus diferentes versiones desde hace décadas en las movilizaciones, sobre todo de feministas negras.

También ella cita otros casos, como el de Anita Hill –abogada que en 1991 denunció a un candidato a juez de la Corte Suprema, proceso a partir del cual se popularizó el término 'acoso sexual'–. "Esto no se puede entender sin la historia, pero hay una inflexión, una revolución. El feminismo deja ahora de pensarse a sí mismo y mira al poder de frente".

De revolución habla la diputada de En Marea y filósofa feminista Ángela Rodríguez Pam. "Por un lado, la última crisis ha vinculado para siempre la desigualdad de las mujeres con la desigualdad económica". Y por otro, "lo que ha sucedido con todos los relatos, el #metoo, el #yotecreo, el #juanaestáenmicasa" ponen sobre la mesa, en su opinión, además del régimen de la verdad –"particularmente cuestionada para las mujeres"–, la solidaridad, sororidad y comprensión "en una sociedad desprendida de ciertos valores".

La revista Times nombró 'person of the year' a "las que rompieron el silencio" y, aunque hay quien pueda pensar que lo justo es reconocerlas siempre a ellas, para Rodríguez "el cómo se ha contado es lo que ha dado el giro definitivo. Se entiende leyendo a Nerea Barjona en su libro sobre el crimen de Alcàsser: una forma de abrir una grieta en el patriarcado es precisamente cómo se cuentan las cosas". En ese enfoque sobre los derechos de las mujeres, coinciden muchas, está lo merecido del Pulitzer. Y lo conecta con el 8M en España: "Cuando las periodistas han decidido implicarse, el desarrollo de la huelga dio un vuelco". 

"Una sensación de red"

La reportera Lucía Mbomio expresa sus sentimientos contradictorios ante tanto revuelo. Recuerda aquel día que su mejor amiga, blanca, lloró porque a ella no le dejaron entrar en una discoteca por ser negra. "Yo no me sorprendí, estaba acostumbrada. Me sorprendió que ella llorara", recuerda. "Esto es igual, me sorprende que sorprenda, cuando es algo que se ha dado de forma muy usual en redacciones, en platós. Lamentablemente. Es la sorpresa de los varones".

Mbomio cuestiona además que sea tan mundial: "Global, tristemente, casi siempre quiere decir 'norte político'. No tengo tan claro que estas historias alcancen a todo el planeta, por cosas tan básicas como el acceso Internet". Es importante replantearnos "qué significa global, y sobre todo, de qué maneras podemos llegar. Y pensar incluso en incidir en sociedades a las que sí llega, pero no tiene las mismas consecuencias que para nosotros". También sobre inclusividad, según siente la escritora Alana Portero, este 8M lo fue algo más para las mujeres trans. "Quizá sea un primer paso para que el feminismo sea públicamente mucho más transversal, aunque para esto hace falta mucho más", opina.

En España no ha llegado a replicarse el reportaje en una especie de ‘Weinstein’ patrio pero sí muchas, como Portero, definen el "anclaje mediático al que agarrarse" creado, "una narrativa simbólica, una pertenencia o sensación de red". Quizá tenga que ver con ello los testimonios que han surgido en todos los ámbitos, impredecibles hace apenas pocos meses. Uno fue el de Leticia Dolera, otro el de Ruth Toledano, ambos en eldiario.es.

A Toledano, lo que le empujó a hacerlo fue, más allá del #metoo, la reacción social al juicio a la superviviente de La Manada, que tantas entroncan en la narración del boom del movimiento en España. "Ya no te sientes sola, ya no tienes vergüenza, ni piensas que no va a servir de nada exponerte", explica sobre este ya no callarse más. "Sirve a todas, así que te sirve a ti misma y, en definitiva, sirve a toda la sociedad y a la historia".

Marchas feministas masivas desbordan las calles en un 8M para la historia

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Todas las emociones y esperanzas, todas las ilusiones y expectativas generadas durante los últimos meses en millones de mujeres, han culminado este jueves en multitudinarias marchas por las principales ciudades del país: una movilización cívica sin precedentes que ha situado el 8 de marzo de 2018 en los libros de historia como la jornada en que España vivió, por vez primera, una huelga feminista.

Cientos de miles de mujeres, abuelas, madres, hermanas y amigas han desfilado este jueves por el centro de más de sesenta ciudades bajo lemas que llaman a "cambiarlo todo". En la mayoría de las capitales, la convocatoria era a las 18:00 horas. En Madrid, la cita era a las 19:00 entre Atocha y la Plaza de España, pero ya desde bastantes minutos antes miles de mujeres se concentraron y lanzaron consignas reivindicativas ("¿¡Dónde está la ministra de Igualdad!?") ante la sede del ministerio que capitanea Dolors Montserrat.

Entre las manifestantes, Mariana, delegada sindical: "Veo cada día testimonios de trabajadoras que tienen problemas en sus trabajos con su jefes. Les gritan, las acosan y las ningunean. Hoy vengo por todas ellas".

Paloma y Alba, madre e hija, también se han sumado a la convocatoria: "Hemos venido para que participe en su primera manifestación. Para que conozca el movimiento feminista, y se manifieste libremente con amigas, sin coacciones y con diversión".

La Delegación del Gobierno en Madrid ha cifrado en 170.000 el número de manifestantes del jueves por la tarde en la capital. 

Una marea feminista barre Barcelona

Mientras tanto, en Barcelona, miles de personas, la mayoría mujeres, han llenado el Paseo de Gracia, en su confluencia con Diagonal. En un ambiente festivo, la marcha ha avanzado tras una pancarta que rezaba: "Nos unimos para cambiarlo todo", tiñendo el centro de la capital catalana de morado. La multitud ha desbordado a la cabecera, organizada por colectivos feministas y sindicatos. Las concentradas entonaron gritos de "viva la lucha feminista" y "sin las mujeres no hay revolución". La Guardia Urbana ha cifrado en 200.000 el número de manifestantes.

En Euskadi, 50.000 mujeres de toda edad, origen y condición han colmado desde mediodía no sólo la plaza de Moyua en Bilbao, sino también la Virgen Blanca de Vitoria o el Boulevard donostiarra.

Y hay que sumar también a las que han teñido de morado las calles de Eibar, Barakaldo o Getxo y hasta el puente colgante en una jornada muy reivindicativa pero en todo momento pacífica y por momentos festiva. "Una pasada, chicas. En la vida he visto esto. ¡Y siguen llegando!", se expresaba con una mezcla de ilusión y asombro una de las miles de participantes en los actos de esta jornada.

En las principales ciudades de Andalucía la respuesta también ha sido masiva. Sevilla el ayuntamiento ha cifrado en unas 100.000 personas el número de asistentes a la convocatoria reivindicativa del 8M, que ha desfilado por la Alameda de Hércules. En Málaga, los organizadores aseguran que más de 20.000 manifestantes han salido a la calle.

En Galicia, las diferentes convocatorias han sido un gran éxito. En A Coruña las calles del centro de la ciudad quedaron prácticamente bloqueadas por la asistencia masiva. También en Vigo, en Ourense, en Santiago de Compostela y en Lugo, donde miles de mujeres han desfilado reivindicando la igualdad real y efectiva.

En Santander, miles de personas han secundado una multitudinaria manifestación, -a la altura de convocatorias como la del 11M o la que trascurrió tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco-, como colofón a una jornada calificada de "histórica" e "inédita" por las organizaciones convocantes, que se han visto desbordadas desde primera hora de la mañana en los muchos actos de reivindicación y protesta que han tenido lugar en distintos puntos de la comunidad autónoma.

En la marcha, donde el negro y el morado han sido los colores predominantes, y donde las más jóvenes se han hecho escuchar con cánticos, consignas y soflamas feministas, las calles del centro de Santander se han visto inundadas de una marea violeta que ha recordado que "la fecha del 8 de marzo es nuestra, internacional y reivindicativa".

En Toledo, unas 5.000 personas según la plataforma 8M (3.000, según la Delegación del Gobierno) han acudido a la marcha que ha confluido en la plaza de Zocodover y ha acabado en la plaza del Ayuntamiento. Es el 8-M más masivo que se recuerda en la capital regional. Mujeres y hombres de toda la provincia se han reunido en Toledo al grito de "no son casos aislados, es el patriarcado" o "luego dirán que somos cinco o seis".

En Albacete unas 3.000 personas se han manifestado en la marcha que salía desde un extremo del parque Aberlardo Sánchez hasta la céntrica plaza del Altozano coreando lemas como "España, escucha, mujeres en la lucha" o "Vamos a quemar la Conferencia Episcopal por machista y patriarcal".

En Guadalajara, la manifestación ha salido a las 19 horas del Palacio del Infantado para llegar hasta la sede de la Subdelegacion del Gobierno en el Paseo de las Cruces. Más de 1.000 personas, según la Plataforma Feminista de Guadalajara se ha sumado a una marcha partida en dos. Una primera parte con la cabecera bajo el lema común nacional "Si nosotras paramos, se para el mundo" en una 'formación' solo con mujeres y después un vacío en forma de triángulo para recordar a las mujeres asesinadas, víctimas del machismo. Después una marcha "mixta" en la que han participado hombres, mujeres y niños. Durante el recorrido se han coreado lemas como "Mujer limpiadora, mujer trabajadora" o "Ante la duda, tú la viuda".

En Mérida, miles de personas se han sumado en la tarde de este jueves a la marcha fen defensa de los derechos de las mujeres. Ha sido una manifestación multitudinaria que ha llenado las calles del centro, y que ha superado con creces las expectativas de los colectivos feministas asistentes: “algo grande está cambiando hoy, estamos reescribiendo la historia y no vamos a parar hasta lograrlo”, transmitían con entusiasmo entre el tumulto. Al grito de ‘Ni una menos, vivas nos queremos’ y ‘Sin nosotras el mundo se para’ las personas asistentes han querido visibilizar la precariedad, la brecha salarial, la invisibilización de los cuidados del hogar o el maltrato. “Para gritar juntas ‘basta’ ante todas las violencias: Porque sin nosotras, el mundo se para”.

En Canarias, el tiempo ha acompañado al espíritu reivindicativo. A las 19.00 horas miles de personas han acudido al Parque San Telmo, en Las Palmas de Gran Canaria, y a la Plaza Weyler, en Santa Cruz de Tenerife, para iniciar una multitudinaria manifestación que cierra una jornada histórica en el Día de la Mujer en Canarias.

Un mensaje que logre cambiarlo todo

La jornada de huelga arrancó a medianoche del miércoles al jueves, con caceroladas, pasacalles, concentraciones y encierros universitarios. La mañana del 8 de marzo amaneció con expectación, piquetes informativos en zonas comerciales y preparativos para los cientos de actos reivindicativos que han jalonado el día: sentadas, pícnics, concentraciones y lecturas de manifiestos. Actos que han culminado en estas manifestaciones masivas.

Miles de mujeres se han movilizado este 8 de marzo en su propio nombre y en el de todas las mujeres que, a lo largo de la historia, y todavía en el presente, son oprimidas, discriminadas, ninguneadas y olvidadas. El objetivo era lanzar un mensaje fuerte, tan rotundo que su eco perdure y logre, por fin, cambiarlo todo.

"Un gobierno que no actúa y una izquierda desorientada han hecho del feminismo una voz aglutinadora"

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Desde la perspectiva de uno de los historiadores que más ha estudiado el fenómeno, Juan Sisinio Pérez Garzón (Gójar, Granada, 1949) no tiene dudas al afirmar con rotundidad que "el feminismo es el catalizador de todas las reivindicaciones sociales". Este catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Castilla-La Mancha basa su argumento en la defensa radical que el feminismo ejerce de la igualdad y de la libertad y remarca que las recientes movilizaciones de las mujeres en España se hallan a la cabeza del resto de países.

Acaba de publicar actualizada su Historia del feminismo (Catarata), una amplia y didáctica síntesis de la evolución del feminismo en el mundo occidental, con especial atención a nuestro país, desde finales del siglo XVIII hasta nuestros días.

"El feminismo no aspira al poder", señala este experto en movimientos sociales, "sino a transformar a fondo la sociedad. Por ello, se trata de un movimiento transversal e interclasista que ha ido conquistando derechos y ganando batallas paso a paso en un proceso imparable".

No oculta Pérez Garzón que la actual coyuntura política en nuestro país con una ofensiva gubernamental contra los derechos sociales en general ha favorecido el auge de las reivindicaciones feministas, como pudo comprobarse en la multitud de manifestaciones y de paros que inundaron las calles y los centros de trabajo de muchas ciudades el pasado 8 de marzo.

"Un gobierno paralizado, que se niega a legislar y actuar en favor de los derechos de las mujeres; y una izquierda y unos sindicatos un tanto desorientados han convertido al feminismo en los últimos años en una voz aglutinadora", describe.

¿Existe un feminismo de izquierdas y otro de derechas? Desde una perspectiva histórica, Pérez Garzón explica que, en sus orígenes apareció un feminismo de corte liberal, nacido de la Ilustración y la Revolución francesa, y más tarde surgió un feminismo con acento socialista.

"De todos modos", aclara, "el movimiento ha adquirido tal fuerza que ni siquiera los gobiernos del PP se han atrevido a mermar o eliminar la mayoría de leyes en favor de las mujeres de los anteriores Ejecutivos socialistas".

Asegura que "por otra parte, está claro que el poder de la Iglesia católica se encuentra en retroceso en nuestro país y, de hecho, la jerarquía sólo moviliza a los fieles cuando gobierna la izquierda". Como prueba de esa creciente pérdida de influencia de la Iglesia en las costumbres sociales, el catedrático cita una reveladora anécdota de un pueblo castellano donde una amiga suya comenta que "los matrimonios civiles ya ganan a los eclesiásticos, es decir, al cura en una proporción de 7 a 5".

Precisamente fue en Castilla-La Mancha, cuando Pérez Garzón ejerció como consejero de Educación socialista entre 1983 y 1993, donde el historiador se sintió interesado por la historia del feminismo a partir de la influencia de algunas de sus colaboradoras. Fueron los años donde, en su opinión, se impulsó un feminismo institucional y se alcanzó una cierta igualdad legal.

"Muchos hombres se ponen a la defensiva"

A pesar de todo, más de tres décadas después esa igualdad sobre el papel no se plasmado en una igualdad real. ¿Dónde están, pues, las claves de ese desfase que mantiene el techo de cristal o que alienta un machismo cotidiano que deriva en el asesinato de una mujer cada semana en España?

Partidario de las cuotas ("en los países nórdicos de Europa han logrado importantes avances"), de la discriminación positiva y de las listas cremallera en la esfera de la política, Pérez Garzón denuncia injusticias patentes en sectores como la sanidad y la educación. "Una abrumadora mayoría de profesionales en los hospitales o en las escuelas", manifiesta, "son mujeres y, en cambio, casi todos los puestos directivos en esos sectores están ocupados por hombres".

Apela también el historiador a la reacción negativa de muchos varones ante el empuje del feminismo. "Muchos hombres se ponen a la defensiva y a cada avance de las mujeres ofrecen resistencia. No quieren darse cuenta de que el feminismo apuesta por la igualdad, una aspiración que beneficia a todo el mundo".

Con un inconfundible acento andaluz y una calmada y lúcida capacidad para explicar, fruto de toda una vida de docencia, Pérez Garzón confía plenamente en las nuevas generaciones de mujeres.

"Las jóvenes", dice, "se han dado cuenta que la igualdad legal no se traduce en real. Por ello, han centrado sus esfuerzos en romper los techos de cristal, en fomentar el empoderamiento y en luchar por la igualdad laboral y el reparto de las tareas domésticas".

Ahora bien, otra laguna (o un océano más bien de las políticas de igualdad) apunta a los centros de enseñanza, en especial en primaria y en secundaria donde el estudio del feminismo está incomprensiblemente ausente de los planes de estudio.

Autor de varios libros sobre la sociedad española de los siglos XIX y XX, Pérez Garzón considera lamentable la falta de visibilidad de las mujeres en los temarios de las asignaturas de Historia.

"Es cierto que algo se ha avanzado en los últimos tiempos", reconoce, "pero queda mucho camino por recorrer. Bastará un ejemplo para entender este sangrante desequilibrio. Por supuesto que en las aulas se estudia el Manifiesto comunista que Karl Marx y Friedrich Engels publicaron en 1848 y que dio origen al movimiento comunista. Sin embargo, en el mismo año se difundió la Declaración de Séneca Falls o Declaración de sentimientos, obra de Lucretia Mott y Elizabeth Cady Stanton en la primera convención sobre los derechos de la mujer en Estados Unidos, que tiene una trascendencia similar al manifiesto marxista, pero que casi nadie conoce ni estudia".

Manual imprescindible para comprender las luchas de las mujeres en los países occidentales en los últimos dos siglos, la Historia del feminismo, de Juan Sisinio Pérez Garzón, pretende cubrir ese hueco para un público generalista y no solamente especializado. "Con frecuencia los historiadores escribimos más pensando en nuestros colegas y en la Universidad que en la sociedad a la que debemos servir".

El misterio y la juventud eterna de 'Las vírgenes suicidas'

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Nadie llegó a saber nunca por qué se suicidaron las cinco hermanas Lisbon, porque ellas nunca contaron su historia. El relato de la progresión de sus historias desde el suicidio de Cecilia, la más pequeña y la primera en quitarse la vida, hasta el adiós del resto, lo desarrolla un grupo de chicos adolescentes obsesionados con ellas. Las vírgenes suicidas (1993) fue la primera novela de Jeffrey Eugenides y, aunque el Pulitzer le llegó con la siguiente, Middlesex (2002), su fama despegó con su obra debut, que ahora cumple 25 años.

El apellido Lisbon hizo aparición por primera vez en el mundo literario en el número 117 de la revista The Paris Review en 1990. La firma del novel Eugenides iba acompañada por nombres como los de Margaret Atwood, Daniel Stern o Ruth Tarson. Él se hizo con el premio Aga Khan a la mejor ficción en 1991 y con su prestigio las hermanas ganaron páginas.

Son las hijas de uno de los profesores del instituto y su estricta esposa, que las habían concebido en cadena. Cecilia (13 años), Lux (14), Bonnie (15), Mary (16) y Therese (17), todas ellas rubias e hipnóticas, al menos para cinco chicos de un barrio residencial estadounidense en los años 70. Las hermanas se quitan la vida antes de cumplir la mayoría de edad, prácticamente a la vez, y dejan obsesionados a los jóvenes.

Dos décadas después de lo sucedido, con menos pelo y más barriga, cuentan en primera persona del plural lo que sucedió ese año, intentando atar cabos con las pruebas reunidas a lo largo del tiempo para obtener una respuesta. Nunca dan con ella, porque es imposible.

"Está claro, doctor, que usted nunca ha sido una niña de trece años". Esa frase, ya mítica, que Cecilia le espeta al confundido psicólogo después de su intento de suicidio, resume la esmirriada conclusión a la que llegan los personajes (fascinó tanto, que los jóvenes de los 90 la apuntaron en libretas y ahora la comparten en formato GIF en las redes sociales).

Pero más allá de la incomprensión del suicidio, el tema de la novela es la decadencia de la clase media americana en los años 60, que ve como la bonanza y la paz de la posguerra se empieza a desvanecer como un espejismo.

El propio escritor creció en un suburbio de Detroit en esa época, y plasmó en su libro aquella atmósfera que influyó en la psique colectiva de los adolescentes de su generación, representada en las hermanas. De hecho, Eugenides explicó en una entrevista a Dazed que había concebido a las Lisbon como una entidad con varias cabezas: "Como una hidra, pero no monstruosa. Una hidra agradable".

La enfermedad holandesa del olmo que acaba progresivamente con los árboles del barrio, la plaga de mosca de la fruta que cubre la ciudad de cadáveres de insectos o la fiesta de la asfixia. Todo son muestras del declive de la comunidad. "Las hermanas Lisbon pasaron a convertirse en todo lo que funcionaba mal en el país, de los males que este infligía hasta en sus ciudadanos más inocentes". Ellas atisbaron cómo sería el futuro y decidieron convertirse en un mito como también lo fue el sueño americano.

La mística de la adolescencia angustiada

Las vírgenes suicidas es una novela que marcó obras posteriores, pero que también bebe, inevitablemente, de algunas predecesoras. The New York Times señaló como referente inmediato Aquella noche (1987) de Alice McDermott: "No solo ambos libros comparten tema, sino también estructuras y métodos narrativos. Ambas novelas se centran en eventos que fracturan la conciencia de una comunidad entera en un antes y un después".

Por supuesto, no podía faltar el título por excelencia del adolescente aturdido, El guardián entre el centeno (J.D. Salinger, 1951) y las jóvenes confusas y con gusto por los ansiolíticos de El valle de las muñecas (Jacqueline Susann, 1966) también podrían apuntarse a esta pandilla disfuncional.

Sin quitarle mérito alguno a Eugenides, la huella que su historia ha dejado en la generación que la leyó por primera vez y a las sucesivas, se debe en gran parte a la adaptación que Sofia Coppola hizo para la gran pantalla. La directora se adelantó décadas a Instagram y con el filtro amarillento de la película y la pegajosa banda sonora que el grupo francés Air consiguió reproducir a la perfección el clima asfixiante que destilan las páginas del libro.

De hecho, y mal que les pese a los defensores de "el libro siempre es mejor que la película", los primeros resultados que salen al teclear el título en el buscador de Internet son sobre el filme. Fue su primer largo y uno de sus trabajos más célebres, aunque el Oscar le llegó con su segunda película, Lost in Traslation (2003). Las rubias suicidas supusieron el inicio de dos de las carreras más exitosas del mundo de la cultura.

Posibles sucesoras

Aún está por ver si la futura película basada en Las chicas (Anagrama, 2016) supera el éxito fulgurante de la novela en la que está inspirada como ocurrió con "las vírgenes" de Eugenides. Su autora es Emma Cline y los derechos del libro ya están vendidos desde hace años al productor cinematográfico Scott Rudin por dos millones de dólares, la misma cantidad que Penguin Random House le pagó a la escritora por su manuscrito. 

Aunque su libro está basado en la historia de Charles Manson y su familia de jóvenes abducidas, la angustia de una adolescente que vive en una zona acomodada de Estados Unidos en los años 60 es la misma que la que se respira en el barrio de las Lisbon. Y la atracción que genera un grupo de muchachas también: "Volví la mirada por las risas, y seguí mirando por las chicas", dice la protagonista al empezar. El ansia por resolver un misterio puede convertirse en obsesión y pocas cosas pueden ser más indescifrables que la mente de una persona de 13 años.

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