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El sexismo que solo sufren las escritoras y que nunca cuentan en las entrevistas

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Hay realidades que no caducan con el Día del Libro. Esta fecha hace justicia a las que ocupan menos espacio el resto del año, pero eso no las hace desaparecer cuando las casetas echan el cierre. Es un buen día para descubrir a voces jóvenes, atender a los "géneros menores" y conseguir paridad en las listas de sugerencias. Después, todo habrá pasado y volverán al cajón de las reivindicaciones hasta el año siguiente. 

Algunos profesionales de la industria se han negado a convertirse en un titular para el 23 de abril y se están tomando esa justicia por su cuenta. El hueco en los medios se vende caro, por lo que existen otras plataformas para denunciar. Así surgió hace una semana el hashtag en Twitter #ThingsOnlyWomenWritersHear (cosas que solo escuchan las escritoras) para visibilizar una realidad constante. 

La escritora Joanne Harris lo empezó cuando se vio envuelta en una discusión sobre la conciliación familiar. Ella, autora del éxito de ventas Chocolat y principal fuente de ingresos de su casa, marido e hijos, aseguró en un hilo en la red social que las mujeres sacrifican más intereses por la familia que sus homólogos masculinos. Un libro es una inversión que requiere tiempo y dinero, por eso Harris mantuvo su trabajo de profesora a tiempo completo mientras escribía Chocolat y criaba a su hija de cuatro años.

La escritora defendía que "las mujeres siempre han sido sometidas a mucha más presión para justificar su deseo por escribir" que los hombres. La declaración levantó ampollas entre la comunidad tuitera, pero también encontró el apoyo de muchas profesionales que compartían su visión. "Sí, los hombres a veces hacen sacrificios, pero no finjamos que la sociedad espera que ellos lo hagan de la misma forma que exige a las mujeres que pongan a la familia antes que nada", espetó antes de lanzar la etiqueta.

Como una llamada de la selva, el hashtag puso de manifiesto en tiempo real lo que muchas de estas escritoras han escuchado durante sus carreras. Otros usuarios se dedicaron a menospreciar, insultar y dar nuevos ejemplos sin pretenderlo de este machismo propio del mundo editorial. 

Autoras conocidas y periodistas lograron viralizar la campaña, que en los últimos días ha recibido miles de tuits. "Un presentador de radio me dijo antes de una entrevista que le encantaban mis libros. Una vez en antena dijo que yo escribía libros para mujeres", compartió la escritora estadounidense Cheryl Strayed. "¿Vas a escribir de maternidad a partir de ahora? Me gustó tu artículo, ¿lo hiciste cuando el bebé se echaba la siesta?", puso la crítica televisiva del New Yorker, Emily Nussbaum. "Eres guapa, vas a triunfar como escritora", tuiteó concisa la directora de Politicus USA.

Todas estas anécdotas cotidianas, en apariencia nimias, forman parte de una estructura opresiva mucho mayor. La abogada y coordinadora de Clásicas y Modernas, Laura Freixas, piensa que hoy en día existe la palabra perfecta para denominarlas: micromachismos. "Nos faltan palabras para designar estas experiencias. Porque se refieren a realidades que antes eran vividas, pero ahora son nombradas solo en inglés, como el mansplaining, manspreading o el manterrupting", precisa.

Freixas conoce bien el entramado editorial y desde varias perspectivas como editora, escritora y crítica literaria. No le sorprende la respuesta en contra de #ThingsOnlyWomenWritersHear porque "la experiencia de las mujeres está excluida de la cultura, o al menos de la alta cultura".

Por eso, considera que las campañas en redes sociales y etiquetas son muy útiles para expresar cosas que no tienen tradición. "Se llama despectivamente cotilleos o chismes de chicas, así que quizá la experiencia sea mejor expresada y entendida por el alcance de las redes sociales", razona. 

El lastre de la 'literatura femenina'

Muchas de las situaciones, desde la sexualización hasta cuestionar el deseo de ser o no madres, se han mantenido en la sombra durante años. Quizá por su carácter cotidiano y no excepcional, o puede que por simple vergüenza. "Ahora que el machismo no está tanto en nuestras leyes (podemos votar, no nos castigan por adulterio ni nos impiden ingresar en ciertas profesiones), estas iniciativas sirven para sistematizar la experiencia de las mujeres y entender que son la punta del iceberg", explica Freixas. 

Pero también pierden la categoría de anécdota cuando el menosprecio sistemático afecta al pan que se lleva a casa. "Quizá deberías rebajar tus expectativas e intentar escribir para una revista de mujeres", le dijo un editor a otra tuitera. Ya existen varios estudios que demuestran que los hombres leen menos libros escritos por mujeres, mientras que las lectoras no hacen distinción entre el género de la tapa.

Una encuesta de 2015 realizada por Goodreads reveló que el 80% de los títulos escritos por mujeres fueron leídos por mujeres, quienes también leyeron el 50% de los libros escritos por hombres.

La categoría popular de "literatura femenina" perjudica directamente a las escritoras y a veces son los medios especializados quienes incitan la purga. Hace un año, el periódico New Republic lanzó un estudio sobre las palabras con las que los críticos literarios definían los libros de mujeres. "Marido, matrimonio, amor, belleza y madre son los términos más usados para hacer la reseña de un libro o de una autora. En cambio, los periodistas usan el doble líder, argumento o teoría para describir el libro de un hombre", infería el análisis.

"Una de las ideas más típicas del patriarcado es que lo humano es lo masculino y lo masculino es lo humano", dice Laura Freixas al respecto. Su experiencia editorial le reafirma en que esto repercute en las ventas, en la consideración de la crítica, en el apoyo que se da a los hombres y en que a las mujeres se las publica en la medida que venden.

Tabús y autocensura

"Es genial que hagas esto ahora, antes de tener niños", compartió la periodista de The Observer, Jourdan Rodrigue, pero no fue la única. Un gran número de escritoras anglosajonas y estadounidenses publicaron comentarios que habían recibido acerca de la maternidad, el matrimonio o la decisión de no formar una familia. "¡Qué bien que seas escritora! Así te puedes quedar en casa con tu bebé", puso Rogue Davis. "Es genial que tu marido te permita hacer esto", añadió Racheline Maltese. 

Laura Freixas piensa que en España se escucha menos este tipo de críticas, pero que es un tema que muchas autoras se autocensuran. "La maternidad, la infertilidad o el aborto se asocian con la subcultura, la telebasura, las revistas del corazón y los libros de autoayuda", defiende. Cada vez surgen más libros que abordan esta perspectiva de forma valiente, como Quién quiere ser madre, de Silvia Nanclares, Madres arrepentidas, de Orna Donath o Madre hay más que una, de Samanta Villar.

Además, como decía la escritora Joanne Harris al comenzar el hilo de tuits, "a los hombres se les absuelve del pecado de ser malos padres o padres ausentes, pero no ocurre tal cosa con las madres".

La responsable de Clásicas y Modernas piensa que esta es la razón de que las escritoras se enfrenten a preguntas sobre la crianza o reciban más críticas si anteponen su oficio a tener una familia. ¿Ocurre lo mismo con los hombres? "No he sido un buen padre. Ningún escritor lo es", dijo John Banville en una entrevista con el Irish Times.

"O cuando escritores como este se olvidan de que las escritoras también pueden ser madres (y buenas madres)", respondió Joanne Harris. Estos olvidos son el germen de #ThingsOnlyWomenWritersHear y la muestra de que esta realidad existe y escuece, aunque no ocupe titulares.

"Para combatir, primero hay que visibilizar. Porque haciendo esto se pone de manifiesto que es injusto y absurdo", resume Freixas. "Si te lo callas, sigue estando en el inconsciente de todo el mundo. No se puede combatir".


#Leoautorasoct: diez propuestas para el mes de las escritoras

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El pasado 5 de octubre se entregó el Premio Nobel de Literatura y, de nuevo, volvió a ocurrir lo habitual: ni Murakami ni una mujer se llevaron el galardón.

En esta ocasión había dos escritoras entre los ocho finalistas, Margaret Atwood y Joyce Carol Oates, pero la Academia eligió al británico Kazuo Ishiguro.

Una vez más la distancia entre géneros en la lista de premiados se alargaba. De los 110 Nobel de Literatura concedidos en la historia, solo 14 han sido para mujeres.

Cifras tan difíciles como estas dejan clara la necesidad de reivindicar la obra de las mujeres en el ámbito de la escritura y por ello surgen iniciativas como #Leoautorasoct. En 2016 un colectivo de usuarios y usuarias de Twitter decidieron dedicar el décimo mes del año a recomendar títulos de escritoras en la red social usando la mencionada etiqueta.

El proyecto coincidió en el tiempo con la instauración de El Día de las Escritoras por la Biblioteca Nacional de España, la Asociación Clásicas y Modernas y la Federación Española de Mujeres Directivas (FEDEPE). La fecha de su celebración es el lunes siguiente al 15 de octubre, festividad de Teresa de Jesús. Esta segunda edición será el día 16 y su tema principal será Mujeres, saber y poder.

Sumándonos a la iniciativas proponemos 10 propuestas de autoras a las que disfrutarás leyendo, en octubre y cuando se tercie:

Zadie Smith

Novelista, ensayista y escritora de relatos cortos, la británica es una de las voces más aclamadas de la literatura actual. El próximo mes de noviembre la editorial Salamandra publicará su novela Tiempos de Swing en España (salió a la venta en inglés el año pasado), sumando el sexto volumen de la autora a su catálogo. Multiculturalidad, crisis existenciales en la sociedad moderna, conflictos de clase y feminismo son temas recurrentes en sus escritos.

Carmen Martín Gaite

Pertenece a la generación conocida como la de los niños de la guerra (o del 50) junto a otros como Rafael Sánchez Ferlosio o Josefina Rodríguez Álvarez. Fue la primera escritora en ganar el Premio Nacional de Literatura en 1978 con su novela El cuarto de atrás y en 1988 fue galardonada con el premio Príncipe de Asturias de las Letras (una de las cinco mujeres que lo consiguieron durante las 36 ediciones del galardón ahora llamado Princesa de Asturias).

El pasado mes de septiembre, la Junta de Castilla y León digitalizó su legado que, además de sus escritos, también contiene fotografías, documentos personales y familiares, cuadernos o cubiertas de sus manuscritos. Nubosidad variable, Irse de casa o su ensayo Usos amorosos de la Postguerra española son títulos imprescindibles o, al menos, recomendables en una biblioteca bien nutrida.

Rachel Cusk

Esta canadiense afincada en Reino Unido se convirtió en famosa más por su propia persona que por su obra. Con su libro Aftermath (2001), en el que cuenta sin florituras la experiencia de su divorcio con el fotógrafo Adrian Clarke, enervó a la crítica más remilgada y con su ensayo sobre la maternidad A life's work (2001) terminó de coronarse como reina de la polémica. En España, la editorial Lumen ha publicado sus novelas Mucha suerte (2004), Arlington Park (2007), La última cena y Las variaciones Bradshaw (2010).

Libros del Asteroide se encargó el año pasado de acercar al público A contraluz, la primera entrega de la trilogía a la que sigue Tránsito, que estará disponible en las librerías el próximo 23 de octubre a través del mismo sello.

Clarice Lispector

Idolatrada en América Latina (en Argentina sus títulos forman parte de las lecturas obligatorias en el currículum escolar), la obra de la brasileña de origen ucraniano empezó a cuajar en España solo hace algunos años gracias, en parte, al empeño de la editorial Siruela en introducirla en su catálogo. Recientemente ha publicado su biografía titulada Por qué este mundo, firmada por Benjamín Moser, que ayuda a comprender la obra de Lispector a través de detalles de su persona.

Pero, sin duda, la mejor manera de adentrarse en su universo es a través de la lectura de sus trabajos. Un buen inicio puede ser a través de las páginas de Cerca del corazón salvaje (1944), su primera novela.

Mary Karr

No es fácil que Michiko Kakutani, la crítica de The New York Times más respetada y temida hasta el momento (hace unas semanas anunció su retirada), califique tu obra como "sorprendente (...), una de las memorias más deslumbrantes y emocionantes de los últimos años".

La escritora publicó The Liar's Club en 1995 y fue un exitazo de los que hacen a los editores saltar de alegría. No solo fue un best-seller en su época sino que su fama ha llegado hasta nuestros días. La editorial Errata Naturae lo publica ahora en castellano con prólogo de Lena Dunham.

Carmen de Burgos

Este año se cumple el 150º aniversario del nacimiento (según los historiadores, porque ella nunca lo dejó del todo claro) de la que está considerada como primera periodista profesional en España.

Firmó también con múltiples seudónimos, aunque con el que más se la reconoce es Colombine. Defensora obstinada de los derechos de la mujer (aunque rechazaba el término "feminista"), escribió desde libros de recetas hasta crónicas de viajes, pasando por ensayos y novelas como Puñal de claveles.

Angela Davis

Poca presentación necesita una de las activistas más relevantes de los últimos 50 años. Miembro del partido Panteras Negras, un grupo revolucionario que luchó por los derechos de la comunidad negra en EEUU, llegó a figurar dentro de la lista de "los más buscados" por el FBI en los años 60.

Su militancia en la lucha por los derechos civiles no ha cesado durante todas estas décadas y ahora la editorial Capitán Swing publica su ensayo La libertad es una batalla constante. Ferguson, Palestina y los cimientos de un movimiento. Este título se suma a la autobiografía que la misma editorial publicó en España y que ya va por su tercera edición.

June Fernández Casete

Su libro 10 ingobernables cuenta las historias de diez personas que decidieron complicarse la vida y no seguir los caminos normativos de la sociedad. El título nos brinda la oportunidad de incluirla en esta lista e invitar al lector o lectora a conocer también su trabajo periodístico como coordinadora, junto a Andrea Momoitio, de Pikara Magazine; así como en otros medios con temas relacionados con sexualidad y género.

Pénélope Bagieu

Esta ilustradora y dibujante francesa publicó su primer cómic, Josefina, en 2008. En 2011 ganó el Premio SCNF del Festival de Angulema (de nuevo, una sorpresa en la lista de galardonados, en la que no abunda la presencia femenina).

El pasado mes de abril la editorial Dibukks publicó el primer volumen de su serie Valerosas, un trabajo que presenta las historias de mujeres que se atrevieron a romper con las normas establecidas en la sociedad en la que les tocó vivir y seguir su propio camino. Este mes acaba de salir a la venta su continuación.

Diez autoras

Kate Chopin, Willa Cather, Sarah Orne Jewett, Charlotte Perkins Gilman, Sui Sin Far, Zitkala-Ša, Susan Glaspell, Harriet E. Prescott Spofford, Catharine Maria Sedgwick y Mary Austin. Estos son los nombres de las autoras de los textos que se reúnen en el libro La nueva mujer: relatos de escritoras estadounidenses del siglo XIX, que ahora publica la editorial Dos bigotes. El volumen incluye un ensayo crítico de Gloria Fortún que pone en contexto a estas escritoras que ella misma escogió para el compendio.

Rachael Runner, ¿sueñan los replicantes con etiquetas de Twitter?

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Rachael Runner era una replicante. El agente Deckard necesita unas 100 preguntas del test Voight-Kampff para darse cuenta de ello. "¿Cuántas preguntas necesita normalmente para saberlo?", le pregunta Eldon Tyrell, el creador de los entes mitad máquina mitad hombre, al policía. "Depende, normalmente, unas 20 o 30", contesta él. El Blade Runner ya se ha enamorado de ella.

Rachael Runner tenía serias dudas sobre su condición. Se confundía con la gente, fumaba, podía amar, llorar y sentir rabia. "Nos gustaba la idea de crear una relación hombre-máquina pero sin prejuicio", explica a eldiario.es Sara Malinarich, una de las creadoras del bot de Twitter que lleva el nombre del personaje de ficción. Malinarich es la directora de INTACT, un proyecto de cibercultura que mezcla arte y nuevas tecnologías.

El bot está tuiteando desde el jueves en el marco del She Makes Noise, el festival feminista de música electrónica que se celebra en La Casa Encendida del 19 al 21 de octubre. Para establecer contacto con ella tan solo es necesario publicar algo con el hashtag #SheMakesNoise.

La replicante también hace música junto a otro bot, Crazzy Jones, en una sesión de música electrónica non-stop que empezó el jueves y que durará hasta el fin del festival. En lo de poner música colabora Valdelamor, un proyecto que asocia notas de música a colores, figuras geométricas y otros elementos visuales. Los tuits que se generen bajo el hashtag arriba mencionado se incorporarán al algoritmo de los bots creando, además, imágenes y textos psicodélicos con un cierto aire mecánico.

¿Qué, cómo y dónde funciona?

"Lo primero que hace Rachael es presentarse como un ente que, si bien tiene un nombre femenino y una imagen femenina, de hecho no es ni hombre ni mujer. El ser máquina se sale del concepto del género", dice Malinarich. El bot, al que INTACT considera "ciberfeminista" lo es porque, según la creadora, se ha "luchado mucho en Internet para mantener a Rachael, que ha sido discriminada solo por el hecho de no ser humana. Creemos que es ciberfeminista porque, sobre todo, está luchando por esa igualdad, por el tratamiento igualitario de las máquinas y los humanos".

Para activar a Rachael Runner hay que escribir un tuit con el hashtag del festival y ella nos devolverá un verso del director de cine e inventor José Val del Omar (1904-1982) acompañado de una imagen. ¿Por qué él? "Él había previsto la Red mucho antes que nosotros con sistemas diafónicos [precursores del estéreo], con el desbordamiento de la pantalla, justamente lo que nosotros hemos querido abordar. Llegar a cada persona, tener relaciones hombre-máquina...", dice la artista.

Malinarich explica que el bot es un módulo más de una instalación llamada Carnival. Lo define como un "sistema de telepresencia distribuida" que integra varios dispositivos: una tablet, un teléfono móvil, un ordenador, una impresora, etcétera. "Incluso nosotros mismos, con nuestros terminales en casa, somos una estación", continúa.

Para explicar ese concepto de "telepresencia distribuida", la artista recurre a la etimología de la palabra. El prefijo 'tele', que significa "a distancia" y la idea de 'presencia', que representa justamente lo contrario, lo físico. "Es el estado del ser a distancia. Es un fenómeno que lo que busca es poder estar en otro lado o eventualmente en muchos lugares a la vez", dice Malinarich.

Partiendo de esa acepción, Rachel Runner consigue materializarse en una y otra ocasión en Internet, en la instalación y en cada dispositivo que la activa.

"Nosotros tenemos un terminal con un usuario de Twitter y un programa que rastrea la Red con todos los hashtags que aparecen en el mundo. Cuando Carnival encuentra el asociado a la acción produce una respuesta, que está compuesta por una imagen capturada en tiempo real a través de una cámara conectada al programa y una frase. Lo que hace el texto es incluir el nombre del usuario. De ese modo se le llama la atención", explica Malinarich.

La distante (lo 'tele') se hace presente cuando Rachael Runner contesta al usuario, su teléfono vibra y se materializa en un tuit.

Sobre el tiempo y la condición humana

Malinarich, que no duda de que en el futuro será habitual encontrarse rodeado de telepresencias, considera que "estamos constantemente inventando maneras de hacernos presentes. De que no se nos olvide. Por eso existen las llamadas telefónicas y existe Skype. Aunque también buscamos tocarnos, que es lo que nos falta".

La creadora continúa poniendo un ejemplo: "Mi identidad puede estar coexistiendo simultáneamente de manera física en este espacio y tener una réplica en el ciberespacio. Y a su vez, puedo estar trasladando mi voz mientras hablo contigo. Estoy habitando tres espacios a la vez".

La telepresencia es una forma de perpetuación en el tiempo. Con su componente de ego pero, también, de "naturaleza humana". La artista concluye asegurando que todos "queremos producir una onda. El desapego es lo que nos duele. La separación. Fíjate que las grandes revoluciones, las más simples, han podido ser gracias a las redes. Gracias a la coordinación".

Malinarich aboga por unir fuerzas con las máquinas y crear verdaderos replicantes: "Si además podemos tener bots, por ejemplo, que sean replicantes de estas ideas; podemos crear un ejército para hacer una revolución. Desde dialéctica hasta de acciones muy completas. A este paso, ¡van a tener que cotizar para la seguridad social!", dice riéndose.

La Academia de Hollywood expulsa a Harvey Weinstein

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La Academia de Hollywood ha expulsado hoy al productor Harvey Weinstein, envuelto en un enorme escándalo de abusos y acoso sexual. "Lo que está en cuestión es un problema muy grave que no tiene lugar en nuestra sociedad", ha anunciado en un comunicado la junta de la Academia de Hollywood, encargada de los Óscar y compuesta por 54 miembros, entre los que se encuentran Tom Hanks, Whoopi Goldberg y Steven Spielberg.

El diario The New York Times y la revista The New Yorker han destapado el historial de acosos sexuales supuestamente perpetrados durante décadas por Weinstein, uno de los productores más conocidos y poderosos de Hollywood, cofundador junto a su hermano Bob de Miramax y The Weinstein Company. La noticia relataba que Weinstein se había enfrentado durante décadas a acusaciones de contactos físicos no deseados y acoso sexual y destapaba que alcanzó acuerdos económicos para evitar un juicio con al menos ocho mujeres, incluidas actrices y asistentes. El productor invitaba a mujeres a su habitación del hotel por asuntos de trabajo y les saludaba desnudo, les pedía que le hicieran un masaje o les invitaba a verle duchándose.

Tras conocerse las revelaciones, la Academia de Hollywood emitió un comunicado para rechazar la "repugnante" y "abominable" actitud del productor. Trabajadores de la industria cinematográfica han reconocido que se trataba de "un secreto a voces" en un artículo publicado en The Guardian.

Después de la publicación de la noticia, otras mujeres decidieron hablar sobre el escándalo de Weinstein, entre las que se encuentran Emma Thompson o Jane Fonda. La actriz Emma Thompson ha calificado al productor como un "depredador" y ha asegurado que el escándalo es solo la "punta del iceberg" de lo que sucede en Hollywood, mientras Jane Fonda reconoció que lamentaba no haber hablado sobre los supuestos abusos sexuales cometidos por el productor Harvey Weinstein contra numerosas mujeres tras haberse enterado hace un año.  "¿Por qué no hablaron sobre ello? Porque él es poderoso, acosó a jóvenes, la mayoría mujeres que tenían unos veinte años cuando ocurrió, vulnerables, con miedo a que si decían algo o hacían algo, les arruinaría la carrera", señaló Fonda.

El escándalo machista vestido de normalidad

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Tengo 18 años, son las 23:00 de las noche y estoy en la fiesta de despedida de uno mis primeros trabajos en el mundo audiovisual. Me siento feliz y adulta. En la barra del bar charlo con el director, el subdirector y dos compañeros más. Todos adultos. Me preguntan qué voy a hacer a partir de ahora, les digo que seguir estudiando interpretación porque quiero ser actriz.

A partir de ahí, la conversación se silencia en mi memoria, los gestos se ralentizan y las sensaciones físicas vuelven a mi piel. Siento una mano en el pecho, en MI pecho, juraría que en mi teta derecha. Bajo la mirada para ver de dónde ha salido esa mano indecente, es de hombre, tiene pelos en los dedos, sigo el recorrido por el brazo, paso por el codo, el hombro, cuello, oreja, cara y ahí están sus ojos, que me miran sonrientes y libidinosos.

- ¿Qué haces? (Le digo al director). 

- Te toco la teta (me contesta). 

- No puedes hacer eso.

Tengo 18 años, no hace ni 10 meses estaba sacándome la selectividad y lo que más he frecuentado hasta la fecha son bibliotecas para estudiar y alguna discoteca para bailar con mis amigas. En lo segundo, siempre juntas y en grupo, siempre protegiéndonos las unas a las otras de los pesados de turno. Mis amigas no están aquí, estoy sola con cuatro hombres adultos. En ese momento creo que ser adulto implica no ser un baboso, ni un pervertido, ni acosar, ni tocar a una mujer/niña sin permiso. Estoy equivocada, claro.

Miro a los hombres adultos esperando que alguno le reprenda su comportamiento al director. Silencio.

- No puedes ir tocando las tetas a la gente (repito).

- Sí puedo, mira (y me vuelve a tocar).

Lo vuelvo a sentir. El calor, la presión, su descaro y mi pudor. 

Esta vez le aparto la mano, que se había quedado pegada a MI teta. Insisto, tengo 18 años, él tendrá más de 40. No tengo recursos para situaciones como esta y no soy especialmente tirada palante.

- ¿Qué haces? (Le digo nerviosa).

- Te toco (responde él con sorna). 

- Eres un cerdo (le contesto). Y me callo para dejar paso a los comentarios de mis compañeros adultos, pero... silencio otra vez. Están ocupados buscando su dignidad en el fondo de sus copas. 

Salgo de ese lugar lleno de cobardes y me voy andando a casa. Por el camino lloro de asco y vergüenza. En casa, se lo cuento todo a mi madre. Me dice que vamos a poner una denuncia, le digo que no quiero. Ella insiste, yo también. No quiero ponerla, siento que no es tan grave. ¿Una denuncia porque te toquen una teta?, pienso en ese momento. Pues Leti, me digo ahora, sí, una denuncia porque te toquen una teta sin permiso, una denuncia por agresión sexual, que es exactamente lo que ha sucedido. 

No puse la denuncia. Hoy la pondría. Y también le tiraría el cubata por encima.

Han pasado 10 años, tengo 28 y estoy en un set de rodaje en Francia. Actuar en francés es un sueño hecho realidad. Todavía no domino el idioma, pero mejoro cada día. En la escena que estamos rodando entro a un salón con un actor que me agarra del brazo. No recuerdo qué más sucede, ni qué otros personajes andan por ahí, sí recuerdo que el dire de foto nos pide que nos paremos en nuestras marcas para hacer un retoque de luz. Lo hacemos, mientras el equipo mueve los focos cada persona está a su bola. El actor y yo nos mantenemos en la marca, durante la espera, el susodicho, con el que no he intercambiado más de tres frases en estos días, baja lentamente su mano por mi brazo, me acaricia la zona lumbar y... sí, me acaricia el culo. Lento, se toma su tiempo, yo me quedo de hielo, no reacciono, no puedo entender que esté teniendo la poca vergüenza de hacer eso ahí en medio. Cuando termina, se ríe de un chiste que acaba de hacer no sé quién desde la otra punta de la sala. 

Ahora pensarás que entonces le di una bofetada o le escupí o le grité, al fin y al cabo ya no tenía 18 años. Pues no, no hice eso. Quise decirle algo, pero el idioma y la rabia no me permitían elaborar en mi cabeza un discurso que estuviera a la altura de la repulsa que quería expresar. Tras abandonar esa opción, mi reacción fue la de comprobar que nadie se hubiera dado cuenta de lo que acaba de suceder. Miré detrás de mí, no había nadie, menos mal. ¿O sí? El chico de sonido estaba con la misma cara de asombro que yo. Cuando nuestros ojos se cruzaron, él me miró con pena para acto seguido fingir que no había pasado nada. Me pareció bien, eso sería lo más cómodo para los dos.

Espera, ¿lo más cómodo? No es cómodo que una gran parte de la sociedad nos trate como un trozo de carne. Como tampoco lo es que cuando una mujer denuncia una agresión la tachen enseguida de exagerada o mentirosa. No es cómodo que nos piropeen por la calle cuando, oh qué casualidad, no nos acompaña ningún hombre. Ni que nos llamen zorras o putas si vestimos mostrando parte de nuestra piel o nos adueñamos de nuestra sexualidad. No es cómodo llegar con miedo a casa por las noches. Ni que nos arrimen la cebolleta en el metro y si nos quejamos que nos griten a la cara: puta loca. Puta es algo que enseguida nos sueltan, me pregunto por qué.

No es cómodo ver cómo la prensa italiana machaca y culpabiliza a Asia Argento por haber tenido el coraje de contar que Harvey Weinstein la violó. No es cómodo, no es justo y sobre todo, no es nada nuevo. Simone de Beauvoir decía que lo más escandaloso que tiene el escándalo es que nos acostumbramos a él.

Nos estamos acostumbrando a leer noticias sobre nuevos casos violencia de género casi cada día (12.300 denuncias por maltrato hay al mes en España) y sobre acosos sexuales (una denuncia por violación cada siete horas y sólo denuncian el 20% de los casos). Las mujeres nos estamos acostumbrando a vivir con miedo y el machismo está acostumbrado a ser el rey de la fiesta.

Ahora se habla del caso de Harvey Weinstein, pero no es sólo este tipo con poder y dinero, son Woody Allen y Oliver Stone defendiéndole. Es Bill Cosby y los 50 testimonios de agresión y es Bill Cosby no siendo declarado culpable por la incapacidad del jurado popular de ponerse de acuerdo. Es James Toback, director de cine, a quien 40 mujeres han denunciado hace poco por abusos y violaciones. Sí, las víctimas tienen que denunciar en grupo porque de lo contrario se duda automáticamente de su testimonio (aprendamos, chicas, que la unión hace la fuerza) y pueden incluso acabar siendo ellas las denunciadas por difamación. 

Son también los cientos de testigos callando durante décadas, callando cada día. O bien por miedo a perder el trabajo o bien porque socialmente no perciben según qué comportamientos de hombres hacia mujeres como casos de acoso o agresión y se justifican con comentarios como "no le des importancia, es un buen tipo, sólo que es un poco bruto"

Es un sistema judicial que prácticamente nos exige que tengamos grabadas en vídeo las situaciones de acoso, como el reciente caso de una madre que tuvo que grabar con su móvil la violación de su pareja a la hija de ambos para poder presentar la prueba en el juzgado. 

Son las campañas contra la violencia machista que ponen en las víctimas toda la responsabilidad (como la última campaña del Ministerio de Sanidad). Por eso a la mínima que nos pasa algo, somos nosotras las que sentimos culpa y vergüenza, es lo que nos han enseñado. 

Es parte de un estadio de fútbol cantando a Rubén Castro, denunciado por violencia de género, "era una puta, lo hiciste bien" y que el partido se juegue con total normalidad. Son pancartas que rezan "Shakira es de todos" en un estadio de fútbol y que el partido se juegue con total normalidad, otra vez. Todo esto además, retransmitido por televisión, para que lo normalicemos también desde nuestras casas y con palomitas. Son jugadores de fútbol grabando sin permiso a una chica mientras mantienen relaciones sexuales con ella y mandando el vídeo al resto de sus compañeros, ah no, que el vídeo "se filtró solo". Para colmo, es ver luego como parte de la prensa deportiva enseguida les defiende (yo misma intercambié un par de tuits con Pedrerol sobre el tema). 

Son políticos diciendo con su altavoz mediático que tienen miedo de entrar con una mujer en un ascensor, no vaya a fingir que él la ha violado y le ha arrancado el sujetador. Son artículos poniendo en duda la sentencia judicial del marido de Juana Rivas por maltrato y diciendo que "él sólo quería ser un buen padre". Alimentando así el mito de la mujer bruja, manipuladora y mentirosa que tantas veces hemos visto en el cine y los cuentos y desde luego muchas menos en la vida real. Es una jueza preguntando a una víctima de violación si ella cerró bien las piernas. 

Son campañas de publicidad que nos objetualizan, sexualizan y nos preguntan si somos buenas chicas. Son los libros de texto que todavía invisibilizan nuestra huella en la historia, en la ciencia y en el arte. Son espacios en prensa o televisión que no nos dan voz o donde somos siempre minoría y artículos de opinión desprestigiando la necesaria lucha feminista. 

Es un director de televisión tocándole la teta a una niña de 18 años delante de sus compañeros sin que nadie haga o diga nada.

Es el escándalo machista vestido de normalidad. Quitémosle de una vez por todas el disfraz.

Leticia Dolera denuncia abusos sexuales sufridos durante su carrera: "Nadie hizo nada"

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Leticia Dolera ha narrado los abusos sexuales que ha sufrido durante su carrera en un artículo publicado en eldiario.es [consúltalo aquí completo] donde asegura que, con tan solo 18 años, un director de cine le tocó durante una fiesta. "Siento una mano en el pecho, en MI pecho, juraría que en mi teta derecha (...) Él tendrá más de 40. No tengo recursos para situaciones como esta y no especialmente tirada palante", dice la actriz a pesar de que le reprenda: "No puedes ir tocando las tetas a la gente". Este contesta con un "sí puedo, mira", y vuelve a tocarle, según Dolera.

Dolera continúa con un episodio sucedido 10 años después, durante un rodaje en Francia. "En la escena que estamos rodando entro a un salón con un actor que me agarra del brazo", dice Dolera, que explica cómo en aquel momento alguien del equipo les pide que permanezcan en sus marcas, momento que aprovecha un actor para tocarla el culo. "Durante la espera, el susodicho, con el que no he intercambiado más de tres frases en estos días, baja lentamente su mano por mi brazo, me acaricia la zona lumbar y... sí, me acaricia el culo. Lento, se toma su tiempo, yo me quedo de hielo, no reacciono, no puedo entender que esté teniendo la poca vergüenza de hacer eso ahí en medio.

La actriz explica que la barrera del idioma y la rabia contenida "no me permitían elaborar en mi cabeza un discurso que estuviera a la altura de la repulsa que quería expresar".

Una denuncia contra un sistema machista

Dolera denuncia que "una gran parte de la sociedad nos trate como trozos de carne. Como tampoco lo es que cuando una mujer denuncia una agresión la tachen enseguida de exagerada o mentirosa. No es cómodo que nos piropeen por la calle cuando, oh qué casualidad, no nos acompaña ningún hombre. Ni que nos llamen zorras o putas si vestimos mostrando parte de nuestra piel o nos adueñamos de nuestra sexualidad".

La actriz de Los últimos días y REC3: Génesis explica cómo muchos actos cotidianos machistas son vistos como normales por parte de la sociedad. También tiene palabras para el caso Harvey Weinstein del que dice que no es solo él, sino "Woody Allen y Oliver Stone defendiéndole". "Es Bill Cosby y los 50 testimonios de agresión y es Bill Cosby no siendo declarado culpable por la incapacidad del jurado popular de ponerse de acuerdo. Es James Toback, director de cine, a quien 40 mujeres han denunciado hace poco por abusos y violaciones", dice. El productor fue expulsado de la Academia de Hollywood recientemente después de que el New York Times destapase su largo historial de abusos y acosos en la industria del cine.

Dolera denuncia un "sistema judicial que prácticamente nos exige que tengamos grabadas en vídeo las situaciones de acoso" y recuerda "las campañas contra la violencia machista que ponen en las víctimas toda la responsabilidad (como la última campaña del Ministerio de Sanidad)" o los gritos a los futbolistas Rubén Castro -"era una puta lo hiciste bien"- y Gerard Piqué -"Shakira es de todos"- sobre sus novias.

Concluye la actriz cargando sobre las "campañas de publicidad que nos objetualizan, sexualizan y nos preguntan si somos buenas chicas" y "los libros de texto que todavía invisibilizan nuestra huella en la historia, en la ciencia y en el arte". También carga contra los "espacios en prensa o televisión que no nos dan voz o donde somos siempre minoría y artículos de opinión desprestigiando la necesaria lucha feminista".

El acoso sexual no es exclusivo de Hollywood ni el caso Weinstein supone una excepción

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Un espejo para la propia institución. En eso se convirtió este miércoles el debate que acogió el Parlamento Europeo sobre acoso sexual. Muchas intervenciones sirvieron para denunciar este tipo de comportamientos dentro de la propia Eurocámara después de que The Sunday Times publicara el pasado domingo un reportaje sobre "más de una docena" de casos de asistentes abusadas por eurodiputados. "Yo también fui víctima. Es doloroso ver que quien lo hizo sigue en su cargo", dijo la eurodiputada sueca Linnéa Engström.

Un día antes de las denuncias, en el Parlamento Europeo el grupo Condé Nast decidía vetar al fotógrafo Terry Richardson en sus revistas, incluida Vogue, por acumular varias denuncias por acoso sexual en los últimos años. Y un día después, la actriz Leticia Dolera revelaba en eldiario.es los abusos sufridos en primera persona durante su carrera profesional. Al mismo tiempo, una de las figuras más poderosas del mundo del arte, Knight Landesman, dimitía como coeditor de la revista Artforum por las denuncias de nueve mujeres y el periodista norteamericano Mark Halperin recibía cinco acusaciones. 

Hollywood ha ocupado titulares desde que a principios de mes comenzaran las primeras acusaciones contra el productor Harvey Weinstein. Un "secreto a voces" denunciado públicamente por casi 40 actrices que no queda solo reducido a este ámbito. El caso ha dado visibilidad al problema, pero lo de Weinstein no es un caso aislado ni la meca del cine, una excepción. 

"Aunque a día de hoy pensemos que el abuso sexual es residual, es sistémico y sucede en todos los espacios relacionales: en el trabajo, en la calle, en casa, entre amigos, entre compañeros de trabajo. Pero el sistema patriarcal lo invisibiliza tanto que impide a las víctimas denunciarlo públicamente", explica la doctora en estudios interdisciplinares de género Bárbara Tardón.

Los pocos casos que salen a la luz constituyen la punta de un iceberg, pero el acoso más allá de Hollywood ha dejado denuncias en innumerables ámbitos y campañas como la reciente #MeToo (Yo también)lanzada por la actriz Alyssa Milano, han desatado olas de testimonios de mujeres de todo el mundo. Entre ellas, la gimnasta olímpica McKayla Maroney, que denunció abusos sexuales por parte del médico del equipo estadounidense, actualmente en prisión provisional.

Lo aislado es la denuncia

Ana (nombre ficticio) asegura que "es algo estructural y se da en todas partes. Lo sufrimos las mujeres a diario. Decir que no pasa en todos los estamentos, instituciones y ámbitos, es ignorar la realidad". Ana es una de las mujeres que sufrió abuso sexual por parte de Santiago Romero, catedrático de la Universidad de Sevilla condenado a siete años de cárcel hace algo menos de un año. "Lo que pasó en esta universidad no es un caso aislado, lo que es aislado es la denuncia", esgrime.

Para Patsilí Toledo, integrante del grupo de investigación Antígona de la Universidad Autónoma de Barcelona, el acoso sexual "es un elemento más dentro del continuo de violencias que viven las mujeres y no se puede separar de la sociedad sexista y patriarcal en la que vivimos, ni de la violencia en el seno de la pareja, ni del acoso en las empresas, ni de las agresiones en las fiestas, ni del acoso callejero", enumera la experta.

El poder define cualquier tipo de violencia sexual, pero los agresores lo utilizan de una u otra manera dependiendo del contexto. "En el laboral hay una dependencia económica y el abusador lo sabe, así que eso garantiza la impunidad. Por otro lado, para denunciar debe enfrentarse a las consecuencias dentro de la empresa", comenta Toledo.

"En la mayoría de los casos el efecto es la pérdida de empleo o el cambio de horario, puesto o lugar de trabajo de la víctima. En vez de visibilizar, señalar y actuar contra el agresor", explica Elena Blasco, secretaria confederal de Mujeres e Igualdad de Comisiones Obreras. 

Efectos que vivió la exmilitar Zaida Cantera, que denunció su historia de acoso sexual por parte de un superior en el Ejército de Tierra en un programa de Salvados de 2015. Después de que el tribunal militar le diera la razón, la ahora diputada socialista tuvo que atravesar un calvario que le llevó a colgar el uniforme y fue sometida a una persecución dentro de la jerárquica estructura del Ejército. "Si yo fuera una víctima que no hubiera denunciado y viera el proceso posterior tan duro por el que hemos tenido que pasar, me lo pensaría", dice Ana.

En la política y en el periodismo

A pesar de la revictimización que suele seguir a la denuncia, el silencio sobre la violencia sexual comienza lentamente a romperse. La industria de la moda también está desvelando casos con el hashtag #MyJobShouldNotIncludeAbuse ('Mi trabajo no debería incluir abuso') y hace unos días el Senado de California anunció una investigación sobre las acusaciones de acoso sexual desveladas por un grupo de mujeres que trabajan en el Capitolio de ese Estado de Estados Unidos.

En la política española Ada Colau desveló el año pasado un episodio de acoso sexual en un evento "del mundo judicial" cuando ya era alcaldesa y la coordinadora general de Podemos Andalucía Teresa Rodríguez denunció a un empresario por un "acto de contenido claramente sexista", según la Fiscalía, por el que fue a declarar este pasado lunes. También decenas de políticas francesas denunciaron el año pasado de manera genérica el acoso sexual en la política gala.

Un año antes, 40 periodistas francesas de diferentes medios publicaron un manifiesto para desenmascarar este tipo de comportamientos perpetrados por los representantes públicos a los que cubren. Después, varias trabajadoras de medios de comunicación españolas hicieron lo mismo en un reportaje de la revista Pikara Magazine titulado Lo que las periodistas callan. También ocurre en el laboratorio, tal y como denunció una científica en la revista Nature en 2016, o incluso en Mercamadrid.

Una sociedad que no cuestione 

Tardón celebra que "cada vez se habla más de ello", pero al mismo tiempo afirma que "aún queda mucho que desenterrar" y lamenta que "el cambio no puede venir solo de las mujeres que denuncian". La experta reivindica "una estructura que las acompañe, las crea y que favorezca la denuncia, no que las cuestione".

Así es como se sienten muchas víctimas de violencia sexual cuando alzan la voz. Ana, la profesora que denunció junto a otras dos compañeras al catedrático de Sevilla, lo explica de esta manera: "Es duro, prolongado en el tiempo, no tienes garantías, sabes que te van a criticar, a cuestionar, que en cierto modo la víctima tiene que demostrar que dice la verdad, que se le presume que está mintiendo desde el principio".

El relato de la investigadora demuestra que tras la denuncia no hay un sistema que apoye a las víctimas, al contrario. "Nos decían que queríamos conseguir algo con ello, y sin embargo, lo que hemos hecho es perder. Hemos perdido gente que considerábamos amigos, compañeros, nuestras carreras profesionales, nuestra intimidad, tenemos problemas de relaciones sociales, hemos perdido dinero con tratamientos psicológicos y abogados, hemos perdido salud".

El 'Harvey Weinstein de la moda', vetado de Vogue y otras revistas

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Terry Richardson ya no puede trabajar con algunas de las mejores publicaciones de moda del mundo. Así lo cuenta el Daily Telegraph este martes, que asegura haber visto y leído un correo que circula entre las redes de Condé Nast Traveler International donde se pone fin a la relación del fotógrafo con el grupo editorial en hasta 29 mercados.

Condé Nast Traveler publica revistas como GQ, Vogue, Glamour, Vanity Fair y Wired, entre otras. Según ese correo, a pesar de que Richardson tuviera encargos ya cerrados, si no están publicados deberán "eliminarse o sustituirse con otro tipo de materiales".

Richardson, que suele publicar en revistas de moda, es conocido en la industria por publicar fotografías con cierto contenido sexual. A lo largo de los años acumula varias denuncias por explotar sexualmente a sus modelos, algo que él ha negado siempre.

En los 2000 se convirtió en un fotógrafo referencia de la industria. También ha trabajado con Beyoncé, Madonna, Lady Gaga o Miley Cyrus, para quien dirigió el videoclip Wrecking ball. En los últimos años varias modelos le han acusado de abuso durante sus sesiones y en 2014 se puso en marcha el hashtag #NoMoreTerry, que animaba a boicotearle a él y a todas las marcas y publicaciones que trabajasen con él. Rhicardson siempre ha negado las acusaciones asegurando que siempre fueron consentidas.

El 'Harvey Weinstein de la moda'

Este fin de semana, el Sunday Times se preguntaba por qué el fotógrafo de 52 años seguía siendo "agasajado por los amantes de la moda" en el marco del caso Harvey Weinstein. La publicación le define como "el Harvey Weinstein de la moda".

La relación turbulenta entre Richardson y Condé Nast Traveler no es nueva, pero al poco tiempo de publicarse el artículo el artículo del Times, el grupo editorial ha decidido no volver a trabajar con él.

El mensaje habría sido enviado por James Woolhouse, el CEO de la compañía, a los directores de las distintas revistas. "Te escribo sobre un asunto importante. Condé Nast no volverá a trabajar con el fotógrafo Terry Richardson".

El email continúa diciendo que "cualquier fotografía que ya haya sido encargada o los trabajos terminados pero no publicados deben ser eliminados o sustituidos por otros". Woolhouse termina pidiendo confirmación de la recepción del correo y dando las gracias "por el apoyo en esta materia".


Femen irrumpe en un homenaje a Polanski: "Nada de honores para los violadores"

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Dos activistas del grupo feminista Femen han irrumpido este lunes en un homenaje al cineasta Roman Polanski que se celebraba en la Cinemateca Francesa, en París, informa la agencia AFP. El director franco-polaco, que estaba presente durante el suceso, está acusado por cuatro mujeres de violación cuando eran menores de edad.

"¡Nada de honores para los violadores!", han gritado las activistas a la entrada de Polanski en la sede de la Cinemateca. Como es habitual en las protestas de Femen, las activistas iban desnudas de cintura para arriba y llevaban pintadas consignas sobre la piel, entre otras la de "Criminal Pedófilo Muy Importante". El cineasta ha sido protegido por personas de su entorno, y las activistas han sido desalojadas.

"Nuestro silencio debe transformarse en un tumulto ensordecedor. No nos callaremos", reza el tuit que ha enviado Femen Francia con un vídeo del suceso.

Además, añaden el 'hashtag' #metoo, que estos días es frecuente en redes sociales tras hacerse públicos los casos de abusos sexuales cometidos por el productor Harvey Weinstein, el fotógrafo Terry Richardson y el actor Kevin Spacey

La revolución feminista de las palabras

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Ellas y ellos, vecinas y vecinos. Exageración o infravaloración. Histéricas o machos. Han sido multitud las polémicas que se han generado en torno al lenguaje no sexista desde que en 1973 la lingüista norteamericana Robin Lakoff planteó una primera reflexión sobre la inequitativa relación de hombres y mujeres con el lenguaje. La última que hemos presenciado en el ring mediático ha sido entre Arturo Pérez-Reverte y Francisco Rico, quienes, con la excusa de debatir sobre el lenguaje sacaron a pasear sendos egos, quedando patente que ninguno de los dos académicos carecía de él.

Hablando de egolatría, hablemos de la Real Academia Española y repasemos la capacidad de los detractores del lenguaje no sexista de ignorar reiteradamente los más de cuarenta años de lingüística feminista y sus aportaciones, tanto desde la academia como desde el activismo. Una ingente y como mínimo interesante bibliografía es ninguneada por la Real Academia al completo en un alarde de autoridad necesitada de defender su feudo. Con cierto tufo machista, por cierto.

En realidad la Academia incurre en una negación de la lingüística general del último siglo, y se olvida en sus debates de citar las teorías lingüísticas posteriores al estructuralismo que han mostrado cómo el lenguaje no sólo refleja sino que desempeña un papel protagonista en la creación y perpetuación del sistema social. En palabras del lingüista británico J. L. Austin, “se hacen cosas con las palabras”.

De hecho, también a través del lenguaje podemos resistirnos y subvertir el orden establecido. Aunque Pérez-Reverte no lo crea. Al contrario, afirmaba hace poco en una entrevista que si la sociedad es machista la Real Academia debe reflejarlo. Resistamos y subvirtamos pues, a pesar de Pérez-Reverte. Y recordémosle aquella frase de la Premio Nobel Toni Morrisson “el lenguaje opresivo hace más que representar la violencia, es violencia.”

Porque los seres humanos no estamos a merced de la lengua de forma pasiva, nuestro lenguaje tiene consecuencias en todos los ámbitos del patriarcado. Hace no tantos años los crímenes machistas eran despachados por los medios de comunicación como crímenes pasionales, un término que remitía a la esfera privada y que conllevaba una fuerte carga semántica de inevitabilidad y enajenación.

Posteriormente pasamos a hablar de violencia de género, explicitando así que se trata de una violencia marcada por el sistema de género. Hoy en día las feministas luchamos para que se le llame violencia machista, de forma que se explicite en el propio lenguaje la causa y el enemigo a batir.

Pasional, de género, machista. El lenguaje se rebela, avanza y lucha aunque la resistencia y subversión no sean bien recibidas por los guardianes del orden. Lo muestran en infinitas columnas y espacios ridiculizando y caricaturizando las propuestas del lenguaje inclusivo, las propuestas para visibilizar realidades que afectan a las mujeres, como el feminicidio, como las familias monomarentales, ¿o debería decir monomaternales?

Rechazan toda apropiación social del lenguaje, arrogándose el papel del experto: la lingüística es una y coincide con mi discurso, lo que se aparte de él es científicamente disparatado. La gramática prescriptiva que practican se disfraza de neutralidad, cuando en realidad está impregnada de la ideología de la superioridad masculina y la diferencia sexual.

Así sucede, por ejemplo, en el tan debatido masculino genérico. Diversos estudios de psicología social han medido el impacto de las formas masculinas consideradas genéricas y muestran que hombres y mujeres tienden a identificar estas formas como masculinas, y que por tanto las tan cacareadas afirmaciones del tipo “las mujeres se reconocen en el masculino genérico” no tienen ninguna validez científica.

Robin Lakoff, Sara Mills, Julia Penelope, Dale Spender, Patrizia Violi y Mercedes Bengoechea y Eulàlia Lledó en nuestro país, son algunos de los nombres de las lingüistas que han trabajado la lingüística de corpus, el análisis del discurso, la pragmática o la sociolingüística, disciplinas fundamentales a través de las cuales se ha puesto en duda la pretendida neutralidad de la lengua.

Pero lo cierto es que pese a las mencionadas resistencias, el uso de un lenguaje no sexista se está extendiendo. En la esfera política comienza a ser común escuchar ciudadanía en lugar de ciudadano, diputados y diputadas, incluso en la bancada conservadora, que lo pronuncia como por inercia. El propio Pérez-Reverte hablaba hace poco del lector y la lectora.

Tal vez el masculino genérico esté herido de gravedad. Por eso, conscientemente, apelamos a la necesidad de que los y las representantes políticas aprendamos de estos lenguajes construidos desde la opresión y apostemos por un lenguaje que no dé la espalda a nadie, verdaderamente inclusivo, que abrace a todos y todas por igual.

No nos engañamos, no creemos que podamos aspirar a un lenguaje libre de sexismo y completamente neutro, el lenguaje nunca lo es. Pero sí podemos y debemos aspirar a un lenguaje más consciente, que sea también agente del cambio del proceso transformador que estamos viviendo. Porque, como dijo Julia Kristeva, "¿cómo podemos concebir una lucha revolucionaria que no implique una revolución en el discurso?"

Golondrinas feministas invaden la RAE

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Las golondrinas llegan en primavera y se van en otoño. "Golondrina", es, además, una de las pocas palabras cuya distinción entre femenino y masculino no es peyorativa hacia el primer caso. Por esos dos motivos, la campaña llevada a cabo por Carlos de la Fé y María Martín que divulga el machismo en la RAE se llama #golondrinasalaRAE y vuelve este 25 de abril.

Hay un tercer motivo con más chanza: “Durante décadas (y hasta la edición 23ª, la última) el DRAE, por cabezonería de sus miembros, ha mantenido un error en la definición del lema ‘alidona’ que ha sido el cachondeo de especialistas en ornitología de medio mundo (lo definía como ‘Concreción lapídea que se suponía encontrarse en el vientre de las golondrinas’ y que solo debían de suponerlo en la RAE porque tal cosa no está ahí)”, explica de la Fé, miembro como Martín de Especialista en Igualdad, organización que impulsa la iniciativa desde 2012.

Se han unido a un equipo de voluntarios y a lo largo de doce meses recopilan material, analizan el diccionario, el CORPE y las actividades de la Real Academia de la Lengua. Dos veces al año, difunden en redes bajo ese hashtag los aspectos machistas que han encontrado y se los hacen llegar a la institución. Lo llaman una “incursión”: “Porque todo empezó con unas declaraciones en prensa que leí viviendo en México en la que acusaban de "bárbara" (por salvaje, no por estupenda) la sugerencia de usar un lenguaje no sexista. Los bárbaros hacían incursiones contra el Imperio Romano ¿no? pues eso”.

Este año, tras las declaraciones de Félix de Azúa sobre Ada Colau, el tema está de especial actualidad. Sobre ellas, de la Fé dice: “han conseguido, de nuevo, retratar a quien las dice y a quien representa. Da la sensación de que para ser elegido entre los “inmortales” (como se autodenominan) hay que ser machista sí o sí, independientemente de si eres hombre o mujer. Este tipo de escupitajos lingüísticos, más que declaraciones, son habituales no solo entre miembros de la RAE sino, desgraciadamente, entre miembros de la cultura en general y de la docencia en particular”.

“Pero es lógico”, continúa. “Desde Especialista en Igualdad y quienes colaboramos con la campaña sabemos que se trata 'simplemente' de educación, y así nos han enseñado a hablar (y a vivir, y a ver el mundo y a pensarlo, porque esa es una cualidad del lenguaje), desde un punto de vista en el que el hombre es la medida de todas las cosas y lo que no sea masculino es 'anormal', o sea, fuera de la norma”.

Y es que otra de las funciones de #golondrinasalaRAE es hacer pedagogía y enseñar en qué es machista nuestro lenguaje. En ese sentido también sugieren consultas del tipo: "¿Por qué no respetan el orden alfabético en los lemas? Se dice niño-a... ¿Por qué no se admite el sentido sociológico de la palabra género? ¿Por qué la composición de la Academia sigue siendo abrumadoramente masculina? Propuestas de próximas académicas (por si no conocen a ninguna mujer y por eso no las eligen...)".

La respuesta de la RAE

¿Durante alguna de las seis incursiones la RAE les ha hecho caso? “En las primeras incursiones dio la “casualidad” de que su página estaba caída después de un rato etiquetándola en las redes”, comenta. “Si miramos ahora las palabras por las que les preguntábamos en las primeras incursiones notamos que algunas definiciones han cambiado a lo largo de estos años”. 

Por ejemplo, "en la definición de la anterior edición del DRAE, el verbo 'afeminar' se definía como 'hacer que un hombre pierda la energía atribuida a su condición viril; inclinarse a que en sus modales y acciones o en el adorno se parezca a las mujeres', mientras que en la nueva edición ha cambiado ligeramente para quedar de la siguiente manera: 'Hacer que un hombre adquiera características propias de las mujeres, especialmente en el aspecto o el comportamiento'. Se nota un ligero cambio. En la anterior definición quedaba bastante claro que afeminar' era algo intrínsecamente malo. Y, sin embargo, si vemos otro verbo similar, en los ejemplos nos damos cuenta de que tener algo en común con lo femenino y que se desvíe de la norma, esto es, de lo masculino, sigue estando mal visto. Para la RAE, claro", explican.

“Si hemos tenido algo que ver nos damos por satisfechas, pero, como bien dice la propia RAE con respecto a por qué siguen incluyendo en su diccionario definiciones en desuso, lo que nos gustaría conseguir es que esas expresiones desaparecieran no por una simple cuestión lexicográfica sino porque la sociedad evoluciona para bien. Es nuestra responsabilidad como hablantes mostrar el mundo y cambiarlo mediante una herramienta que (hasta que se demuestre lo contrario) es consustancial al ser humano: el lenguaje”.

El lenguaje es un tema que provoca opiniones de todo tipo. “Tanto a favor como en contra. Están quienes siempre dicen que nos ocupemos de cosas 'más importantes'. Lo paradójico es que nos lo dicen con palabras y no se dan cuenta de que pensamos con palabras (imaginamos con imágenes que traducimos) y de que el lenguaje moldea el mundo y todas las relaciones.” “Si hablamos de feminismo y, por lo tanto, de igualdad, podemos encontrarnos con mucha gente a favor, pero incluso las personas más favorables en ese aspecto, cuando tocas el tema del lenguaje se defienden como gato panza arriba y se siente agredidas. Y es lógico, por el mismo motivo: porque el lenguaje es algo muy íntimo y fundamental en el ser humano”.

Durante el día de hoy #golondrinasalaRAE ya ha llegado a ser Trending Topic. Su timeline se ha copado de avatares especiales para la ocasión (la imagen de la campaña es un dibujo de Fernando Vicente que apareció originalmente en El País y que adaptan con un color distinto durante cada campaña) y de quejas, testimonios, sugerencias y apuntes. Aquí algunos ejemplos que han sacado a la luz este lunes:

¿Una institución obsoleta?

¿En qué debería cambiar la RAE? “Si nos permites una broma, no debería cambiar, debería evolucionar o extinguirse, o que todos sus miembros salieran con el carnet en la boca, las manos en alto y las cabezas dispuestas a darse cuenta de que no tienen ni el derecho, ni el privilegio ni el mandato de nadie para ser baluartes de la lengua”, declara de la Fé.

#golondrinasalaRAE surge como una suerte de 'escrache' a la RAE pero “sobre todo (y eso es algo que las mujeres a lo largo de la Historia saben y siguen sufriendo), porque lo que no se nombra no existe. Todo acto nominativo es un acto fundacional. Nos ponen nombre cuando nacemos, y según nuestro sexo, y cuando crecemos dejamos de nombrar a más de la mitad de la población mundial. No es compresible sino dentro de una sociedad basada en pilares patriarcales”.

Otras veces en las que el feminismo fue un "peligro mortal" para el lenguaje y no pasó nada

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Creemos que es una cuestión actual, pero los debates en torno al lenguaje inclusivo se remontan al Antiguo Testamento y al Mío Cid. Así se lo hicieron saber a Percival Manglano cuando el concejal del PP criticó con sarcasmo a Podemos por usar el lenguaje no sexista en sus intervenciones y en las redes.

Efectivamente, "antes de la toma en Granada" ya se usaba el "todos y todas", aunque para Manglano fuese algo inverosímil.

Plantear este debate en nuestro país significa tocar hueso en la Real Academia. Pero no somos los únicos. La Academia Francesa respondió con dureza hace unos días ante un manual escolar redactado en lenguaje igualitario por la profesora Sophie Le Callennec. "Ante esta aberración inclusiva, la lengua francesa se encuentra, a partir de ahora, en peligro mortal", declaró el organismo

A orillas del Sena parisino, se encuentra el palacio dorado que alberga a los cuarenta académicos galos, más conocidos como los inmortales. Como ocurre en la española, los miembros de la Académie Française se nombran entre ellos y en la actualidad la forman 29 hombres y cinco mujeres, con seis puestos vacantes. Aunque se han posicionado siempre en contra de estas modificaciones por "inducir a un lenguaje desunido y dispar en su expresión, lo que crea una confusión que raya en la ilegibilidad", el Gobierno no les da la razón.

En 2015, el Consejo Superior para la Igualdad publicó una "guía de comunicación pública sin estereotipos de sexo", en la que se basó Le Callennec para redactar el volumen de la discordia. El Gobierno recomendaba citar siempre los dos géneros, ordenados alfabéticamente, y feminizar los sustantivos que se refirieran a oficios y cargos públicos.

La prensa conservadora y algunos filósofos e intelectuales clamaron al cielo por ese "galimatías" que proponen las feministas francesas. Pero no es la primera vez que se acusa al lenguaje inclusivo de atentar contra las normas gramaticales, defendidas por los académicos como si fuesen edictos divinos más que una guía orientativa.

Ese "peligro mortal" ha acechado desde hace décadas a cualquiera que haya sugerido una forma menos machista, racista u homófoba de expresarse. Ejemplos no faltan, y las reacciones ante los cuatro siguientes son solo una muestra del largo camino que aún queda por recorrer.  

El 'macarthysmo' de Princeton 

Hace un año, de cara al nuevo curso, la prestigiosa Universidad de Princeton publicó una guía de recomendaciones que "reflejan la cultura y política inclusiva de la institución". Aunque se trataba de no usar palabras asignadas a géneros al dirigirse a un grupo mixto, la polémica se desató en las redes españolas por una columna de El Mundo que afirmaba que "algunas universidades de EEUU prohíben la palabra hombre por miedo a ofender".

Como quedó demostrado más tarde, lejos de prohibir la palabra "man", Princeton sugería la opción neutra, también en el caso de las mujeres. Por ejemplo, cambiar "policewoman" por "police officer" (agente de policía) o, cuando fuese posible, el uso de "she/he" (ella/él) por "el individuo". 

La sugerencia que partió de una universidad asociada a 41 premios Nobel y 17 Medallas Nacionales de Ciencia de Estados Unidos fue relevante, pero no pionera. En España, varios centros de estudios superiores ya habían recomendado el uso de los epícenos ("ciudadanía" en lugar de "ciudadanos") en sus dependencias y documentos. Aquella vez, el "peligro mortal" fue sustituido por "el nuevo macarthysmo disfrazado de políticamente correcto", como describió el columnista confundido.

"Female or woman"

También en Estados Unidos se generó una de las primeras polémicas en torno al lenguaje no sexista, planteada por la lingüista norteamericana Robin Lakoff. Todo comenzó con el artículo El lenguaje y el lugar de la mujer, publicado hace más de cuarenta años en la revista Signs. En él, la profesora de la Universidad de Berkeley reflexionaba sobre la inequitativa relación entre hombres y mujeres en la lengua inglesa.

Uno de los grandes debates que planteó en 1975 fue el uso peyorativo de "female" (hembra) frente a "woman" (mujer). "Female puede ser cualquier especie, pero solo un ser humano puede ser mujer", por lo que referirse a ellas con el primer término "es degradarlas sutilmente a un estado mamífero inferior, como llamar a un hombre mono", opinaba Lakoff.

Sus argumentos han sido acusados, incluso por las propias feministas, de desviar el debate, aunque según ella este uso del lenguaje sirve para normalizar otros términos ofensivos como "cow" (vaca), "viper" (víbora) o "vixen" (zorra) relacionados con animales y de un uso muy frecuente en inglés para referirse de forma despectiva a las mujeres.

Miembros y miembras de la RAE

Parecido a lo que ocurrió la semana pasada en París, en 2008, varios miembros de la Real Academia Española se apresuraron a clamar contra la incorrección del lenguaje inclusivo. La por entonces ministra de Igualdad socialista, Bibiana Aído, se atrevió a referirse en una comparecencia en el Congreso a los "miembros y las miembras", una variación femenina que no se recoge en el diccionario de la RAE y que tiene cierto uso en Latinoamérica.

Desde Jiménez Losantos, que la tildó de "analfabeta" en su programa de radio, hasta vicerrectores de la RAE que se refirieron al doble término como "una estupidez" y a Aído como "defensora esas mandangas", nadie perdió la oportunidad de despellejar esa querencia de las feministas por mancillar el lenguaje. Casi diez años más tarde, el doble término es usado por partidos políticos, empresas y recomendado por escuelas superiores, como hemos visto más arriba.

Es un tema que divide en canal a los ciudadanos y las feministas, pero en el bando contrario siempre se erige la RAE como defensora de la tradición. Ya sea a través de las definiciones ofensivas (que poco a poco han ido perfilando), como de columnas socarronas de Pérez Reverte, la posición de nuestro templo lingüístico es por norma inmovilista.

Es así como, desde hace ocho años, se mandan Golondrinas a la RAE en abril: una iniciativa llevada a cabo por voluntarios para animarles a promover un lenguaje no machista e incluso a revisar su composición "abrumadoramente" masculina.

Un Microsoft Word inclusivo

En su última actualización, el procesador de textos de Microsoft ofrece alternativas para ciertas frases que se consideran "exclusiva, despectiva o estereotipada". Estas novedades no solo se aplicarán en el caso de los términos separados por género, sino en otros que ya han sido considerados ofensivos como "invidente", "discapacitado" o "indio americano", para los que la compañía ofrecerá cambios como "persona con discapacidad visual", "persona con limitación funcional" o "nativo americano". 

No se trata de una imposición, sino de una categoría que se puede seleccionar como el idioma. Lo que busca esta novedad es que la estigmatización con el lenguaje sea poco a poco percibida como un error. Aunque de momento ofrecen los ejemplos en inglés, un idioma con muchas menos distinciones de género, la idea es que el editor de textos más famoso del planeta vaya perfilando sus herramientas para sumarse a la causa. 

Y al día siguiente Carmina lo flipó. Sexismo pastelero en el anuncio de la lotería

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Suponemos que cuando Carmina, la adorable viejecita que confunde el día del sorteo de la lotería de Navidad, se cree ganadora y toda su familia y su pueblo le hacen creer que así ha sido para mantener su ilusión, despierte se llevará un buen sofocón. Claro, el anuncio de la lotería de este año no nos cuenta qué pasa después, así que no sabemos cómo gestionan Carmina y sus familiares la situación. Si siguen con el engaño en plan película Good Bye Lennin o la tienen que llevar al hospital del susto y la impresión. Tampoco sabemos si esta familia pone el mismo empeño en hacerle la vida agradable de forma habitual o reservan sus energías para el 21 de diciembre.

El anuncio de la lotería de este año sigue la estela de los anuncios de 2014 y 2015 con ese buen rollismo pastelero que apela a los sentimientos y a la ternura, en un país en el que sin duda o te toca la lotería o estás abocada a la precariedad, inestabilidad y angustia vital constante. En un país supuestamente democrático capaz de elegir en las urnas hasta el bucle infinito opciones no democráticas nos encanta, emociona y nos pone mucho apelar a la sensiblería en lugar de a la lucha. Ciudadanía unida sólo por la celebración y el engaño. Pobres, jodidas, pero felices; no con felicidad subversiva, sino complaciente, como en el franquismo.

Más allá de estas dimensiones más políticas, el anuncio de la lotería protagonizado por la abuela Carmina destila sexismo por muchos lados y por varias razones. La principal, porque crea una  imagen completamente estereotipada de la adorable viejilla con patinazo o lapsus mental  a la que es mejor ocultar la realidad. Esta señora, que podía ser la madre o la abuela de cualquiera de nosotras, ha trabajado de maestra, una profesión muy feminizada y que relacionamos con la entrega. Vive, como vamos viendo en el anuncio, en el cuidado a los demás, en la renuncia –¡si renuncia incluso al décimo para dárselo a su hijo!–, en la generosidad, y en las aspiraciones cotidianas, como ir a celebrar el supuesto premio al faro. Se trata de cualidades, alguna de ellas muy positivas, relacionadas con la feminidad tradicional y patriarcal.

Todo esto ocurre en un idílico y bello pueblo, envuelto en una épica música en el que las mujeres son mano de obra no cualificada en la fábrica o peluqueras, y los hombres son pescadores que trabajan y están en el bar. Tampoco nos podemos olvidar de los guardias civiles, ¡que también se unen a la fiesta!

Claro que es un anuncio. Claro que busca llegar al corazón y que empaticemos desde la ternura y cierta lástima con una señora mayor, y además seguro que lo consigue. Pero no podemos dejar de observar y apuntar esa afición de decantarse y elegir modelos de mujeres mayores, siempre relacionadas con roles tradicionales que apelan a un imaginario de mujeres trabajadoras en profesiones feminizadas consideradas en ocasiones como una prolongación de los cuidados, a mujeres que siempre han cuidado y van a cuidar y que siempre antes de pensar en ellas mismas y en sus intereses van a pensar en los demás.

Joder, necesitamos abuelas –además las hay y muchas– que no sólo le hagan el cola cao a un nieto que lee el móvil y no es capaz de decirle a su abuela que se ha equivocado de día y que no nos recuerden ni remitan siempre a la Herminia de la serie Cuéntame.  Necesitamos más modelos de abuelas que enriquezcan los referentes y recojan las nuevas realidades.

Por qué no nos emociona la historia de amor de la Lotería de Navidad

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Dicen que el amor es el sentimiento universal, que no entiende de clases sociales, razas o edades. Usar el amor para representar la suerte, entonces, no parece una idea del todo descabellada. Aún así, no todas las historias emocionan por igual: hay algunas que nos dejan más fríos que el cierzo, y un buen ejemplo es el último anuncio de la Lotería de Navidad.

Danielle, dirigida por Alejandro Amenábar para las Loterías Generales del Estado, pretendía poner fin a tres años consecutivos de pornografía emocional. Como parte del engranaje consumista de estas fechas, sabemos que los anuncios del sorteo deben tener un final feliz, pero a veces el proceso intermedio resulta algo agónico. 

Tanto Manuel, con tan solo un euro al día para tomarse un café, como el pobre Justino, que no veía la luz del sol, o Carmina, el colmo del sexismo pastelero, lograron su cometido: sugerir que la única forma de no ser un miserable es ganar el Gordo de Navidad. 

Representaban al desempleado, al trabajador que no pierde la sonrisa pese a ocupar el peor turno y a la anciana que tantas veces ha visto peligrar su pensión. Eran un reflejo bastante más fiel de la sociedad española que el calvo de la Lotería, Raphael o Montserrat Caballé. Pero, hartos de la lágrima fácil, este año han decidido resarcirse con un cuento de Navidad en el que el amor triunfa más allá de las dimensiones y de las fronteras del lenguaje. 

Con todas las expectativas, pinchamos en la versión de tres minutos para televisión, lo vemos hasta que aparece el rótulo del Gobierno, cerramos la ventana y nos asaltan las preguntas. ¿Habría surgido el amor si ella, en lugar de rubia y preciosa, fuese de color verde y tuviese tres ojos? ¿Podía Amenábar haber evitado los tópicos del amor romántico y heteronormativo? ¿Por qué la marciana no abre la boca ni una sola vez?

En 2017, año en el que el corto de animación Heartbeat -sobre el primer amor entre dos adolescentes homosexuales- demostró que otro tipo de narración es posible, Danielle se queda desfasada. No solo por la sexualidad de sus protagonistas, sino por el corte clásico y vulgar que confecciona cada detalle del guion. Tanto es así, que incluso el Consejo de la Juventud lo ha definido como "sexista" y "machista".

La marciana modelo

Para los no iniciados, Danielle es una alienígena que llega a nuestro planeta y toma la apariencia de la modelo de una marquesina gigante. La chica, por casualidad, se topa con la fila de una administración madrileña de la Lotería. Detrás de ella se coloca Daniel, un guía turístico que le ayuda a elegir un número pensando que es una extranjera despistada. Las semanas pasan y la pareja, que no ha conseguido intercambiar dos palabras seguidas, se enamora.

"La verdad es que no sé quién eres, pero yo te quiero Danielle", le dice él con los ojos bañados en lágrimas. Como faltaba el toque dramático, la marciana se pierde por Madrid y el muchacho se queda con el alma en vilo hasta el 22 de diciembre, cuando descubre que ambos han ganado el Gordo de la Lotería. Pero a él no le importan los millones, solo ve la oportunidad de reencontrarse con su amada en la administración que los unió. Y así ocurre, porque esa es la verdadera suerte y "el mayor premio es compartirlo". 

"El personaje femenino es una mujer silenciada y sin autonomía o control sobre su propia vida que ve en el masculino a su salvador, y el amor romántico que apuntala las relaciones tóxicas", denunció el CJE.

Cuatro días después de la publicación del anuncio, la página de Loterías y Apuestas del Estado lanzó un nuevo vídeo desde el punto de vista de Danielle. No sabemos si fue a raíz de las críticas, pero en esta versión la narradora en off es ella, al contrario de la que se puede ver en la televisión.

Aún así, no hay nada en esta historia que no recuerde a algo que ya hemos visto más veces. No conmueve porque es el clásico infortunio de los amantes. No empatizamos porque ella no es un personaje creíble: es su físico, no su personalidad -rarita-, lo que los guionistas han destacado como virtud. Fracasa incluso en la estrategia básica de marketing porque nadie compra un boleto de la Lotería para encontrar a la chica de sus sueños, por superficial que parezca.

Las historias precarias de los años anteriores, aunque lacrimógenas, transmiten ese sentimiento de necesidad que lleva a los españoles a invertir 20 euros cada Navidad en sus sueños.

Porque hay muchos más Manueles, Justinos y Carminas, que sueñan con llegar a fin de mes, abandonar el turno de noche o dejar una buena herencia a sus hijos, que Danieles (no digamos ya Danielles). Porque el amor es una percha fantástica para vender la suerte, pero no todos los amores se tienen que dar entre el chico guapo y la rubia despampanante. Porque del 2017, y de Alejandro Amenábar, nos esperábamos algo mejor que la versión navideña de Mi novia es una extraterrestre.

La Comunidad de Madrid ha recortado casi a la mitad el presupuesto contra la violencia de género desde 2008

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La Comunidad de Madrid atiende a las víctimas de violencia machista con la mitad de presupuesto que en 2008. Ese año destinó 44,8 millones de euros a acciones contra la violencia de género y promoción de la igualdad, una cantidad que fue cayendo en picado hasta 2014, cuando empezó a recuperarse a razón de un millón por año. El resultado es que en 2017 la partida no llega a los 22,6 millones de euros, según datos extraídos del último informe de CCOO sobre violencia machista en la región. 

El exiguo presupuesto, además, no se ejecuta por completo. Entre 2014 y 2016 se dejaron de gastar casi 16 millones de euros que ya estaban consignados para esta materia: 5,7 en 2014, 5,5 en 2015 y 4,6 en 2016. La Consejería de Políticas Sociales justifica que el porcentaje va mejorando y culpa de ello a los ayuntamientos y mancomunidades por "no justificar las actuaciones de los cuatro últimos meses del año al cierre del ejercicio". 

"Si el presupuesto ya es pequeño, me parece atroz que no se utilice", critica Tina Alarcón, presidenta de la Asociación de Asistencia a Víctimas de Agresiones Sexuales (CAVAS). La organización, referencia desde hace tres décadas, ha tenido que dejar el lugar donde atendían a las mujeres porque no tienen dinero para pagar el alquiler debido a un retraso en la resolución de las subvenciones del IRPF, dependiente desde este año de la Comunidad de Madrid, con las que subsisten.

"Trabajamos con mucha dificultad. En la etapa de Gallardón teníamos hasta un convenio y unas instalaciones cedidas, pero a mitad de legislatura de Esperanza Aguirre todo eso se acabó. Y con Cifuentes ha seguido igual", explica Alarcón, que asegura que atienden al mismo número de mujeres con la mitad de psicólogas y abogadas. "Si la cosa sigue así vamos a tener que dejarlo. Tenemos la esperanza de la la Comunidad nos tengan en cuenta este año", señala. 

En lo que va de 2017, ocho mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas en la Comunidad de Madrid; en 2016 fueron dos, según cifras oficiales del Ministerio de Sanidad, Igualdad y Servicios Sociales. Es el número más alto desde 2013. 

Desde la Consejería de Políticas Sociales aseguran que "todas las mujeres víctimas son atendidas" en la región. Los datos del Consejo General del Poder Judicial alertan de un aumento del 25% en el número de denuncias en la Comunidad de Madrid si comparamos el primer semestre de 2016 con el primero de 2017, periodo durante el que se presentaron 13.339. 

En todo el 2016 los juzgados de violencia de género recibieron 21.535 denuncias, un 14% más que el año anterior. De las denunciantes, 5.331 solicitaron órdenes o medidas de protección que fueron denegadas en la mitad de los casos, según el informe de CCOO.

Preocupación de la Fiscalía

La fiscal adscrita a la Fiscalía de la Sala de Violencia sobre la Mujer, Teresa Peramato, compareció el lunes en la comisión de Igualdad de la Asamblea de Madrid, donde advirtió de que en Madrid capital solo se conceden el 39%, en Aranjuez el 38,5%, en Getafe el 37,5% y en Alcorcón el 39,5%; frente al 73% de órdenes que sí se conceden en Leganés, por ejemplo.

Peramato puso de relieve que Madrid sigue sin tener las unidades de valoración integral forense en los juzgados que prevé la ley integral de 2004, encargadas de realizar informes para los jueces a lo largo del procedimiento sobre el riesgo de las víctimas. "Con ellas descendería el número de denegaciones porque sabemos que en la mayoría de ellas no se advierte una situación objetiva de riesgo", dijo. La Comunidad de Madrid tampoco tiene Oficina de Atención a las Víctimas.

Una ley falta de desarrollo

"Tenemos una ley contra la violencia de género en la Comunidad de Madrid desde hace 12 años y no se ha desarrollado", critica la diputada de Podemos Clara Serra, que considera que "la recuperación no ha llegado a estos presupuestos". Para 2018, el Gobierno regional destinará un millón de euros más hasta alcanzar los 23,6 millones (un 4% más). Ciudadanos, grupo con el que Cifuentes pactó los presupuestos para poder sacarlos adelante, argumenta que la subida no es suficiente pero "es menos que nada". "El Gobierno nos dijo que el presupuesto total se extendía trasversalmente por todas las consejerías en diferentes conceptos", asegura el portavoz Ignacio Aguado. 

Desde Podemos advierten de las "consecuencias" del bajo presupuesto, como el "empeoramiento de las condiciones laborales" de las trabajadoras que están en recursos externalizados, como son las casas de acogida, públicas pero gestionadas por empresas con el modelo de gestión indirecta. En estas instalaciones de emergencia vivieron el año pasado de manera temporal 435 mujeres y 338 menores, según cifras de CCOO. 

Como avances que señala el mismo informe, la Comunidad de Madrid comenzó a personarse a principios de 2016 como acusación popular en los procedimientos judiciales por casos de violencia de género. Una noticia recibida positivamente por los colectivos feministas pese a que la administración tenía que llevar haciéndolo desde 2005 porque la norma autonómica aprobada ese año le obliga a ello. 

El Ejecutivo autonómico también aprobó al poco de llegar al Gobierno la 'Estrategia de Actuación Integral contra la Violencia de Género' para el período 2016-2021, con un presupuesto de 272 millones de euros y 160 medidas. Un marco cuya efectividad cuestiona la oposición porque "muchas son cosas que ya están funcionando". "Es un compendio que junta iniciativas y medidas como un paquete pero realmente no cambia demasiado", sostiene la diputada Clara Serra.  


Urbanismo con visión de género: cómo hacer las calles de Madrid más seguras para las mujeres

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El Programa de Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos, Habitat, habla de la importancia de implementar medidas encaminadas a pensar el urbanismo de las ciudades con perspectiva de género: "La falta de seguridad y movilidad es un serio obstáculo para alcanzar la igualdad de género en la ciudad, en la medida que limita el derecho de las personas a participar plena y libremente como ciudadanos en sus comunidades".

"Incluso una farola tiene género, y es política". La frase es de Francisca Jiménez, una de las agentes del área de Equidad encargadas de realizar el primer informe de Impacto de Género sobre unos presupuestos del Ayuntamiento de Madrid. Se trata de un análisis, elaborado junto al área de Economía y Hacienda, de las políticas de gasto previstas para el año 2017 teniendo en cuenta "la socialización diferenciada y jerarquizada de hombres y mujeres" que genera situaciones de desigualdad entre la ciudadanía de la capital. 

La Policía municipal de Madrid detuvo o investigó en 2016 a 41 hombres por delitos relacionados con abusos sexuales a mujeres. En lo que llevamos de año, ya ha habido siete casos. Fuentes del área de Seguridad del Ayuntamiento de Madrid recuerdan que estas cifras no recogen el total de estos delitos en la capital puesto que las competencias en esta materia recaen en la Policía Nacional, por tanto "estos datos no son ni mucho menos representativos de la realidad de machismos y agresiones en la ciudad", advierten estas mismas fuentes. 

En la provincia de Madrid se produjeron 237 agresiones sexuales con penetración en 2014, según los últimos datos de los que dispone el Ministerio del Interior. Cabe destacar que el departamento ministerial solo cuenta las violaciones con penetración, por lo que el dato de agresiones a mujeres se estima mucho más elevado.

Manuela Carmena anunció el pasado miércoles la creación de una concejalía de Igualdad en el Ayuntamiento de Madrid que dependerá de la todavía delegada de Cultura, Celia Mayer, una promesa electoral de Ahora Madrid que llega en el ecuador de la legislatura. Hasta ahora, las competencias en materia de género quedaban difuminadas en el área de Equidad, Derechos Sociales y Empleo bajo la dirección de Marta Higueras. Celia Mayer explicó que el área de nueva creación se centrará en "atajar" las violencias machistas en las que incluyó "las violencias, las agresiones y las muertes". Después de que la portavoz del Gobierno municipal, Rita Maestre, anunciase que el Ejecutivo aumentará el presupuesto para destinar recursos a la nueva concejalía, el informe puede quedar obsoleto en favor de la igualdad. 

El informe presentado el pasado martes concluye que más de la mitad de los programas aprobados para este curso tienen impacto de género (según la metodología, importada de Suecia, conocida como el modelo de las tres R, que observa tres variables: la representación cuantitativa, los recursos, y los roles culturales). Entre las medidas recibidas favorablemente por el informe, están facilitar el acceso de mujeres al cuerpo de bomberos, las relaciones dentro del pleno o la utilización de lenguaje no sexista.

Mejor alumbrado y mejor transporte

Pero también hay aspectos más sutiles relacionados con el desarrollo urbano que recaen directamente sobre la seguridad de, especialmente, las mujeres. El informe destaca las iniciativas en este sentido que inciden en las desigualdades entre hombres y mujeres en su desarrollo en la ciudad. En este bloque hay dos medidas destacadas: la mejora del alumbrado público y del transporte.

En el informe se valora que el refuerzo y mejora del alumbrado público y de la vigilancia en túneles se ha realizado con perspectiva de género con criterios de "accesibilidad, movilidad y de percepción de la seguridad", "que no es igual para mujeres que para hombres", resalta Jiménez.

Hacer las vías más seguras contribuye "a que la mujer se mueva con la misma libertad que el varón y a prevenir la violencia de género, pero no solo eso: también a la corresponsabilidad de la distribución de tiempos y al fomento del empleo", puesto que los trayectos a ciertos lugares de trabajo son más accesibles.

Las zonas de la ciudad en las que se van a aplicar las mejoras dependen de diagnósticos previos que han valorado las necesidades basándose en aspectos como los índices de delincuencia. "Supone dos tercios del importe total de gastos de esta sección (seguridad), [...] en todos los barrios de la ciudad durante la noche", recoge el informe.

El otro aspecto a analizar dentro del desarrollo urbano ha sido el fomento del transporte. "Por estadística, las mujeres cogen más el transporte público que los hombres, que usan más el vehículo privado", explica Jiménez. Por ello, "las actuaciones relativas a la promoción de las actividades de accesibilidad universal, seguridad y desarrollo del transporte público fomentan en todo caso la movilidad de las mujeres", recoge el informe.

"Hay mujeres que te dicen que les da miedo trabajar en polígonos industriales", por lo que tanto una mejora del transporte como de la iluminación en estas zonas mejora las perspectivas laborales. "Ocurre también que si acorto los minutos en los que tengo que coger un autobús o un metro, reduzco el tiempo, mejoro la movilidad, y eso repercute en toda la ciudadanía y en la eficacia de la gestión de tiempos de actividades que todavía las mujeres siguen asumiendo más que los hombres", como cuando se aplica en los accesos a centros escolares o centros de salud. 

Aspectos a mejorar

Dentro del desarrollo urbano del presupuesto hay varios aspectos que no han pasado la evaluación de género; de hecho, solo un 47,1% de los 714.097 euros destinados a la sección aprueban en esta materia. No tienen en cuenta esta variable la gestión urbanística, la ejecución y control de la edificación o las vías públicas. "Eso no quiere decir que no tengan perspectiva de género. Toda política pública tiene impacto de género, pero hay casos en los que no tenemos los datos", explica Jiménez, que en este sentido incide en la necesidad de la formación en la materia de los gestores, y a posteriori, de "crear nuevos indicadores de ejecución e impacto".

Hay que tener en cuenta que el informe de Ayuntamiento de Madrid habla de una previsión. Lo resalta Clara Sainz de Baranda, del Instituto de Estudios de Género de la Universidad Carlos III, equipo que ha participado en el asesoramiento del informe."La perspectiva de género es diagnosticada con datos", explica. "Si tú tienes datos de que en unas zonas hay más violaciones que en otras y en esas zonas pones más alumbrado o seguridad, beneficias a las mujeres, porque es un problema de las mujeres. Del mismo modo, como las mujeres trabajan menos en los polígonos, se ha demostrado que si mejoras el transporte llevan más sus currículums" a estas zonas industriales. 

La investigadora señala otro aspecto relacionado con el desarrollo urbano que no ha sido incluido en el informe: la capacitación. Se trata de analizar "en qué capacitas a la mujer. No solo hablamos de trabajo, también de ocio. Si hay más luz, las capacitas para salir de noche, para ser autónoma. La ciudadanía tiene que entender que a ti te pueden capacitar y no solo darte dinero, sino empoderarte, educar, volverte autónoma", relata Sáinz de Baranda.

El equipamiento urbano es más difícil de valorar con perspectiva de género que, por ejemplo, una actividad deportiva porque no participan personas, hombres o mujeres, sino farolas, "pero justo son los que más influyen en la perspectiva de género, porque son los que más capacitan. Dan autonomía lúdica", incide.

La clave, la evaluación

"La herramienta real para llevar a cabo políticas de género transversales son los presupuestos. No puede ser que de la mujer en el deporte solo se hable la semana del deporte, por ejemplo", dice Jiménez. Y pone otros ejemplos que no están desarrollados en esta partida, como los semáforos: "¿Cuánto dura un semáforo? No es lo mismo que tengas 30 años y ninguna deficiencia física y puedas cruzar el paso sin problemas, que alguien con un carrito con un bebé o una persona mayor. El desarrollo urbano con perspectiva de género traslada cuestiones que tienen que ver con la reproducción de la vida", y normalmente del cuidado se han encargado las mujeres.

Pero Sáinz de Baranda insiste en que "la clave es la evaluación" de cómo se desarrollen estas medidas, una evaluación que se producirá cuando termine el año. "Es positivo tener buenas iniciativas, pero por ejemplo, la comisión de evaluación todavía no tiene recursos", dice. "Nuestro informe ha salido muy favorable, pero nosotros hemos evaluado presupuestos. Es un compromiso con la ciudadanía. Si se cumple un 30% de lo que se plantea ya es positivo, y abrirá una reflexión sobre por qué el otro 70% no ha sido efectivo", explica. A pesar de ello, la investigadora se muestra optimista. "Soy creyente: ya han hecho el esfuerzo de buscar investigadores externos, escuchar, y reflexionar", añade.

Para Sáinz de Baranda, una de las claves es que se debería poder diagnosticar "cuál es el índice de criminalidad ahora", asignando recursos para analizarlo. "Luego habría que hacer el mismo análisis dentro de un año, y dentro de dos. El impacto se debe valorar a posteriori. Y darle tiempo: no vas a ver una acción inmediata", concluye.

Un túnel en Madrid para caminar tranquila y libre de violencias machistas

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La delegada del área de Políticas de Género y Diversidad del Ayuntamiento de Madrid, Celia Mayer, inauguró el sábado pasado, Día Internacional contra la Violencia contra las Mujeres, la obra Agua, una transformación artística del túnel que llega al parque del Retiro.

Esta es la primera de una serie de intervenciones artísticas que se desarrollarán a lo largo del próximo año y conformarán el callejero Madrid libre de violencias machistas con el objetivo de mostrar que en las ciudades existen multitud de espacios públicos que resultan inseguros para las mujeres y transformarlos en espacios seguros y libres de acoso, miedo y discriminación.

En declaraciones a los medios, Mayer insistió en que con esta iniciativa se pretende visibilizar que además de la violencia doméstica, existen otros tipos de violencia como "la que se ejerce en espacios públicos".

En esta misma línea, explicó que en Madrid "hay muchos lugares, como aparcamientos subterráneos o túneles, por los que las mujeres no nos atrevemos a pasar por miedo a ser agredidas". "Hemos querido transformar este túnel, que estaba sucio y oscuro en un espacio que fuera amable y transitable por las mujeres", señaló la delegada.

La autora de la obra, Trinidad Irisarri, ha explicado que lo que se pretendía era dar la vuelta a un "ambiente hostil en amable". "Dentro del agua tenemos sensaciones de ingravidez, sin presión, nos sentimos más cómodos, de ahí la idea de que fuera una piscina", dijo el día de la inauguración.

Algunas personas que han cruzado el túnel, como Bárbara y Juanjo, coincidieron en en declaraciones a Europa Press que es un proyecto, "bueno y sorprendente" y que cualquier iniciativa que "ponga en valor a la mujeres está fenomenal". "Le da una plasticidad al túnel maravillosa", señala Bárbara.

Además, ambos quisieron mandar un mensaje de apoyo a las mujeres en el Día contra la Violencia Machista: "Debemos ser más feministas", concluyeron.

"No quiero que la esencia de 'me too' quede oculta bajo el halo de las famosas"

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Un tuit de la actriz Alissa Milano prendía la llama en aquel fin de semana de octubre a partir del cual algunas cosas parecen haber cambiado en Hollywood, y no solo en Hollywood. Milano, sin saberlo, se había convertido en el altavoz del proyecto que Tarana Burke, activista criada en el barrio neoyorquino de Harlem y fundadora de la organización Just Be, inició en 1997 tras una experiencia personal que le marcó de por vida.

Burke recuerda que siendo directora de un campamento para jóvenes una de las niñas, de tan sólo 13 años,  le confesó a duras penas los abusos a los que le sometía el novio de su madre. Ella, que había vivido la violencia sexual en su propia piel, se quedó en shock y sin palabras ante el doloroso relato, incapaz de seguir escuchando, y decidió llevarla con otra compañera. "'Me too' era la respuesta que me hubiera gustado que me dieran a mí y que me gustaría haber sido capaz de dar", cuenta.

Estas dos palabras se han convertido en el escudo de muchas mujeres y hombres, víctimas de abusos sexuales, que han roto su silencio –incluso con sus adaptaciones a otros idiomas, como en España con #yotambién— engendrando un movimiento social transfronterizo que se ha llevado el reconocimiento de  'personaje del año' de la revista TIME.

Y con la misma viralidad que la etiqueta #metoo se convirtió en TT mundial, han ido apareciendo Weinsteins más allá de la industria cinematográfica y el entretenimiento, en universidades de prestigio como Harvard, en equipos olímpicos y entre la clase política, lo que para Burke pone de manifiesto que "cualquier persona es susceptible de sufrir abusos sexuales porque es una cuestión de dinámicas de poder".

Hace 10 años 'me too' no comenzó precisamente con un tuit. ¿En qué contexto nace el proyecto?

Empezó como un movimiento comunitario para conectar con jóvenes de color que habían sufrido acoso sexual en mi comunidad, intentando encontrar la forma de empatizar y crear confianza con estas chicas que nunca habían hablado de sus experiencias de violencia sexual.

¿Qué significaba 'yo también' en ese primer momento?

Yo no fui a terapia por primera vez hasta los 30, y aunque lo recomiendo, también es posible empezar la recuperación sin ayuda profesional. Por eso para mí 'me too' es la chispa que inicia la conversación entre supervivientes: que sepas que no estás sola, a mí también me ha pasado y voy a compartir contigo este proceso. Esa simple idea abre un mundo de posibilidades para las supervivientes.

Poniéndonos en la piel de esas mujeres que tras años de silencio deciden denunciar públicamente lo que han sufrido, ¿cómo es ese proceso de empoderamiento?

La violencia sexual es el único delito que permite al perpetrador marcharse mientras son las víctimas las que cargan con la vergüenza, y eso es lo más grave. Vivimos en una sociedad en la que los hombres condicionan a las mujeres haciéndonos pensar que somos de su propiedad o que debemos someternos a su voluntad, y las mujeres son educadas socialmente para aceptarlo.

Por eso, muchas supervivientes creen que de alguna manera han podido contribuir a que se produjera ese abuso o acoso, les avergüenza haber dejado que pasase, tienen miedo de cómo pueda responder la gente a su alrededor… Todos esos factores llevan a las mujeres a guardar silencio. Lo bonito de 'me too' es que ha creado una base de apoyo que rompe con ese sentimiento de vergüenza. 

Tarana Burke en una intervención pública antes del fenómeno #metoo. Imagen cortesía T.Burke.

El hecho de que #metoo se haya convertido en un fenómeno viral a través de las redes sociales, ¿es algo positivo o la sobrexposición de estos casos puede tener efectos negativos?

Mi trabajo con 'me too' no es un momento puntual viral sino una travesía vital. Antes del hashtag empezamos a llevar las camisetas con 'me too', que era ya todo un posicionamiento y una forma de empezar a sentirte bien contigo misma, incluso de forma pública.

Pero creo que tiene su cara y su cruz. Por un lado, ha facilitado que la gente se animara a dar el paso porque lo único que tenían que hacer era lanzar un tuit. Pero por otro, puede que cree un falso sentimiento de seguridad, en un momento de fervor, y tal vez no todo el mundo sea consciente de que lo que se dice es totalmente público.

Hay gente que ha tildado el movimiento de 'moda'. ¿Se corre el riesgo de banalizar una cuestión tan grave como esta?

El porcentaje de denuncias falsas es apenas del 3%. Puede que haya gente que se aproveche, y seguro que hay casos, pero la gran mayoría son mujeres y hombres que han permanecido durante años en silencio, incapaces de hablar públicamente o que nunca creyeron tendrían el espacio para hacerlo.

Jamás me habría imaginado que habría cientos de miles de personas con tanto valor para denunciar públicamente. Es un momento universal de catarsis para todas las mujeres y hombres, blancos y de color, así que creo que para nada banaliza el problema, en todo caso lo enfatiza.

En apenas dos meses 'me too' se identifica como uno de los movimientos sociales de mayor impacto de los últimos años. ¿Cuál crees que es hasta el momento el cambio más tangible?

Para mí ha sido ver cómo ha crecido el sentimiento de 'tolerancia cero', empezando por Hollywoood pero trasladándose a cualquier tipo de empresa, quitando de sus puestos a personas cuyos jefes, estoy segura, antes habían consentido esos comportamientos.

Y creo que también se está produciendo un cambio en la forma en la que se está socializando la conversación. Antes era una cosa entre mujeres, y ahora la gente está entendiendo el amplio espectro de la violencia sexual.

Y de pronto hay Harvey Weinsteins por todos lados.

Es que es una problemática que afecta a todos los estratos, desde los ricos hasta la gente de a pie. Cualquier persona es susceptible de sufrir abusos porque es una cuestión de dinámicas de poder, y se manifiesta de muy diversas formas: tu jefe en el trabajo, alguien en el campus de la universidad que tiene más 'caché social' que otros... 

Por eso creo que no se habla suficientemente del efecto directo que tiene el hecho de pertenecer a una clase privilegiada, porque podemos utilizar nuestros privilegios para ayudar a quienes tienes menos privilegios o se puede utilizar para ejercer poder sobre otros, como ocurre en el abuso sexual. 

¿Estos privilegios también se manifiestan a la hora de apoyar a las víctimas? ¿Hay víctimas de primera y segunda?

Está claro que la respuesta nunca es igual y depende de quién sea la víctima y a quién se esté señalando. Las mujeres de color no reciben la misma 'bendición', por así decirlo, que las blancas cuando denuncian. La sociedad está educada para responder a la vulnerabilidad de las mujeres blancas mucho más rápido que a la de las mujeres de color, y por eso reciben distintos tipos de atención.

Precisamente por lo que ha criticado duramente en Twitter a Lena Dunham cuando salió en defensa de su amigo y productor en Girls, Murray Miller, al que la actriz Aurora Perrineau acusó de agredirla sexualmente.

Es que tenemos que ser duras, especialmente, con personas como Lena Dunham que es una ofensora reincidente y que, además, tiene una ingente masa de seguidores a los que influye. Es una 'pide disculpas' en serie, y cuando tienes que pedir disculpas cinco y seis veces por las mismas cosas, significa que no estás haciendo nada por cambiar tu comportamiento.

Hay muchas mujeres blancas que son increíbles aliadas y están comprometidas con la interseccionalidad, con situar al colectivo de mujeres marginalizadas en el centro de la causa para conseguir un movimiento feminista realmente efectivo. Y ella no es una de esas mujeres.

Lenah Dunham se nos presenta como una feminista, como alguien que defiende los derechos de la mujer, pero es una pesadilla como ejemplo de lo que el feminismo debería ser.

De nuevo un movimiento de apoyo a las mujeres que crea fracciones entre la propia comunidad feminista.

Para mí resulta especialmente doloroso porque cuando empecé 'me too' lo hice como un movimiento para las mujeres de color, y de ahí ha evolucionado a ser un movimiento de todas la mujeres.

Y no sólo de las mujeres.

'Me too' se ha convertido en un movimiento totalmente inclusivo, para mujeres, hombres, y  también a través del espectro del género entre la comunidad queer. ¡Y eso es increíble! Pero lo que ocurre a veces con los movimientos inclusivos es que siguen creando dinámicas en las que unas voces se escuchan más que otras.

Y cuando alguien tan influyente como Lenah Dunham viene con un discurso como ese es cuando se genera el rechazo, y muchas mujeres de color dicen '¿Ves? Mira lo que hace el feminismo blanco, por esto es por lo que no siento que 'Me too' sea para mí'.

¿Temías que esto sucediera, que el movimiento fuera 'blanqueado', apropiado por la comunidad de no color?

En cierto sentido está pasando. Ésta es una conversación con muchos estratos, en la que las mujeres negras, nativas, latinas, representan unas minorías que suponen el mayor porcentaje de la población, y si no somos cuidadosos con ello esa realidad se borra de un plumazo, y lo que queda es una conversación sobre acoso sexual en el entorno laboral. 

Más de la mitad de las historias #metoo hablan de situaciones de violencia sexual, no de acoso en el trabajo, y no quiero que eso quede oculto bajo el halo de las celebrities

De pronto se ha convertido en la cara de 'Me too'. ¿Cómo lleva esta fama una activista de campo del Bronx?

Bueno es algo a lo que también nos educan socialmente, a elegir un individuo y alzarlo a la categoría de héroe... No creo en el culto a las personalidades y no tengo respuestas para todo, pero para lo que sí que creo puedo servir es como puente entre dos mundos.

Yo crecí en un hogar monoparental en el Bronx, fui atacada sexualmente en tres ocasiones antes de cumplir los 25 y nunca había presentado una denuncia. Nunca tuve a nadie que hablara conmigo sobre ello y tampoco busqué ayuda, pero tuve la inmensa suerte de que alguien se cruzara en mi camino y me ayudara a recorrer el camino a la superación, que es un proceso que dura para siempre. Y ese el trabajo que hago desde antes de este boom de #metoo, devolver el regalo que la vida me ha dado.

Me Too

¿En una escala más global, hacia dónde le gustaría ver evolucionar 'me too' como movimiento?

Tenemos mucho trabajo por hacer y no podemos dejarlo en un hashtag. Esto ha sido un punto de inicio pero está claro que hay mucha legislación por reclamar a nivel federal y también acción social.

Hay que generar espacios para los supervivientes de violencia sexual, donde se sientan apoyados cuando decidan dar el paso adelante. No esperar a que las víctimas vayan a pedirlo, sino crear un tejido social de apoyo donde las personas impulsen estos espacios en sus propios vecindarios. 

A mayor escala, hay que llegar a pensar en la violencia sexual como un asunto de justicia social, como son la dignidad económica o el hambre. Y aspirar a ser un cambio sistémico porque no sólo se trata de acabar con los abusos sexuales, sino de acabar con la opresión en general.

¿Por dónde debería empezar esa transformación social?

La única forma de que se produzca un verdadero cambio cultural es trabajando simultáneamente con nuestros niños. Reprogramar a esos niños y adultos que son educados bajo la idea de que tienen derecho a hacer lo que quieran, a utilizar su poder sobre otros y 'servirse' ellos mismos.

Es un proceso de desaprendizaje y una de las vías es trabajar en una  cultura del consentimiento, junto con una educación sexual completa que tiene que comenzar en las edades más tempranas. Y sí, hay quienes piensan que en un mundo en el que el consentimiento se sitúa en el centro de nuestros comportamientos de pronto tendrán que pedir permiso para todo, y bueno, tal vez es que tiene que ser así.

Mujeres profesionales del teatro lanzan un manifiesto contra el acoso sexual "estructural" en la escena

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La Liga de las Mujeres Profesionales del Teatro (LMPT), una asociación de profesionales de la escena española que lucha por la igualdad, ha difundido un manifiesto en el que denuncian el "acoso sexual estructural" en una industria teatral "que permanece silenciosa". El texto ha sido firmado por más de mil personas, entre las que se encuentran Rosa Montero, Carme Portaceli, Montxo Armendáriz, Cristina Peri Rossi, Carlos Bardem, Natalia Dicenta, Sergio Peris-Mencheta y Miriam Díaz-Aroca.

El manifiesto, titulado Una profesión de putas, llama la atención sobre la mala reputación asociada tradicionalmente a la profesión de actriz y a la normalización del abuso y el acoso. "Pues no, digámoslo alto y claro, la nuestra no es una profesión de putas: es una profesión de depredadores sexuales que abusan de su posición dentro de la industria, amparados por las dinámicas sociales", declaran.

"Es demencial que hayamos asumido que las insinuaciones, toqueteos y relaciones sexuales sean el peaje de entrada y el camino de ascenso en una carrera artística, sean o no consentidos, porque si el sexo no nace del deseo, es utilitario y, por ende, refuerza el sistema de dominación vigente: no hay mayor victoria para el opresor que el oprimido asimile su escala de valores".

Además, señalan que el acoso sexual "tiene grados". "Va desde la nada sutil apertura de piernas bajo una mesa (tras la cual, si no correspondes, lo más seguro es que no vuelvas a saber nada de ese productor/director/actor) hasta la violación (tras la que, si denuncias, lo más seguro es que no vuelvas a saber nada de ningún productor/director/actor), pasando por las vejaciones en los castings, las reuniones en restaurantes 'a solas', las invitaciones a clases privadas y un largo etcétera".

La campaña de recogida de firmas se está moviendo en las redes sociales con la etiqueta #StopAcoso. El manifiesto ha sido redactado por Pilar G. Almansa, miembro de la junta directiva de la LMPT.

Todos los nombres y apellidos de los firmantes se harán públicos en una lista el viernes 17 de noviembre.

Una casa de Bernarda Alba sin mujeres donde los oprimidos son ellos

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Bernarda Alba aparece en escena. Lleva pantalones y jersey de punto negro, luce una calvicie avanzada y la sombra de una barba de tres días. Porque en Esto no es la casa de Bernarda Alba, la nueva obra de los Teatros del Canal, la matriarca, sus oprimidas hijas, las criadas y la anciana loca son todas hombres.

"En ocho años de luto, en esta casa no entrará el viento de la calle", grita la déspota señora en la boca del actor Eusebio Poncela. Tal y como escribió Federico García Lorca en la pieza de 1936, Bernarda se acaba de quedar viuda de su segundo marido e instaura un riguroso luto para sus hijas, a las que obliga a vestir de negro y a llorar la muerte del padre en contra de su voluntad.

La única que se salva es Angustias, la mayor e hija del primer matrimonio, que tras recibir la herencia se promete con el muchacho más apuesto del pueblo, Pepe el Romano, interpretado en esta ocasión por la actriz Julia de Castro. La opresión de la tradición católica y del machismo es la doctrina que emplea Bernarda Alba para atar a sus desgraciadas sucesoras. Un ambiente que se recrudecerá cuando la benjamina de la familia, Adela, comience un affaire con el novio de su hermanastra.

Como recuerda la directora Carlota Ferrer, el título de la obra no es casual. Lorca es el catalizador de "un discurso feminista radical, es decir, que intenta viajar a la raíz". Esto no es la casa de Bernarda Alba no esconde al público que los protagonistas son varones mediante recargadas pelucas ni kilos de maquillaje y, paradójicamente, ahí radica el mensaje feminista. "Que ellos se pongan en la piel de algo que les es ajeno, para mí cobra mayor dimensión. La opresión a las mujeres somos todos", asegura la dramaturga.

Confiesa que le sorprende el alcance de esta decisión, que "La casa de Bernarda Alba solo con hombres" sea lo único que se oiga por las calles y se lea en los titulares. Sin embargo, también aplaude que sirva para abrir el debate. "Por desgracia, nos hemos acostumbrado a ver a las mujeres oprimidas. Incluso en las campañas de violencia de género aparecen ellas llorando y dando cuenta de sus desgracias. Puede que por eso se haya normalizado", teme Ferrer.

"Al poner en boca de hombres actores y bailarines las palabras de Federico (cuyos personajes manifiestan el deseo de ser hombres para poder gozar de libertad), se evidencia la fragilidad de la mujer ante el dominante orden heteropatriarcal y su gestión del mundo a través del miedo", explica la directora. Anteponiéndose a los puristas, Carlota Ferrer asegura que el propio Lorca manifestó en vida el deseo de "tener el dinero suficiente para ver sus obras representadas de forma distinta".

Esto no es la casa de Bernarda Alba no solo se sirve del intercambio de roles para revisitar el libreto del poeta granadino. Entre el negro, los tules y las paredes blancas de la casa, reconocibles en la obra, se introduce la música en directo, la danza y el arte contemporáneo. Un proyecto que esperan que reúna, como el funeral del esposo de Bernarda, a 200 personas al día como mínimo, "aunque no sean mujeres vestidas de luto", dicen entre risas.

Las mujeres de Federico

Hace unas semanas, la Liga de Mujeres Trabajadoras del Teatro denunció, en un manifiesto titulado Una profesión de putas, los abusos y la desigualdad sistemáticos sobre las tablas. En ese contexto, ¿no sorprende que una obra 'feminista radical' no incluya apenas mujeres en el plantel? Carlota Ferrer y el dramaturgo José Manuel Mora, premio Max 2015 que firma el libreto, encuentran la respuesta en el propio Lorca.

"Federico García Lorca proyectó la problemática social de las mujeres en su obra. Habla a través de ellas sobre la necesidad de creación, de la maternidad o del amor no correspondido. Si un hombre escribe sobre las cuestiones de las mujeres, ¿por qué pueden ser representadas por otros hombres?", se pregunta Ferrer.

Mora suscribe estas palabras de inmediato y añade que así se transgrede el concepto de género, un debate que está alcanzando límites insospechados en la actualidad."La paradoja es un terreno muy fértil para el teatro, además. Lo ha sido siempre", concluye.

En el escenario, todos los actores y bailarines se reconocen como feministas. Alto y con orgullo. "Si no, habría sido una contradicción haber hecho esta obra a través del método heteropatriarcal de hacer teatro", dice un miembro del equipo de danza. Le otorgan este mérito a la directora de escena, experta en destacar la femineidad en la obra de Lorca, no solo en Bernarda Alba, "sino también en Bodas de sangre, Mariana Pineda y en Yerma".

Pero si en algo tienen razón los creadores es que no debemos quedarnos en la foto de un grupo de hombres con faldones. Lo importante es que, en los tiempos que corren, la obra de un teatro público se reconoce como feminista radical sin miedo. Que los actores se colocan por fin en la piel de sus compañeras para exigir su respeto. Que no han cambiado tanto las cosas en noventa años. Y que siempre es buen momento para recuperar, transformar y representar el legado de Federico. 

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