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Desnúdate o nadie verá tu película


Leticia Dolera denuncia abusos sexuales sufridos durante su carrera: "Nadie hizo nada"

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Leticia Dolera ha narrado los abusos sexuales que ha sufrido durante su carrera en un artículo publicado en eldiario.es [consúltalo aquí completo] donde asegura que, con tan solo 18 años, un director de cine le tocó durante una fiesta. "Siento una mano en el pecho, en MI pecho, juraría que en mi teta derecha (...) Él tendrá más de 40. No tengo recursos para situaciones como esta y no especialmente tirada palante", dice la actriz a pesar de que le reprenda: "No puedes ir tocando las tetas a la gente". Este contesta con un "sí puedo, mira", y vuelve a tocarle, según Dolera.

Dolera continúa con un episodio sucedido 10 años después, durante un rodaje en Francia. "En la escena que estamos rodando entro a un salón con un actor que me agarra del brazo", dice Dolera, que explica cómo en aquel momento alguien del equipo les pide que permanezcan en sus marcas, momento que aprovecha un actor para tocarla el culo. "Durante la espera, el susodicho, con el que no he intercambiado más de tres frases en estos días, baja lentamente su mano por mi brazo, me acaricia la zona lumbar y... sí, me acaricia el culo. Lento, se toma su tiempo, yo me quedo de hielo, no reacciono, no puedo entender que esté teniendo la poca vergüenza de hacer eso ahí en medio.

La actriz explica que la barrera del idioma y la rabia contenida "no me permitían elaborar en mi cabeza un discurso que estuviera a la altura de la repulsa que quería expresar".

Una denuncia contra un sistema machista

Dolera denuncia que "una gran parte de la sociedad nos trate como trozos de carne. Como tampoco lo es que cuando una mujer denuncia una agresión la tachen enseguida de exagerada o mentirosa. No es cómodo que nos piropeen por la calle cuando, oh qué casualidad, no nos acompaña ningún hombre. Ni que nos llamen zorras o putas si vestimos mostrando parte de nuestra piel o nos adueñamos de nuestra sexualidad".

La actriz de Los últimos días y REC3: Génesis explica cómo muchos actos cotidianos machistas son vistos como normales por parte de la sociedad. También tiene palabras para el caso Harvey Weinstein del que dice que no es solo él, sino "Woody Allen y Oliver Stone defendiéndole". "Es Bill Cosby y los 50 testimonios de agresión y es Bill Cosby no siendo declarado culpable por la incapacidad del jurado popular de ponerse de acuerdo. Es James Toback, director de cine, a quien 40 mujeres han denunciado hace poco por abusos y violaciones", dice. El productor fue expulsado de la Academia de Hollywood recientemente después de que el New York Times destapase su largo historial de abusos y acosos en la industria del cine.

Dolera denuncia un "sistema judicial que prácticamente nos exige que tengamos grabadas en vídeo las situaciones de acoso" y recuerda "las campañas contra la violencia machista que ponen en las víctimas toda la responsabilidad (como la última campaña del Ministerio de Sanidad)" o los gritos a los futbolistas Rubén Castro -"era una puta lo hiciste bien"- y Gerard Piqué -"Shakira es de todos"- sobre sus novias.

Concluye la actriz cargando sobre las "campañas de publicidad que nos objetualizan, sexualizan y nos preguntan si somos buenas chicas" y "los libros de texto que todavía invisibilizan nuestra huella en la historia, en la ciencia y en el arte". También carga contra los "espacios en prensa o televisión que no nos dan voz o donde somos siempre minoría y artículos de opinión desprestigiando la necesaria lucha feminista".

Cecilia Roth revela que fue violada en Madrid: "Lo hizo un periodista español"

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La actriz argentina y musa de Pedro Almodóvar denunció esta mañana en la radio andina que fue violada cuando vivía en España, concretamente en la capital. Cecilia Roth ha dicho que no habló de ello antes porque fue un episodio que quiso borrar de su memoria durante muchos años. 

"A mí me violaron en Madrid. Fue una situación que me costó darme cuenta de que era una violación porque era una persona conocida mía", confesó la intérprete ante el estupor del presentador de Perros de la calle, Andy Kusnetzoff. "Era un periodista español del que no me acuerdo ni del nombre", agregó.

"Esta situación estaba muy borrada en mi vida. Me había dejado mi novio, estaba fatal, él era más amigo de mi novio que mío. Me dijo 'Vení, charlemos'. Después, fuimos a su casa y no es no. Pero parece que a veces no puede ser sí. 'Pero si tenés ganas…' , y terminé haciendo lo que no quería hacer, definitivamente", detalló Roth.

La actriz continuó diciendo que había "bloqueado" el episodio hasta hace unos días en terapia y ayer en la radio argentina, porque "ahora me siento con la obligación de contarlo". "Me dio tanta angustia que lo tenía guardado, hasta que lo empecé a contar y ahora lo puedo decir. Seguramente en otro momento no lo comentaría", dijo sobre el movimiento me too de apoyo a las supervivientes de agresiones sexuales.

"Era un periodista español, pero no me acuerdo ni cómo era la cara de este tipo. Mirá el nivel de negación de hace años. Seguramente tenía miedo de que me dijeran que yo lo había provocado, o que si yo no quería no pasaba", añadió en referencia a la revictimización de las mujeres que deciden denunciar y al largo proceso de difamación al que muchas veces se ven sometidas. 

Cecilia Roth es ganadora de dos premios Goya por Martín (Hache) y Todo sobre mi madre, de Pedro Almodóvar, con el que también colaboró en Pepi, Luci, Bon y otras chicas del montón, ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, Entre tinieblas, Laberinto de pasiones y Los amantes pasajeros

Desenmascarar a los acosadores del cine español: ¿morbo o paso adelante para la lucha?

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Ayer, Cecilia Roth reveló en una radio argentina que fue violada hace años por un periodista español en Madrid. Es un episodio que le ha tomado años reconocer en voz alta por miedo a las represalias, y del que asegura haber borrado la cara y el nombre de su agresor. Da igual que superase el trauma para contribuir a la ola de rechazo hacia la violencia sexual: tan pronto como dio el paso al frente, le llovieron los reproches.

"¿Cómo pudo olvidar la cara si era una persona conocida para ella?", decían unos. "Di el nombre del periodista", le exigían otros. De pronto, la víctima tenía la obligación impuesta de desenmascarar a su verdugo si quería gozar de credibilidad pública. Si no, sería acusada de contribuir con falacias a esa "caza de brujas" anónima de la que tantos hablan (aunque otras son tildadas de lo mismo dando el nombre y el apellido de su abusador).

Desde que The New York Times desvelara el pasado octubre la identidad de uno de los agresores sexuales más peligrosos de Hollywood, el coraje de las víctimas no solo ha venido acompañado de aplausos y solidaridad; también de exigencias.

Harvey Weinstein, Kevin Spacey, James Franco o Woody Allen gustan porque son fáciles de colocar en el paredón o en el altar de la presunción de inocencia. Pero los acosadores sin rostro, aunque sirvan igualmente para medir la magnitud del problema, parece que no surten el mismo efecto.

Cuando las actrices españolas comenzaron a abrir la caja de Pandora del acoso en nuestra industria, algunas contribuyeron con sus propias vivencias: Aitana Sánchez Gijón, Leticia Dolera, Carla Hidalgo o Maru Valdivieso fueron solo algunas. No dieron nombres, solo la garantía de que estos escándalos no se circunscriben a los negocios oscuros de Hollywood. Con la exposición pública llegó la siguiente la pregunta: ¿y quién fue él?

"Os voy a contar por qué no dije el nombre. Porque no creo que el foco deba ponerse ahí. Es un tema que enseguida se lleva al morbo. He visto trozos de mi artículo en periódicos donde destacan solo las partes más morbosas", confesó Dolera en el show feminista Deforme Semanal.

La actriz narró por escrito en este diario algunos de los abusos sufridos durante su carrera artística, uniéndose así al fenómeno del me too, pero sobre todo poniendo la atención sobre el sistema machista del cine español, apoyado por el silencio de sus integrantes y la pasividad del Gobierno. "Creo que no es tan interesante hablar de quién me tocó la teta como de eso", recalcó.

Estados Unidos se ha convertido en un reflejo durante todo este proceso, sobre todo a raíz de las represalias profesionales, judiciales y públicas que han sufrido algunos de los hombres más poderosos de su industria. Pero, como recuerda Virginia Yagüe, presidenta de la asociación de mujeres cineastas CIMA, "la denuncia nominal es una decisión privada, y ya sabemos los peligros que eso implica".

CIMA emitió un comunicado al día siguiente de los Globos de Oro para animar a las profesionales que hubieran sido víctimas de este tipo de abusos a dar un paso adelante y denunciar una conducta ilícita. Eso sí, "por los canales legales establecidos para evitar vapuleos públicos, descontrolados y muy desproporcionados en ocasiones".

La portavoz, como Dolera, opina que la prensa a veces cae en un trato inadecuado y contraproducente del abuso y el acoso sexual. "Restringir este tema simplemente a casos puntuales y a datos escabrosos sobre qué le ha pasado a determinada actriz, con qué detalles y con quién, es una banalización", opina Yagüe.

Sin contar con las consecuencias que esto puede provocar, más que al agresor, a la denunciante. "Las mujeres en muchos casos pierden la fuerza de la denuncia. La carga probatoria es complicada, los procesos son farragosos y, en ese sentido, hay que reforzar a las víctimas. Por eso, la simbología del paso adelante en las denuncias sobre el hecho en sí es importante", alerta sobre un proceso delicado y un sistema que desprotege a las víctimas.

La doble responsabilidad

A diferencia de Virginia Yagüe, Berta Ojea, actriz y secretaria de Igualdad de la Unión de Actores, confía en la importancia de que se conozcan los nombres. "Pero también depende de la persona que ha sufrido el acoso. Lo que no quiero de ninguna manera es que las mujeres tengan que cargar también con esta responsabilidad", dice animando a que se consiga de una manera global y colectiva.

Por otra parte, niega que exista un caso comparable al de Harvey Weinstein en la industria española, aunque eso no signifique que no ocurran otros escandalosos. "Es evidente que en nuestro sector es muy repetitivo. Por ponerte un ejemplo, desde el sindicato denunciamos de forma continua los anuncios de cásting en habitaciones de hotel", revela Ojea.

"Esos abusos de poder se dan en cuanto se permite una estructura desequilibrada y que los posibilita como la nuestra", comparte Yagüe. "El colectivo de las compañeras actrices lo vive muy frontalmente, porque su trabajo es de exposición. El cómo se articulan los contratos para que ocupen estos puestos de exposición, provoca muchas perversiones por el camino", asegura la presidenta de CIMA.

Tanto Yagüe como Ojea apuestan por rascar la superficie, los detalles morbosos y las ganas por que exista un magnate tocón en nuestra industria, y en cambio luchar por derribar los hábitos construidos. "Parece tonto, pero es muy complicado. En primer lugar, porque en primera línea están los hombres y, después, porque pertenecemos a un sector teóricamente "progresista" y es más difícil romper la barrera allá donde se creen igualitarios", dice Yagüe, señalando la falta de conciencia como punto clave y poco tratado.

"Creo que es importante que los nombres salgan. Lo que no quiero de ninguna manera es que las mujeres tengan que cargar también con esta responsabilidad" - Berta Ojea.

Después de esto, si se quiere, la lista. Julián López lo recordó en su monólogo de presentación de los premios Feroz: "El secreto mejor guardado del cine español es el nombre de nuestros acosadores sexuales". Berta Ojea cree que es verdad, pero que saldrán a su debido tiempo.

"Las mujeres del sector tenemos estrategias, y es importante que se sepa que no trabajamos espontáneamente", adelanta la secretaria de Igualdad. Pero, ante todo, apuesta por cambiar el destinatario de la pregunta. "No hay que convertir a ninguna actriz en una heroína delantera. Vamos a poner la atención sobre los acosadores y a hacer que aparezcan (y desaparezcan) ellos. Démosle la vuelta a la pregunta", propone Ojea.

Sean cuales sean las intenciones de desenmascarar a los acosadores del cine español –el morbo o el apoyo a las profesionales– es una decisión que depende por completo de las supervivientes de la violencia y que requiere unos tiempos. Hostigar a las que no están preparadas y exigir por partida doble a las que ya sufrieron el abuso, solo es una forma de disfrazar de solidaridad la mera búsqueda de carroña.

Virginie Despentes: "Aunque a las chicas no les interese, el feminismo ha revolucionado su vida"

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Feminista, lesbiana, exprostituta. Novelista, punk, rockera. Lo que sabemos de Virginie Despentes se puede enunciar en sintagmas, y siempre son subversivos. La autora de Teoría King Kong, uno de los manifiestos imprescindibles para entender la lucha feminista contemporánea, presenta en estos días en nuestro país la primera obra de su trilogía Vernon Subutex (Random House), tras arrasar en Francia.

Despentes, cuya obra se extiende en decenas de libros y varias películas -siempre polémicas, desde Fóllame a Bye Bye Blondie- atraviesa una vez más el tránsito entre el mainstream y los márgenes, en una novela que conjuga a un protagonista desclasado de la industria discográfica, una actriz porno, productores fracasados y una generación parisina que iba a tenerlo todo y se perdió por el camino.

¿Por qué eligió la novela para contar esta historia generacional?

Es el formato que uso como escritora desde hace más de veinte años y también como lectora, claro. Creo que en el ensayo no tienes tanta libertad ni potencia. La novela es un género muy útil para explicar la complejidad de las cosas, es la más exigente como escritora pero también la más interesante como lectora.

¿Cómo vive el éxito que ha tenido la novela en Francia? ¿Qué interpretación le da? ¿Acaso toca algo de la sociedad que necesitaba ser explicado?

Me lo tomo bien (ríe). La angustia del principio de Vernon Subutex -perder tu trabajo, tu apartamento- es una angustia muy compartida. Lo pensé al escribirlo y al ver el éxito lo compruebo. Nos importa a muchos, ¿qué pasaría si lo perdemos todo? Es una angustia nueva en los que están rodeando los cincuenta. El mercado de trabajo no nos necesita, en Francia no hay una estructura familiar necesariamente que nos sostenga, es una angustia compartida.

El hecho de tener un personaje masculino también es nuevo, Vernon hace lo que le da la puta gana y todo el mundo lo ve como un derecho. Si Vernon fuera una chica igual hubiera tenido los mismos lectores, pero la crítica lo hubiera recibido de manera diferente: una señora de cincuenta años follando con todo el mundo hubiera levantado muchas preguntas, un hombre en la misma situación resulta cool.

Casi nadie me ha hablado de cómo folla Vernon. La sexualidad masculina ni siquiera se comenta. No lo pensé, pero para la próxima vez lo tendré en cuenta: los personajes masculinos siempre son guays (ríe).

Esta novela de éxito se aleja mucho de la novela francesa que suele llegar a España, con problemas pequeño burgueses.

Lo cierto es que a España llega menos literatura interesante traducida de la que hay. Sí, llega Fred Vargas, por ejemplo, o novela negra que tiene otro punto de vista. Llevo veinticinco años en esto, los escritores que me interesan suelen ser de fuera. Me gusta mucho lo que hace Zadie Smith. Roberto Bolaño, evidentemente, me voló la cabeza. Empieza a llegarnos también literatura africana y de africanos criados en Francia, con nuevas maneras de interpretar lo que pasa.

Usted ha hablado más de una vez que tanto sus películas como su trabajo literario no va destinado al señor de mediana edad que escucha ópera.

Sí, aunque el cine es otra cosa, es un territorio más vigilado. La literatura también, pero siendo de una clase social que no debería aspirar a escribir puedes llegar a entrar, quizás porque ha perdido la importancia que tenía.  Llega gente nueva desde el hip hop, por ejemplo. El cine es muchísimo más acotado y más violento. Por supuesto, tengo amigos y gente que respeto en el mundo literario. Lola Lafon y su La pequeña comunista que no sonreía nunca me interesa muchísimo.

Su trabajo trata todo lo que la sociedad bienpensante considera “degradante”. Ahora son los desclasados, antes lo que no es heteronormativo.

Lo que no me interesa es la respetabilidad clásica, no escribo en contra pero no me siento limpia o respetable. Me interesa en esta novela que haya transexuales, lesbianas, chicas con velo, chicos que no tienen nada. Está toda esa gente que no tiene legitimidad en la literatura, quizás ya no tan frontalmente, pero están. Sé que una vez entra una lesbiana o una estrella del porno de manera distinta en la narrativa puedes influir conscientemente en el pensamiento del lector.

Usted habla del rock en Francia como espacio social con divisiones políticas. ¿Cree que es algo extrapolable a otros países, a otras sociedades?  

Cada país tiene su propia historia con el rock, en España la transición le dio otra categoría y otro valor al que tiene en Francia, por ejemplo. El rock es un símbolo de la sociedad norteamericana de posguerra, de nuestra cultura común en un momento en el que no compartimos muchas cosas. Compartimos a Elvis Presley, a Janis Joplin y a Jimi Hendrix, que son conocidos en toda nuestra sociedad blanca occidental y eso hace de esta cultura algo muy interesante que dice mucho sobre la posguerra en general y sobre nuestra entrada en los ochenta y en el ultraliberalismo.

¿Hay alguien de la escena musical contemporánea que le interese, que rompa con el neoliberalismo?

Mucha gente. Gossip, Peaches, Frank Ocean incorporan muchas cosas nuevas. Desde el punto de vista queer, el pop tiene mucho que decir. Beyoncé, que es pop puro tiene mucho que discutir e incorpora temas de raza y empoderamiento.

En una entrevista que le hacían usted defendía a Beyoncé ante cierto nuevo feminismo crítico estadounidense.

Beyoncé pone sobre la mesa temas que no estaban en el mainstream hasta ahora. Estas discusiones son interesantes. Evidentemente ella no va a cambiar el mundo y es producto directo del capitalismo, pero es la primera vez que tengo tantas discusiones sobre raza y feminismo con gente que ni siquiera se planteaba el tema. Por eso la música pop es importante, trae además una carga emocional importantísima, fíjate lo que pasó con la muerte de David Bowie. Ahí pasó algo colectivamente. El pop es una cultura moribunda pero ha sido muy importante durante los últimos cincuenta años.



Usted habla de una generación que estaba educada en el progreso ascendente, una sociedad europea, socialdemócrata a veces, que siempre iba a vivir confortablemente, mejor que sus padres. Esa generación fracasa. ¿A cuantos personajes de su novela ha conocido?

Aunque los personajes no son reales, lo que dicen sí lo es. En Francia es la primera vez que vemos amenazado el trabajo del sindicalismo y los movimientos políticos de principios del siglo pasado. Fuimos inocentes y no esperábamos algo así, con tanta brutalidad. Es una guerra de clases en la que los ricos van a por el pueblo de manera feroz.

Se habla también de la transición del punk, del  “no hay futuro” al apocalipsis contemporáneo. ¿Ahora hay futuro?

El punk decía “no hay futuro” pero su ética del “háztelo tú mismo” no era nihilista, podías aprender, era una excelente escuela de curiosidad y de adaptación, mirándolo con perspectiva. Tengo 47 años, no sé qué hace la gente joven hoy en día. Sé que no pasa por el punk, sí por el hip hop y por los nuevos movimientos políticos. Creo que el feminismo y lo queer ahora es mucho más llamativo y activo que en mi juventud. En parte gracias a internet ahora tienes acceso a todas las discusiones y estas son más exigentes. Ha sido una liberación para lo queer, ya no tienes que ir mendigando que te publiquen un texto, lo sacas tú y la gente lo lee. Lo mismo pasa con los temas sobre la violación, en los noventa no podías encontrar nada sobre el tema, ni dónde discutirlo. Ahora está a la orden del día.

Pese a ese optimismo, hay indicios de involución. Usted ha dicho que Fóllame no podría filmarse hoy en día y que hemos normalizado cosas inimaginables.

Sí, incluso te diría que es peor en Francia. Las manifestaciones contra el matrimonio homosexual serían impensables hace veinte años. Creo que son dos corrientes que van en paralelo y por eso ocurren: hay resistencia porque hay avances. Hoy en día una chica puede decir que no le interesa el feminismo pero su vida ha sido revolucionada por él. En los barrios dónde hay mucha inmigración y hay discursos muy duros sobre la virginidad y el matrimonio también las chicas saben que tienen opciones que antes no contemplaban. Se ve en las series: muchos de los personajes femeninos eran impensables hace veinte años.

¿Cuales?

Las ancianitas de American Horror Story, por ejemplo. A dos metros bajo tierra, tiene a todas esas mujeres mayores de cincuenta años, con líbido y con hijos gays. Lo hemos normalizado, pero es muy novedoso. Hay personajes de chicas que hacen cosas, hay lesbianas, hay transexuales. Yo recuerdo mi juventud y el personaje más interesante parecía ser la protagonista de Flashdance. ¡Flashdance! ¿Te das cuenta? Ahora es posible que James Bond sea una mujer. No digo que no haya mucho por hacer, pero hemos avanzado.

El mainstream es muy importante en términos de feminismo para visibilizar eso. El feminismo ha cambiado el mundo occidental totalmente. De manera lenta, pero ahí está. Cuando saqué Fóllame, la novela, era impensable verbalizar que las mujeres tienen deseo sexual, no se hablaba de la cultura de la violación y ahora ha permeado, se ha entendido.

"Si estoy rodeada de amigas violadas, lógicamente también tengo amigos violadores"

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Virginie Despentes (Nancy, 1969) fue violada a los diecisiete, disfrutó del sexo con muchos hombres a los veinte y un poco más tarde se hizo prostituta. Pero, desde hace tiempo, prefiere acostarse con mujeres y hablar de feminismo solo con ellas, porque "los tíos no se han planteado nada". 

Su manifiesto Teoría King Kong salió a la luz hace más de una década y se convirtió en un vademécum para la teoría de género. Entonces, a muchos hombres les explotó la cabeza, pero ella cree que en diez años no ha habido suficientes cambios.

Para la autora francesa, es el momento de que ellos tomen el testigo en el feminismo, de que hagan autocrítica, que estudien su papel en las violaciones y que arrimen el hombro.

Es una apuesta arriesgada respecto a otras teorías feministas, pero ella ha venido a revolucionar. Lo hace a través de sus novelas, de sus películas y de las entrevistas que ofrece. Por eso en esta no encontramos las respuestas que esperamos oír, sino las que nos hacen pensar.

Cuenta en Teoría King Kong que empezó a ser feminista cuando violaron a una amiga, a pesar de que a usted le había ocurrido tres años antes. ¿Se puede decir que recibió el "golpe" a través de la sororidad?

Realmente nací en un ambiente feminista. Mi madre era muy feminista y me crié con ese tipo de textos. Pero por aquel entonces no me interesaba en absoluto. Quizá porque precisamente formaba parte de la cultura de mi casa y, cuando eres joven y rebelde, quieres ir en contra de todo eso. 

Después de que me violasen, solo supe que era algo que había pasado. Me prometí a mí misma que no lo pensaría, que no le daría importancia, y así no existiría. Solo fui consciente a través de mi reacción, de mi rabia, hacia la violación de una amiga. Me di cuenta de que era igual de grave en su caso que en el mío. Fue por sororidad, pero también por un proceso natural. Un sistema de protección del cerebro humano. 

No existe si no le prestas atención, ¿no? Todo eso cambia cuando ocurre a tu lado y lo ves desde fuera. Cuando le pasa a una colega.

Hay una frase muy potente en el libro sobre la mentalidad del violador: "Si ellas sobreviven, es que la cosa no les disgustó tanto". Solemos identificar la agresión sexual como un nivel distinto al del asesinato, no como una posible vía hacia él. ¿Lo hacemos mal?

Necesitamos más análisis. Por ejemplo, de vocabulario. No puede existir una sola palabra para referirse a la violación en español, inglés o francés. Y que sea la misma en el caso de las violaciones en conflictos armados, las agresiones domésticas dentro de la pareja o la violación bajo amenaza de muerte.

Ya que hemos comprendido lo comunes que son, deberíamos crear por lo menos 30 palabras distintas para diferenciar cada tipo de violación.

Lo primero que pensé cuando me violaron tres desconocidos fuera de mi zona de confort, fue que iba a morir. Lo relacioné de manera directa. De hecho, sería casi la decisión "más inteligente" por parte del agresor, de esa forma no se arriesgan a ser delatados a la policía. En mi caso, la proximidad de mi propia muerte o la facilidad con la que pudo ocurrir fue incluso más traumática que la propia violación. 

Pero desde luego, tanto este caso como el de la chica violada y asesinada mientras hace running, forma parte del mismo hilo de violencia de los hombres hacia las mujeres. Y de cómo nosotras nos sentimos intimidadas constantemente.

Ese miedo es puesto a veces en tela de juicio. ¿Cómo explicárselo a alguien que nunca ha tenido que caminar por la calle con temor o mirando por encima del hombro?

Los hombres no son conscientes de que ellos pueden sentirse fuertes por la calle, en parte, debido a los agresores. Los violadores y los maltratadores son quienes facilitan a los hombres esa sensación de "esta ciudad es mía" que nos quitan a las mujeres.

Hace 25 años que escribí Fóllame y durante todos esos años he escuchado historias de mujeres que han sido violadas. Curiosamente, no tengo ningún amigo que haya confesado haber violado a una chica. Entonces, si estoy rodeada de amigas violadas, lógicamente tengo que estarlo también de amigos violadores. El hecho de que ellos mismos no se reconozcan como violadores me fascina, y pienso que aquí tenemos que hacer algo. No podemos ser tantas víctimas y tan pocos agresores.

Chicos, por favor, empezad a pensar en lo que hacéis y en lo que repercute sobre vuestra contraparte.

Escuchamos testimonios de hombres sobre el sexo o la pasión. ¿Pero hacen falta otros que analicen aspectos más oscuros de la sexualidad masculina?

Justo. No tengo ningún amigo que haya contado o pedido perdón por haber violado. Es necesario que los hombres pongan en palabras su sexualidad y reflexionen sobre sus actos, sus prácticas y sus pensamientos. Que salgan de esa oscuridad que rodea a su vida sexual. 

Los chicos se adentran en una noche oscura en la que experimentan un deseo que parecen no controlar. Para ellos es solo un subidón de testosterona. Han tenido su propia revolución sexual para la que utilizan el cuerpo de las chicas, pero sin las chicas. Sería importante saber: ¿en qué momento se identifican como violadores? ¿Qué es para ellos una violación? Creo que de verdad no lo saben.

Con la ola del me too vemos que hay muchísimos hombres sorprendidos porque han hecho algo mal. Y lo peor es que son sinceros. Pero si has tenido sexo con chicas que no querían, has hecho algo mal. Es hora de que los hombres despierten un poco.

Incluso cuando identificamos al violador o al asesino, como en el caso de Diana Quer o La Manada, la sociedad sigue culpando a la víctima: por no haber huido a tiempo, por someterse o por rehacer su vida después (si acaso pueden).

En realidad, como sociedad sabemos que cuando te violan no puedes reaccionar de manera demasiado agresiva. La violación es un castigo, y ese castigo puede ir hasta la muerte. En el caso de la chica contra cinco agresores, ¿qué se piensan que puedes hacer? He seguido este juicio por la prensa española y me alucina que nadie dedique un momento a preguntarle a esta joven si tuvo miedo de ser asesinada. 

Yo también estaba en minoría y, antes de reconocerme como violada, me vi muerta. Todas nos vemos muertas. Los hombres no se dan cuenta de que agredir a una mujer requiere una violencia extrema. No es un juego de seducción, y creo que lo sabemos diferenciar. 

En Francia, hace poco desapareció una mujer haciendo jogging y más tarde se descubrió que había sido asesinada por su marido. Lo primero que hizo la prensa fue sacar a la luz sus trapos sucios y publicar que tomaba pastillas y que tenía mal carácter. De manera instintiva, disculparon al hombre y lo convirtieron en víctima. ¡Pobrecito!

Eso jamás ocurriría en caso contrario. Es muy fuerte la diferencia de trato. Siempre lo ha sido, pero ahora que entramos en una época mucho más feminista, es aún peor. Lo piensas y dices, 'mierda'.

Habla mucho de la virilidad como arma de guerra, como castigo contra el bando contrario; de ahí las violaciones en el campo de combate. Pero el escándalo de las ONGs demuestra que no se salva ningún ámbito, ni siquiera el más "solidario".

Si piensas en lo que significa una violación, es lo mismo que dicta el liberalismo: ¿no me quieres dar algo? Lo voy a tomar. ¿Es tu bien más preciado? Lo voy a tomar igual. En el mercado de trabajo se da este discurso constantemente: "quiero este placer y lo voy a tomar a través de tu cuerpo". 

La mayoría de la gente hace el trabajo que no le gusta en unas condiciones que no se merecen y no quieren dedicar sus vidas a esa producción, pero lo van a hacer igual.

Es lo mismo que ocurre con lo de las ONG. En este caso, se mezcla además con una discriminación de raza brutal. Ellos seguro que no creían que estuvieran haciéndolo tan mal. Pensarían que a esa chica de 15 años le gustaba lo que le proponían, que respondía al deseo normal entre hombres y mujeres, y que en esos países se folla mucho más joven. También lo creen así los que hacen turismo sexual en Tailandia. 'Es una cultura distinta, están contentas'. 

¿Cree que es un acto tan inconsciente?

Un hombre visualiza una violación con una chica cubierta de sangre, muerta y con todos sus familiares llorando. ¿Pero esto? Dirán que era una manera de entrar en contacto con la cultura del país.

En Francia, el año pasado, acusaron a los cascos azules de pedofilia. ¿Has pedido sexo con niños de nueve años y te ha parecido algo normal? ¿No ves que algo falla? Pues no, porque están dentro de esa oscuridad, les chupa la polla un crío a cambio de un bocadillo y creen que los dos se lo pasaron en grande.

Necesitan poner luz sobre esto porque nosotras no podemos hacer mucho más. Me refiero a que hablamos, estudiamos, nos apoyamos, y los hombres entretanto nada. Yo, si fuese hombre, me sentiría muy interpelado.

Contó que lo que más le sorprendió a la gente es que siguiese haciendo autostop después de su violación. Ahora ha surgido un debate por la opción de Blablacar solo para mujeres. ¿Está bien que se creen espacios de seguridad o deberíamos empoderarnos en los mixtos?

No tengo una posición clara. Primero, ¿por qué asumir un riesgo que no quieres? Pero, por el otro, es el momento de que los hombres cambien su comportamiento y que nosotras podamos compartir un coche sin problemas. Que sepas que te puedes sentar al lado de un chico y que él no va a empezar con sus tonterías.

El problema de lo de Blablacar es que, cuando ocurra una violación, la pregunta será: ¿por qué no cogiste solo el coche de mujeres? Tenemos que lograr compartir un espacio público, conjunto y seguro. La segregación me alivia por una parte y a la vez me parece un fracaso. 

Yo tengo 48 años y he disfrutado de una vida entera. Si pienso en coger un metro solo de chicas, me molesta. Estoy acostumbrada a los ambientes mixtos. Además, fui heterosexual mucho tiempo y me gustaba mucho la presencia de los hombres. Si nos empezamos a segregar, será muy difícil volver atrás. Y será aún más difícil para las mujeres que quieren seguir teniendo contacto con los hombres. A mí como lesbiana me da igual, pero las calentonas tienen derecho a conseguir el sexo que quieren y a disfrutar de la seducción. Si separamos, van a sentirse muy solas.

En unas semanas se celebra el Día de la Mujer Trabajadora y muchos hombres se están preguntando cómo ayudan más a la causa feminista. ¿Uniéndose a la huelga o echándose a un lado para no invisibilizar?

Pienso que, si hay opción de huelga, los hombres también deben hacerla. Tenemos que emprender luchas en común de vez en cuando. Soy la primera que desconfío de los hombres feministas, pero si queremos convivir y queremos una cultura heterosexual sana, tienen que compartir esta lucha porque son ellos el problema. Son ellos los que cobran más y los que acosan, y tienen que solucionarlo.

Si es una huelga simbólica, deberían parar de trabajar los hombres también. No en los cuidados o en la casa, pero que ellos también pierdan dinero en el trabajo.

Por último, una vez reposado el me too, ¿lo recordaremos como un movimiento liberador o como una época que empoderó a las mujeres como víctimas?

En el me too no veo víctimas, veo a mujeres diciendo basta y cambiando lo que no les gusta. Nunca he visto un movimiento así de internacional, que pasa en EEUU y se traslada a Suecia, Italia o Francia. Leí un artículo de la filósofa francesa Elsa Dorlin que identificaba el me too como el fin de la solidaridad masculina. Una dinámica por la que, incluso el hombre que no hacía nada, defendía a su colega abusador o acosador. 

Ahora, han entendido que les puede traer problemas esa actitud. Históricamente esto es muy relevante. Y, en cuanto a las mujeres, ha sido clave porque hay muchísimas jóvenes identificándose como feministas sin complejos. Eso no ocurría entre las heterosexuales de mi generación. Decían: "soy feminista, pero...adoro a los hombres, me gusta la seducción, me encantan los vestidos o me maquillo". Ahora es ser feminista y punto. Se acabó.

Penélope Cruz recibirá un César de Honor del cine francés

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La actriz española Penélope Cruz recibirá el César de Honor del cine francés en la ceremonia de entrega de los galardones que tendrá lugar el próximo 2 de marzo en París, informó hoy la Academia.

"Sublime y emotiva", la intérprete tiene "esa facultad de brillar tanto en las producciones internacionales como en las películas más íntimas, tanto frente a la cámara de Ridley Scott, Bob Marshall, Keneth Branagh, Sergio Castellitto, Fernando Trueba o, incluso Asghar Farhadi", con quien acaba de rodar "Todos lo saben", indicó la Academia en un comunicado.

Agregó que sus interpretaciones son "al tiempo precisas e incandescentes" frente a compañeros de rodaje de la talla de Johnny Depp, Jordi Mollà, Day Lewis, Judi Dench, Adrien Brody, Brad Pitt o Javier Bardem.

La Academia recuerdó que Cruz ha sido "musa de grandes cineastas", que tiene una "brillante belleza latina" y que ha sido "conmovedora" desde su primer papel protagonista a los 16 años en "Jamón Jamón", que "la propulsó enseguida entre las grandes actrices con futuro".

Añadió que directores como Alejandro Amenábar y Pedro Almodóvar "solo tenían ojos para ella" y que el trabajo con el primero en "Abre los ojos" y su "remake" estadounidense "Vanilla Sky", junto a Tom Cruise, "le abrieron las puertas de Hollywood.

Cruz ha interpretado cinco papeles a las órdenes de Almodóvar, entre ellos "Volver", que le propulsó al Goya del cine español, el premio del cine europeo y el de interpretación femenina en el Festival de Cannes de 2006 junto a sus compañeras de reparto.

Esos trabajos le llevaron a rodar en 2008 para Woody Allen junto a Scarlett Johansson y Javier Bardem en el papel de María Elena en "Vicky Cristina Barcelona", recompensada con el Oscar a la mejor actriz secundaria y el Bafta británico en la misma categoría.

Las mujeres llevan el feminismo a la gala de los Goya

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Isabel Coixet y Carla Simón, las dos únicas directoras nominadas al premio gordo, fueron las primeras en lucir su abanico rojo con el lema #MásMujeres en la alfombra roja. Por suerte, la Asociación de Cineastas CIMA estimó oportuno destacar el problema de que en esta 32 edición de los Goya no exista ni una sola candidata femenina en ocho categorías o que, con Verano 1993 y La librería, solo sean cinco las cintas nominadas a Mejor Película escritas y dirigidas por mujeres.

Por eso, repartieron 1.800 abanicos rojos antes de la ceremonia, "rojos para llamar la atención, rojos para expresar nuestro bochorno". La idea era que se fundiesen con el rojo de la alfombra y que robasen un poco los focos a las etiquetas y los diseñadores, pero tardaron en aparecer en la gala que se celebra tras el terremoto estadounidense de #MeToo. Hasta que llegaron Coixet y Simón.

Un poco más tarde, la junta directiva de la Academia de Cine y otras actrices como Penélope Cruz y Leticia Dolera han desplegado sus abanicos también. Esta última, una de las caras más visibles de la movilización feminista del cine español, ha declarado a su paso por la alfombra roja que "todos los días son de reivindicación hasta que consigamos una sociedad igualitaria".

"Un campo de nabos feminista precioso"

La gala, que ha recibido críticas por venderse como "del año de las mujeres" pero estar presentada y guionizada por hombres, ha comenzado con un discurso de Ernesto Sevilla: "Hay que reivindicar el papel de la mujer, por eso la presento yo". Pocos minutos después, cuando Joaquín Reyes, el otro conductor, se ha paseado por el patio de butacas hablando con algunos asistentes, la propia Dolera ha definido la gala como "un campo de nabos feminista precioso".

Ese guion de la gala ha sido de las pocas referencias al alegato por más mujeres en el sector que han pronunciado hombres. Las referencias a la desigualdad en el cine han estado copadas por ellas hasta bien entrada la noche: del corte de Dolera al sencillo "vivan las mujeres" de Belén Rueda. De hecho, la reivindicación y compromiso con la igualdad a cargo de la Academia ha estado en voz de la vicepresidenta segunda Nora Navas; la parte de Barroso, vicepresidente primero, ha sido mucho menos política y no ha tenido referencias feministas.

"Nosotras somos la otra mitad, la mitad del mundo", ha dicho Dolera cuando ha subido al escenario recitando a Lorca para entregar el Goya a Mejor Dirección Novel a Carla Simón. "Y la mitad de la imaginación", le contestaba la directora de La Novia Paula Ortiz.  La directora catalana ha terminado su discurso con un contundente "y por supuesto, más mujeres haciendo cine".  "Me has regalado un personaje femenino real, complejo", le ha agradecido luego Bruna Cusí al recibir el premio a Actriz Revelación por la película.

"A todas esas mujeres que todavía van al cine, compran entradas y hacen que todos estemos aquí", ha dicho Isabel Coixet al recibir el premio a mejor guion adaptado y agradecérselo especialmente a su madre. Se trata de una respuesta a la polémica columna que Álex de la Iglesia dedicó a las "señoras" que van al cine.

Ha tenido palabras para el tema Santiago Segura. Ha presentado el premio a mejor actor de reparto como "lo mismo que actriz de reparto pero cobrando un poquito más". "No me lío que no quiero pasarme otros 3 años sin venir", ha terminado, dando luego el galardón al compañero de Cusí en Verano 1993 David Verdaguer. Sí ha tenido palabras para la igualdad Adelfa Calvo por El Autor: "A todas las actrices con las que he trabajado, para que no pierdan la ilusión. Porque las mujeres en el cine tenemos muchas historias que contar. Que el cine, si es de verdad un arte libre, debe ser un lugar donde las mujeres y hombres trabajemos en igualdad". Luego, Julita, protagonista de Muchos hijos, un mono y un castillo ha dedicado el premio de su hijo a Mejor Documental a "todas las madres".

Antonio de la Torre: "Hay que observar la presunción de inocencia"

Antes de comenzar la gala, en la alfombra roja, muchos hombres han portado los abanicos rojos. Otros, como Arturo Valls, se han descolgado de la reivindicación de igualdad. Consideraba que la gran noche del cine español no era el momento ni el lugar: "Me gustaría que en la gala se hablase más de cine, o por lo menos de los problemas que tiene el cine, no marear con otros temas".

Antonio de la Torre, doblemente nominado a actor principal por Abracadabra y secundario por El Autor, ha respondido a una pregunta de TVE sobre el ambiente reivindicativo con la figura de la mujer. "Es un debate demasiado profundo como para soltar algo rápido en la tele. Pero estamos por la igualdad, por la defensa de las débiles, de las víctimas, pero también hay que observar la presunción de inocencia", ha señalado Antonio De la Torre. 


Penélope Cruz, contra el machismo de cuento: "Que le jodan a Cenicienta, a la Bella Durmiente y a todas las demás"

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La actriz Penélope Cruz ha mostrado su desacuerdo con la imagen machista que transmiten ciertos cuentos infantiles y ha añadido que, cuando lee estos relatos a sus hijos, cambia los finales. "Que le jodan a Cenicienta, a la Bella Durmiente y a todas las demás", ha afirmado en una entrevista a la revista Porter Edit. 

En la entrevista, recogida por Europa Press, la ganadora de un Oscar enfatiza en la importancia que tienen los cuentos de hadas para niños y niñas ya que "son las primeras historias que escuchan de boca de sus padres".   

"Cuando leo cuentos de hadas a mis hijos por la noche, siempre estoy cambiando los finales, siempre, siempre, siempre, siempre. Que le jodan a Cenicienta, a la Bella Durmiente y a todas las demás. Hay mucho machismo en esas historias y eso puede tener un efecto en la forma en que los niños ven el mundo. Si no tienes cuidado, empiezan a pensar: 'Ah, entonces los hombres deciden todo'", relata.   

Por ello, sus heroínas rechazan propuestas de matrimonio o hacen las propuestas ellas mismas. "En mi versión de Cenicienta, cuando el príncipe dice: '¿Quieres casarte?', ella responde: 'No, gracias', porque no quiero ser una princesa. Quiero ser astronauta o chef ", ejemplifica.   

La actriz también aborda en la entrevista las reacciones generadas a través del movimiento #MeToo. "Tienen que cambiar las reglas de nuestra industria y todas las demás industrias en las que las mujeres están siendo reprimidas de muchas maneras diferentes. No puede ser algo que esté ahí para llenar las noticias durante unos meses antes de pasar a otra cosa", denuncia.   

En este punto, recuerda que Hollywood tiene una actitud muy diferente entre hombres y mujeres. "Desde los 25 años, (los periodistas) me han estado preguntando si tengo miedo a envejecer. Es una locura de pregunta y siempre me negué a responder. Nunca le harían esta pregunta a un hombre", lamenta.

Estibadoras y mecánicas: siete pioneras en los trabajos más masculinizados de nuestro país

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"No hay mujeres estibadoras, mecánicas, entrenadoras de fútbol o chefs", les dicen a las mujeres estibadoras, mecánicas, entrenadoras de fútbol y chefs. Es un discurso que nos hemos tragado y por el que las valientes que se atreven a destacar en una profesión de hombres son llamadas despectivamente raras avis, pero nunca pioneras o referentes.

El género femenino está en clara desventaja en lo que a búsqueda de inspiración se refiere. Hay un evidente desnivel histórico, pero también influye que aquellas referentes actuales no se consideren como tal. O que no se lo permitan.

Por eso, el documental En la brecha cumple esa doble labor de reconocimiento y de enciclopedia para las profesionales del mañana en cualquier ámbito, pero sobre todo en los más masculinizados.

La productora Barret lo estrenará el jueves 22 de marzo en la página de RTVE, pero advierten de que no se trata de un documental al uso. Es interactivo, así que no basta con sentarse frente al televisor y darle a un botón. Hay que navegar. "De esta forma, las espectadoras se convierten en creadoras, con la opción de colgar su propio testimonio en la web", cuenta a eldiario.es Claudia Reig, directora de En la brecha.

El documental parte de la experiencia en primera persona de siete mujeres que ejercen profesiones tradicionalmente masculinizadas. Laura (técnica de sonido), Yara (CEO de eSports), Yadira (mecánica), Esther, (cirujana), Raquel (chef), Patricia (entrenadora de fútbol) y Natalia (estibadora).

Según cuenta Reig, todo comenzó con esta última. "El 8 de marzo de 2017 nos acercamos al puerto de Valencia, donde las más de 300 estibadoras se estaban organizando para dar visibilizad a su trabajo. Las seguimos de cerca y nos entendimos genial. Fue de las primeras veces que noté que me trataban como interlocutora", desvela la directora.

Entre ellas estaba Natalia, "que se reveló como líder del grupo durante ese mes". Una joven que no solo había conseguido ser estibadora sin apenas referentes, sino que se estaba formando para ser la primera mujer trincadora de España.

"Es un trabajo muy físico que siempre han hecho los hombres. Tienen que subirse encima de los contenedores y quitar las barras de hierro transversales para que se puedan descargar del barco. Ella quiso hacerlo desde el principio. Es una tía que está fuerte y que adora el deporte, pero no daban ni un duro por ella, e incluso hicieron una apuesta entre los hombres del puerto. Ha dejado con la boca abierta a más de uno", explica Reig.

De Natalia surgieron las otras seis, buscando en sectores tan feminizados como la cocina –"que solo se ha prestigiado cuando los hombres lo han ocupado", y en otros espacios más modernos, como los eSports, donde "se replican de forma sorprendente los estereotipos y las tradiciones misóginas".

Agendas de superheroínas

En la brecha descubre a cada una de estas pioneras a través de sus agendas, "un objeto muy gráfico para representar la vida laboral de la mujer y su cotidianidad", como explica su ideóloga.

Un boceto muy útil para entender que la rutina de Natalia, por ejemplo, no se basa solo en la estiba, sino en sus clases de trinca, su entrenamiento de paleo o las reuniones feministas para organizar el próximo 8M. Que la de Esther va desde las guardias, los cambios de guardia y las cirugías, hasta preparar los cumpleaños de sus tres hijos o salir a correr. O que a Yadira, además de los motores y la mecánica, le apasiona la pesca del salmón.

Con esto, Reig y su equipo pretenden derribar falsos mitos y abren el debate a otros asuntos peliagudos como la maternidad o el éxito profesional. "La más joven tiene 24 y la más mayor 45, así que representan ese punto de inflexión en la carrera, cuando se define hasta dónde puedes llegar y, por desgracia se imponen algunos límites", dice Claudia en referencia a la maternidad.

"De hecho, de los siete perfiles, solo hay una madre. Todas mencionaron que habían tenido que tomar la difícil decisión de avanzar en sus carreras o de tener hijos, porque no lo veían compatible. Un hombre, normalmente, no renuncia a una cosa por la otra", denuncia.

La maternidad se ha convertido en uno de los temas centrales del debate de la libertad de la mujer, de sus dificultades al conciliar en el trabajo y del respeto por la decisión de tener hijos o no tenerlos. Todos esos supuestos no caben en siete casos, por eso En la brecha tiene una segunda parte que se basará en los testimonios de las mismas espectadoras. Toda aquella que quiera participar, puede subir vídeos de un minuto sobre la maternidad y otros seis grandes debates de la mujer en el mundo laboral.

Las siete cruces de la trabajadora

La mencionada conciliación, los micromachismos, el salario, el liderazgo, el techo de cristal, el acoso y los referentes conforman los siete grandes bloques de la web. "Seguro que nos faltan muchos, pero queríamos ayudar a romper el aislamiento y el espejismo de excepcionalidad en el que muchas mujeres se encuentran. Porque la discriminación persiste en la práctica totalidad de los ámbitos profesionales", explica Reig.

Haciendo uso de estos testimonios recopilados hasta marzo, la productora realizará un largometraje que ponga el acento en la asiduidad de estas dinámicas laborales. ¿A qué se enfrentan cada día las mujeres en su puesto de trabajo? Aunque siempre ha sido relevante, En la brecha ha tenido la fortuna de estrenarse en el año de la mujer, a las puertas del 8 de marzo y cuando el feminismo y la igualdad alcanzan por fin las cabeceras del país.

"Cuando empezamos a diseñarlo, no existía el movimiento me too ni toda esta revolución de los últimos meses. Seguro que si lo sacamos hace un año, la gente no se hubiese interesado igual”, confiesa Claudia Reig. "Ahora hay un efecto contagio de hablar, de visibilizar y de ayudar a concienciar. Creo que es un proyecto necesario y que va a tener el feedback que necesita la sociedad para cambiar un poco", asegura.

Porque, como ella misma explica, en la brecha no solo simboliza la brecha de género, la salarial, la de diferencia de trato o la del acoso sexual. "Estar en la brecha significa estar al pie del cañón, continuar en primera fila y seguir luchando por transformar el sistema".

"Las actrices mayores de 40 han sido relegadas a ser madres o abuelas del protagonista masculino"

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Anabel camina hacia nosotros por el pasillo de una mansión de aire victoriano. Pisa con fuerza segura de sí misma, rica, poderosa. Sus pasos retumban con una claridad amenazante. De pronto, uno de sus tacones se rompe y se tuerce el tobillo. Dolida, camina renqueante hasta la puerta donde recibirá al personal de servicio que le preparará la cena esa noche, a ella y a sus treinta invitados. No la volveremos a ver cojear porque no puede permitirse hacerlo. El dolor no cabe en una cena de protocolo del más alto copete. Su fachada ocultará ese pequeño secreto que lo demás no tienen por qué conocer. Es uno de muchos.

Pero esa noche entre los camareros se encuentra Chiara, una joven que sabe más de lo que aparenta. Anabel la abandonó cuando tenía ocho años. No la ha vuelto a ver desde entonces. Han pasado más de tres décadas pero cuando se reencuentre con su madre solo le pedirá una cosa: que pasen diez días juntas. Nada más.

Así empieza La enfermedad del domingo, drama que trasunta el thriller hitchcockiano y el trauma seco propio del cine del mejor Haneke. Su director la acaba de presentar en la Berlinale, siendo una de las poquísimas representantes españolas presentes en uno de los festivales más importantes del mundo. La madre del film es Susi Sánchez. La hija es Bárbara Lennie. Dirige Ramón Salazar.

Vuelve al Festival de Berlín quince años después de presentar aquí su ópera prima, Piedras. ¿Cómo se siente?

Con mucho nervio. Hoy es el estreno. Vengo con la intención de que no me pase como me pasó con Piedras, que volví de Berlín y tuve la sensación de que no había estado. Lo que quiero ahora es estar muy presente y volver teniendo en cuenta lo importante que ha sido esto. Saber que he estado aquí.

¿Qué pasó? ¿Por qué cree que tiene esa sensación de no haber estado?

Porque fue todo demasiado apabullante. Yo acababa de salir de la escuela e hice un corto llamado Hongos. De repente tuve la oportunidad de rodar un largo y ¡pum! estábamos aquí en la Berlinale. Fue demasiado abrumador. Cuando volví y puse los pies en la tierra tuve la sensación de que nada había pasado. Y no quiero que me pase de nuevo.

¿Por qué La enfermedad del domingo está en la sección Panorama? ¿Hubiera preferido competir en la Sección Oficial?

Es que en esta ocasión es la primera vez que me aparto un poco de la película como director. Es decir, he dejado que la película vaya hablando y pidiendo sus propias necesidades. Todo ha sido así en el rodaje, la postproducción, en montaje… Así que la película está donde tiene que estar y me hace muy feliz que esté en Panorama. La película está tomando su rumbo ella sola y allá donde vaya me parece bien. No me molesta que esté en una sección u otra. Estar aquí ya es importantísimo.

La enfermedad del domingo es un largometraje que tiene su propio corto precuela, llamado El domingo. ¿Qué nace antes?

En realidad todo viene de un sentimiento un poco egoísta mío que era la necesidad de trabajar con dos actrices en un drama importante. Recluirme en un sitio que me diera intimidad, como han sido los bosques, montañas y lagos que aparecen en la película... y trabajar con ellas. El germen de todo es esa voluntad de querer trabajar con pocas personas, y disfrutar dirigiéndolas.

En su anterior trabajo, 10.000 noches en ninguna parte, ya trabajó con Susi Sánchez. Ahora su Anabel es un personaje fuerte y complejo, protagonista casi absoluta de la cinta. ¿Sería posible La enfermedad del domingo con otra actriz?

Qué va. Si te soy sincero, creo que La enfermedad del domingo antes que nada fue un reto, el de escribirle un protagonista a su altura. Desde que trabajé con ella nos entendimos tan bien que decidí que quería hacerle un papel así. Independientemente de saber siquiera de qué iba a ir la historia. De ahí parte un poco todo. De querer reducir lo coral que había hecho en el resto de mis películas a solo dos actrices, y la necesidad de darle un protagonista a Susi. Con la suerte de que la he tenido a mi lado en todo el proceso de escritura.

Escribir es un trabajo muy solitario pero en este caso ha sido distinto, porque la he tenido ayudándome casi dos años. Su personaje lo creamos ambos. Cada vez que escribía algo, cada vez que hacía una biografía de personajes, quedaba con ella y lo hablábamos. Me daba el feedback y yo volvía a escribir. Y le mandaba cada nuevo tratamiento del guión. Todo eso lo he hecho con ella, que ha aportado muchísimo en la construcción de este personaje que ha sido exclusivamente escrito para ella.

Dice que ha pasado de historias corales a un drama de dos personajes. ¿Qué le empuja a abrazar el 'menos es más'? Muchos realizadores optan por reducir sus guiones a pocos personajes por cuestiones de presupuesto...

No, no. No he hecho esto motivado por un ajustado presupuesto. Ha sido una necesidad creativa. Hasta el momento había hecho historias con un reparto absolutamente coral, casi con diez actores con matices importantes, desarrollos individuales y voces propias en la historia. Pero ahora me apetecía reducir todo, contar otro tipo de historia mucho menos cargada.

El presupuesto no ha tenido nada que ver. Ha sido una cosa de experimentar un camino nuevo y sobre todo encerrarme y disfrutar de lo que es dirigir a dos actrices que prácticamente están el 90% del metraje solas en pantalla. Ha sido todo la voluntad de trabajar cierta intimidad. Es una cosa meramente egoísta como realizador.

Si Anabel se escribió para Susi Sánchez, ¿cómo dio con Bárbara Lennie para que interpretase a Chiara?

Bárbara llegó cuando la financiación ya estaba armada. Hicimos un casting con varias actrices y, a priori, Bárbara no me cuadraba para el papel. No era la Chiara adecuada porque ella es mucho más joven que el personaje, que tenía más de cuarenta. Pero no me podía resistir a verla en directo, interpretando a Chiara. A ver qué hacía.

Y claro, le di la secuencia que considero más difícil, una en la que Chiara estalla y le arroja una taza de cerámica a su madre. Ella llegó, hizo la prueba, arrasó y cuando salió de allí yo tenía clarísimo que era la Chiara que buscaba. Se me había olvidado por completo y de un plumazo, el tema de la edad y todo lo demás.

Esa escena es brutal y recorre muchas emociones en poco segundos... ¿Cómo ha sido dirigirlas?

Bárbara es una actriz con una intuición desbordante. Viendo lo que hizo en esa escena y pensé: "Si esta mujer llega a este punto, cuando ni tan siquiera hemos hablado del personaje, ¿dónde puede llegar si nos sentamos a ensayar?".

Aún así tenía cierto miedo, porque temía que no cuajaran ella y Susi. Pero resultó que estaba equivocado. Cuando habíamos hecho tres lecturas del guion vi que lo mejor para la historia era que ellas, como actrices, tampoco se conocían y eran muy diferentes. Es un poco lo que pasa en la película: son dos desconocidas, dos mujeres con un bagaje emocional totalmente opuesto. Anulé todos los ensayos e iniciamos el rodaje con ese desconocimiento la una de la otra.

También es cierto que las dirigí de forma que una sabía cosas que la otra no, manejando secretos y haciendo que fuesen conectando emocionalmente, a medida que avanzaba el rodaje. Igual que los personajes en la historia. Hasta el final, que rodamos casi cronológicamente para que llegasen al nivel de compenetración que necesitaba la historia.

Muchas de las escenas llegan a un punto emocional muy fuerte pero de repente, corta con una imagen de transición que recuerda al sonido del pase de unas diapositivas. ¿Por qué rompe así el desarrollo?

Principalmente por dos razones: porque no queríamos recrearnos en el sentimentalismo. Y por tanto, los finales de cada uno de los diez días que transcurren en a trama, queríamos que pasasen con una transición rápida hacia el siguiente momento. Queríamos que La enfermedad del domingo fuese un drama seco. Pero también porque al final la película narra eso que se ve en una escena en la que ellas dos pasan la noche viendo diapositivas juntas. Fotos del pasado. La idea era que la película fuesen diez diapositivas más en la vida de dos mujeres muy distintas.

Entre 20 centímetros y 10.000 noches en ninguna parte pasó casi ocho años sin volver a estrenar. Y ahora en dos años ha rodado dos películas. ¿Qué ha cambiado?

Creo que es una cuestión de madurez. Todo lo que me pasó desde que estrené Piedras pasó muy rápido. El arranque de mi carrera fue muy precipitado. Yo era muy joven y creo que me faltaba madurez para enfrentarme a todo aquello.

Y luego vino este parón que mencionas en el que me dediqué a hacer otras cosas: di clases de interpretación, hice guiones para otros directores… y creo que en ese impasse me dio tiempo a recolocarme. A saber qué tipo de historias quería contar y cuál era el camino que de verdad quería seguir. Tuve la suerte de producir 10.000 noches y poder decirle a la industria: "Aquí estoy otra vez". Por suerte funcionó y el resultado ha sido La enfermedad del domingo, que ha tenido un proceso de financiación mucho más rápido, sabiendo muy bien en el punto en el que quiero estar como director para contar historias.

Guillermo del Toro decía que para estrenar una película, tenía que mover cuatro guiones proyectos a la vez para que, con suerte, uno de ellos llegase a ver la luz. ¿Ha hecho lo mismo usted?

Qué va, qué va. Yo no tengo ese poder, yo tengo capacidad para mover uno intentando que la suerte me acompañe y que ese proyecto sea el que consiga financiación. Ojalá tuviera ese don, pero a mí me lleva dos años escribir un guion. Eso es lo que ha pasado con La enfermedad del domingo. La verdad es que cuando terminé el guion pensé que no iba a encontrar financiación. Tuve la sensación de que era una historia demasiado dura, con dos protagonistas femeninas de más de cuarenta años… tenía todo para no ser producida en España. Por suerte, Francisco Ramos -productor- lo leyó y me dijo: "Vamos a hacer esta película". Aún así no ha sido fácil el proceso de financiación...

¿No ha sido fácil por tener a dos mujeres protagonistas de más de cuarenta años? ¿Por qué cree que no hay más historias de este tipo?

No hay más historias de mujeres de más de cuarenta porque nos movemos mayoritariamente entre historias masculinas dirigidas por hombres. Según la industria, la mujer deja de ser atractiva para el hombre heterosexual a partir de los cuarenta. Yo veo todo lo contrario, a partir de los cuarenta las actrices están en su mejor momento vital y artístico, y son capaces de desarrollar todo un despliegue de experiencias y emociones sobre lo más interesante de la vida. A la vista está.

Por desgracia, las actrices mayores de cuarenta años han sido relegadas a ser las madres o las abuelas del protagonista masculino. Y punto. Es así. Yo creo que esta es la edad perfecta, la edad en la que los personajes femeninos tienen más cosas que contar. Para mí, pasan a ser muchísimo más interesantes como personajes dramáticos.

¿Cree que esto puede cambiar con la ola de feminismo que se vive en la cultura? ¿Las cosas van a cambiar en la industria?

Yo espero que así sea. Creo que ahora están arrancando historias con grandes personajes femeninos, o bien dirigidas por grandes directoras. Ese tipo de historias parecen estar cogiendo peso. Pero creo que contarlas es solo el principio: limitarnos a esto sería ver solamente la punta del iceberg. Creo que hay que esperar un poco para ver si todo esto realmente termina siendo efectivo. Si conseguimos una industria más igualitaria o no.

Dentro de un año habrá que poner todo lo que está pasando en una balanza y ver si ha sido efectivo. Ver si ha aumentado el porcentaje de mujeres en todos los ámbitos del cine, desde la dirección a la fotografía, pasando por más guionistas y montadoras. Por supuesto, también habrá que ver si ha aumentado el porcentaje de mujeres de más de cuarenta años que pasan a ser protagonistas de historias. Hay que contar sus historias.

Creo que, por ahora, hay que poner todavía una señal de aviso sobre este tema, para que pase el tiempo y ver si realmente todo esto ha sido efectivo. Puede que haya sido una llamada de atención que luego no se traduce a través de la industria en resultados positivos. Yo espero que sí y quiero creer que las cosas van a cambiar. Pero solo el tiempo lo dirá.

El mensaje de Leticia Dolera a los medios: "No os quedéis en el morbo, sumaos a la lucha"

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Leticia Dolera se ha convertido hoy en TT mundial gracias a una columna de opinión publicada en eldiario.es. En el artículo, la actriz catalana narraba varias experiencias de acoso y abuso sexual por parte de hombres más mayores y más poderosos que ella en la industria cinematográfica.

La sinceridad de sus palabras ha hecho que muchos se queden en los detalles en vez de reconocer la raíz del problema. Ella ha escrito en el marco de las acusaciones al productor Harvey Weinstein, que ha despertado una ola de solidaridad entre las mujeres de todo el mundo y todos los sectores. Pero su denuncia, como ha recordado en un hilo de Twitter, excede las anécdotas personas hasta alcanzar a "un sistema llamado patriarcado y que ejerce diariamente violencia contra nosotras, las mujeres".

Dolera ha lanzado un llamamiento a los medios que se han hecho eco de su historia, pidiendo que no pongan "el foco en el morbo de lo que a mí me pasó, porque no es lo importante en el artículo". Continúa agradeciendo la visibilidad a un problema social, "pero no os quedéis con la primera parte, quedaos con la segunda y sumaos a la lucha diaria".

Leticia Dolera: "Está quedando una gala muy buena, un campo de nabos feminista precioso"

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La actriz, directora y guionista Leticia Dolera, una de las caras más visibles de la movilización feminista del cine español, ha protagonizado varios de los momentos más comentados de la gala de los Premios Goya.

Uno de ellos ha sido cuando ha entregado el Goya a la mejor dirección novel por Estiu 1993. 

 "Nosotras somos la otra mitad, la mitad del mundo", arrancó Dolera. "Y la mitad de la imaginación", añadió Ortiz, al tiempo que el auditorio levantó sus abanicos rojos con el lema "Más mujeres". 

"Por favor, más mujeres haciendo cine", pidió Carla Simón, al recoger su premio.

Previamente, Joaquín Reyes se acercaba a Leticia en el patio de butacas para preguntarle como estaba viendo la noche. "Está quedando una gala muy buena, un campo de nabos feminista precioso", bromeó  con el humorista.

Antes de comenzar la gala, a paso por la alfombra roja de los Goya, la actriz reivindicó que "todos los días son de reivindicación hasta que consigamos una sociedad igualitaria".

Como estilismo, la actriz ha elegido un traje de chaqueta y unos zapatos plano para "contarle a las niñas" que así también se puede ir "elegante".

"A las mujeres siempre se nos mantiene a raya a través de nuestra sexualidad"

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Hace apenas unos meses, las que se atrevían a hablar sin reparos de feminismo y abusos sexuales en el cine español estaban en absoluta minoría. Una de ellas era Leticia Dolera (Barcelona, 1981), ahora un referente del me too y una de las voces más potentes del panorama cinematográfico.

Pero la actriz y directora ya hablaba del machismo de nuestra industria y animaba a luchar contra él cuando muchos no querían escuchar. También nos recordaba que en España existen directores sobones y productores paternalistas cuando nos hacían creer que solo eran parte de la fauna autóctona de Hollywood.

Ahora, para dejar las cosas aún más claras, presenta Morder la manzana (Editorial Planeta). "Me decidí a escribir el libro porque leía continuamente en los titulares aquello de ni machismo ni feminismo, igualdad". Aunque algo ha cambiado, "sigue haciendo falta mucha pedagogía". Dolera hace un llamamiento a todas las Evas que fueron acusadas de destruir el paraíso con sus pecados para "apoderarse de su vida, su destino y de su cuerpo".

Cuentas casos muy concretos de tu industria, como cuando os instan a salir en las revistas masculinas o al lidiar con el machismo de los productores. ¿Hacen falta más testimonios?

Me sentiría rara si digo que hay que hacer lo que yo hago o he hecho. Lo que hace falta es que se oigan las voces de las mujeres de cualquier ámbito, no solo del cine. Entiendo que nosotras tenemos más interés mediático, pero escuchemos también a las trabajadoras del hogar, las kellys o las cuidadoras. Necesitamos que esas mujeres tengan un mayor altavoz. 

Fuiste de en dar voz al problema del acoso en el cine español. ¿Por qué piensas que poner el foco sobre el agresor es secundario?

Es un tema muy complejo y depende mucho de cada caso. Generalizar y poner el foco en nosotras y en por qué no decimos el nombre, nos lo hace más difícil todavía. Contar un caso de acoso, seas o no actriz, es de por sí complicado. Todavía existe el mito de la mujer mentirosa, el de "lo has exagerado", "algo habrás hecho" o "lo habré malinterpretado". 

Si transmitimos que lo están haciendo mal por no dar el nombre, se genera el efecto contrario. Muchas dirán, "para que me tachen de mentirosa, mejor no digo nada y me quito de problemas". 

Además en casos como el de Weisntein y Bill Cosby, había una gran cabecera y un largo proceso de investigación para dar apoyo a las víctimas. Si los medios españoles tirásemos del hilo, ¿saldría algo gordo?

Yo lo que he vivido, lo he contado. Y todo lo que me ha podido llegar son cosas que no he vivido, por lo tanto no te sé decir. Desde luego, dudo que exista alguien en nuestro cine capaz de entramar un sistema parecido con la complicidad de tantas personas. Vamos, estoy segura de que no.

Pero el acoso es un problema transversal, de todas las industrias y todas las clases sociales. Claro que en el cine hay casos, y en el teatro, y en el periodismo, y en el Parlamento Europeo. 

Ahora recibes mucha atención mediática, pero llevas defendiendo la igualdad en el cine desde la promoción de Requisitos para ser una persona normal o con tu aparición en el vídeo de Micromachismos. ¿Favorece esto el falso mito de que el feminismo está de moda?

Decir que está de moda es una manera de desprestigiar el movimiento. Aunque, si lo pensamos bien, ¿qué es estar de moda? ¿Que es un tema que se habla, que está en la agenda social, cultural, mediática y política? Entonces, bien que el feminismo esté de moda, sin que eso conlleve vaciarlo de contenido ni de objetivos.

Soy de la opinión de que el feminismo debe formar parte del mainstream y de la cultura pop para quitarle poco a poco esa carga negativa. Para que las chicas y los chicos jóvenes no tengan miedo a declararse feministas en alto. Cuanta más gente esté comprometida con la igualdad, más gente saldrá a la calle el 8M, y más presión podremos ejercer sobre los políticos y las instituciones para que tomen medidas.

Hablando de instituciones, la Academia de Cine se comprometió en los Goya a paliar la desigualdad del sector. Aunque muchos digan que no fue una gala muy feminista, ¿lo viviste diferente desde dentro?

Bastante. Para empezar, conseguimos llevar una reivindicación por la que CIMA (la Asociación de Mujeres en el Cine) lleva diez años trabajando. Para solucionar un problema, primero hay que visibilizarlo y concienciar a la industria de que forma parte de él.

El discurso de Nora Navas visibilizó la responsabilidad que tiene la cultura, en este caso el cine, a la hora de construir imaginarios que no sean patriarcales. Es decir, que perpetúen unos estereotipos de género que a la larga, como sabemos, generan violencia y muerte.

Esa responsabilidad del cine es en ocasiones rebatida con el argumento de que el arte en sí mismo no ha de ser pedagógico. ¿Qué responderías ante esto?

Cuesta mucho hacer ver esa conexión. Por supuesto que las obras deben ser libres e independientes, pero si la mayoría presenta brecha de género entre sus personajes, están perpetuando ese imaginario. Hasta que no mostremos otro tipo de relaciones entre los sexos, sanas y distintas, en cierta manera no existirán.

Hace un par de años, se tenía un ojo encima de la paridad de los guiones o de que cumpliesen el test de Bechdel. ¿Crees que esto ha quedado en un segundo plano después del me too

Es importante visibilizarlo para que no parezca que fue una mecha que estalló en EEUU, nació y murió poco después. Es algo sistémico y que se ha ocultado durante décadas. Por eso el periodismo de investigación tendría que recopilar distintos testimonios (no solo en el cine) y demostrar el desamparo al que se enfrentan las mujeres que piensan en denunciar a un jefe.

Por otro lado, me parece interesante aprovechar esta ola para hacer una crítica cinematográfica con visión de género. Pero eso no me toca a mí, le toca a la prensa especializada.

Este año, el vídeo de Micromachismos es un ejercico de autocrítica de algunos hombres sobre su responsabilidad en el machismo. ¿Crees que hay demasiada literatura dirigida a mujeres y poca que les interpele directamente a ellos?

Es muy importante visibilizar a hombres comprometidos con el feminismo, que usan su altavoz para declararse feministas, que reflexionan sobre sus privilegios y sobre la injusticia social por cuestión de género. Leí una vez que los hombres que quieran ser feministas, no tienen que serlo en un entorno feminista, sino en un entorno de hombres, que es adonde nosotras no llegamos. 

Precisamente porque vivimos en un patriarcado, un hombre se puede sentir más interpelado por la opinión de otro hombre. Nosotras somos "lo otro" y el hombre todavía es la representación de la autoridad moral. Está fatal, pero creo que está bien "aprovecharse" de eso. 

Libros para hombres está el de Barbijaputa, Machismo: ocho pasos para quitártelo de encima. Yo escribí el libro con la intención de despertar la conciencia de las mujeres. Hay cierto tipo de desigualdad o micromachismos que no los percibimos como tales, porque no son una agresión o una violación. Si la mitad de la población despierta, algo seguro que podemos hacer.

De hecho, está muy presente el debate sobre la huelga del 8M. La Liga de las mujeres del teatro dijeron que quizá muchas no se puedan permitir faltar ese día a trabajar. ¿El miedo a las represalias está demasiado presente?

El hecho de que nos estemos haciéndonos nosotras, y las mujeres del teatro, esta reflexión, visibiliza aún más la necesidad de hacer la huelga. No puede ser que aún tengamos miedo de hacerla huelga cuando es uno de los derechos fundamentales de la trabajadora. Es una afirmación que en sí misma es tan reveladora. Es fortísima. Yo entiendo que hay muchas mujeres que no podrán ir a la huelga, y no juzgaría nunca a las que se viesen en esa situación. 

Hay casos complicados. Por ejemplo, las trabajadoras del hogar o las cuidadoras. Lo ideal sería que las personas privilegiadas que podemos tener a alguien para que nos limpie la casa, les pagásemos ese día. Si te puedes permitir ese servicio, también te puedes permitir dejarla sin limpiar ese día o limpiarla tú.

Ese es el problema de la huelga, que pone la presión sobre las trabajadoras. Por eso creo solo funciona si, como en Finlandia, asiste el 90% de las mujeres. Tengo amigas que trabajan en series y que pararían, pero no quieren ser las únicas que lo hagan y que se les señale como las que hicieran perder a la serie miles de euros.

¿La harás?

Sí, de hecho yo ese día no voy a inaugurar la muestra Sci-Fy de Madrid, que llevo muchos años presentando, porque es el día 8. Se lo dije a los responsables del canal, que son todos hombres, y lo entendieron a la primera. Por eso también necesitamos la complicidad de los hombres en el feminismo.

Me da mucha pena cuando, por parte del machismo, se vende el movimiento como un enfrentamiento de sexos, de las mujeres contra los hombres. No es para nada así.  Somos hombres y mujeres luchando por una sociedad más justa

Hay un capítulo especialmente duro en el libro en el que hablas de cuando sufriste bullying. ¿Necesitamos quitarle la etiqueta de tabú, como hizo la serie Por trece razones

Es muy necesario hacer reflexionar a nuestra sociedad sobre el bullying. En lugar de fomentar el diálogo, la empatía y la tolerancia, estamos fomentando la agresividad, la chulería, la ironía y la imagen de que "eres mejor" si humillas a la otra persona de la manera más ingeniosa.

No es solo en el cole, es en la tele, los medios, e incluso en la incapacidad de nuestra clase política para hablar y entenderse. Parece que no, pero esto actúa como un espejo de falta de tolerancia y de buen comportamiento para el resto de la sociedad. No solo transmiten que es imposible entenderse, sino que además hay que lanzarse zascas continuamente.

Además, haces una afirmación que ha resultado controvertida para algunos hombres: la mujer es doble víctima de bullying. ¿Por qué el abuso sexual no se considera parte del acoso escolar? 

Las mujeres tenemos siempre una doble historia: como ciudadana, puedes tener miedo a que te roben, a perder el trabajo o a que te atropelle un coche. Pero, además, tenemos que pagar el hecho de tener un cuerpo de mujer. Ocurre desde el colegio y es algo contra lo que no podemos luchar y que no podemos ocultar.

En el primer capítulo, hablo de las que las noches en las que me cambio de ropa antes de salir con mis amigas porque pienso que me van a decir algo por la calle, o que me voy a tener que volver sola y no me apetece un mal trago.

Ya sabemos que puedes ser víctima de una agresión sexual aunque vayas tapada hasta arriba, pero dentro de nosotras tenemos esa cosa de posible efecto llamada, de culpa y de que cuanto más cuerpo se nos vea, más se nos va a acosar. A las mujeres siempre se nos mantiene a raya a través de nuestra sexualidad y ha sido así desde que el mundo es mundo.

Te han recriminado estos días una declaración sobre las modelos de F1. La pregunta culpaba al feminismo de que estas mujeres se queden sin trabajo. ¿Cómo llevas esta nueva presión sobre tus opiniones feministas? 

Pienso en la importancia que tienen los periodistas para la construcción de un relato y en cómo se visibilizan los temas. Yo vivo cada entrevista como una oportunidad.  Pero he entendido con el tiempo que incluso personas que piensan como tú y tienen los ojos bien abiertos, se "empoderan" al leerte en un medio de comunicación. A mí me pasa cuando Natalie Portman dice según qué cosas. Vamos, que me empodera Natalie Portman [risas].

Respecto al mundo de las motos, preponderamente masculino, tienen a chicas en paraguas y medio en bikini. Pero Dani Pedrosa, por ejemplo, lleva un montón de tiempo diciendo que él no quiere una chica en paraguas a su lado, que quiere a sus compañeras o técnicas. Creo que es el único que se ha negado. Quiere a una colega de trabajo, no a un florero.

Desnúdate o nadie verá tu película


Virginie Despentes: "Aunque a las chicas no les interese, el feminismo ha revolucionado su vida"

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Feminista, lesbiana, exprostituta. Novelista, punk, rockera. Lo que sabemos de Virginie Despentes se puede enunciar en sintagmas, y siempre son subversivos. La autora de Teoría King Kong, uno de los manifiestos imprescindibles para entender la lucha feminista contemporánea, presenta en estos días en nuestro país la primera obra de su trilogía Vernon Subutex (Random House), tras arrasar en Francia.

Despentes, cuya obra se extiende en decenas de libros y varias películas -siempre polémicas, desde Fóllame a Bye Bye Blondie- atraviesa una vez más el tránsito entre el mainstream y los márgenes, en una novela que conjuga a un protagonista desclasado de la industria discográfica, una actriz porno, productores fracasados y una generación parisina que iba a tenerlo todo y se perdió por el camino.

¿Por qué eligió la novela para contar esta historia generacional?

Es el formato que uso como escritora desde hace más de veinte años y también como lectora, claro. Creo que en el ensayo no tienes tanta libertad ni potencia. La novela es un género muy útil para explicar la complejidad de las cosas, es la más exigente como escritora pero también la más interesante como lectora.

¿Cómo vive el éxito que ha tenido la novela en Francia? ¿Qué interpretación le da? ¿Acaso toca algo de la sociedad que necesitaba ser explicado?

Me lo tomo bien (ríe). La angustia del principio de Vernon Subutex -perder tu trabajo, tu apartamento- es una angustia muy compartida. Lo pensé al escribirlo y al ver el éxito lo compruebo. Nos importa a muchos, ¿qué pasaría si lo perdemos todo? Es una angustia nueva en los que están rodeando los cincuenta. El mercado de trabajo no nos necesita, en Francia no hay una estructura familiar necesariamente que nos sostenga, es una angustia compartida.

El hecho de tener un personaje masculino también es nuevo, Vernon hace lo que le da la puta gana y todo el mundo lo ve como un derecho. Si Vernon fuera una chica igual hubiera tenido los mismos lectores, pero la crítica lo hubiera recibido de manera diferente: una señora de cincuenta años follando con todo el mundo hubiera levantado muchas preguntas, un hombre en la misma situación resulta cool.

Casi nadie me ha hablado de cómo folla Vernon. La sexualidad masculina ni siquiera se comenta. No lo pensé, pero para la próxima vez lo tendré en cuenta: los personajes masculinos siempre son guays (ríe).

Esta novela de éxito se aleja mucho de la novela francesa que suele llegar a España, con problemas pequeño burgueses.

Lo cierto es que a España llega menos literatura interesante traducida de la que hay. Sí, llega Fred Vargas, por ejemplo, o novela negra que tiene otro punto de vista. Llevo veinticinco años en esto, los escritores que me interesan suelen ser de fuera. Me gusta mucho lo que hace Zadie Smith. Roberto Bolaño, evidentemente, me voló la cabeza. Empieza a llegarnos también literatura africana y de africanos criados en Francia, con nuevas maneras de interpretar lo que pasa.

Usted ha hablado más de una vez que tanto sus películas como su trabajo literario no va destinado al señor de mediana edad que escucha ópera.

Sí, aunque el cine es otra cosa, es un territorio más vigilado. La literatura también, pero siendo de una clase social que no debería aspirar a escribir puedes llegar a entrar, quizás porque ha perdido la importancia que tenía.  Llega gente nueva desde el hip hop, por ejemplo. El cine es muchísimo más acotado y más violento. Por supuesto, tengo amigos y gente que respeto en el mundo literario. Lola Lafon y su La pequeña comunista que no sonreía nunca me interesa muchísimo.

Su trabajo trata todo lo que la sociedad bienpensante considera “degradante”. Ahora son los desclasados, antes lo que no es heteronormativo.

Lo que no me interesa es la respetabilidad clásica, no escribo en contra pero no me siento limpia o respetable. Me interesa en esta novela que haya transexuales, lesbianas, chicas con velo, chicos que no tienen nada. Está toda esa gente que no tiene legitimidad en la literatura, quizás ya no tan frontalmente, pero están. Sé que una vez entra una lesbiana o una estrella del porno de manera distinta en la narrativa puedes influir conscientemente en el pensamiento del lector.

Usted habla del rock en Francia como espacio social con divisiones políticas. ¿Cree que es algo extrapolable a otros países, a otras sociedades?  

Cada país tiene su propia historia con el rock, en España la transición le dio otra categoría y otro valor al que tiene en Francia, por ejemplo. El rock es un símbolo de la sociedad norteamericana de posguerra, de nuestra cultura común en un momento en el que no compartimos muchas cosas. Compartimos a Elvis Presley, a Janis Joplin y a Jimi Hendrix, que son conocidos en toda nuestra sociedad blanca occidental y eso hace de esta cultura algo muy interesante que dice mucho sobre la posguerra en general y sobre nuestra entrada en los ochenta y en el ultraliberalismo.

¿Hay alguien de la escena musical contemporánea que le interese, que rompa con el neoliberalismo?

Mucha gente. Gossip, Peaches, Frank Ocean incorporan muchas cosas nuevas. Desde el punto de vista queer, el pop tiene mucho que decir. Beyoncé, que es pop puro tiene mucho que discutir e incorpora temas de raza y empoderamiento.

En una entrevista que le hacían usted defendía a Beyoncé ante cierto nuevo feminismo crítico estadounidense.

Beyoncé pone sobre la mesa temas que no estaban en el mainstream hasta ahora. Estas discusiones son interesantes. Evidentemente ella no va a cambiar el mundo y es producto directo del capitalismo, pero es la primera vez que tengo tantas discusiones sobre raza y feminismo con gente que ni siquiera se planteaba el tema. Por eso la música pop es importante, trae además una carga emocional importantísima, fíjate lo que pasó con la muerte de David Bowie. Ahí pasó algo colectivamente. El pop es una cultura moribunda pero ha sido muy importante durante los últimos cincuenta años.



Usted habla de una generación que estaba educada en el progreso ascendente, una sociedad europea, socialdemócrata a veces, que siempre iba a vivir confortablemente, mejor que sus padres. Esa generación fracasa. ¿A cuantos personajes de su novela ha conocido?

Aunque los personajes no son reales, lo que dicen sí lo es. En Francia es la primera vez que vemos amenazado el trabajo del sindicalismo y los movimientos políticos de principios del siglo pasado. Fuimos inocentes y no esperábamos algo así, con tanta brutalidad. Es una guerra de clases en la que los ricos van a por el pueblo de manera feroz.

Se habla también de la transición del punk, del  “no hay futuro” al apocalipsis contemporáneo. ¿Ahora hay futuro?

El punk decía “no hay futuro” pero su ética del “háztelo tú mismo” no era nihilista, podías aprender, era una excelente escuela de curiosidad y de adaptación, mirándolo con perspectiva. Tengo 47 años, no sé qué hace la gente joven hoy en día. Sé que no pasa por el punk, sí por el hip hop y por los nuevos movimientos políticos. Creo que el feminismo y lo queer ahora es mucho más llamativo y activo que en mi juventud. En parte gracias a internet ahora tienes acceso a todas las discusiones y estas son más exigentes. Ha sido una liberación para lo queer, ya no tienes que ir mendigando que te publiquen un texto, lo sacas tú y la gente lo lee. Lo mismo pasa con los temas sobre la violación, en los noventa no podías encontrar nada sobre el tema, ni dónde discutirlo. Ahora está a la orden del día.

Pese a ese optimismo, hay indicios de involución. Usted ha dicho que Fóllame no podría filmarse hoy en día y que hemos normalizado cosas inimaginables.

Sí, incluso te diría que es peor en Francia. Las manifestaciones contra el matrimonio homosexual serían impensables hace veinte años. Creo que son dos corrientes que van en paralelo y por eso ocurren: hay resistencia porque hay avances. Hoy en día una chica puede decir que no le interesa el feminismo pero su vida ha sido revolucionada por él. En los barrios dónde hay mucha inmigración y hay discursos muy duros sobre la virginidad y el matrimonio también las chicas saben que tienen opciones que antes no contemplaban. Se ve en las series: muchos de los personajes femeninos eran impensables hace veinte años.

¿Cuales?

Las ancianitas de American Horror Story, por ejemplo. A dos metros bajo tierra, tiene a todas esas mujeres mayores de cincuenta años, con líbido y con hijos gays. Lo hemos normalizado, pero es muy novedoso. Hay personajes de chicas que hacen cosas, hay lesbianas, hay transexuales. Yo recuerdo mi juventud y el personaje más interesante parecía ser la protagonista de Flashdance. ¡Flashdance! ¿Te das cuenta? Ahora es posible que James Bond sea una mujer. No digo que no haya mucho por hacer, pero hemos avanzado.

El mainstream es muy importante en términos de feminismo para visibilizar eso. El feminismo ha cambiado el mundo occidental totalmente. De manera lenta, pero ahí está. Cuando saqué Fóllame, la novela, era impensable verbalizar que las mujeres tienen deseo sexual, no se hablaba de la cultura de la violación y ahora ha permeado, se ha entendido.

"Si estoy rodeada de amigas violadas, lógicamente también tengo amigos violadores"

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Virginie Despentes (Nancy, 1969) fue violada a los diecisiete, disfrutó del sexo con muchos hombres a los veinte y un poco más tarde se hizo prostituta. Pero, desde hace tiempo, prefiere acostarse con mujeres y hablar de feminismo solo con ellas, porque "los tíos no se han planteado nada". 

Su manifiesto Teoría King Kong salió a la luz hace más de una década y se convirtió en un vademécum para la teoría de género. Entonces, a muchos hombres les explotó la cabeza, pero ella cree que en diez años no ha habido suficientes cambios.

Para la autora francesa, es el momento de que ellos tomen el testigo en el feminismo, de que hagan autocrítica, que estudien su papel en las violaciones y que arrimen el hombro.

Es una apuesta arriesgada respecto a otras teorías feministas, pero ella ha venido a revolucionar. Lo hace a través de sus novelas, de sus películas y de las entrevistas que ofrece. Por eso en esta no encontramos las respuestas que esperamos oír, sino las que nos hacen pensar.

Cuenta en Teoría King Kong que empezó a ser feminista cuando violaron a una amiga, a pesar de que a usted le había ocurrido tres años antes. ¿Se puede decir que recibió el "golpe" a través de la sororidad?

Realmente nací en un ambiente feminista. Mi madre era muy feminista y me crié con ese tipo de textos. Pero por aquel entonces no me interesaba en absoluto. Quizá porque precisamente formaba parte de la cultura de mi casa y, cuando eres joven y rebelde, quieres ir en contra de todo eso. 

Después de que me violasen, solo supe que era algo que había pasado. Me prometí a mí misma que no lo pensaría, que no le daría importancia, y así no existiría. Solo fui consciente a través de mi reacción, de mi rabia, hacia la violación de una amiga. Me di cuenta de que era igual de grave en su caso que en el mío. Fue por sororidad, pero también por un proceso natural. Un sistema de protección del cerebro humano. 

No existe si no le prestas atención, ¿no? Todo eso cambia cuando ocurre a tu lado y lo ves desde fuera. Cuando le pasa a una colega.

Hay una frase muy potente en el libro sobre la mentalidad del violador: "Si ellas sobreviven, es que la cosa no les disgustó tanto". Solemos identificar la agresión sexual como un nivel distinto al del asesinato, no como una posible vía hacia él. ¿Lo hacemos mal?

Necesitamos más análisis. Por ejemplo, de vocabulario. No puede existir una sola palabra para referirse a la violación en español, inglés o francés. Y que sea la misma en el caso de las violaciones en conflictos armados, las agresiones domésticas dentro de la pareja o la violación bajo amenaza de muerte.

Ya que hemos comprendido lo comunes que son, deberíamos crear por lo menos 30 palabras distintas para diferenciar cada tipo de violación.

Lo primero que pensé cuando me violaron tres desconocidos fuera de mi zona de confort, fue que iba a morir. Lo relacioné de manera directa. De hecho, sería casi la decisión "más inteligente" por parte del agresor, de esa forma no se arriesgan a ser delatados a la policía. En mi caso, la proximidad de mi propia muerte o la facilidad con la que pudo ocurrir fue incluso más traumática que la propia violación. 

Pero desde luego, tanto este caso como el de la chica violada y asesinada mientras hace running, forma parte del mismo hilo de violencia de los hombres hacia las mujeres. Y de cómo nosotras nos sentimos intimidadas constantemente.

Ese miedo es puesto a veces en tela de juicio. ¿Cómo explicárselo a alguien que nunca ha tenido que caminar por la calle con temor o mirando por encima del hombro?

Los hombres no son conscientes de que ellos pueden sentirse fuertes por la calle, en parte, debido a los agresores. Los violadores y los maltratadores son quienes facilitan a los hombres esa sensación de "esta ciudad es mía" que nos quitan a las mujeres.

Hace 25 años que escribí Fóllame y durante todos esos años he escuchado historias de mujeres que han sido violadas. Curiosamente, no tengo ningún amigo que haya confesado haber violado a una chica. Entonces, si estoy rodeada de amigas violadas, lógicamente tengo que estarlo también de amigos violadores. El hecho de que ellos mismos no se reconozcan como violadores me fascina, y pienso que aquí tenemos que hacer algo. No podemos ser tantas víctimas y tan pocos agresores.

Chicos, por favor, empezad a pensar en lo que hacéis y en lo que repercute sobre vuestra contraparte.

Escuchamos testimonios de hombres sobre el sexo o la pasión. ¿Pero hacen falta otros que analicen aspectos más oscuros de la sexualidad masculina?

Justo. No tengo ningún amigo que haya contado o pedido perdón por haber violado. Es necesario que los hombres pongan en palabras su sexualidad y reflexionen sobre sus actos, sus prácticas y sus pensamientos. Que salgan de esa oscuridad que rodea a su vida sexual. 

Los chicos se adentran en una noche oscura en la que experimentan un deseo que parecen no controlar. Para ellos es solo un subidón de testosterona. Han tenido su propia revolución sexual para la que utilizan el cuerpo de las chicas, pero sin las chicas. Sería importante saber: ¿en qué momento se identifican como violadores? ¿Qué es para ellos una violación? Creo que de verdad no lo saben.

Con la ola del me too vemos que hay muchísimos hombres sorprendidos porque han hecho algo mal. Y lo peor es que son sinceros. Pero si has tenido sexo con chicas que no querían, has hecho algo mal. Es hora de que los hombres despierten un poco.

Incluso cuando identificamos al violador o al asesino, como en el caso de Diana Quer o La Manada, la sociedad sigue culpando a la víctima: por no haber huido a tiempo, por someterse o por rehacer su vida después (si acaso pueden).

En realidad, como sociedad sabemos que cuando te violan no puedes reaccionar de manera demasiado agresiva. La violación es un castigo, y ese castigo puede ir hasta la muerte. En el caso de la chica contra cinco agresores, ¿qué se piensan que puedes hacer? He seguido este juicio por la prensa española y me alucina que nadie dedique un momento a preguntarle a esta joven si tuvo miedo de ser asesinada. 

Yo también estaba en minoría y, antes de reconocerme como violada, me vi muerta. Todas nos vemos muertas. Los hombres no se dan cuenta de que agredir a una mujer requiere una violencia extrema. No es un juego de seducción, y creo que lo sabemos diferenciar. 

En Francia, hace poco desapareció una mujer haciendo jogging y más tarde se descubrió que había sido asesinada por su marido. Lo primero que hizo la prensa fue sacar a la luz sus trapos sucios y publicar que tomaba pastillas y que tenía mal carácter. De manera instintiva, disculparon al hombre y lo convirtieron en víctima. ¡Pobrecito!

Eso jamás ocurriría en caso contrario. Es muy fuerte la diferencia de trato. Siempre lo ha sido, pero ahora que entramos en una época mucho más feminista, es aún peor. Lo piensas y dices, 'mierda'.

Habla mucho de la virilidad como arma de guerra, como castigo contra el bando contrario; de ahí las violaciones en el campo de combate. Pero el escándalo de las ONGs demuestra que no se salva ningún ámbito, ni siquiera el más "solidario".

Si piensas en lo que significa una violación, es lo mismo que dicta el liberalismo: ¿no me quieres dar algo? Lo voy a tomar. ¿Es tu bien más preciado? Lo voy a tomar igual. En el mercado de trabajo se da este discurso constantemente: "quiero este placer y lo voy a tomar a través de tu cuerpo". 

La mayoría de la gente hace el trabajo que no le gusta en unas condiciones que no se merecen y no quieren dedicar sus vidas a esa producción, pero lo van a hacer igual.

Es lo mismo que ocurre con lo de las ONG. En este caso, se mezcla además con una discriminación de raza brutal. Ellos seguro que no creían que estuvieran haciéndolo tan mal. Pensarían que a esa chica de 15 años le gustaba lo que le proponían, que respondía al deseo normal entre hombres y mujeres, y que en esos países se folla mucho más joven. También lo creen así los que hacen turismo sexual en Tailandia. 'Es una cultura distinta, están contentas'. 

¿Cree que es un acto tan inconsciente?

Un hombre visualiza una violación con una chica cubierta de sangre, muerta y con todos sus familiares llorando. ¿Pero esto? Dirán que era una manera de entrar en contacto con la cultura del país.

En Francia, el año pasado, acusaron a los cascos azules de pedofilia. ¿Has pedido sexo con niños de nueve años y te ha parecido algo normal? ¿No ves que algo falla? Pues no, porque están dentro de esa oscuridad, les chupa la polla un crío a cambio de un bocadillo y creen que los dos se lo pasaron en grande.

Necesitan poner luz sobre esto porque nosotras no podemos hacer mucho más. Me refiero a que hablamos, estudiamos, nos apoyamos, y los hombres entretanto nada. Yo, si fuese hombre, me sentiría muy interpelado.

Contó que lo que más le sorprendió a la gente es que siguiese haciendo autostop después de su violación. Ahora ha surgido un debate por la opción de Blablacar solo para mujeres. ¿Está bien que se creen espacios de seguridad o deberíamos empoderarnos en los mixtos?

No tengo una posición clara. Primero, ¿por qué asumir un riesgo que no quieres? Pero, por el otro, es el momento de que los hombres cambien su comportamiento y que nosotras podamos compartir un coche sin problemas. Que sepas que te puedes sentar al lado de un chico y que él no va a empezar con sus tonterías.

El problema de lo de Blablacar es que, cuando ocurra una violación, la pregunta será: ¿por qué no cogiste solo el coche de mujeres? Tenemos que lograr compartir un espacio público, conjunto y seguro. La segregación me alivia por una parte y a la vez me parece un fracaso. 

Yo tengo 48 años y he disfrutado de una vida entera. Si pienso en coger un metro solo de chicas, me molesta. Estoy acostumbrada a los ambientes mixtos. Además, fui heterosexual mucho tiempo y me gustaba mucho la presencia de los hombres. Si nos empezamos a segregar, será muy difícil volver atrás. Y será aún más difícil para las mujeres que quieren seguir teniendo contacto con los hombres. A mí como lesbiana me da igual, pero las calentonas tienen derecho a conseguir el sexo que quieren y a disfrutar de la seducción. Si separamos, van a sentirse muy solas.

En unas semanas se celebra el Día de la Mujer Trabajadora y muchos hombres se están preguntando cómo ayudan más a la causa feminista. ¿Uniéndose a la huelga o echándose a un lado para no invisibilizar?

Pienso que, si hay opción de huelga, los hombres también deben hacerla. Tenemos que emprender luchas en común de vez en cuando. Soy la primera que desconfío de los hombres feministas, pero si queremos convivir y queremos una cultura heterosexual sana, tienen que compartir esta lucha porque son ellos el problema. Son ellos los que cobran más y los que acosan, y tienen que solucionarlo.

Si es una huelga simbólica, deberían parar de trabajar los hombres también. No en los cuidados o en la casa, pero que ellos también pierdan dinero en el trabajo.

Por último, una vez reposado el me too, ¿lo recordaremos como un movimiento liberador o como una época que empoderó a las mujeres como víctimas?

En el me too no veo víctimas, veo a mujeres diciendo basta y cambiando lo que no les gusta. Nunca he visto un movimiento así de internacional, que pasa en EEUU y se traslada a Suecia, Italia o Francia. Leí un artículo de la filósofa francesa Elsa Dorlin que identificaba el me too como el fin de la solidaridad masculina. Una dinámica por la que, incluso el hombre que no hacía nada, defendía a su colega abusador o acosador. 

Ahora, han entendido que les puede traer problemas esa actitud. Históricamente esto es muy relevante. Y, en cuanto a las mujeres, ha sido clave porque hay muchísimas jóvenes identificándose como feministas sin complejos. Eso no ocurría entre las heterosexuales de mi generación. Decían: "soy feminista, pero...adoro a los hombres, me gusta la seducción, me encantan los vestidos o me maquillo". Ahora es ser feminista y punto. Se acabó.

Penélope Cruz recibirá un César de Honor del cine francés

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La actriz española Penélope Cruz recibirá el César de Honor del cine francés en la ceremonia de entrega de los galardones que tendrá lugar el próximo 2 de marzo en París, informó hoy la Academia.

"Sublime y emotiva", la intérprete tiene "esa facultad de brillar tanto en las producciones internacionales como en las películas más íntimas, tanto frente a la cámara de Ridley Scott, Bob Marshall, Keneth Branagh, Sergio Castellitto, Fernando Trueba o, incluso Asghar Farhadi", con quien acaba de rodar "Todos lo saben", indicó la Academia en un comunicado.

Agregó que sus interpretaciones son "al tiempo precisas e incandescentes" frente a compañeros de rodaje de la talla de Johnny Depp, Jordi Mollà, Day Lewis, Judi Dench, Adrien Brody, Brad Pitt o Javier Bardem.

La Academia recuerdó que Cruz ha sido "musa de grandes cineastas", que tiene una "brillante belleza latina" y que ha sido "conmovedora" desde su primer papel protagonista a los 16 años en "Jamón Jamón", que "la propulsó enseguida entre las grandes actrices con futuro".

Añadió que directores como Alejandro Amenábar y Pedro Almodóvar "solo tenían ojos para ella" y que el trabajo con el primero en "Abre los ojos" y su "remake" estadounidense "Vanilla Sky", junto a Tom Cruise, "le abrieron las puertas de Hollywood.

Cruz ha interpretado cinco papeles a las órdenes de Almodóvar, entre ellos "Volver", que le propulsó al Goya del cine español, el premio del cine europeo y el de interpretación femenina en el Festival de Cannes de 2006 junto a sus compañeras de reparto.

Esos trabajos le llevaron a rodar en 2008 para Woody Allen junto a Scarlett Johansson y Javier Bardem en el papel de María Elena en "Vicky Cristina Barcelona", recompensada con el Oscar a la mejor actriz secundaria y el Bafta británico en la misma categoría.

Las mujeres llevan el feminismo a la gala de los Goya

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Isabel Coixet y Carla Simón, las dos únicas directoras nominadas al premio gordo, fueron las primeras en lucir su abanico rojo con el lema #MásMujeres en la alfombra roja. Por suerte, la Asociación de Cineastas CIMA estimó oportuno destacar el problema de que en esta 32 edición de los Goya no exista ni una sola candidata femenina en ocho categorías o que, con Verano 1993 y La librería, solo sean cinco las cintas nominadas a Mejor Película escritas y dirigidas por mujeres.

Por eso, repartieron 1.800 abanicos rojos antes de la ceremonia, "rojos para llamar la atención, rojos para expresar nuestro bochorno". La idea era que se fundiesen con el rojo de la alfombra y que robasen un poco los focos a las etiquetas y los diseñadores, pero tardaron en aparecer en la gala que se celebra tras el terremoto estadounidense de #MeToo. Hasta que llegaron Coixet y Simón.

Un poco más tarde, la junta directiva de la Academia de Cine y otras actrices como Penélope Cruz y Leticia Dolera han desplegado sus abanicos también. Esta última, una de las caras más visibles de la movilización feminista del cine español, ha declarado a su paso por la alfombra roja que "todos los días son de reivindicación hasta que consigamos una sociedad igualitaria".

"Un campo de nabos feminista precioso"

La gala, que ha recibido críticas por venderse como "del año de las mujeres" pero estar presentada y guionizada por hombres, ha comenzado con un discurso de Ernesto Sevilla: "Hay que reivindicar el papel de la mujer, por eso la presento yo". Pocos minutos después, cuando Joaquín Reyes, el otro conductor, se ha paseado por el patio de butacas hablando con algunos asistentes, la propia Dolera ha definido la gala como "un campo de nabos feminista precioso".

Ese guion de la gala ha sido de las pocas referencias al alegato por más mujeres en el sector que han pronunciado hombres. Las referencias a la desigualdad en el cine han estado copadas por ellas hasta bien entrada la noche: del corte de Dolera al sencillo "vivan las mujeres" de Belén Rueda. De hecho, la reivindicación y compromiso con la igualdad a cargo de la Academia ha estado en voz de la vicepresidenta segunda Nora Navas; la parte de Barroso, vicepresidente primero, ha sido mucho menos política y no ha tenido referencias feministas.

"Nosotras somos la otra mitad, la mitad del mundo", ha dicho Dolera cuando ha subido al escenario recitando a Lorca para entregar el Goya a Mejor Dirección Novel a Carla Simón. "Y la mitad de la imaginación", le contestaba la directora de La Novia Paula Ortiz.  La directora catalana ha terminado su discurso con un contundente "y por supuesto, más mujeres haciendo cine".  "Me has regalado un personaje femenino real, complejo", le ha agradecido luego Bruna Cusí al recibir el premio a Actriz Revelación por la película.

"A todas esas mujeres que todavía van al cine, compran entradas y hacen que todos estemos aquí", ha dicho Isabel Coixet al recibir el premio a mejor guion adaptado y agradecérselo especialmente a su madre. Se trata de una respuesta a la polémica columna que Álex de la Iglesia dedicó a las "señoras" que van al cine.

Ha tenido palabras para el tema Santiago Segura. Ha presentado el premio a mejor actor de reparto como "lo mismo que actriz de reparto pero cobrando un poquito más". "No me lío que no quiero pasarme otros 3 años sin venir", ha terminado, dando luego el galardón al compañero de Cusí en Verano 1993 David Verdaguer. Sí ha tenido palabras para la igualdad Adelfa Calvo por El Autor: "A todas las actrices con las que he trabajado, para que no pierdan la ilusión. Porque las mujeres en el cine tenemos muchas historias que contar. Que el cine, si es de verdad un arte libre, debe ser un lugar donde las mujeres y hombres trabajemos en igualdad". Luego, Julita, protagonista de Muchos hijos, un mono y un castillo ha dedicado el premio de su hijo a Mejor Documental a "todas las madres".

Antonio de la Torre: "Hay que observar la presunción de inocencia"

Antes de comenzar la gala, en la alfombra roja, muchos hombres han portado los abanicos rojos. Otros, como Arturo Valls, se han descolgado de la reivindicación de igualdad. Consideraba que la gran noche del cine español no era el momento ni el lugar: "Me gustaría que en la gala se hablase más de cine, o por lo menos de los problemas que tiene el cine, no marear con otros temas".

Antonio de la Torre, doblemente nominado a actor principal por Abracadabra y secundario por El Autor, ha respondido a una pregunta de TVE sobre el ambiente reivindicativo con la figura de la mujer. "Es un debate demasiado profundo como para soltar algo rápido en la tele. Pero estamos por la igualdad, por la defensa de las débiles, de las víctimas, pero también hay que observar la presunción de inocencia", ha señalado Antonio De la Torre. 

Penélope Cruz, contra el machismo de cuento: "Que le jodan a Cenicienta, a la Bella Durmiente y a todas las demás"

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La actriz Penélope Cruz ha mostrado su desacuerdo con la imagen machista que transmiten ciertos cuentos infantiles y ha añadido que, cuando lee estos relatos a sus hijos, cambia los finales. "Que le jodan a Cenicienta, a la Bella Durmiente y a todas las demás", ha afirmado en una entrevista a la revista Porter Edit. 

En la entrevista, recogida por Europa Press, la ganadora de un Oscar enfatiza en la importancia que tienen los cuentos de hadas para niños y niñas ya que "son las primeras historias que escuchan de boca de sus padres".   

"Cuando leo cuentos de hadas a mis hijos por la noche, siempre estoy cambiando los finales, siempre, siempre, siempre, siempre. Que le jodan a Cenicienta, a la Bella Durmiente y a todas las demás. Hay mucho machismo en esas historias y eso puede tener un efecto en la forma en que los niños ven el mundo. Si no tienes cuidado, empiezan a pensar: 'Ah, entonces los hombres deciden todo'", relata.   

Por ello, sus heroínas rechazan propuestas de matrimonio o hacen las propuestas ellas mismas. "En mi versión de Cenicienta, cuando el príncipe dice: '¿Quieres casarte?', ella responde: 'No, gracias', porque no quiero ser una princesa. Quiero ser astronauta o chef ", ejemplifica.   

La actriz también aborda en la entrevista las reacciones generadas a través del movimiento #MeToo. "Tienen que cambiar las reglas de nuestra industria y todas las demás industrias en las que las mujeres están siendo reprimidas de muchas maneras diferentes. No puede ser algo que esté ahí para llenar las noticias durante unos meses antes de pasar a otra cosa", denuncia.   

En este punto, recuerda que Hollywood tiene una actitud muy diferente entre hombres y mujeres. "Desde los 25 años, (los periodistas) me han estado preguntando si tengo miedo a envejecer. Es una locura de pregunta y siempre me negué a responder. Nunca le harían esta pregunta a un hombre", lamenta.

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